Una niña pobre de 5 años le da agua a un niño perdido en la calle sin saber que él era hijo de una banquera muy rica y poderosa, pero ella se quedó en shock cuando la millonaria…
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Aquel día, el sol caía con fuerza sobre las calles del centro histórico de la Ciudad de México, entre los vendedores ambulantes, el ruido de los autos y la prisa de la gente. Una niña de apenas 9 años caminaba descalza, cargando una caja de madera llena de dulces típicos: alegrías, palanquetas y tamarindos envueltos con celofán. Su nombre era Lupita Ramírez, una niña de ojos enormes y oscuros, con el cabello amarrado en dos trencitas mal hechas. Vestía una blusa blanca, un poco desgastada, y una falda de mezclilla con varios remiendos.
Cada día salía desde las 7 de la mañana para vender en las esquinas, en los semáforos y frente a las iglesias. Lo hacía no porque quisiera, sino porque tenía que hacerlo. Su abuela, doña Carmen, estaba enferma, postrada en una cama improvisada dentro de una humilde casita hecha de láminas, ubicada en una de las colonias más olvidadas de Iztapalapa.
Aquella mañana, Lupita llevaba pocas ventas. Las personas parecían más apuradas que de costumbre. Se detuvo frente a la Catedral Metropolitana, respiró hondo, se limpió el sudor de la frente y se acomodó la caja en el brazo.
“Alegrías, palanquetas, tamarindo”, gritaba con voz firme, pero con el estómago vacío desde la noche anterior.
De pronto, algo le llamó la atención. En la esquina de la calle República de Brasil, justo frente a un puesto de jugos, vio a un niño. Estaba solo, sucio, con la ropa desgarrada y los zapatos totalmente rotos. Tenía el cabello rubio alborotado y los ojos llenos de lágrimas. Estaba sentado en la banqueta, abrazando sus piernas, con la mirada perdida.
Lupita se acercó lentamente, observándolo con curiosidad pero también con compasión. Nadie parecía notarlo. Los adultos pasaban junto a él como si no existiera.
“Oye”, le dijo ella, bajando la voz, “¿estás bien?”
El niño levantó el rostro. Su cara estaba manchada de polvo y sus mejillas ralladas por las lágrimas.
“No… no encuentro a mi mamá”, balbuceó con la voz quebrada. “Me… me perdí.”
Lupita miró hacia los lados, esperando ver a alguien que lo buscara, pero no había nadie.
“¿Cómo te llamas?”, preguntó, agachándose a su lado.
“Sebastián”, respondió entre sollozos. “No sé, no sé cómo regresar a mi casa.”
Lupita sintió un nudo en el pecho. Ella sabía perfectamente lo que era sentirse sola, aunque nunca había estado perdida. Miró su caja de dulces, luego al niño. Dudó un segundo, pero enseguida tomó una botella de plástico que llevaba con un poco de agua.
“Toma”, le ofreció. “Está un poco caliente, pero es lo que tengo.”
El niño tomó la botella con manos temblorosas y bebió. Tosió un poco, pero luego respiró más tranquilo.
“Gracias”, murmuró, limpiándose la nariz con la manga de su camisa sucia.
“No llores”, le dijo Lupita, sentándose a su lado. “Yo te voy a ayudar.”
“No sé mucho de cómo encontrar casas grandes, pero podemos preguntar.”
Sebastián asintió lentamente, aunque su carita seguía llena de angustia.
“Tengo miedo”, susurró. “Tengo mucha hambre.”
Lupita miró su caja de dulces. Ella misma tenía hambre desde hacía horas, pero sin pensarlo, abrió un paquetito de alegrías.
“No es mucho, pero es dulce y llena”, dijo, entregándoselo.
Sebastián tomó el dulce con ambas manos y empezó a morderlo con desesperación, como si fuera el primer alimento que veía en mucho tiempo.
“¿Sabes el nombre de tu colonia? ¿O el teléfono de tu mamá?”, preguntó Lupita.
“Mi nombre es Sebastián, mi mamá se llama Victoria”, dijo con dificultad, “pero no… no me acuerdo de más.”
“Victoria, ¿qué?”, insistió Lupita.
“No sé, solo Victoria”, repitió con voz bajita.
Lupita suspiró. En ese momento, no tenía idea de la magnitud de lo que acababa de comenzar.
“Bueno, entonces te vas a quedar conmigo un rato”, dijo ella con una sonrisa leve. “No te preocupes, yo no te voy a dejar solito.”
Por primera vez, Sebastián dejó escapar una tímida sonrisa entre lágrimas.
“Gracias”, murmuró.
Lupita se levantó, lo ayudó a ponerse de pie y le limpió un poco el polvo de la ropa.
“Vamos a buscar a alguien que nos ayude, ¿va?”, le dijo.
“Sí, pero no me dejes”, pidió él, agarrándola de la mano con fuerza.
“No te voy a dejar, lo prometo”, aseguró Lupita, apretando su pequeña mano. Sin saberlo, esa promesa marcaría sus vidas para siempre.
Lupita caminaba sujetando con fuerza la manita de Sebastián, atravesando las bulliciosas calles del centro de la Ciudad de México, esquivando vendedores ambulantes, peatones apurados y automóviles que tocaban el claxon sin parar. Cada tanto, ella se detenía frente a algún policía o a un adulto con cara amable.
“Señor, ¿no sabe dónde vive este niño?”, preguntaba, pero la mayoría la ignoraba o la miraba con desconfianza.
“No, niña, yo no me meto en problemas”, le respondió un hombre mayor antes de seguir su camino.
“No es mi problema”, dijo otro apresurado.
Lupita apretaba más la mano de Sebastián, que caminaba pegado a ella como si fuera su sombra.
“¿Sabes qué?”, le dijo ella. “Vamos a buscar un puesto de policía. Ellos deben saber qué hacer.”
“Tengo miedo”, susurró Sebastián. “Y tengo frío.”
Lupita lo miró con ternura. Notó que sus brazos delgaditos temblaban. Sin pensarlo, se quitó su suéter viejo, agujereado en los codos, y lo puso sobre los hombros del niño.
“No es nuevo, pero calienta”, dijo sonriendo.
Sebastián asintió, abrazando el suéter como si fuera un escudo.
Caminaron unas cuadras más hasta llegar a una esquina donde había un módulo de seguridad. Dos policías estaban sentados, tomando café y mirando sus celulares. Lupita se acercó con timidez.
“Disculpen”, dijo, levantando la voz un poco. “Este niño está perdido, no sabe dónde vive.”
Los policías la miraron de reojo y uno de ellos se levantó.
“¿Y tú quién eres?”, preguntó con tono áspero.
“Yo… yo vendo dulces”, respondió ella. “Lo encontré llorando, solo.”
El policía frunció el ceño.
“¿Y no será que tú lo…?”
querías robar niña lupita se quedó helada no yo solo lo quiero ayudar ajá dijo el otro levantándose a ver niño ¿es cierto ella te trajo ¿dónde vives sebastián se escondió detrás de Lupita y comenzó a llorar otra vez no no me acuerdo repetía no sé los policías se miraron entre ellos suspirando con fastidio mira niña dijo el primero mejor llévalo al difo a una estación más grande aquí no podemos hacer mucho ¿y dónde queda eso preguntó Lupita confundida lejos respondió el segundo volviendo a sentarse como a 10 cuadras pregunta por allá
sin más volvieron a mirar sus celulares ignorándolos por completo lupita sintió un hueco en el estómago sabía que no podía dejar a Sebastián solo lo tomó de la mano nuevamente no te preocupes Sebas le dijo usando ese apodo sin pensarlo yo no te voy a dejar prométemelo pidió él con voz temblorosa lupita se agachó para quedar a su altura lo miró fijamente y puso una mano sobre su hombro te lo prometo Sebastián no te voy a dejar nunca pase lo que pase el niño la miró con esos ojitos verdes llenos de lágrimas y asintió
yo tampoco te voy a olvidar nunca nunca Lupita susurró la niña sonrió con tristeza sabía que no era justo ¿por qué a los niños les tocaba vivir estas cosas ella misma desde que tenía memoria estaba acostumbrada a ver como la gente los ignoraba como los trataban como si fueran invisibles “ven vamos a buscar otro lugar donde nos puedan ayudar” le dijo apretando más fuerte su mano mientras caminaban Sebastián comenzó a hablar un poco más yo mi casa es grande creo decía haciendo un esfuerzo por recordar hay un portón grande y negro y y hay muchos carros muchos lupita lo miró
sorprendida muchos carros ¿y cómo son negros y brillan respondió y hay un señor que siempre abre la puerta y y mi mamá siempre está hablando por teléfono y grita mucho y dice cosas como la bolsa acciones clientes lupita parpadeó confundida la bolsa repitió “¿Tu mamá trabaja en un mercado?” “No no sé” respondió Sebastián solo la escucho decir eso lupita entendía poco de lo que decía Sebastián pero algo le quedaba claro ese niño no era como ella él venía de un mundo muy distinto “mira Sebas le dijo “lo primero es que
comas algo más ¿vale ven tengo un bolito.” Abrió su bolsita donde guardaba su comida del día sacó un bolillo seco y se lo entregó toma come tú le dijo yo como más tarde ¿no vas a comer preguntó Sebastián mirándola con preocupación no te preocupes tú necesitas más que yo,” respondió ella sonriendo sebastián mordió el bolillo con hambre y luego la miró fijo “tú eres la mejor persona del mundo” dijo sincero lupita se sonrojó bajó la cabeza y le dio una palmadita en la espalda “tú también Sebas tú también.”
En ese momento ninguno de los dos sabía que a kilómetros de ahí una mujer con el rostro desencajado vestida con un traje caro rodeada de guardaespaldas y policías estaba rompiéndose la cabeza buscando desesperadamente a su hijo perdido su nombre Victoria Santillana una de las banqueras más poderosas y temidas de todo México en una de las zonas más exclusivas de Polanco al poniente de la Ciudad de México las sirenas de las patrullas los autos blindados y los helicópteros no dejaban de escucharse la casa Santillana una mansión de fachada blanca con columnas enormes y portones negros de hierro forjado era
ahora el epicentro de un operativo que había paralizado a todo el vecindario dentro de la casa en la sala principal decorada con mármol alfombras persas y cuadros de pintores europeos estaba ella Victoria Santillana una mujer de aproximadamente 38 años alta de cabello perfectamente alisado vestida con un traje sastre color gris perla y tacones de diseñador su rostro habitualmente impecable y frío mostraba algo que pocas veces había dejado ver desesperación no puede ser gritaba caminando de un lado a otro no
puede ser que nadie sepa dónde está mi hijo inútiles golpeó la mesa con ambas manos a su alrededor policías agentes de seguridad privada y asistentes trataban de darle respuestas que simplemente no tenían “señora Santillana hemos bloqueado todas las salidas principales del centro las cámaras de seguridad ya están revisándose informó un comandante de la policía nervioso y y ¿qué han encontrado expetó Victoria apretando los dientes aún el rastro se pierde cerca de la Alameda central creemos que alguien pudo
habérselo llevado secuestro preguntó ella llevándose las manos al rostro dios mío Sebastián mi bebé se dejó caer en el sillón temblando uno de sus asistentes se acercó con una botella de agua señora cálmese respire no me digas que me calme gritó ella empujando la botella encuentren a mi hijo muevan lo que tengan que mover ofrezcan recompensa pongan su foto en las noticias en la radio en redes sociales en lo que sea quiero a mi hijo de vuelta ya los guardaespaldas salieron corriendo mientras los agentes de policía
comenzaban a repartir retratos hablados del niño fotos de Sebastián con su carita sonriente sus ojitos verdes y su cabello rubio empezaron a circular por todo México en cuestión de minutos tenemos activada la alerta Amber señora agregó uno de los agentes victoria se levantó tomó su teléfono y comenzó a hacer llamadas desesperadas pablo dijo apretando el teléfono escúchame bien mueve contactos en la fiscalía en la policía federal donde sea quiero drones helicópteros perros rastreadores todo no me importa el costo
sebastián tiene que aparecer pablo su abogado de confianza trataba de tranquilizarla desde la línea señora ya estamos en eso pero necesito saber ¿cree usted que alguien podría estar detrás de esto ¿algún enemigo ¿alguna amenaza reciente victoria se quedó en silencio unos segundos su mirada perdida luego frunció el ceño claro que tengo enemigos soy Victoria Santillana” respondió con rabia “en este mundo nadie llega donde estoy sin pisar unas cuantas cabezas.
” Se dejó caer nuevamente en el sillón respirando con dificultad “pero no” dijo en voz más baja sebastián es solo un niño nadie se metería con él ¿o sí susurró llevándose las manos a la boca mientras tanto los noticieros comenzaron a interrumpir su programación habitual última hora desaparece Sebastián Santillana hijo de la reconocida empresaria bancaria Victoria Santillana el menor fue visto por última vez en el centro histórico de la Ciudad de México autoridades activan la alerta ver y piden la colaboración de la ciudadanía las redes sociales estallaban con publicaciones fotos del niño teorías y hasta especulaciones malintencionadas
en la puerta de la mansión decenas de reporteros comenzaban a aglomerarse gritando preguntas y transmitiendo en vivo señora Victoria ¿cree que se trata de un secuestro han pedido rescate ¿qué mensaje le envía a los responsables victoria salió escoltada por cuatro guardaespaldas con el rostro desencajado “no voy a responder nada” gritó “solo les pido le suplico a quien tenga a mi hijo que me lo regrese.
” Su voz se quebró “pidan lo que quieran haré lo que sea pero tráiganmelo.” Los flashes de las cámaras la cegaban retrocedió y volvió a entrar a la casa temblando “maldita sea” exclamó dando un manotazo contra la pared “encuéntrenlo encuéntrenlo ya.” En ese momento su teléfono sonó era su jefe de seguridad “¿qué ¿qué me tienes?” contestó de inmediato “señora tenemos un rastro nos llegó una llamada anónima.
” Alguien dijo haber visto a un niño parecido en la zona de Garibaldi caminando con hizo una pausa incómoda con una niña una niña repitió Victoria con el seño fruncido ¿qué niña no tenemos más datos solo que parece ser una niña de la calle que le estaba dando agua y dulces el corazón de Victoria se aceleró manden una unidad una no 10 y voy para allá ordenó cerrando de golpe el teléfono corrió hacia su chóer prende la camioneta rápido a Garibaldi gritó subió a su camioneta blindada un enorme suburba negra seguida de tres vehículos
más con guardaespaldas las llantas chirriaron mientras salían disparados de la mansión rumbo al centro “aguanta mi amor” susurraba Victoria mientras apretaba con fuerza una cadenita con la inicial de Sebastián aguanta mamá va por ti las llantas de la suburba negra rechinaban mientras avanzaba a toda velocidad por las avenidas de la ciudad de México adentro Victoria Santillana iba sentada en el asiento trasero apretando el borde de su bolso con tanta fuerza que sus nudillos estaban completamente blancos “más rápido Armando
písale!” gritaba al chóer mientras miraba el GPS en su celular ya vamos señora,” respondió el hombre maniobrando entre los autos con precisión milimétrica detrás tres camionetas más con guardaespaldas seguían el convoy abriendo paso con sirenas y luces como si fueran unidades oficiales la banquera no estaba dispuesta a esperar la acción de la policía ella acostumbrada a tener el control absoluto de todo sabía que si quería resultados tendría que conseguirlos por sus propios medios ¿estás segura que es aquí?” preguntó uno de sus hombres de
seguridad revisando el mapa es la zona de Garibaldi hay mucho comercio informal mucha gente “sí es aquí” gritó ella casi histérica me dijeron que lo vieron por aquí y si esa información es falsa más les vale que recen las camionetas entraron por República de Perú cruzaron eje central y doblaron hacia Garibaldi el bullicio de los mariachis los vendedores ambulantes y los turistas contrastaba brutalmente con el drama que estaba por explotar mientras tanto unas cuadras más adelante Lupita y Sebastián caminaban de la mano casi perdidos entre la multitud
sebas ya preguntamos a muchos y nadie sabe decía Lupita preocupada no sé qué más hacer Lupi tengo miedo susurró Sebastián abrazando su brazo con fuerza ella se agachó mirándolo a los ojos mira no te va a pasar nada te lo prometí ¿recuerdas le dijo con una sonrisa suave vamos a encontrar a tu mamá sea como sea en ese momento el rugido de los motores de la suburban llamó la atención de todos las camionetas frenaron de golpe frente a una pequeña plazoleta las puertas se abrieron violentamente y bajaron seis hombres vestidos de negro
armados con radios y auriculares la puerta trasera de la camioneta principal se abrió y con el rostro completamente desencajado bajó Victoria Santillana sus ojos recorrieron la zona como un radar hasta que de pronto lo vio sebastián gritó con un alarido que heló la sangre de todos el niño giró la cabeza cuando vio a su mamá sus ojitos verdes se abrieron como platos mamá corrió hacia ella victoria se arrodilló en medio de la banqueta y lo abrazó tan fuerte que parecía que nunca más iba a soltarlo “mi amor mi vida mi bebé” decía ahogada en llanto besando su cabello su rostro sus
manos ¿estás bien ¿estás bien gracias a Dios la escena conmovió a los que estaban cerca vendedores peatones y curiosos se quedaron mirando era evidente que algo grande estaba ocurriendo pero entonces mientras Victoria seguía abrazando a su hijo sus ojos se movieron y la vio de pie unos pasos más atrás estaba Lupita con la caja de dulces en el brazo mirando en silencio con el rostro tranquilo pero triste en ese instante el rostro de Victoria cambió pasó del alivio al desdén de la desesperación al juicio frunció el ceño y se levantó lentamente apretando a
Sebastián contra su pecho y tú soltó con una voz helada mirando de arriba a abajo a Lupita ¿tú quién eres lupita con la voz bajita respondió yo yo lo encontré estaba solito llorando de inmediato uno de los guardaespaldas de Victoria se adelantó señalándola con el dedo ahí está es ella ella se lo llevó sí señora apoyó otro seguro es de esas que roban niños para pedir rescate o para venderlos no no es cierto” gritó Lupita retrocediendo “yo no lo robé yo lo ayudé.
” La gente alrededor comenzó a murmurar algunos sacaban sus teléfonos para grabar otros la miraban con desprecio “¡miren cómo anda” dijo una señora de seguro es de esas que andan en la calle no más buscando a quien hacerle daño pobrecito el niño qué horror añadió otra no no no no es así gritaba Lupita con las lágrimas a punto de caer yo yo solo lo ayudé le di agua le di de comer victoria se puso de pie altiva con su rostro duro lleno de rabia y desconfianza llévenla ordenó fríamente a sus hombres que la policía vea qué hace con ella no
por favor no suplicaba Lupita yo no hice nada malo los dos guardaespaldas la sujetaron con fuerza la niña forcejeaba tratando de zafarse suéltenme yo no soy mala no lo soy suéltenla gritó de pronto Sebastián empujando a su mamá suéltenla ella no hizo nada pero Victoria no lo escuchaba sus ojos llenos de prejuicio solo veían a una niña pobre vestida con harapos que estaba cerca de su hijo “a la patrulla con ella!” gritó en segundos una patrulla que había llegado al lugar encendió las sirenas dos policías bajaron y se acercaron
¿qué pasa aquí preguntó uno de ellos uno de los guardaespaldas no dudó en responder esta niña intentó llevarse al niño es hijo de la señora Santillana los policías miraron a Lupita que lloraba desconsolada no no es cierto yo lo ayudé gritaba con la voz quebrada solo le di agua le di de comer él estaba perdido pero nadie parecía escucharla el sonido de la sirena de la patrulla retumbaba en los oídos de Lupita su cuerpo temblaba mientras los dos policías la sujetaban por los brazos empujándola hacia la patrulla estacionada a un lado de la banqueta las lágrimas le corrían por las mejillas
su respiración era agitada entrecortada mientras trataba de entender como algo que había empezado con un acto de bondad se había convertido en una pesadilla “por favor no no me lleven” suplicaba forcejeando “yo no soy mala yo no le hice daño a nadie.
” Sebastián intentaba zafarse de los brazos de su madre desesperado “mamá suéltala” gritaba lupita no hizo nada ella me ayudó victoria lo abrazaba con fuerza con el rostro completamente endurecido “tranquilo mi amor” decía mirando con desprecio a Lupita ya estás a salvo esa niña esa niña solo quería aprovecharse de ti no no es cierto sebastián se revolvía no es cierto la gente alrededor observaba con miradas acusadoras algunos grababan con sus celulares otros comentaban entre dientes ya ven decía una señora por eso no se puede confiar en nadie uno piensa que son niños inocentes pero
no desde chiquitos empiezan seguro es parte de una banda agregaba otro así empiezan pobrecito el niño mientras tanto los policías ya estaban abriendo la puerta trasera de la patrulla uno de ellos miró a Lupita con dureza a ver niña súbete no gritó ella aferrándose al marco de la puerta no me lleven yo no hice nada malo uno de los oficiales intentó despegarle las manos con fuerza no te hagas la inocente le espetó ya verás lo que te espera mamá no Sebastián seguía forcejeando lupita me salvó me cuidó no la dejes ir victoria lo sujetó con ambas manos por los hombros mirándolo
con los ojos llenos de rabia y miedo basta Sebastián dijo alzando la voz tú no entiendes ella no es de nuestro mundo tú no sabes de lo que es capaz esta gente no el niño pataleaba desesperado en ese momento un agente de seguridad privada se acercó a Victoria “señora ya está todo bajo control.
” Informó “la policía la llevará ¿desea levantar cargos?” Victoria respiró profundo miró a Lupita que seguía llorando con la cara roja el cabello pegado al rostro y las manitas aferradas al marco de la patrulla “que la interroguen que averigüen si no es parte de algo más grande” dijo con frialdad “yo me encargo de los abogados.
” En ese momento Sebastián se soltó de su madre con un movimiento brusco corrió hasta donde estaba Lupita la abrazó por la cintura y con lágrimas en los ojos gritó con todas sus fuerzas no Lupita es mi amiga ella me salvó no la lleven por favor el grito fue tan fuerte tan desgarrador que por un segundo todo quedó en silencio los policías los guardaespaldas los curiosos todos se quedaron mirándolos sin saber cómo reaccionar lupita lo abrazó con fuerza mientras las lágrimas le corrían como ríos “sebas” susurró “no llores no te pongas así yo estoy
bien.” “No” gritaba él no es justo tú me ayudaste tú me cuidaste no puedes ir a la cárcel no victoria apretó los puños sintiendo como su corazón se rompía en pedazos pero al mismo tiempo su orgullo la cegaba sebastián ven aquí ordenó con voz de mando no el niño se aferró más a Lupita no mamá ella no hizo nada malo los policías se miraron entre ellos uno de ellos el más joven tragó saliva visiblemente incómodo “señora” dijo mirando a Victoria el niño dice que ella lo ayudó “quizá deberíamos verificar.” “¿Verificar qué?” interrumpió ella
fulminándolo con la mirada “¿qué más necesitan ver mi hijo estaba perdido y esta niña estaba con él o van a esperar a que le pase algo peor señora con todo respeto insistió el policía más joven lo que el niño dice es muy claro yo pago sus sueldos espetó Victoria cruzando los brazos así que hagan su trabajo los policías atrapados entre el poder de aquella mujer y la voz inocente del niño dudaban en ese instante uno de los curiosos que estaba grabando gritó “Dejen en paz a la niña.” Ella solo lo ayudó “sí yo los vi”
gritó otro la niña le dio agua le dio de comer la multitud empezó a cambiar su actitud donde antes había juicio ahora comenzaba a surgir la indignación no sean abusivos gritó alguien más solo porque es pobre victoria apretó los dientes su rostro por un momento mostró una mezcla de rabia orgullo y miedo “llévense a mi hijo” ordenó a sus guardaespaldas “métanlo a la camioneta ya.
” Los hombres intentaron sujetar a Sebastián pero él pataleaba golpeaba lloraba no Lupita gritaba mientras lo arrastraban te lo prometo Lupita yo no te voy a olvidar nunca nunca lupita con la cara llena de lágrimas apenas pudo levantar la mano y sonreírle entre el llanto yo tampoco Sebas yo tampoco la puerta de la suburban se cerró con un golpe seco la camioneta arrancó perdiéndose entre el tráfico y en la esquina quedó Lupita sola con los policías con la multitud y con un dolor que jamás había sentido en su corta vida la patrulla avanzaba lentamente por la avenida mientras Lupita iba sentada en la parte trasera con las muñecas
apretadas por unas esposas que parecían enormes para sus pequeños brazos sus ojos seguían llenos de lágrimas pero su llanto ya no hacía ruido era un llanto seco de esos que salen cuando ya no quedan fuerzas para gritar a través de la ventana trasera veía como la suburba negra se alejaba llevándose no solo a Sebastián sino también el único momento de bondad que había experimentado en mucho tiempo no puede ser susurraba no puede ser que por hacer algo bueno me pase esto los policías iban en silencio el más joven sentado adelante miraba por el retrovisor con una mezcla de incomodidad y tristeza ¿y tú qué
opinas?” preguntó su compañero más rudo mientras conducía “¿de verdad crees que la escula hizo algo?” “No lo sé” respondió el joven cruzando los brazos “pero no me parece que sea justo ¿viste al niño?” Él no mentía “va no te metas en problemas” replicó el otro ¿quieres que la señora Santillana te arruine la carrera no compadre con esa mujer no se juega lupita los escuchaba apretaba los dientes mientras bajaba la cabeza intentando controlar el miedo no es justo no es justo susurraba con los ojos fijos en sus manos esposadas
al llegar a la delegación uno de los policías bajó y abrió la puerta trasera órale bájate lupita se deslizó lentamente del asiento casi sin fuerza los pocos agentes que estaban ahí la miraban con cierto desprecio “otra ratita de la calle” comentó uno mientras tomaba una carpeta “a ver qué hizo esta.
” Dice que se llevó a un niño informó el policía que la trajo hijo de la señora Victoria Santillana en ese momento las miradas de todos cambiaron algunos levantaron las cejas otros se cruzaron de brazos el apellido Santillana pesaba como una piedra sobre cualquiera de la señora Santillana preguntó el agente de guardia uy esta sí que se metió en un lío serio pero yo no hice nada malo gritó Lupita con la voz temblorosa yo lo ayudé él estaba perdido llorando yo solo le di agua cállate gritó otro agente golpeando la mesa aquí no vienes a contar cuentos pero es la verdad soy Osaba yo no lo toqué yo que te calles
interrumpió otro policía aquí la que manda es la ley y la señora Santillana la llevaron a una pequeña oficina donde le tomaron fotos le pidieron que firmara documentos que ella ni siquiera entendía y luego la encerraron en un cuartito frío con una banca de metal y una ventanita diminuta que apenas dejaba entrar algo de luz sentada abrazando sus piernas Lupita respiraba agitadamente con la garganta cerrada “abuela!” Susurró “¿Qué va a hacer de mí?” “¿Y tú?” En ese momento en la suburban Sebastián seguía llorando
desconsolado pegado a la ventana trasera mirando las calles que pasaban mamá soy no es justo no es justo victoria respiraba hondo apretando el volante del asiento trasero con los dedos tensos sebastián escúchame bien dijo con la voz seria esa niña no es buena para ti esa gente no es de nuestro mundo no gritó él limpiándose las lágrimas ella me ayudó me dio agua me dio de comer me cuidó tú no estuviste ella estuvo victoria lo miró herida por esas palabras pero su orgullo era más grande que su dolor no entiendes
Sebastián dijo endureciendo la voz ellos solo buscan aprovecharse seguro te vio solito y te llevó para para sacar ventaja eso es lo que hacen no es cierto gritó él no es cierto ella es mi amiga mi amiga de verdad me lo prometió nunca me iba a dejar victoria cerró los ojos tratando de controlar el nudo que le apretaba el pecho a pesar de su enojo algo dentro de ella se movía algo que no quería reconocer “sebastián se acabó” dijo finalmente tajante no quiero que vuelvas a hablar de esa niña no la quiero cerca de ti
¿entendiste el niño con los ojos llenos de lágrimas no respondió simplemente giró el rostro mirando por la ventana apretando contra su pecho el pequeño collar que llevaba ese collar que en silencio comenzaría a tener un significado que ni él ni victoria podrían imaginar de vuelta en la delegación uno de los policías entró a la celda donde estaba Lupita “a ver chamaca” dijo con voz dura ¿tienes a alguien que venga por ti mi abuelita susurró pero está enferma no puede caminar el agente suspiró le dio la espalda y murmuró “Pobres criaturas siempre les
toca lo peor.” Luego se giró y agregó “Pues ve pensando que vas a decir porque si la señora Santillana levanta cargos te vas directo al dif y créeme de ahí ya no sales en la casa Santillana la tensión no había disminuido ni un poco victoria caminaba de un lado a otro en su oficina privada ubicada en el tercer piso de la mansión su teléfono no dejaba de sonar llamadas de socios periodistas abogados todos queriendo saber si la desaparición de su hijo había sido un intento de secuestro o si había alguna amenaza contra su
familia pero su mente estaba en otro lado en su interior una batalla constante entre el alivio de tener a Sebastián sano y salvo y la rabia que sentía hacia aquella niña que según ella se había aprovechado de la situación mientras tanto Sebastián estaba encerrado en su habitación sentado en el suelo con la espalda contra la puerta lloraba abrazando sus piernas “no es justo no es justo” repetía una y otra vez sus manitas sujetaban con fuerza el pequeño collar que colgaba de su cuello como si ese objeto fuera su único refugio lupita susurraba
“No te voy a olvidar te lo prometí te lo prometí.” En su cabeza no dejaban de aparecer las imágenes de ella dándole agua partiéndole a la mitad del bolillo que guardaba tapándolo con su suéter viejo su amiga su salvadora y ahora estaba siendo tratada como una delincuente de pronto Sebastián se levantó sus ojitos verdes brillaban llenos de decisión “no no me voy a quedar callado” dijo apretando los puños se acercó a la puerta y comenzó a golpearla con fuerza “mamá mamá!” gritaba del otro lado la nana entró corriendo
“señorito por favor cálmese quiero hablar con mi mamá ahora.” Exigía ella está ocupada dile que si no viene voy a hacer un escándalo.” Amenazó con los ojos llenos de lágrimas pero decidido la nana sorprendida por la reacción del niño salió de la habitación casi corriendo unos minutos después Victoria abrió la puerta con el ceño fruncido “¿qué es ese escándalo Sebastián ¿qué te pasa?” El niño la miró respiró hondo y con la voz temblorosa pero firme dijo “No me importa si te enojas no me importa nada voy a decir la verdad.”
Victoria lo miró cruzándose de brazos la verdad de qué “De Lupita” respondió elevando la voz ella no me secuestró ella no me hizo daño ella me ayudó me salvó la mujer parpadeó sorprendida no esperaba ese nivel de determinación en su hijo sebastián ya te expliqué que tú no entiendes cómo es el mundo sí entiendo la interrumpió con lágrimas cayéndole por el rostro entiendo que cuando me perdí nadie me ayudó nadie la gente pasaba y me miraba como si no existiera solo Lupita se detuvo ella me dio agua me dio comida me cuidó me dijo que no me
iba a dejar solo y cumplió cumplió victoria sintió un nudo en la garganta pero se obligó a mantener el rostro firme eso no cambia las cosas dijo intentando sonar fría no sabemos qué intención tenía esa niña sí lo sabemos gritó Sebastián con la cara roja de rabia tú no estabas tú no estabas cuando yo tenía miedo tú no estabas cuando yo lloraba ella estaba victoria tragó saliva mirando al suelo por unos segundos sebastián escúchame no la interrumpió otra vez si tú no dices la verdad yo lo voy a hacer victoria abrió mucho los ojos ¿qué estás
diciendo sebastián la miró decidido voy a hablar voy a decir lo que pasó si no quieres que lo haga aquí lo haré afuera que todos se enteren lupita no es una secuestradora es mi amiga y tú le estás acusando de algo que no hizo la mujer apretó los dientes sintiendo como su corazón latía con fuerza pero antes de que pudiera responder Sebastián salió corriendo de la habitación bajando las escaleras a toda velocidad sebastián regresa” gritó Victoria siguiéndolo el niño llegó hasta el vestíbulo principal donde dos de los guardaespaldas y la nana lo miraron
sorprendidos “¡llévenme con los policías” ordenó mirando a los guardaespaldas señorito titubeó uno ahora o le digo a toda la prensa lo que están haciendo amenazó señalando la puerta principal los hombres se miraron confundidos sabían que aunque era un niño era el hijo de la jefa y la jefa podía ser muy pero muy peligrosa victoria llegó justo en ese momento respirando agitada basta sebastián sube ahora mismo a tu cuarto pero el niño se plantó frente a ella no dijo apretando los dientes no me voy a mover de aquí hasta que me escuchen en ese instante uno de los
policías que estaba en la puerta tocó disculpen señora Santillana los medios están afuera ¿quieren declaraciones sobre la niña y el niño victoria palideció ¿qué susurró sí señora la gente que estaba en Garibaldi subió los videos a redes está viral todos están hablando de la niña que fue detenida y de cómo el niño la defendía el rostro de Victoria se tensó sintió como si el piso se le moviera bajo los pies sebastián dio un paso adelante y mirando a todos con los ojos llenos de lágrimas pero con la voz más firme que jamás había usado gritó “Lupita no es una
delincuente lupita es mi amiga ella me salvó.” El eco de su voz quedó suspendido en el aire nadie dijo una sola palabra ni los guardaespaldas ni la nana ni los policías ni siquiera victoria aquel grito aquel grito lo cambió todo las noticias ya circulaban por todos lados televisión radio redes sociales en cuestión de minutos los videos tomados por testigos en la plaza de Garibaldi se habían vuelto virales millones de personas veían compartían y comentaban el momento exacto en que un niño rubio vestido con ropa de marca
gritaba desesperado mientras abrazaba a una niña de la calle que estaba siendo llevada por la policía ella es mi amiga ella me ayudó no la lleven por favor ese audio y ese video no tardaron en llenar las pantallas y teléfonos de todo México en la delegación Lupita seguía sentada en el mismo cuartito con la mirada perdida los ojos hinchados de tanto llorar su pequeño cuerpo temblaba no sabía qué hora era solo sentía hambre frío y miedo la puerta se abrió de golpe era uno de los policías que la había detenido “órale párate”
dijo sin mirarla a los ojos “¿a dónde?” preguntó ella apenas con voz “tienes visita.” Lupita se puso de pie lentamente las piernas le flaqueaban la guiaron por el pasillo hasta una pequeña sala de espera al entrar su corazón se detuvo un segundo ahí estaba de pie con los ojos hinchados pero llenos de determinación Sebastián y detrás de él Victoria Santillana parada con los brazos cruzados el rostro rígido pero claramente más tensa que nunca lupita abrió mucho los ojos sebas” susurró sin poder creerlo él corrió hacia ella y la abrazó con fuerza “lupi”
gritó “¡Estoy aquí te lo dije no te iba a dejar sola.” Las lágrimas brotaron de inmediato en los ojos de la niña no podía creer lo que estaba pasando “¿qué haces aquí?” preguntó abrazándolo fuerte pensé que que ya no me querías ver no nunca dijo él apartándose solo para mirarla a los ojos yo le dije a mi mamá la verdad a todos y a los policías también victoria carraspeó cruzando los brazos escúcheme bien” dijo con su tono altivo aunque claramente menos agresivo no me gusta deberle nada a nadie pero mi hijo insiste en que te ayudó que tú lo
cuidaste que fuiste buena con él “porque es verdad” interrumpió Sebastián “mamá ya diles que es verdad.” Victoria apretó los labios por eso continuó estoy dispuesta hizo una pausa larga tragando saliva estoy dispuesta a ofrecerte una recompensa lupita la miró confundida una que Victoria sacó de su bolso un sobre blanco y lo dejó sobre la mesa dinero para ti por haber hizo otro silencio incómodo ayudado a Sebastián lupita miró el sobre luego miró a Sebastián luego a Victoria y sin pensarlo negó con la cabeza
no dijo bajito pero firme victoria arqueó las cejas sorprendida perdón preguntó como si no hubiera escuchado bien no quiero dinero repitió Lupita respirando hondo no hice eso por dinero lo hice porque porque Sebas estaba solito llorando y yo sé lo que se siente estar solo la mujer parpadeó visiblemente incómoda escucha niña dijo tomando el sobre no te estoy pidiendo permiso te estoy dando una recompensa así funciona el mundo cuando alguien hace algo se le paga lupita levantó la barbilla respirando hondo no repitió
a mí no me enseñaron eso a mí me enseñaron que si uno puede ayudar lo hace sin esperar nada victoria se quedó en silencio unos segundos mirando a la niña con una mezcla de incredulidad y molestia pero en el fondo también de incomodidad porque por más que tratara de negarlo había algo en esas palabras que la hicieron temblar yo titubeó sin saber qué responder sebastián se giró hacia su madre señalando a Lupita ¿ves le dijo por eso ella es mejor que todos ustedes victoria tragó saliva intentando mantener la compostura
bien dijo finalmente tomando aire entonces supongo que ya no hay nada más que hablar se giró hacia los policías retiren los cargos ordenó cruzando los brazos no quiero perder más tiempo aquí uno de los oficiales asintió de inmediato claro señora Santillana lo que usted diga lupita miró a Sebastián todavía sin soltarle la mano de verdad ya no me van a llevar preguntó con la voz chiquita casi sin creerlo no Lupi respondió Sebastián sonriendo entre lágrimas no te van a llevar yo te lo prometí victoria miró esa escena con un nudo en
el pecho por alguna razón aquellas palabras le sonaban familiares como un eco del pasado un pasado que ella siempre había tratado de enterrar tomó su bolso se acomodó el cabello y dijo “Vámonos Sebastián es hora de ir a casa.” Pero Sebastián no soltaba la mano de Lupita ¿puedo puedo despedirme de ella preguntó mirándola con súplica victoria respiró profundo 5 minutos dijo sec sebastián se giró abrazó a Lupita y le puso algo en la mano toma susurró esto es para ti para que no me olvides nunca lupita abrió la mano era un pequeño
collar con una medallita en forma de estrella sebas susurró apretándolo no no te voy a olvidar nunca nunca yo tampoco dijo él apretando los labios para no llorar te lo prometo Lupi cuando sea grande te voy a buscar te juro que te voy a buscar ambos se abrazaron una vez más fuerte como si ese abrazo pudiera detener el tiempo como si pudieran quedarse así para siempre victoria miraba la escena con los ojos entrecerrados apretando su bolso con las manos tensas aquel momento le revolvía algo muy profundo algo que ella no estaba lista
para aceptar sebastián llamó firme ya es hora el niño se separó lentamente de Lupita mirándola por última vez “nunca me olvides” le dijo “nunca” respondió ella y con un último apretón de manos Sebastián se giró y caminó hacia su madre subió a la suburban mientras Lupita se quedaba ahí en la puerta de la delegación mirando como el vehículo se alejaba llevándose una parte de su corazón esa noche mientras la ciudad se sumía en su habitual caos de tráfico luces y ruido una camioneta negra con vidrios polarizados avanzaba lentamente a unos metros de distancia de una pequeña calle sin pavimentar en la colonia Vicente
Guerrero en Itapalapa dentro de la camioneta Victoria Santillana observaba en silencio con los brazos cruzados y la mirada fría mientras el vehículo se detenía frente a una casita hecha de láminas madera vieja y pedazos de cartón las paredes estaban parchadas con lonas de publicidad y el techo parecía a punto de colapsar ¿es aquí preguntó Victoria sin disimular el asco en la voz sí señora respondió Armando su chóer mientras apagaba el motor la seguimos desde la delegación entró hace unos 15 minutos victoria miraba por la ventana con una mezcla de rabia incomodidad y algo más
que no estaba dispuesta a aceptar sus ojos recorrían cada detalle del entorno niños jugando descalzos entre charcos de agua sucia mujeres cocinando en fogones improvisados perros flacos peleando por restos de comida “dios mío” murmuró con desprecio “¿cómo puede alguien vivir así?” se quitó los lentes oscuros y respiró profundo dudó una parte de ella quería simplemente ordenar que arrancaran irse y no volver a ver nunca más ese mundo que tanto le repugnaba pero otra parte la más oculta necesitaba verlo necesitaba confirmar con sus propios
ojos de donde venía aquella niña que su hijo tercamente había convertido en su heroína en ese momento a través de la ventana sucia de la casa Victoria pudo ver a Lupita la niña estaba de rodillas frente a una cama improvisada hecha con cajas de madera dondecía una anciana delgadísima pálida con el rostro hundido por la enfermedad “abuelita” susurraba Lupita mientras le daba de beber un poco de agua “ya estoy aquí AE ya todo pasó.
” La anciana abrió los ojos lentamente su voz era apenas un hilo “todo está bien mi niña” preguntó con dificultad “sí Awe estoy bien no te preocupes.” Lupita sonrió aunque los ojos le seguían llorando “ya pasó todo.” ¿Vendiste algo hoy preguntó la abuela intentando sentarse pero el cuerpo no le respondía poquito pero no importa mañana vendo más respondió Lupita tratando de sonar fuerte mientras se limpiaba las lágrimas con el antebrazo victoria apretó los labios aquella escena aquella escena le removía algo tan profundo que no sabía cómo manejarlo de pronto sintió que el aire le faltaba
¿qué quiere que hagamos señora?” preguntó Armando rompiendo el silencio victoria no respondió seguía mirando fija sin parpadear dentro de la casa Lupita sacó de su bolsita el bolillo que Sebastián no había terminado lo partió en dos y lo puso en un platito junto a un poco de agua “toma Ague come tantito” dijo mientras acariciaba con ternura el cabello canoso de la anciana mi niña susurró la abuela eres tan buena aunque el mundo sea tan injusto contigo victoria sintió un escalofrío aquellas palabras le golpearon como un eco en la cabeza aunque el mundo sea tan injusto contigo
repitió mentalmente cerró los ojos un instante un recuerdo que llevaba años enterrando apareció como un relámpago su mente la traicionó y de pronto volvió a ser ella una niña de pie frente a una casucha igual a esa recordó la voz de su propia madre débil enferma diciéndole esas mismas palabras hacía más de 30 años abrió los ojos de golpe como si algo la hubiera quemado por dentro “arranca” ordenó con un tono frío casi seco “¿nos vamos?” preguntó Armando confundido “sí” respondió ajustándose de nuevo los
lentes oscuros “no hay nada que ver aquí.” Mientras la camioneta empezaba a alejarse Victoria no podía dejar de mirar por el retrovisor su mandíbula estaba apretada las manos sudorosas y el corazón latiendo con fuerza pero su rostro seguía mostrando la misma rigidez de siempre señora intentó decir Armando silencio ordenó ella pero mientras más se alejaba más fuerte sentía ese nudo en el pecho por primera vez en muchos años la máscara de la mujer poderosa y temida comenzaba a resquebrajarse dentro de la casita Lupita acomodaba a
su abuela le ponía un trapo húmedo en la frente y le daba una caricia no te preocupes Awe” susurró “todo va a estar bien yo voy a cuidarte te lo prometo.” Miró el pequeño collar en forma de estrella que Sebastián le había dado y lo apretó con fuerza “y algún día Abwe algún día todo va a ser diferente va a saber.
” En la esquina de la calle la camioneta negra desaparecía entre el polvo pero aunque ya no estaba ahí la imagen de aquella niña de aquella casita se había quedado grabada en la mente y en el corazón de Victoria Santillana más de lo que ella misma estaba dispuesta a aceptar la camioneta negra avanzaba lentamente entre las calles bien pavimentadas de Polanco pero adentro no había ni música ni conversaciones solo un silencio espeso denso casi insoportable victoria Santillana iba sentada en el asiento trasero con los brazos cruzados
la mandíbula apretada y la mirada perdida en la nada no había dicho una sola palabra desde que dejaron atrás la colonia Vicente Guerrero armando su chóer miraba por el retrovisor de vez en cuando esperando alguna orden algún comentario algo pero nada apretó el volante incómodo y se atrevió a hablar todo bien señora victoria no respondió ni siquiera lo miró cerró los ojos con fuerza intentando bloquear lo que acababa de ver pero era inútil la imagen de aquella casita hecha de láminas de Lupita arropando a su abuela enferma la perseguía como un fantasma que se negaba
a irse su mente la traicionaba los recuerdos que llevaba décadas enterrando empezaron a brotar uno tras otro como cuchillos clavándose en su pecho se vio a sí misma a los 7 años viviendo exactamente igual en una casa de cartón su madre enferma su padre ausente su estómago vacío sus zapatos rotos y sobre todo el mismo dolor el mismo miedo la misma rabia apretó los puños la garganta se le cerraba no susurró no no voy a caer en esto no otra vez la camioneta entró al estacionamiento subterráneo de la mansión Santillana las enormes puertas negras se abrieron
automópticamente armando apagó el motor y giró un poco la cabeza señora ¿le ayudo a bajar victoria respiró hondo intentando recuperar la compostura se ajustó el saco acomodó su bolso de diseñador y se colocó los lentes oscuros como si fueran una armadura no respondió seca quédate aquí no quiero que nadie me moleste como diga señora respondió el chóer bajando la cabeza victoria salió de la camioneta y subió las escaleras hasta su oficina cerró la puerta con fuerza y se dejó caer en el sillón de cuero blanco con las manos temblando
golpeó la mesa con el puño “maldita sea” gritó respirando agitadamente se puso de pie empezó a caminar de un lado a otro como una fiera enjaulada tomó una copa de whisky de su mueble bar y la bebió de un solo trago pero el ardor del licor no fue suficiente para apagar el incendio que tenía dentro ¿por qué susurró con la voz quebrada ¿por qué esa niña ¿por qué me hace sentir esto su reflejo en el espejo le devolvía la imagen de una mujer que aparentaba ser fuerte imponente pero que en ese momento se veía más vulnerable que nunca golpeó el espejo con el puño cerrado
el cristal se resquebrajó dejando una marca pero no se rompió por completo no se dijo a sí misma mirándose fijamente no voy a caer no voy a permitir que esto me rompa no otra vez apretó los dientes respiró hondo se secó las lágrimas antes de que cayeran y volvió a colocarse la máscara de siempre tú no eres esa niña” se dijo frente al espejo en voz baja pero firme “ya no eres esa niña eres Victoria Santillana eres poderosa eres rica nadie nadie te vuelve a pisotear.
” Pero mientras lo decía en lo más profundo de su pecho una punzada distinta comenzaba a crecer un sentimiento que no sabía si era compasión dolor rabia o todo al mismo tiempo mientras tanto al otro lado de la ciudad en aquella pequeña casita de láminas Lupita acomodaba a su abuela con todo el amor que podía “ab susurraba hoy casi me llevan presa awe casi pero Sebastián me defendió y no me dejaron.
” La anciana abrió los ojos débiles cansados ¿qué pasó mi niña preguntó con dificultad nada Abwe nada que no pase todos los días respondió Lupita intentando sonreír aunque el nudo en la garganta casi no la dejaba hablar solo porque soy pobre agüe solo por eso acarició el cabello blanco de la anciana y miró el collar de estrella que Sebastián le había dado lo apretó fuerte como si ese pedacito de metal pudiera protegerla del mundo “algún día Abwe te juro que todo esto va a cambiar” susurró lo prometo pero no sabía que en otro rincón de la ciudad la mujer más poderosa que había conocido en vez de compadecerse estaba
dejando que el orgullo el resentimiento y el odio enterraran cualquier destello de humanidad victoria se dejó caer en su sillón tomó su teléfono y marcó un número “contéstame” murmuraba la llamada se conectó bueno respondió una voz al otro lado necesito que hagas algo ordenó con un tono frío y seco dígame señora Santillana averigua todo sobre esa niña dónde vive quién es si tiene papeles si está registrada si tiene familia todo quiero cada detalle sí señora ¿algún motivo en especial victoria miró por la ventana sus uñas
apretadas contra la palma “porque si mi hijo vuelve a acercarse a ella,” cerró los ojos quiero saber exactamente cómo destruir ese vínculo colgó cerró los ojos con fuerza respiró hondo y murmuró en voz baja “Esa niña no va a volver a cruzarse en mi camino no lo voy a permitir.” Las horas pasaron pero el nudo en el pecho de Victoria Santillana no se deshacía caminaba por su oficina con pasos firmes los tacones resonaban sobre el mármol blanco como si fueran latidos de rabia contenida “no no voy a permitirlo” repetía en voz baja apretando los
dientes no otra vez en su escritorio la pantalla de su computadora mostraba un mapa satelital de la colonia donde vivía Lupita documentos registros civiles datos de servicios sociales todo estaba ahí su equipo de investigadores privados no había tardado ni tres horas en entregarle un expediente completo sobre la niña nombre Guadalupe Ramírez García 9 años vive con su abuela materna Carmen García de 78 años enferma sin atención médica no tiene padre registrado madre fallecida hace 6 años no está escolarizada
no cuenta con acta de nacimiento formalizada leyó en voz alta mientras sueño se iba frunciendo más y más golpeó el escritorio con el puño cerrado indocumentada susurró perfecto tomó el teléfono y marcó de inmediato fiscalía de menores preguntó con voz seca sí buenos días respondió la voz al otro lado habla Victoria Santillana dijo con ese tono que autópticamente provocaba que la gente se enderezara quiero reportar un caso de una menor en situación de riesgo abandono indigencia omisión de cuidados nombre de la menor preguntó la operadora victoria sonrió con frialdad
guadalupe Ramírez García vive en la colonia Vicente Guerrero en Itapalapa su madre fallecida su abuela está incapacitada la niña está fuera de la escuela no tiene papeles es un riesgo total para ella y para la sociedad tomaremos nota respondió la operadora le enviaremos personal del DIF en las próximas horas excelente respondió Victoria colgando sin siquiera despedirse apretó el teléfono contra la palma y respiró hondo conteniéndose se acabó Sebastián murmuró esa niña esa niña no es para ti no quiero que la veas no quiero que pienses en ella no quiero que exista
caminó hacia la ventana y miró al horizonte con los brazos cruzados endureciendo su corazón una vez más mientras tanto en la humilde casita Lupita limpiaba el rostro de su abuelita con un trapito húmedo sonriendo a pesar del cansancio “awue ya mañana voy a vender más” decía mientras acomodaba unas palanquetas envueltas en bolsitas “hoy no fue un buen día pero mañana sí ya vas a ver.
” La anciana la miraba acariciando su mejilla con los dedos delgados eres tan buena mi niña tan buena susurró el mundo no te merece lupita sonrió pero no dijo nada solo apretó el collar de estrella que Sebastián le había dado ague susurró creo que hoy conocí a un ángel ¿un ángel preguntó la abuela curiosa sí se llama Sebastián me prometió que no me iba a olvidar nunca la abuela sonrió con ternura a veces Dios nos manda personas que cruzan por nuestra vida para cambiarnos el destino dijo cerrando los ojos lentamente tal vez ese niño sea uno de ellos lupita la abrazó con cuidado tal vez Awe tal vez pero no sabían que
mientras ellas soñaban con un mañana mejor un operativo del DIV acompañado de patrullas y asistentes sociales ya estaba en camino mandados directamente por la orden de Victoria Santillana horas más tarde la tranquilidad de la colonia fue interrumpida por las luces rojas y azules de las patrullas por el sonido de radios y las voces de los agentes que gritaban “aquí es” anunció uno bajando de la patrulla golpearon la lámina que hacía de puerta abraham dif y policía “Venimos por una menor en situación de abandono.” Lupita se quedó helada
sus ojos se abrieron de par en par miró a su abuela que intentaba incorporarse con las pocas fuerzas que tenía ¿qué ¿qué pasa preguntó la anciana asustada no sé Abe no sé lupita corrió hacia la puerta intentando sostenerla abrá no la tumbamos gritó otro agente no no por favor gritó Lupita desde adentro aquí no pasa nada malo déjenos en paz pero fue inútil con un empujón la puerta de lámina se abrió violentamente entraron dos trabajadoras sociales seguidas de dos policías ¿eres Guadalupe Ramírez preguntó una mujer de unos 40 años con cara seria cargando una carpeta
ese sí respondió Lupita con la voz temblando hemos recibido una denuncia de abandono y omisión de cuidados a partir de este momento serás trasladada a un centro de asistencia social no gritó Lupita no por favor no me lleven yo estoy bien yo cuido a mi abuela no nos dejen solas no estás en condiciones dijo la mujer revisando los papeles no tienes acta de nacimiento no estás en la escuela tu abuela está incapacitada aquí no es seguro para una menor no no no lupita gritaba se aferraba a la cama a las paredes a lo que podía su abuela
intentaba levantarse llorando déjenla déjenla por favor ella es mi vida no se la lleven pero los policías sujetaron a la anciana mientras las trabajadoras sociales tomaban a Lupita de los brazos no no me lleven no me separen de mi abe no gritaba la niña pataleando llorando con la voz completamente desgarrada la subieron a la camioneta del DIF la puerta se cerró de golpe lupita pegada a la ventanilla golpeaba el cristal con las manos abuela abuela gritaba mientras veía como la imagen de su casita se hacía cada vez más pequeña perdiéndose en la oscuridad la anciana
quedó en la puerta de rodillas con las manos en el pecho llorando como nunca mi niña mi niña Dios mío Dios mío no me la quiten a kilómetros de ahí en su mansión de Polanco Victoria miraba por la ventana con una copa de vino en la mano sus labios se curvaron en una sonrisa fría vacía “se acabó” murmuró “ya no más!” Pero lo que ella no sabía es que el destino todavía no había terminado con ella las horas pasaron pero para Lupita parecían siglos sentada en la parte trasera de la camioneta del div con los ojos hinchados y las manos apretadas contra el vidrio
su corazón latía tan fuerte que casi le dolía físicamente frente a ella las dos trabajadoras sociales hablaban entre ellas rellenando papeles y organizando carpetas como si nada hubiera pasado como si arrancara una niña de su hogar fuera algo rutinario algo normal en serio pobrecita” comentó una de ellas mientras revisaba unos documentos “pero es lo mejor no pueden vivir así.
” “Sí pero pobrecita la abuelita también” respondió la otra “la niña es buena se nota.” “Pero las reglas son las reglas.” Lupita las escuchaba pero era como si no pudiera procesarlo solo podía pensar en una cosa en su abuela sola enferma y en la promesa que le había hecho te voy a cuidar siempre A siempre susurraba apretando el pequeño collar de estrella que Sebastián le había dado como si eso pudiera protegerla del dolor el vehículo finalmente se detuvo frente a un enorme edificio de concreto rodeado de barbas grises con un portón metálico y cámaras por todas partes el letrero decía en letras grandes
centro de asistencia social para menores Santa María lupita tragó saliva sintió que el mundo se le venía abajo “baja niña” ordenó una de las asistentes abriendo la puerta ella bajó despacio temblando sus ojitos recorrieron el lugar era un edificio frío sin colores sin alegría ventanas con barrotes niños y niñas sentados en bancas algunos jugando otros simplemente mirando la nada las trabajadoras la guiaron hacia la entrada “aquí te van a cuidar” dijo una de ellas fingiendo una sonrisa “te van a dar comida educación y todo lo que necesites lupita no respondió
solo bajó la cabeza apretando con fuerza su collar mientras tanto en la mansión Santillana Sebastián dormía o al menos intentaba dormir pero daba vueltas en su enorme cama con las sábanas revueltas el rostro lleno de angustia de repente se levantó de golpe no no puedo dejarla así susurró se acercó a su ventana abrió la cortina y miró hacia el jardín iluminado su pecho dolía sentía rabia tristeza e impotencia “mamá no puede hacerle eso” murmuró “no puede caminó hasta su closet sacó su pequeña mochila azul y comenzó a meter cosas unos tenis una botella de agua una
linterna algo de dinero que había guardado en su alcancía “yo te lo prometí Lupita” susurró apretando los puños “te prometí que nunca te iba a olvidar y no lo voy a hacer.” Se asomó a la puerta de su habitación escuchó pasos a lo lejos probablemente de la nana o de uno de los guardias de seguridad tengo que hacerlo tengo que ir se dijo respirando hondo de pronto la puerta de su habitación se abrió de golpe era victoria ¿qué haces preguntó con frialdad cruzándose de brazos sebastián se quedó helado su carita palideció
cerró la mochila de golpe y la escondió detrás de él nada intentó decir pero su voz temblaba victoria lo miró fijamente caminó despacio hasta él cruzando el enorme cuarto con pasos calculados “nada” preguntó alzando una ceja “entonces ¿por qué empacas?” Tomó la mochila la abrió y vio todo lo que había dentro ¿me quieres explicar qué significa esto sebastián apretó los labios bajó la cabeza un segundo pero luego la levantó de golpe con una fuerza que sorprendió hasta ella “me voy” gritó “voy a buscar a Lupita.” Victoria abrió los ojos incrédula “¿qué
¿qué dijiste?” “Me voy.” Repitió con la voz quebrada no puedo quedarme aquí mientras tú le haces esto tú eres mala mamá muy mala el rostro de Victoria cambió apretó los dientes y lo tomó de los brazos no vuelvas a decir eso le gritó yo no soy mala yo te protejo yo te cuido todo lo que hago es por tu bien no es cierto gritó Sebastián forcejeando tú solo te cuidas a ti tú no sabes lo que es querer de verdad no sabes lo que es ser buena persona victoria sintió que esas palabras le cortaban la respiración lo soltó de golpe dando un paso atrás
con el rostro desencajado sebastián intentó decir “No no digas eso.” Si lo digo gritó él lupita es mi amiga y tú la hiciste sufrir tú destruiste su vida yo te odio mamá te odio esas palabras fueron como una puñalada directa al corazón de Victoria por un segundo el aire pareció desaparecer de la habitación no no murmuró llevándose una mano al pecho no digas eso Sebastián tú no me odias tú no me puedes odiar si te odio gritó él con los ojos llenos de lágrimas te odio por lo que le hiciste a ella victoria se quedó de pie paralizada
viendo como su hijo la única persona a la que amaba en este mundo le decía esas palabras esas palabras que nunca creyó escuchar no susurraba con la voz rota no puede ser pero Sebastián ya no la escuchaba se dejó caer en el piso abrazando sus rodillas llorando como nunca antes lupita susurraba “Yo te lo prometí yo te lo prometí pasaron los años el tiempo implacable siguió su curso la ciudad de México seguía siendo la misma jungla de concreto luces riqueza y pobreza que lo mezclaba todo pero para Lupita nada fue igual desde aquella noche su vida en el div fue dura llena
de días grises de lágrimas escondidas bajo la almohada y de promesas susurradas a ese pequeño collar de estrella que jamás se quitó su única conexión con un pasado que nunca pudo olvidar a pesar de todo Lupita no se quebró nunca se rindió a los 15 años salió del div con la determinación de cambiar su vida empezó a trabajar donde podía limpiando casas lavando autos vendiendo comida y poco a poco con esfuerzo logró alquilar un pequeño cuartito en la colonia Doctores pero el destino caprichoso como siempre tenía otros planes para ella ese día
como todos los jueves Lupita cargaba su mochila llena de envases de comida casera que preparaba desde la madrugada tamales tortas chilaquiles y café su clientela eran empleados de oficinas y bancos en la zona de Reforma y Polanco iba caminando rápido tratando de no llegar tarde con uno de sus mejores clientes el gerente del banco más exclusivo de la avenida Presidente Masaric cuando llegó a la entrada del banco las puertas de vidrio se abrieron autópticamente un vigilante le sonrió pásale Lupita” dijo “ya te estaban
esperando.” “Gracias don Ramiro” respondió ella con una sonrisa atravesó el lobby de mármol blanco las paredes cubiertas con pantallas gigantes y candelabros de cristal cada vez que entraba ahí sentía ese mismo nudo en el estómago ese recordatorio de que había mundos tan diferentes al suyo que a veces parecía imposible que coexistieran pero no se dejó intimidar siguió hasta la recepción buenos días Lupita la saludó la recepcionista una chica muy arreglada espérame tantito ahorita te atienden mientras esperaba Lupita miró alrededor
hasta que de pronto lo vio un joven alto de cabello rubio perfectamente peinado hacia atrás con un traje azul marino que parecía hecho a la medida caminaba hablando por teléfono su presencia imponía sus pasos eran seguros firmes su rostro hermoso de facciones finas con unos ojos verdes tan intensos que parecían atravesar el alma por un segundo Lupita sintió que el aire le faltaba su corazón empezó a latir con fuerza tan fuerte que sentía que el pecho le iba a estallar no susurró llevándose la mano al collar
que nunca dejó de usar no puede ser el joven levantó la mirada como si hubiera sentido algo sus ojos se cruzaron con los de ella por unos segundos todo quedó en silencio el sonido del lobby la gente caminando los teléfonos todo desapareció lupita tragó saliva sin poder moverse es él susurraba en su mente el joven la miró con una expresión extraña frunció levemente el ceño inclinó la cabeza como si intentara recordar de donde conocía ese rostro una asistente se acercó a él licenciado Sebastián el cliente del piso
3 lo espera lupita sintió que las piernas le temblaban su mochila casi se le resbalaba del hombro “licenciado Sebastián” repitió en su mente él apartó la mirada asintió a la asistente y siguió su camino caminó apenas unos metros pero luego de pronto volvió a girar la cabeza la miró otra vez esta vez con más atención lupita bajó la mirada nerviosa respirando agitado apretó su collar sintió que el tiempo retrocedía que otra vez era aquella niña en aquella plaza tomando de la mano a un niño perdido asustado que le prometió nunca
olvidarla no no puede ser él se repetía no puede ser oh sí el vigilante la interrumpió lupita le dijo “El gerente te espera en su oficina pasa por favor.” Ella asintió tragando saliva intentando recomponerse caminó hacia el ascensor pero antes de que las puertas se cerraran volvió a mirar hacia el lobby sebastián aún estaba ahí parado mirándola ambos se quedaron mirándose fijamente hasta que el ascensor se cerró dentro del ascensor Lupita se apoyó contra la pared apretando los ojos sintiendo que el corazón le latía a mil por hora era él susurró
era Sebastián afuera en el lobby Sebastián seguía de pie inmóvil su seño estaba fruncido sus ojos verdes fijos en las puertas del ascensor ¿por qué se preguntaba ¿por qué siento que que ya la he visto antes apretó la mandíbula luego sacudió la cabeza no se dijo imposible pero algo algo dentro de él no estaba dispuesto a dejarlo ir tan fácilmente las puertas del ascensor se abrieron lentamente en el tercer piso lupita respiró hondo apretando las correas de su mochila como si fueran un salvavidas caminó por el pasillo alfombrado
intentando calmar ese temblor que le recorría las piernas desde el momento en que sus ojos se cruzaron con los de aquel joven sebastián no no puede ser él oh sí se repetía en la cabeza tocó la puerta de la oficina del gerente un hombre amable de unos 50 años que siempre le compraba comida lupita saludó él sonriendo qué bueno que ya llegaste justo estaba pensando en ti buenos días don Julián respondió ella forzando una sonrisa aunque el nudo en su estómago no la dejaba ni respirar pasa pasa ya sabes que aquí eres
bienvenida.” dijo mientras revisaba unos papeles lupita sacó las tortas los tamales y los envases de café de su mochila organizándolo sobre una mesa pero por más que intentaba concentrarse en su trabajo su mente solo podía pensar en una cosa era él tenía que ser él ¿te pasa algo preguntó Julián mirándola con el seño fruncido ¿te ves pálida hija no no es nada respondió Lupita rápidamente solo solo estoy un poco cansada bueno descansa un poquito dijo él mientras le pagaba aquí te puedes sentar un rato si quieres
gracias respondió ella pero su cabeza ya estaba en otro lado cuando terminó bajó por las escaleras en lugar de tomar el ascensor no quería toparse otra vez con él o tal vez sí pero no sabía si su corazón lo resistiría al llegar al lobby su mirada recorrió todo de inmediato pero no lo vio tal vez ya se fue pensó respirando aliviada o tal vez decepcionada cruzó el vestíbulo apretando su mochila contra el pecho pero de pronto lo sintió una voz firme segura perdón dijo detrás de ella disculpa tú lupita se quedó helada sintió como la piel se le erizaba desde la nuca hasta los pies cerró los ojos un
segundo respiró hondo y giró lentamente ahí estaba Sebastián de pie frente a ella con el ceño fruncido y la mirada fija su postura era elegante segura pero sus ojos sus ojos reflejaban confusión ¿tú trabajas aquí preguntó mirando la mochila de comida lupita se aclaró la garganta intentando que no se le notara el temblor en la voz no yo solo vendo comida vengo seguido respondió bajito él asintió cruzándose de brazos m mm te he visto antes ¿verdad preguntó frunciendo más el ceño el corazón de Lupita casi se detiene
no sé dijo bajando la mirada sebastián la miró analizando cada rasgo de su rostro sus ojos sus labios esa expresión que por alguna razón le resultaba tan familiar pero su mente no lograba encajar las piezas perdón no quiero incomodarte” dijo él haciendo una ligera sonrisa amable “es solo que te juro que siento que te conozco de algún lado.
” Lupita tragó saliva su mano fue directo al collar que llevaba siempre colgado al cuello escondido bajo su blusa lo apretó sin que él se diera cuenta “no creo” respondió con una voz apenas audible “debe ser mi cara mucha gente dice que tengo cara conocida él rió un poco mostrando esa sonrisa perfecta que hizo que el corazón de Lupita la diera aún más fuerte tal vez dijo “pero no sé me pasa algo muy extraño contigo es como si como si te hubiera conocido hace mucho tiempo.
” Sus palabras fueron como un rayo directo al pecho de Lupita “no pensó ella no me olvidaste por completo algo algo quedó pero en lugar de decirlo simplemente sonrió aunque le costaba no creo repitió él la miró un par de segundos más como si intentara descifrar un enigma que su mente no lograba resolver luego miró el reloj bueno dijo tomando aire tengo que volver al trabajo ella asintió sí claro ¿cómo te llamas preguntó con esa mezcla de curiosidad y amabilidad que lo hacía imposible de ignorar lupita sintió que el mundo se
detenía por un segundo pensó en mentir en decir otro nombre en huir de ese momento que la estaba rompiendo por dentro pero su voz la traicionó lupita respondió el parpadeó lupita repitió como si el nombre le hubiera disparado un eco muy lejano en la memoria pero antes de que pudiera decir algo más la recepcionista se acercó “licenciado Sebastián lo esperan en sala de juntas.
” Le avisó “gracias ya voy” respondió él y luego volvió a mirar a Lupita lupita bueno un gusto conocerte ella solo asintió con una sonrisa temblorosa y gupmente respondió bajito él se giró y se alejó caminando hacia los elevadores pero justo antes de entrar volvió a mirarla se quedaron viéndose otra vez por unos segundos que parecieron eternos hasta que las puertas del elevador se cerraron lupita respiró hondo apretó el collar de estrella con tanta fuerza que sentía que se le iba a clavar en la piel “no me olvidaste.” No del todo susurró
“no del todo.” Lupita salió del banco con el corazón latiendo tan fuerte que sentía que le iba a explotar sus pasos eran rápidos pero sus piernas temblaban apretaba su mochila contra el pecho mientras sus dedos jugueteaban nerviosamente con el collar de estrella ese pequeño trozo de su pasado que jamás se había permitido dejar ir no puede ser susurraba mientras caminaba por la cera es él es Sebastián y y no me reconoció ¿o sí cruzó la calle sin siquiera mirar el semáforo perdida en sus pensamientos su mente era un torbellino de emociones alegría miedo tristeza esperanza todo al
mismo tiempo “¿y si me reconoce ¿y si recuerda quién soy?” se preguntaba apretando los labios “oh ¿y si no quiere recordarme?” Pero mientras ella luchaba con sus emociones dentro del banco algo más estaba a punto de explotar en el piso más alto en una enorme oficina de paredes de cristal y muebles de diseñador estaba Victoria Santillana sentada en su escritorio revisando contratos balances y reportes financieros hasta que su asistente personal entró con el rostro visiblemente nervioso “disculpe señora Santillana” dijo tocando la puerta con timidez
“¿qué pasa?” preguntó ella sin levantar la vista concentrada en la pantalla de su laptop “su hijo el licenciado Sebastián está en el lobby.” Respondió la asistente y y está discutiendo con los guardias victoria levantó la mirada de inmediato frunciendo el ceño “discutiendo,” repitió molesta “¿por qué?” La asistente tragó saliva insegura de cómo decirlo ¿por qué porque está defendiendo a una una vendedora ambulante una chica que estaba entregando comida en el banco parece que los guardias intentaron sacarla ¿por qué porque no
tiene autorización para estar aquí victoria se levantó de golpe empujando la silla hacia atrás ¿qué su voz fue un trueno ¿qué dijiste sin perder un segundo salió de la oficina caminando con pasos rápidos y decididos sus tacones resonaban en el mármol de los pasillos mientras sus empleados se apartaban a su paso bajando la mirada no puede ser murmuraba entre dientes no puede ser que sea ella cuando llegó al vestíbulo la escena la dejó completamente helada ahí estaba Sebastián parado frente a los guardias de seguridad con los brazos cruzados
visiblemente molesto “les dije que se aparten,” decía con voz firme “no quiero que la toquen y frente a él estaba Lupita sujetando su mochila con el rostro rojo las manos temblorosas y los ojos llenos de vergüenza por favor decía ella yo solo venía a entregar la comida no quiero problemas déjenme ir uno de los guardias intentó sujetarla del brazo pero Sebastián lo detuvo “te dije que la sueltes” gritó empujándolo “¿que no entiendes?” El guardia retrocedió sorprendido victoria sintió como la sangre le hervía su rostro se tornó rojo de furia avanzó
con paso decidido hasta quedar frente a ambos ¿qué está pasando aquí rugió mirando directo a Sebastián él la miró de frente sin miedo que tus guardias están tratando mal a una persona que no ha hecho nada malo respondió cruzándose de brazos victoria giró la cabeza hacia Lupita y en cuanto la vio sus ojos se abrieron llenos de rabia “tú susurró tú otra vez.
” Lupita bajó la mirada temblando yo yo no intentó hablar pero las palabras se le atoraron en la garganta ¿qué haces aquí preguntó Victoria apretando los dientes ¿qué haces aquí sea ¿qué parte no entendiste cuando te saqué de la vida de mi hijo hace años tú no perteneces a este mundo sebastián la interrumpió elevando la voz basta mamá gritó basta ¿qué te pasa ¿por qué la tratas así victoria lo miró con incredulidad ¿qué me pasa repitió llevándose las manos a la cabeza ¿qué me pasa Sebastián lo que me pasa es que estoy tratando de
protegerte esa gente no es como nosotros esa gente gritó Sebastián dando un paso adelante ¿te escuchas a ti misma ¿en serio te oyes ¿qué crees que eres tú mamá mejor que todos la gente del banco comenzó a detenerse empleados clientes y vigilantes miraban desde sus escritorios las escaleras y las oficinas todos en completo silencio presenciando el escándalo que nadie jamás hubiera imaginado en ese lugar victoria se giró hacia Lupita con la cara completamente desencajada “tú” señaló con el dedo temblando de
rabia te lo dije una vez y te lo repito ahora aléjate de mi hijo no eres de su nivel no eres más que basura de la calle las palabras le cayeron a Lupita como cuchillos sus ojos se llenaron de lágrimas pero no retrocedió apretó la correa de su mochila y el collar que llevaba al cuello sebastián cerró los puños con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos no te voy a permitir que le hables así” gritó empujando una silla que se estrelló contra la pared “nunca más.
” Victoria respiraba agitadamente temblando mientras señalaba a los guardias “Saquen a esa niña de aquí ya.” Pero Sebastián se paró delante de Lupita abriendo los brazos “a ver quién es el valiente que se atreve a tocarla.” desafió mirando uno por uno a los guardias inténtenlo a ver qué pasa nadie se movió nadie los guardias miraron a Victoria luego a Sebastián y se quedaron congelados mamá” dijo Sebastián con la voz más seria que jamás había usado “si tú haces que la toquen si tú le haces algo te juro que me voy de esta casa de este banco de tu vida y no me vuelves a ver
nunca más.” Victoria abrió la boca pero no pudo decir nada se quedó muda su propio hijo su propio hijo la estaba desafiando y dispuesto a renunciar a todo por un instante solo hubo silencio un silencio que dolía un silencio que lo decía todo por unos segundos el lobby entero quedó sumido en un silencio absoluto los empleados del banco los clientes los guardias todos observaban en completo estado de socla escena que nadie jamás habría imaginado la poderosa temida e imponente Victoria Santillana siendo desafiada por su propio hijo victoria con los puños
apretados las manos temblorosas y la respiración agitada miraba a Sebastián como si no pudiera creer lo que estaba escuchando ¿me estás amenazando soltó firme con la voz cortada entre rabia y dolor sebastián no retrocedió ni un centímetro no respondió firme no te estoy amenazando te estoy diciendo que si te atreves a hacerle daño a Lupita si sigues tratando de humillarla si la tocas siquiera me voy renuncio a todo no quiero nada de ti ni de tu banco ni de tu dinero victoria sintió que el aire se le iba su hijo su único hijo su mundo entero diciéndole que se iría que la dejaría
“sastián no entiendes nada” gritó ella llevándose las manos a la cabeza “no sabes lo que haces no entiendes lo que ella representa.” “¿Y qué representa mamá?” gritó él acercándose “¡ah dímelo dímelo ahora mismo victoria respiró hondo su pecho subía y bajaba descontroladamente apretó los dientes pero entonces su mirada se cruzó con la de Lupita y en ese instante algo se rompió dentro de ella porque esos ojos esos ojos grandes oscuros llenos de tristeza le resultaron demasiado familiares tan familiares que le helaron la sangre no susurró
no puede ser sebastián la miró fijamente notando su expresión ¿qué preguntó ¿qué es eso que nunca me has dicho dilo victoria retrocedió un paso su rostro se llenó de pánico de rabia de algo que ni ella misma podía controlar tragó saliva y apretó las uñas contra la palma de su mano no no ahora susurró pero su voz ya no era firme ya no era la de la mujer poderosa era la voz de alguien al borde del colapso sebastián avanzó un paso más dilo mamá gritó dilo porque yo lo voy a averiguar igual victoria respiró agitada se agarró de la barra del lobby como si el mundo girara a su alrededor y entonces explotó
esa niña gritó señalando a Lupita con la voz rota esa niña es hija de la mujer que me destruyó la vida un silencio absoluto se apoderó del lugar lupita abrió los ojos como platos sebastián se quedó de piedra y todos los presentes dejaron de moverse de hablar de respirar ¿qué susurró Sebastián sintiendo que las piernas le temblaban ¿qué estás diciendo victoria tragó saliva se llevó las manos al pecho intentando calmarse pero ya no había marcha atrás hace muchos años comenzó con la voz quebrada mucho antes de que tú nacieras yo era
solo una niña igual que ella vivía en la miseria pasé hambre frío humillaciones igual que ella las lágrimas comenzaron a brotarle pero su rostro seguía endurecido mi mamá continuó mi mamá trabajaba limpiando casas una de esas casas era la casa de la madre de Lupita lupita sintió un escalofrío recorrerle la espalda tu mamá susurró mi mamá victoria apretó los labios respirando hondo tu mamá era hizo una pausa larga dolorosa era la hija de la mujer que le quitó todo a la mía la explotaba la trataba como basura le robó años de vida años
sebastián la miraba completamente en soc mamá susurró no puede ser victoria negó con la cabeza con los ojos desbordados de lágrimas y cuando tu madre cuando esa mujer se quedó con lo poco que teníamos señaló a Lupita mi mamá murió murió de hambre de enfermedad de tristeza y desde entonces yo juré que jamás volvería a ser esa niña miserable nunca más sus gritos resonaban en todo el lobby la gente miraba sin atreverse a decir una palabra por eso construí todo esto gritaba señalando las paredes los pisos los ventanales de lujo por eso pisoteé a quien tuviera que pisotear
por eso nunca volví a confiar en nadie que viniera de ese mundo sebastián se llevó las manos a la cabeza completamente paralizado no no puede ser murmuraba mamá no puede ser que que odies tanto que guardes tanto rencor lupita con las lágrimas corriendo por su rostro apenas pudo hablar yo yo no sabía susurró no sabía nada de eso mi mamá ella ella murió cuando yo era muy niña yo no sabía victoria la miró con el rostro desencajado temblando pero con los ojos llenos de rabia contenida claro que no sabías escupió y no me importa
no me importa si tú no tienes culpa no me importa quién seas tú llevas la sangre de esa mujer que me quitó todo sebastián respiraba agitado su corazón palpitaba descontrolado miraba a su madre miraba a Lupita y no podía creer lo que estaba pasando no dijo dando un paso atrás no puedo creer que todo esto toda tu rabia tu odio haya sido por algo que pasó hace décadas con personas que ya ni están vivas victoria cerró los ojos apretando los dientes “no entiendes Sebastián” susurró “tú no sabes lo que es vivir sin nada tú no sabes lo que es ser invisible y ver cómo
te pisan te ignoran te humillan.” Las lágrimas seguían corriendo por sus mejillas pero no eran lágrimas de tristeza eran de rabia de heridas que nunca cicatrizaron por eso por eso no voy a permitir que esa niña se acerque a ti gritó señalando a Lupita una vez más no lo voy a permitir nunca sebastián cerró los puños con la respiración agitada pues entonces dijo con voz temblorosa pero firme prepárate mamá porque si tú la quieres lejos yo voy a estar más cerca de ella que nunca victoria abrió los ojos temblando de rabia mientras
Lupita lo miraba con la boca entreabierta y el corazón latiéndole tan fuerte que parecía que iba a estallar el lobby entero seguía en silencio porque lo que acababa de pasar era el principio del fin la tensión en el lobby seguía siendo tan espesa que se podía cortar con un cuchillo pero mientras Victoria temblaba de rabia mientras los empleados del banco fingían trabajar aunque no dejaban de mirar de reojo mientras la ciudad allá afuera seguía su vida algo dentro de Sebastián y Lupita había cambiado
para siempre ese día esa escena ese grito de su madre revelando un secreto que ni ellos imaginaban fue el punto de quiebre porque después de eso ya nada volvió a ser igual victoria se giró de golpe apuntando hacia los guardias sáquenla de aquí y que no vuelva a poner un pie en este banco jamás ordenó completamente fuera de sí pero Sebastián se interpusó no gritó si ella se va yo también me voy victoria lo miró con los ojos llenos de furia ¿estás dispuesto a eso preguntó ¿estás dispuesto a dejar todo por ella sebastián respiró hondo miró a Lupita
miró sus ojos llenos de miedo de incertidumbre de tristeza y no dudó sí respondió con la voz firme mirándola directo a los ojos si estoy dispuesto lupita lo miraba en silencio sin poder creer lo que estaba escuchando sentía que las piernas le temblaban que el corazón se le iba a salir del pecho victoria apretó los dientes cerró los puños sus uñas se clavaron tan fuerte en las palmas que casi se lastimó entonces dijo bajando la voz pero cargada de veneno desde este momento Sebastián Santillana deja de ser mi hijo
un murmullo recorrió todo el lobby los empleados se miraban entre sí sin saber si aquello era real o si estaban presenciando una escena sacada de alguna telenovela que jamás imaginaron ver en vivo sebastián se quedó quieto pero respiró hondo tragó saliva y en lugar de retroceder dio un paso adelante “está bien” respondió mirando directo a su madre “si eso es lo que quieres así será.
” Victoria soltó una risa amarga “tú no sabes lo que estás haciendo Sebastián” dijo con una mezcla de rabia y dolor “no sabes lo que es perderlo todo no sabes lo que es quedarte sin nada sebastián respiró hondo “sí mamá sí lo sé” respondió “lo supe desde que era un niño perdido llorando en una banqueta y una niña me dio agua pan y su amistad y tú tú me enseñaste lo que es perder lo más importante el corazón.
” Victoria apretó los labios su rostro se volvió de piedra duro frío inquebrantable vete ordenó girando el rostro lárgate con ella pero olvídate de mí olvídate de mi apellido de mi banco de mi dinero de todo sebastián no dijo nada más se giró hacia Lupita la tomó de la mano y salió caminando del banco con la cabeza en alto el mundo entero parecía detenerse mientras ambos cruzaban las enormes puertas de cristal afuera la ciudad seguía su vida pero para ellos el mundo había cambiado cuando llegaron a la calle Sebastián soltó el aire que había estado conteniendo todo ese tiempo ¿estás bien
le preguntó mirándola con ternura lupita apenas pudo hablar las lágrimas le caían por las mejillas no sé respondió con la voz temblorosa no sé si estoy soñando si esto es real o qué está pasando sebastián sonrió levemente aunque también estaba visiblemente afectado yo tampoco admitió pero lo que sí sé le apretó la mano es que no te pienso dejar no ahora no nunca lupita lo miró con los ojos llenos de emoción de miedo de alegría de incertidumbre ¿estás seguro preguntó respirando hondo yo no no soy como tú Sebastián no tengo nada
no tengo familia no tengo dinero no tengo ni un lugar fijo donde vivir él la interrumpió sujetándole el rostro con ambas manos no digas eso susurró tienes lo más valioso que se puede tener tu corazón y eso vale más que todo el dinero del mundo los ojos de Lupita se llenaron de lágrimas su pecho se apretó tanto que sintió que iba a explotar sebastián sonrió “te dije que nunca te iba a olvidar ¿recuerdas?” le susurró ella asintió tocando el collar en forma de estrella que siempre llevaba colgado “nunca me olvidaste” susurró
“nunca” confirmó él por un momento todo alrededor dejó de existir solo estaban ellos dos almas que el destino había separado pero que ahora se volvían a encontrar pero el mundo real no iba a dejar que su felicidad fuera tan sencilla esa noche mientras el sol se ocultaba tras los edificios de la ciudad en lo más alto de su mansión Victoria Santillana miraba por la ventana con una copa de vino en la mano pero con el rostro endurecido y el corazón consumido por un fuego de rabia y venganza ¿crees que esto se acaba aquí Sebastián
susurró con la mirada fija en el horizonte pues te equivocas si quieres jugar con fuego prepárate porque yo sé quemar los días que siguieron fueron una tormenta las redes sociales los medios de comunicación y los círculos empresariales no hablaban de otra cosa escándalo en la familia Santillana sebastián Santillana rompe lazos con su madre la poderosa banquera Victoria Santillana todo por una mujer misteriosa los titulares inundaban la televisión y los portales de noticias victoria encerrada en su mansión veía como su mundo comenzaba a tambalearse
pero no iba a permitir que su imperio construido con años de sacrificio y ambición se derrumbara por culpa de una niña una niña que para ella representaba todo lo que juró dejar atrás con el seño fruncido caminaba de un lado a otro en su oficina mientras su abogado Pablo intentaba seguirle el ritmo “victoria” decía él intentando mantener la calma entiende que si haces movimientos bruscos ahora solo vas a empeorar las cosas el banco tus socios la prensa todos están mirando cada paso que das “me importa un la prensa y los socios” gritó ella golpeando el
escritorio a mí nadie me traiciona mucho menos mi propio hijo por una cualquiera pablo tragó saliva “mira lo que te voy a decir no te va a gustar” empezó con la voz baja casi en susurro victoria se giró fulminándolo con la mirada “¿qué cosa?” preguntó con los dientes apretados pablo tomó aire tu hijo Sebastián ya inició los trámites legales para desvincularse oficialmente del banco dijo dejando caer la bomba el rostro de Victoria se desfiguró ¿qué susurró con la voz quebrada ¿qué dijiste que que presentó un documento legal para ceder sus derechos como accionista
minoritario y y pidió retirar todos los fondos de su fideicomiso personal agregó bajando la mirada va en serio Victoria no está jugando victoria sintió que el corazón le daba un vuelco por un momento el orgullo se rompió sintió pánico verdadero pánico pero en lugar de derrumbarse su rostro se endureció aún más “perfecto” dijo con una sonrisa amarga “que haga lo que quiera si cree que va a ser feliz viviendo como pobre que lo haga pero que se prepere porque la vida allá afuera no es como en sus cuentos de hadas.” Pablo la miró tragando saliva
victoria de verdad piénsalo esta guerra no te va a dejar nada bueno ella lo fulminó con la mirada ¿sabes qué Pablo preguntó acercándose si no vas a ayudarme mejor lárgate pablo cerró los ojos respiró hondo y asintió como quieras respondió recogiendo sus cosas pero antes de salir se detuvo en la puerta dudó unos segundos y luego giró lentamente hacia ella “por cierto hay algo que debería saber” dijo con la voz baja victoria lo miró frunciendo el ceño ¿qué cosa pablo respiró hondo como si lo que estaba a punto de decir fuera una carga que llevaba desde hace años tu madre
empezó tu madre no murió como tú crees victoria parpadeó ¿de qué hablas preguntó endureciendo el rostro durante años te dejé creer que fue culpa de la familia de Lupita que murió por culpa de las deudas de la explotación de la miseria bajó la cabeza pero no fue así victoria sintió que la sangre se le congelaba ¿qué susurró pablo tragó saliva tu madre murió porque tenía una enfermedad terminal lo supimos demasiado tarde yo yo era joven entonces trabajaba con tu papá él nunca te lo quiso decir levantó la
mirada no fue culpa de nadie nadie le quitó nada nadie la explotó solo fue el destino la vida la enfermedad un silencio mortal llenó la habitación victoria retrocedió un paso como si le hubieran dado un golpe en el pecho no no negaba con la cabeza llevándose las manos a la boca no es cierto no es cierto tú me mentiste tú me dejaste odiar a esa familia toda mi vida tu padre decidió ocultártelo agregó Pablo me juró que nunca te dijera la verdad pensaba que el odio te haría más fuerte que te haría sobrevivir las piernas de Victoria temblaban
se dejó caer en el sillón con el rostro blanco casi sin aire no puede ser susurraba temblando no puede ser pablo la miró con lástima tú construiste todo tu imperio todo tu odio sobre una mentira” dijo y ahora ahora lo único que te queda es decidir si sigues destruyendo lo poco que te queda o si te detienes antes de que sea demasiado tarde dicho eso abrió la puerta y se fue dejándola ahí sola aplastada por una verdad que la quebraba en mil pedazos mientras tanto al otro lado de la ciudad Sebastián y Lupita caminaban de la mano por un parque no tenían claro qué iban a
hacer donde iban a vivir ni cómo enfrentarían lo que venía pero se tenían el uno al otro ¿y ahora qué hacemos preguntó Lupita mirando el horizonte sebastián apretó su mano sonrió y respondió “Ahora ahora empezamos nuestra vida juntos y que el mundo diga lo que quiera pero lo que ninguno sabía era que esa paz sería solo el principio de la tormenta más grande que jamás imaginaron enfrentar los días siguientes fueron una mezcla de caos incertidumbre y esperanza sebastián y Lupita alquilaron pequeño cuarto en la colonia Narbarte nada de lujos
cuatro paredes de concreto una cama una estufa vieja y una mesa rota que alguien les regaló pero para ellos aquello era mucho más que un techo era libertad era la posibilidad de escribir su propia historia lejos de los prejuicios y del peso del apellido Santillana las primeras noches fueron difíciles sebastián que había crecido rodeado de lujos aprendía a vivir sin el confort de una mansión sin autos blindados sin guardaespaldas sin chefs sin asistentes pero cada vez que miraba a Lupita cada vez que la veía sonreír preparando café en esa cocina improvisada entendía que todo valía la pena “¿seguro estás bien?”
le preguntaba ella cada tanto mientras lo veía intentar adaptarse sebastián la miraba le tomaba las manos y le respondía siempre lo mismo contigo estoy mejor que nunca pero la vida no les daba tregua una tarde mientras Lupita lavaba ropa en una cubeta y Sebastián revisaba anuncios de trabajo un grito desesperado la hizo soltar todo lupita Lupita era doña Meche una señora del vecindario ven corre tu abuelita lupita soltó el balde y salió corriendo con el corazón a punto de salirse del pecho ¿qué pasó gritaba mientras corría
cuando llegó su mundo se detuvo la abuelita Carmen su vida su razón de ser estaba acostada en una camilla improvisada su respiración era muy débil sus ojos casi no se abrían awe susurró cayendo de rodillas junto a ella aquí estoy ae no me dejes no me dejes por favor la anciana apenas logró sonreír mi niña mi niña hermosa susurró acariciando su mejilla yo yo sabía que ibas a ser fuerte que ibas a ser feliz no no no lupita apretaba su mano no te vayas Awe no me dejes sola la anciana respiraba con dificultad no está sola dijo mirando a Sebastián
que se arrodilló al lado de Lupita tomando también la mano de la viejita ya no ya no estás sola mi niña te amo Abe lupita Soyosaba te amo la abuela cerró los ojos su último suspiro fue suave como un susurro como una caricia y se fue lupita rompió en un llanto que desgarró todo el vecindario su grito de dolor fue tan fuerte que hasta los vecinos más distantes salieron a la calle algunos con las manos en la boca otros con lágrimas otros en silencio sebastián la abrazó con todas sus fuerzas sosteniéndola mientras ella se quebraba por completo
“aquí estoy” le decía con la voz quebrada “aquí estoy y no te voy a soltar nunca nunca Lupita pero mientras ese dolor los rompía el destino preparaba otro golpe o quizás un milagro dos días después mientras organizaban un pequeño velorio comunitario para despedir a la abuela Sebastián recibió una llamada inesperada bueno contestó con la voz apagada licenciado Santillana dijo una voz masculina le hablo del despacho Gómez y Asociados necesitamos que venga urgentemente a revisar un documento que acaba de salir a su nombre documento
preguntó confundido ¿de qué habla un testamento respondió el hombre sebastián frunció el seño un testamento ¿de quién de su abuelo respondió el abogado el padre de su madre la señora Victoria Santillana sebastián se quedó mudo mi abuelo pero mi abuelo murió hace años sí pero dejó un documento sellado que debía abrirse solo si hizo una pausa si usted se desligaba legalmente del apellido Santillana y eso acaba de ocurrir sebastián se llevó la mano a la cabeza mirando a Lupita que estaba sentada en una banquita del patio abrazada a una vecina “voy para allá” dijo colgando
horas más tarde Sebastián entraba a la oficina del despacho dos abogados le esperaban con un sobre de seguridad aquí está dijo uno de ellos entregándole el documento lo que está aquí puede cambiarle la vida sebastián abrió el sobre sus ojos leían línea tras línea hasta que su rostro cambió por completo no puede ser susurró esto esto no puede ser real el testamento era claro yo Ernesto Santillana dejo constancia de que tras mi muerte el 50% de todos mis bienes cuentas propiedades y acciones serán heredados a mi nieto Sebastián Santillana en caso de que él rompa cualquier lazo legal con su madre
Victoria Santillana sebastián se quedó en Soc mi abuelo sabía susurró siempre supo cómo era ella siempre supo lo que me esperaba el abogado asintió su abuelo dejó esto oculto quería que usted tuviera la libertad de elegir su camino pero sabía que mientras dependiera de su madre nunca lo haría sebastián respiró hondo su corazón latía desbocado ¿de cuánto estamos hablando exactamente preguntó casi temblando el abogado miró los papeles haciendo un cálculo rápido estamos hablando de alrededor de 800 millones de pesos en activos líquidos más propiedades en Ciudad de México Cancún
Guadalajara Nueva York y Madrid además de acciones en seis empresas internacionales sebastián se llevó ambas manos a la cabeza esto esto es una locura pero entonces una sonrisa apareció lentamente en su rostro “¿sabe qué?” dijo levantándose “por fin tengo en mis manos la herramienta que necesitaba no para venganza sino para cambiar mi vida y la de alguien más.
” Mientras tanto en su mansión Victoria recibía una llamada que la dejó sin aliento “señora Santillana” dijo su abogado nervioso el testamento de su padre acaba de ser abierto y usted no está incluida el celular tembló en las manos de Victoria por primera vez en su vida sintió miedo real “no no puede ser” susurró “no puede ser el día amaneció distinto en el cielo no había ni una nube el sol iluminaba la ciudad como si fuera testigo de que algo grande algo definitivo estaba por suceder sebastián y Lupita caminaban de la mano hacia la notaría principal de la ciudad
atrás quedaban los días de incertidumbre de miedo de dormir en un colchón tirado en el suelo ahora todo era distinto pero no por el dinero no por las propiedades sino por lo que habían aprendido que el valor de una persona no está en lo que tiene sino en lo que es en el camino Lupita lo miraba una y otra vez aún con la sensación de estar viviendo un sueño ¿seguro que no es una locura todo esto preguntó sonriendo pero con el corazón latiendo a mil por hora sebastián la apretó de la mano la única locura respondió
habría sido no haberte encontrado de nuevo lupita bajó la mirada respirando hondo tocó el collar de estrella que seguía colgado en su cuello desde que era niña nunca imaginé que aquel niño aquel que me pedía agua en la banqueta un día sería sonrió con los ojos llenos de lágrimas sería el amor de mi vida sebastián la abrazó fuerte y nunca imaginé susurró que aquella niña que me salvó con un pan y un vaso de agua sería la mujer que cambiaría mi vida para siempre cuando llegaron a la notaría un grupo de abogados los esperaba licenciado Santillana señorita Lupita
saludaron con respeto todo está listo pero mientras ellos firmaban documentos que los convertían oficialmente en dueños del 50% de todo el Imperio Santillana en la mansión de Polanco Victoria vivía su peor pesadilla los teléfonos no dejaban de sonar los socios se retiraban las empresas comenzaban a desplomarse las acciones bajaban la prensa publicaba titulares devastadores la herencia secreta que dejó a Victoria Santillana sin nada su propio padre la despojó del testamento y le dejó todo al nieto que ella intentó destruir victoria caminaba de un lado a otro con
las manos en la cabeza temblando con los ojos llenos de rabia y de lágrimas no puede ser murmuraba con la voz temblorosa no puede ser yo construí todo esto yo de pronto cayó de rodillas en medio de su sala las manos tapándole la cara el llanto la rompía pero no era el llanto de alguien que pierde dinero era el llanto de alguien que por primera vez entendía que lo había perdido todo absolutamente todo perdí a mi hijo susurraba entre soyosos perdía lo único que de verdad de verdad me importaba mientras tanto en la notaría algo más estaba a punto de ocurrir
uno de los abogados sacó un documento extra ¿hay algo más anunció sebastián y Lupita se miraron sorprendidos ¿algo más preguntó Sebastián el abogado asintió su abuelo dejó una cláusula final explicó un fondo reservado exclusivamente para la señora Carmen García lupita se quedó helada mi abuela preguntó con la voz temblorosa el abogado asintió sí su abuelo dejó establecido que de descubrirse su identidad y si Lupita seguía viva se otorgaría un fondo económico y médico de por vida para la señora Carmen y su nieta lupita se tapó la boca con las manos las
lágrimas comenzaron a caerle como ríos no puede ser susurró no puede ser mi abuela mi abuela no murió olvidada alguien alguien pensó en ella sebastián la abrazó fuerte con los ojos también llenos de lágrimas tu abuela siempre te decía que Dios manda ángeles ¿verdad le susurró al oído “pues tu ángel fue mi abuelo.
” Lupita se rompió lloró pero esta vez no de dolor sino de alivio de paz de gratitud pasaron las semanas Lupita y Sebastián comenzaron una nueva vida abrieron una fundación con parte de su fortuna destinada a ayudar a niños de la calle a madres solteras a abuelos abandonados querían que ningún niño volviera a pasar lo que ellos pasaron compraron una casa sencilla pero hermosa en Coyoacán llena de árboles de flores de luz un hogar no un palacio un lugar donde el amor era más importante que cualquier cuenta bancaria y ahí en el jardín colocaron un banco de madera el mismo donde años atrás un niño y una niña compartieron un pan y un vaso de
agua este banco dijo Sebastián el día de la inauguración de la fundación no es solo un banco es el lugar donde empezó todo lupita lo miró con los ojos llenos de lágrimas y asintió aquí aprendimos que un acto de bondad puede cambiarlo todo la vida les regaló más de lo que jamás imaginaron se casaron tuvieron dos hijos y cada noche antes de dormir les contaban la misma historia había una vez una niña de corazón grande y un niño perdido y mientras tanto allá en la mansión que un día fue su cárcel de cristal Victoria seguía sola el orgullo que un día creyó que la
protegería fue la misma muralla que la condenó sentada frente a su ventana miraba el horizonte sosteniendo entre sus manos la única foto que tenía de Sebastián cuando era niño “perdóname” susurraba mientras las lágrimas caían sobre la foto “perdóname hijo mío.” Pero esa ya era otra historia porque esta esta terminó donde comenzó con un pan con un vaso de agua y con un corazón más grande que el mundo
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