El corazón de Mariana López se detuvo por completo cuando vio esa silueta familiar moviéndose entre la multitud del aeropuerto internacional Benito Juárez. Sus piernas se volvieron de gelatina y el boleto de embarque que sostenía en sus manos temblorosas estuvo a punto de caer al suelo. Era él.
Era Iván. Su pesadilla había regresado justo cuando creía haber logrado escapar para siempre. Los recuerdos la golpearon como una avalancha implacable, las discusiones interminables, los gritos, las lágrimas, las manipulaciones constantes, los chantajes emocionales que la mantenían atrapada como un pájaro en una jaula.
Durante 3 años, Iván había controlado cada aspecto de su existencia, haciéndola creer que era inútil, que nadie más la querría jamás, que él era lo único que tenía en este mundo cruel y despiadado.
Tr meses. Habían pasado exactamente tres meses desde que Mariana había encontrado el valor para escapar de las garras de Iván, tres meses desde que había empacado sus pocas pertenencias en una maleta desgastada y había huido de aquel departamento en la colonia Roma, que se había convertido en su prisión personal.
tres meses intentando reconstruir los pedazos rotos de su alma, trabajando como traductora independiente desde un pequeño estudio que rentaba cerca del metro chabacano. Aquella mañana de octubre había despertado con una emoción que no sentía desde hacía años. Por fin había conseguido el trabajo de sus sueños, traducir una serie de novelas de autores latinoamericanos emergentes para una editorial española.
La conferencia en Barcelona era su oportunidad de oro, la puerta de entrada a una nueva vida profesional que la alejaría definitivamente de su pasado doloroso. Se había vestido con su mejor traje sastre color azul marino, el único que tenía en buen estado, y había llegado al aeropuerto con 2 horas de anticipación.
Sus documentos estaban perfectamente organizados en una carpeta de piel que había sido regalo de su madre años atrás. El vuelo a Barcelona saldría en 40 minutos y ella ya había pasado por migración sin problemas. Pero ahora, parada en la sala de espera de la puerta 12, viendo como Iván se acercaba con esa sonrisa siniestra que también conocía, sintió que todo su mundo se desmoronaba nuevamente. Él la había encontrado.

Después de tres meses de silencio, de números bloqueados, de direcciones cambiadas, de precauciones extremas, ese hombre había logrado dar con ella en el lugar más impensable. Iván caminaba con la seguridad de un depredador que ha localizado a su presa. Llevaba puesta esa camisa blanca que a ella tanto le había gustado al principio de su relación cuando todavía creía que él era el príncipe azul que había estado esperando toda su vida.
Sus ojos oscuros la recorrían con una mezcla de triunfo y posesividad que le helaba la sangre en las venas. Mariana, mi amor, sabía que te encontraría. Su voz resonó por encima del murmullo de los pasajeros, haciendo que varias personas voltearan a verlos. Mariana sintió como el pánico se apoderaba de cada fibra de su ser.
Su respiración se volvió errática y sus manos comenzaron a sudar profusamente. No podía permitir que él la alcanzara. No podía regresar a esa vida de sufrimiento y manipulación que tanto le había costado dejar atrás. Sus ojos se movieron desesperadamente por la terminal, buscando una salida, una ruta de escape, cualquier cosa que la alejara de esa situación. Los baños estaban demasiado lejos.
La puerta de embarque todavía no había abierto, no tenía a dónde correr. Fue entonces cuando lo vio, un hombre alto de complexión atlética, estaba parado en la fila de embarque del vuelo que salía hacia Madrid. Llevaba puesta una chaqueta de cuero negro que se ajustaba perfectamente a sus hombros anchos.
Su cabello castaño oscuro estaba ligeramente desordenado, como si hubiera estado pasándose los dedos por él debido al estrés. Tenía el perfil de alguien que había vivido experiencias intensas con una mandíbula firme que denotaba carácter y determinación. No tuvo tiempo para analizar más detalles.
Iván estaba a menos de 20 m de distancia y se acercaba rápidamente, abriéndose paso entre los pasajeros con esa arrogancia característica que tanto la había intimidado durante años. En una decisión que la sorprendió a ella misma, Mariana corrió hacia el desconocido. Sus tacones resonaban contra el piso de mármol del aeropuerto mientras sus pensamientos se agolpaban en su mente de manera caótica.
Estaba a punto de hacer algo completamente irracional, algo que jamás había considerado en sus 29 años de existencia. El hombre estaba revisando su teléfono móvil cuando sintió que alguien se acercaba a él con urgencia. Levantó la vista justo a tiempo para ver a una mujer de cabello castaño ondulado y ojos verdes brillantes que se dirigía directamente hacia él.
Había algo en su expresión que le indicó inmediatamente que estaba en problemas. Mariana llegó hasta él y sin pensarlo dos veces le puso las manos en el rostro. Sus dedos temblaron ligeramente al tocar su piel, que estaba tibia y tenía una textura suave que no esperaba. El hombre la miró con sorpresa, pero no se apartó.
“Por favor”, susurró ella con voz entrecortada. “Sigue el juego.” Y sin darle tiempo para responder, lo besó. Fue un beso nacido de la desesperación, pero que se transformó en algo completamente inesperado en cuanto sus labios se encontraron. Mariana había planeado que fuera algo rápido y superficial, solo para engañar a Iván y hacer que se alejara.
Pero el desconocido correspondió con una suavidad y una calidez que la desarmaron por completo. Sus labios se movían contra los de ella con una ternura que contrastaba dramáticamente con la urgencia de la situación. Una de sus manos se posicionó suavemente en su cintura, mientras que la otra se enredó entre sus cabellos con una delicadeza que la hizo sentir protegida por primera vez en años. El mundo desapareció a su alrededor.
Los sonidos del aeropuerto se volvieron un murmullo distante. Las luces fluorescentes se difuminaron. Solo existían ellos dos, sus labios unidos en un momento que parecía suspendido en el tiempo. Alejandro Villaseñor había vivido muchas experiencias en sus 36 años de vida. Había cerrado negocios multimillonarios.
Había viajado por todos los continentes, había conocido a presidentes y celebridades, pero nunca había sentido algo como lo que experimentó en ese instante cuando una desconocida lo besó en medio de un aeropuerto. Había algo auténtico en la forma en que ella temblaba entre sus brazos, algo genuino que lo conmovió profundamente.
Durante años había estado rodeado de mujeres que se acercaban a él por su fortuna, por su estatus social. por lo que podía ofrecerles. Pero esta mujer lo había besado sin saber quién era, sin conocer su apellido, sin tener idea de que era uno de los empresarios más poderosos de América Latina. El beso duró apenas unos segundos, pero para ambos se sintió como una eternidad.
Cuando se separaron, sus ojos se encontraron por un instante que estuvo cargado de electricidad. Mariana vio en la mirada de él una mezcla de sorpresa, curiosidad y algo más profundo que no supo identificar. Alejandro vio en los ojos de ella una vulnerabilidad y una fuerza que lo cautivaron instantáneamente.
“Gracias”, murmuró ella, apartándose lentamente de sus brazos. miró hacia atrás y vio que su plan había funcionado. Iván se había detenido en seco, observando la escena con una expresión de desconcierto y furia que se transformaba gradualmente en despecho. Sus puños estaban cerrados y su rostro había adquirido un tono rojizo que ella conocía muy bien.
Era la misma expresión que ponía cuando las cosas no salían como él esperaba. Durante varios segundos, Iván se quedó paralizado procesando lo que acababa de presenciar. La mujer que había pasado tres años convenciéndola de que era suya, de que nunca encontraría a nadie más, estaba besando apasionadamente a otro hombre en medio de un aeropuerto público. Su ego masculino no pudo soportarlo.
con una última mirada llena de resentimiento, se dio la vuelta y se alejó entre la multitud, murmurando insultos que se perdieron entre el ruido de los anuncios del aeropuerto. Mariana sintió como una oleada de alivio recorría todo su cuerpo. Había funcionado. Ivan se había ido. Estaba libre.
se volteó hacia el desconocido que había sido su salvador involuntario. Él la miraba con una expresión que mezclaba curiosidad y preocupación genuina. ¿Estás bien?, preguntó con voz grave y cálida, que hizo que algo se removiera en el estómago de Mariana. Sí, yo lo siento mucho. Es que mi ex, él no entiende que lo nuestro terminó.
Y no tienes que explicarme nada, interrumpió él con suavidad. Me da mucho gusto haber podido ayudarte. En ese momento sonó el anuncio de embarque para el vuelo de Mariana hacia Barcelona. Su corazón se aceleró al darse cuenta de que tenía que irse inmediatamente si no quería perder su oportunidad laboral.
Tengo que irme”, dijo atropelladamente, recogiendo su equipaje de mano que había dejado caer durante el beso. “Gracias por por todo. En serio.” Alejandro sintió una extraña sensación de pérdida mientras la veía alejarse apresuradamente hacia la puerta de embarque. Había algo en esa mujer que lo había impactado de una manera que no lograba explicar.
No solo había sido el beso inesperado, sino la mezcla de fragilidad y determinación que había visto en sus ojos. Espera”, gritó, pero ella estaba corriendo hacia la puerta de embarque. “Ni siquiera sé tu nombre, pero Mariana no se detuvo. Sus tacones repiquetearon contra el suelo mientras corría, con el corazón latiéndole tan fuerte que sentía que se le saldría del pecho.
Cuando llegó a la puerta, le entregó su boleto a la azafata con manos temblorosas y se dirigió hacia el avión sin mirar atrás. Solo cuando estuvo sentada en su asiento, abrochándose el cinturón de seguridad, se permitió respirar profundamente y procesar lo que había ocurrido. Había besado a un completo desconocido.
Había actuado de una manera completamente impulsiva e irracional, pero por primera vez en años se sentía libre. Alejandro se quedó parado en el aeropuerto durante varios minutos después de que el vuelo hacia Barcelona despegara. Sus dedos tocaron inconscientemente sus labios, donde todavía podía sentir la suavidad de los de ella.
No lograba quitarse de la mente la imagen de esos ojos verdes llenos de miedo que se habían transformado en gratitud. Durante toda su vida, las mujeres se habían acercado a él siguiendo un patrón predecible. Primero investigaban quién era, luego buscaban la manera de conocerlo en algún evento social. Después comenzaba el cortejo calculado, lleno de intereses ocultos. Pero esta mujer lo había besado sin saber absolutamente nada sobre él, sin tener idea de su fortuna, sin conocer su apellido ni su posición social.
Había sido un momento de pura humanidad, de conexión genuina, algo que él creía que ya no existía en su mundo, lleno de falsedades y conveniencias. Cuando finalmente subió a su propio avión rumbo a Madrid, Alejandro no podía dejar de pensar en ella. Durante las 8 horas de vuelo, revivió cada segundo de ese encuentro inesperado, la desesperación en su voz cuando le pidió que siguiera el juego, la suavidad de sus labios, la vulnerabilidad en su mirada, la forma en que había temblado entre sus brazos. Por primera vez en años, Alejandro Villaseñor, el hombre
que lo tenía todo, se sintió incompleto. Alejandro Villaseñor despertó en su suite del hotel Rich de Madrid con la misma sensación que lo había acompañado durante las últimas dos semanas. una inquietud profunda que no lograba sacudirse por más que intentara concentrarse en los negocios que lo habían llevado hasta Europa.
Sus sábanas de seda egipcia estaban revueltas, evidencia de otra noche de sueño interrumpido por sueños recurrentes sobre ojos verdes y labios suaves que lo habían marcado para siempre. se dirigió hacia el ventanal que daba a la gran vía madrileña mientras se servía su café matutino. El vapor se alzaba de la taza de porcelana italiana, pero ni siquiera el aroma intenso del café colombiano que tanto disfrutaba, logró distraerlo de los pensamientos que lo consumían desde aquel encuentro inesperado en el aeropuerto de México. Durante 36 años de
vida, Alejandro había construido un imperio tecnológico que abarcaba desde aplicaciones móviles hasta inteligencia artificial. Sus empresas operaban en 15 países y empleaban a más de 10,000 personas. Había sido portada de revistas especializadas, había dado conferencias en universidades prestigiosas y había cenado con jefes de estado.
Sin embargo, nunca se había sentido tan perdido como en estos últimos días. Su asistente personal, Ricardo Mendoza, tocó suavemente la puerta de la suite antes de entrar con una carpeta llena de documentos urgentes que requerían su atención inmediata. Señor Villaseñor tiene la junta con los inversionistas alemanes en una hora.
También llegaron los contratos de la fusión con la empresa danesa y necesitan su firma antes del mediodía. Alejandro asintió distraídamente, sin apartar la mirada de la ventana. Ricardo había trabajado con él durante 8 años y nunca lo había visto tan ausente, tan desconcentrado de los asuntos que normalmente lo apasionaban.
“Ricardo, necesito que hagas algo por mí”, dijo finalmente volteándose hacia su asistente. “Quiero que contactes a Miguel Herrera, el detective privado que usamos para investigar a los socios potenciales, pero esta vez es un asunto personal. Ricardo alzó las cejas con sorpresa. En todos los años que llevaba trabajando para Alejandro, jamás había escuchado que su jefe mezclara los negocios con asuntos personales.
Era un hombre extremadamente reservado que mantenía su vida privada completamente separada de su imperio empresarial. ¿De qué tipo de investigación estamos hablando, señor Alejandro? se pasó una mano por el cabello mientras trataba de encontrar las palabras adecuadas para explicar una situación que él mismo consideraba absurda. Necesito encontrar a una mujer.
Una mujer que tomó un vuelo desde el aeropuerto Benito Juárez hacia Barcelona hace exactamente 14 días. Cabello castaño ondulado, ojos verdes, aproximadamente 25 a 30 años. Complexión delgada, vestía un traje azul marino. Tiene su nombre o algún otro dato específico. Esa es precisamente la razón por la que necesito a Miguel.
No tengo absolutamente nada más que esa descripción física y la información del vuelo. Ricardo se quedó en silencio durante unos segundos, procesando la petición inusual de su jefe. Conocía a Alejandro lo suficiente como para saber que cuando tomaba una decisión no había poder humano que lo hiciera cambiar de opinión. Entendido, señor.
Me comunicaré con él inmediatamente. Y Ricardo, esto debe manejarse con la máxima discreción. Nadie más debe saber sobre esta investigación. Una hora después, Miguel Herrera estaba sentado en la oficina temporal que Alejandro había montado en el hotel. Era un hombre de 50 años con canas prematuras y una experiencia de 20 años resolviendo casos complicados para empresarios y políticos de alto perfil.
Don Alejandro, he trabajado en casos difíciles, pero encontrar a alguien con tan poca información va a ser como buscar una aguja en un pajar. ¿Está completamente seguro de que no recuerda ningún detalle adicional? Alejandro cerró los ojos y revivió por milésima vez cada segundo de aquel encuentro.
La desesperación en su voz, la suavidad de su piel, el temblor de sus manos, la forma en que había huído sin mirar atrás. Estaba huyendo de alguien, un hombre que la había estado siguiendo por el aeropuerto. Ella me pidió que siguiera el juego y después me agradeció. Parecía estar en una situación complicada. posiblemente una relación problemática.
Miguel tomó notas detalladas en su libreta de cuero mientras Alejandro hablaba. ¿Qué tan importante es encontrar a esta persona para usted? La pregunta hizo que Alejandro reflexionara sobre la intensidad de lo que estaba sintiendo. Había conocido a cientos de mujeres hermosas a lo largo de su vida. había tenido relaciones con modelos, actrices, empresarias exitosas, pero ninguna de ellas había logrado impactarlo de la manera en que lo había hecho una desconocida en un momento de vulnerabilidad total. Es lo más importante que he tenido que hacer en mi vida. Miguel asintió comprendiendo que
estaba ante un cliente completamente determinado. Comenzaré revisando las listas de pasajeros de todos los vuelos que salieron de México hacia Barcelona en esa fecha. Después solicitaré acceso a las cámaras de seguridad del aeropuerto. Con suerte podremos obtener imágenes claras de ella y usar reconocimiento facial para rastrear sus movimientos.
Mientras Miguel iniciaba su investigación, Alejandro intentaba concentrarse en sus responsabilidades empresariales, pero su mente constantemente regresaba a aquella mujer misteriosa. Durante las juntas se descubría pensando en la textura de sus labios. Mientras revisaba contratos multimillonarios, recordaba el aroma sutil de su perfume.
En las cenas de negocios imaginaba cómo sería tener una conversación real con ella. Sus socios comenzaron a notar su distracción. Durante una videoconferencia con los directivos de su empresa en Tokio, tuvo que pedirles que repitieran las cifras de ventas tres veces, porque su mente estaba en otro lugar completamente diferente.
A 15 km de distancia, en un pequeño apartamento en el barrio de Gracia en Barcelona, Mariana López estaba viviendo la experiencia más liberadora de su vida adulta. por primera vez en años despertaba cada mañana sin la ansiedad constante que había caracterizado su relación con Iván. No tenía que revisar obsesivamente su teléfono buscando mensajes amenazantes.
No tenía que justificar cada movimiento, cada conversación, cada decisión que tomaba. Su apartamento era diminuto, apenas 40 m², pero era suyo. Había decorado las paredes con fotografías de lugares que soñaba visitar algún día y había llenado los estantes con libros en español, inglés, francés e italiano que utilizaba para sus trabajos de traducción.
La conferencia en Barcelona había sido un éxito rotundo. Su presentación sobre las nuevas tendencias en literatura latinoamericana había impresionado a varios editores europeos y como resultado había conseguido tres contratos importantes para traducir novelas de autores emergentes mexicanos y colombianos.
se levantaba cada día a las 7 de la mañana, preparaba café en su pequeña cocina y se sentaba frente a la ventana, quedaba a una plaza tranquila donde los vecinos paseaban a sus perros y los niños jugaban fútbol. Era una vida sencilla, pero llena de la paz que había estado buscando durante tanto tiempo. Sin embargo, había momentos, especialmente durante las tardes cuando el trabajo del día terminaba, en los que su mente regresaba a aquel encuentro inesperado en el aeropuerto de México.
se descubría tocando sus labios inconscientemente, recordando la calidez y la ternura con la que aquel desconocido había respondido a su beso desesperado. A veces, mientras caminaba por las ramblas o exploraba los mercados de Barcelona, creía ver su silueta entre la multitud. Su corazón se aceleraba durante unos segundos antes de darse cuenta de que era solo su imaginación jugándole trucos.
Una tarde, mientras trabajaba en la traducción de una novela particularmente compleja sobre Amores imposibles, su amiga Carmen Ruiz la llamó desde México. Mari, ¿cómo vas con tu nueva vida de mujer independiente en Europa? Mariana sonríó mientras se estiraba en su silla de escritorio. Carmen había sido su apoyo incondicional durante los meses más difíciles de su separación de Iván. Increíble, Carmen.
No sabes qué liberador es despertar cada día y saber que puedo hacer lo que quiera sin tener que rendirle cuentas a nadie. Me da muchísimo gusto escucharte así. ¿Y qué tal el trabajo? Mejor de lo que esperaba. Estoy traduciendo tres novelas simultáneamente y ya tengo lista de espera para proyectos futuros. Creo que finalmente encontré mi lugar en el mundo.
Carmen hizo una pausa antes de continuar con un tono más serio. Mari, hay algo que debo contarte. Iván me ha estado buscando. Ha ido a mi oficina dos veces preguntando por tu paradero. Parece bastante obsesionado con encontrarte. El estómago de Mariana se contrajo al escuchar el nombre de su ex. Había logrado convencerse de que finalmente había quedado libre de su influencia. tóxica.
¿Qué le dijiste? Absolutamente nada. Por supuesto, le dije que no tenía idea de dónde estabas y que no quería volver a verlo rondando mi trabajo. Pero Mari, ten cuidado. Ese hombre no parece dispuesto a dejarte ir fácilmente. Esa noche, Mariana se quedó despierta durante horas, mirando el techo de su apartamento mientras procesaba la información que Carmen le había dado.
había creído que el incidente del aeropuerto había sido suficiente para disuadir a Iván de seguir buscándola, pero aparentemente se había equivocado. Sus pensamientos nuevamente regresaron al desconocido que había sido su salvador involuntario. Se preguntaba si él también recordaría ese momento o si para él había sido solo un incidente extraño que ya habría olvidado.
deseaba poder agradecerle adecuadamente por haberla ayudado sin hacer preguntas, por haber seguido el juego sin conocer los detalles de su situación. En Madrid, Miguel Herrera había logrado avances significativos en su investigación. Después de revisar meticulosamente las listas de pasajeros y las grabaciones de seguridad del aeropuerto, había identificado a tres mujeres que coincidían con la descripción física que Alejandro le había proporcionado.
“Don Alejandro, tengo buenas noticias”, dijo Miguel durante su reunión semanal. “He reducido las posibilidades a tres candidatas. Todas tomaron vuelos hacia Barcelona en la fecha especificada y coinciden físicamente con su descripción. Alejandro se inclinó hacia adelante en su silla, sintiendo como la adrenalina corría por sus venas. ¿Tiene sus nombres? Sí.
La primera es María José Fernández, empresaria de 32 años que viajaba por negocios. La segunda es Ana Patricia Morales, estudiante de posgrado de 26 años. Y la tercera es Mariana López, traductora de 29 años. Al escuchar el nombre de Mariana, algo se removió en el pecho de Alejandro.
Había algo en la sonoridad de ese nombre que le resultaba familiar, aunque no podía explicar por qué. ¿Qué más sabe sobre ellas? He logrado rastrear sus movimientos después de llegar a Barcelona. María José regresó a México después de una semana. Ana Patricia se mudó a París para continuar sus estudios, pero Mariana López permanece en Barcelona trabajando como traductora independiente. Tiene su dirección.
Miguel sonrió sabiendo que había encontrado exactamente lo que su cliente estaba buscando. Vive en un apartamento pequeño en el barrio de Gracia. Trabajo desde casa la mayoría del tiempo, pero frecuenta una cafetería llamada Els Quadre Gats, donde suele trabajar durante las tardes. Alejandro sintió que su corazón se aceleraba mientras procesaba la información.
Después de dos semanas de búsqueda incansable, finalmente tenía una pista sólida que podía llevarlo hasta ella. Miguel, necesito que organices un viaje inmediato a Barcelona y quiero que averigües todo lo que puedas sobre la vida de Mariana López, su historia, su familia, sus intereses, todo. Planea contactarla directamente, Alejandro se quedó en silencio durante varios minutos. contemplando las posibles consecuencias de sus acciones.
Sabía que lo que estaba haciendo podría considerarse acoso si se manejaba incorrectamente, pero también sabía que no podría vivir en paz consigo mismo si no intentaba encontrarla y averiguar si lo que había sentido durante ese beso había sido real. Todavía no lo sé. Primero necesito confirmar que es la mujer correcta y después, bueno, ya veremos qué sucede.
Esa misma tarde, Alejandro canceló todas sus reuniones de negocios para la siguiente semana y le pidió a Ricardo que preparara su jet privado para un viaje inmediato a Barcelona. por primera vez en su vida empresarial estaba anteponiendo sus sentimientos a los negocios. Mientras su avión se elevaba sobre las nubes de Madrid rumbo a la capital catalana, Alejandro miró por la ventanilla y se preguntó qué diría cuando finalmente se encontrara cara a cara con la mujer que había estado dominando sus pensamientos durante dos semanas. le parecería un loco obsesivo,
se sentiría acosada por su búsqueda o tal vez, solo tal vez, ella también había estado pensando en él. El avión cortó las nubes mientras se dirigía hacia un encuentro que cambiaría el destino de ambos para siempre. La cafetería El Scatgats se había convertido en el refugio predilecto de Mariana durante las tardes barcelonesas.
Sentada en su mesa habitual junto a la ventana que daba a la calle Monsio, traducía con dedicación meticulosa los diálogos más complejos de la novela que tenía entre manos. El murmullo constante de las conversaciones en catalán y español la tranquilizaba, creando una atmósfera perfecta para la concentración que su trabajo requería.
Era su quinta semana en Barcelona y finalmente había logrado establecer una rutina que la hacía sentir en paz consigo misma. Desayunaba café con tostadas en su pequeño apartamento. Trabajaba durante las mañanas en traducciones urgentes. Almorzaba en el mercado de la boquería y pasaba las tardes en la cafetería terminando los proyectos más complicados.
había logrado construir una nueva vida lejos de las sombras del pasado que tanto la habían atormentado durante años. Sus ingresos como traductora independiente le permitían cubrir sus gastos básicos y ahorrar un poco cada mes para cumplir su sueño de viajar por Europa visitando las ciudades que aparecían en los libros que traducía.
Pero esa tarde de noviembre, mientras revisaba por tercera vez un párrafo particularmente difícil de traducir del portugués al español, su teléfono vibró con una llamada que cambiaría completamente el rumbo de su nueva existencia. La llamada provenía de Madrid, de la oficina de Aurora Mendizábal, directora editorial de ediciones Salamanca, una de las casas editoriales más prestigiosas de España.
Señorita López. Habla Aurora Mendizábal. Espero no molestarla en un momento inoportuno. Mariana sintió cómo se le aceleraba el pulso al reconocer el nombre. Aurora Mendisábal era una leyenda en el mundo editorial español, responsable de haber descubierto y promovido a algunos de los autores más importantes de la literatura contemporánea. Para nada, señora Mendy Zábal, es un honor recibir su llamada.
Señorita López, he estado siguiendo su trabajo desde la conferencia de Barcelona. Sus traducciones tienen una sensibilidad y una precisión extraordinarias. Por eso me gustaría hacerle una propuesta que podría cambiar significativamente su carrera profesional. Mariana dejó su lápiz sobre la mesa y se concentró completamente en la conversación, sintiendo que algo importante estaba a punto de suceder. La escucho con mucha atención.
El próximo mes celebrará la feria internacional del libro de Madrid, el evento literario más importante de habla hispana. Estamos organizando un panel especial sobre la nueva generación de literatura latinoamericana y necesitamos a alguien que pueda presentar el proyecto de manera magistral. Después de revisar su trabajo, creo que usted es la persona perfecta para este desafío.
Mariana sintió que el aire se le escapaba de los pulmones. La feria internacional del libro de Madrid era el evento soñado para cualquier persona involucrada en el mundo editorial. era la plataforma perfecta para establecer conexiones importantes, conseguir contratos internacionales y posicionarse como una autoridad en su campo.
Señora Mendizábal, es una oportunidad increíble, pero debo confesarle que nunca he hablado frente a un público tan grande. La conferencia de Barcelona tenía apenas 50 personas. Precisamente por eso la estamos eligiendo. Necesitamos frescura, autenticidad, pasión genuina por la literatura. No queremos a alguien que recite un discurso memorizado.
Queremos a alguien que pueda transmitir la magia de estos autores con la misma sensibilidad con la que los traduce. Aurora le explicó los detalles del evento. Sería un panel de 2 horas frente a más de 500 personas, incluyendo editores, críticos literarios, periodistas especializados y escritores reconocidos de toda Europa y América Latina.
La presentación sería grabada y transmitida en vivo a través de internet, llegando potencialmente a miles de espectadores adicionales. Tendría que estar en Madrid el 15 de diciembre. le enviará el material de apoyo y todos los gastos estarían cubiertos por la editorial, incluyendo hospedaje en el hotel Villa Magna durante una semana completa.
Después de colgar, Mariana se quedó sentada en la cafetería durante más de una hora, contemplando la magnitud de la oportunidad que acababa de recibir. era exactamente lo que había estado buscando, la posibilidad de establecerse como una traductora reconocida a nivel internacional, pero también significaba exponerse públicamente de una manera que la aterrorizaba.
Durante años, Iván había destruido sistemáticamente su confianza en sí misma. le había repetido incansablemente que era mediocre, que sus traducciones eran amateur, que jamás lograría nada significativo en la vida. Aunque racionalmente sabía que esas afirmaciones eran falsas, todavía luchaba contra las inseguridades profundas que él había plantado en su mente.
Mientras tanto, al otro lado del océano Atlántico, Alejandro había expandido su búsqueda a una escala completamente irracional. Lo que había comenzado como una investigación privada discreta se había convertido en una obsesión que estaba afectando todos los aspectos de su vida empresarial. Miguel Herrera había confirmado que Mariana López era efectivamente la mujer del aeropuerto después de obtener imágenes claras de las cámaras de seguridad.
Pero cuando Alejandro llegó a Barcelona siguiendo esa pista, descubrió que ella había desaparecido del apartamento en gracia, sin dejar rastro. La frustración lo estaba consumiendo lentamente. Había contratado detective en Barcelona, Madrid, París y Londres. Había revisado personalmente cientos de fotografías en redes sociales.
Había visitado conferencias literarias, ferias de libros y eventos culturales en toda Europa, esperando encontrarla entre la multitud. Sus empleados comenzaron a preocuparse seriamente por su estado mental. Ricardo había tenido que cancelar reuniones importantes con inversionistas porque Alejandro simplemente no aparecía en la oficina. Sus hermanos mayores Carlos y Roberto habían volado desde México para confrontarlo sobre su comportamiento errático.
“Alejandro, esto ya no es normal”, le dijo Carlos durante una cena tensa en su apartamento de Madrid. “Llevas un mes persiguiendo fantasmas por toda Europa. ¿Qué está pasando contigo? No son fantasmas, Carlos. Es una mujer real que existe y que necesito encontrar. ¿Por qué? ¿Qué tiene de especial esta mujer que justifique, que abandones tu empresa, que canceles contratos millonarios, que vivas como un nómada obsesionado? Alejandro se levantó de la mesa y caminó hacia la ventana de su sala, observando las luces nocturnas de Madrid que se extendían hasta el horizonte. ¿Cómo podía explicarles a sus
hermanos algo que él mismo no entendía completamente? Porque en 5 minutos esa mujer me hizo sentir más vivo de lo que me había sentido en años, porque me besó sin saber quién soy, sin conocer mi cuenta bancaria, sin calcular qué podía obtener de mí, porque por primera vez en mi vida alguien me vio como un ser humano y no como un símbolo de estatus.
Roberto intercambió una mirada preocupada con Carlos antes de hablar. Hermano, entendemos que fue un momento especial, pero tienes responsabilidades. Miles de empleos dependen de tus decisiones. No puedes seguir descuidando todo por una fantasía romántica. No es una fantasía, replicó Alejandro con firmeza. Y no voy a detenerme hasta encontrarla.
A las 3 de la mañana de esa misma noche, Mariana estaba despierta en su nueva habitación de hotel en Madrid, donde había llegado esa tarde para prepararse para la presentación más importante de su carrera. Aurora Mendisábal había logrado convencerla de aceptar el desafío, pero ahora, a solo dos días del evento, se sentía completamente abrumada por la magnitud de lo que estaba a punto de enfrentar.
había pasado las últimas tres semanas preparando meticulosamente su presentación. Conocía cada autor, cada obra, cada detalle biográfico de los escritores que iba a presentar. Había ensayado su discurso cientos de veces frente al espejo. Había cronometrado cada sección. Había preparado respuestas para todas las preguntas posibles, pero el miedo la paralizaba. El miedo a hacer el ridículo frente a cientos de expertos.
El miedo a que su voz temblara durante la presentación. El miedo a que Iván de alguna manera se enterara de su ubicación y apareciera para arruinar el momento más importante de su vida profesional. Se levantó de la cama y caminó hacia la ventana de su habitación en el hotel que daba directamente a la puerta del sol.
Madrid dormía bajo un manto de luces que creaba un espectáculo visual hipnotizante, pero ella no lograba encontrar la paz que necesitaba para descansar. Tomó su teléfono y marcó el número de Carmen, sabiendo que en México eran las 9 de la noche y su amiga estaría disponible para escucharla.
Marí, ¿cómo te sientes? ¿Ya estás lista para conquistar Madrid? Carmen, creo que cometí un error terrible. No estoy preparada para esto. Voy a hacer el ridículo frente a toda esa gente importante. Por favor, para ya con eso. Eres la traductora más talentosa que conozco. Has trabajado incansablemente para llegar hasta aquí. No puedes echarte para atrás ahora.
Pero Carmen, van a estar ahí críticos literarios famosos, editores que han trabajado con Premios Nobel, escritores que he admirado durante años. ¿Quién soy yo para hablar frente a ellos? Eres Mariana López, la mujer que tradujo la obra completa de Sergio Hernández en tiempo récord y logró que sonara como si hubiera sido escrita originalmente en español.
Eres la persona que logró capturar la esencia poética de María Elena Castillo, de tal manera que los editores europeos se pelearon por los derechos de publicación. Las palabras de Carmen lograron calmar ligeramente la ansiedad que la estaba consumiendo, pero el miedo seguía presente como una sombra persistente.
En ese momento, Alejandro estaba llegando a su hotel en Madrid después de haber pasado los últimos 10 días siguiendo pistas falsas por toda Europa. Su detective había localizado a otras dos mujeres llamadas Mariana López en Barcelona. Pero ninguna de ellas era la mujer del aeropuerto. La decepción se había convertido en su compañera constante.
Cada pista que resultaba ser un callejón sin salida, lo sumía más profundamente en una frustración que jamás había experimentado. Por primera vez en su vida, todo el dinero y el poder que había acumulado parecían completamente inútiles para conseguir lo único que realmente deseaba. se dejó caer pesadamente en el sofá de su suite presidencial mientras revisaba los mensajes que habían acumulado durante el día.
32 llamadas perdidas de su oficina en México, 17 correos urgentes de socios internacionales, cinco mensajes de voz de su madre preguntando cuándo regresaría a casa. Miguel Herrera tocó a la puerta de su suite pasadas las 11 de la noche. Llevaba una carpeta delgada que Alejandro esperaba contuviera las noticias que había estado esperando durante semanas. Don Alejandro, tengo información nueva, pero no estoy seguro de que sea lo que usted quiere escuchar.
Dime, ¿qué encontraste? He rastreado todas las actividades recientes de Mariana López en Barcelona. Pagó la renta de su apartamento hasta finales de noviembre. y después desapareció completamente. No hay registros de vuelos bajo su nombre. No ha usado tarjetas de crédito. No ha hecho transacciones bancarias significativas.
Alejandro sintió como la esperanza se desvanecía lentamente de su pecho. ¿Crees que regresó a México? Es posible. O tal vez se mudó a otra ciudad europea usando efectivo para mantenerse invisible. Hay una tercera posibilidad que debo considerar. ¿Cuál? Miguel titubeó antes de continuar. que tal vez ella no quiere ser encontrada, que tal vez está evitando intencionalmente dejar rastros porque no desea volver a tener contacto con usted.
La posibilidad de que ella estuviera huyendo de él de la misma manera que había huído de su exerto golpeó a Alejandro como un martillo contra el cristal. Tal vez había malinterpretado completamente la situación. Tal vez para ella el beso había sido solo una actuación desesperada y nada más.
Don Alejandro, quizás sea momento de considerar la posibilidad de terminar con esta búsqueda. Ha invertido una cantidad considerable de tiempo y recursos y no interrumpió Alejandro con una determinación que lo sorprendió a él mismo. Una semana más. Dame una semana más y después tomaré una decisión definitiva. Esa misma noche, a las 2 de la madrugada, Mariana recibió una llamada que la despertó sobresaltada.
Era Aurora Mendisábal y su voz sonaba emocionada a pesar de la hora tardía. Mariana, disculpa la hora, pero tengo noticias que no podían esperar hasta mañana. La televisión cultural española quiere grabar un documental sobre tu presentación. Van a seguirte durante toda la semana previa al evento. Un documental. Señora Mendizábal.
Yo no soy una figura pública. Soy solo una traductora. Eres mucho más que eso, querida. Tu historia personal escapando de una situación difícil en México para reinventarte profesionalmente en Europa es inspiradora. Quieren mostrar el proceso creativo detrás de las traducciones, la pasión que tienes por la literatura.
Mariana sintió como el pánico comenzaba a apoderarse de ella nuevamente. Un documental significaba exposición mediática, significaba que su imagen aparecería en televisión. significaba que cualquier persona que la estuviera buscando podría localizarla fácilmente. No estoy segura de que sea una buena idea, Mariana.
Esta es una oportunidad única en la vida. El documental se transmitirá en toda España y América Latina. Te posicionaría como una de las traductoras más reconocidas de tu generación. Después de colgar, Mariana se quedó despierta hasta el amanecer. debatiéndose entre el miedo y la ambición. Por un lado, sabía que Aurora tenía razón.
Era la oportunidad de su vida para establecerse como una profesional reconocida internacionalmente. Por el otro, la aterrorizaba la idea de exponerse públicamente y convertirse en un objetivo fácil para Iván si él decidía buscarla nuevamente. A las 6 de la mañana tomó la decisión más difícil de su nueva vida.
aceptaría participar en el documental y haría la presentación en la feria del libro sin importar las consecuencias. Los siguientes días fueron un torbellino de entrevistas, sesiones de grabación y preparativos intensivos. El equipo del documental la siguió mientras trabajaba en su hotel, mientras visitaba librerías especializadas en busca de inspiración, mientras ensayaba su presentación en el auditorio vacío donde tendría lugar el evento durante una de esas tardes de preparación, mientras caminaba por el parque del retiro buscando claridad mental para organizar sus ideas, un
hombre alto con chaqueta de cuero se cruzó en su camino. Por un segundo, el corazón de Mariana se detuvo completamente. La complexión, el cabello, la forma de caminar le resultaron terriblemente familiares. Se acercó con cuidado, sintiendo como la adrenalina corría por sus venas como electricidad pura.
Cuando el hombre se volteó para responder a su llamado, Mariana se encontró frente a un rostro completamente desconocido que no tenía ningún parecido con el hombre del aeropuerto. “Disculpe, creí que era otra persona”, murmuró avergonzada antes de alejarse rápidamente. Esa noche, sola en su habitación de hotel, Mariana admitió por primera vez que había estado pensando en el desconocido del aeropuerto. mucho más de lo que se había permitido reconocer.
Se preguntaba quién sería, qué haría para vivir, si alguna vez pensaba en ese momento inesperado que habían compartido. Mientras tanto, en un hotel a solo 5 km de distancia, Alejandro estaba tomando la decisión más difícil de toda su búsqueda obsesiva. Había seguido cada pista posible, había gastado recursos millonarios.
había descuidado su empresa durante un mes entero. Miguel tenía razón. Tal vez era momento de aceptar la derrota y regresar a su vida normal. ¿Te parece bien que en este momento crítico, cuando ambos están a punto de rendirse, le pidamos a nuestros suscriptores que apoyen este canal con una suscripción, porque lo que está por pasar en el próximo capítulo será el encuentro más épico que hayas visto jamás.
Suscríbete ahora para no perderte el desenlace de esta historia que tiene enamorado a medio mundo. Pero el destino tenía otros planes para ambos, porque al día siguiente, Alejandro tomaría una decisión que lo llevaría exactamente al lugar donde Mariana estaba a punto de enfrentar el momento más importante de su carrera profesional. Sin saberlo, ambos estaban caminando hacia un encuentro que cambiaría sus vidas para siempre.
El auditorio principal de la Feria Internacional del Libro de Madrid bullía de actividad mientras los asistentes ocupaban sus asientos para presenciar lo que prometía ser una de las presentaciones más esperadas del evento. 500 rostros expectantes se acomodaban entre las filas de butacas tapizadas en terciopelo rojo, creando un murmullo constante de conversaciones en español, catalán, francés e italiano, que evidenciaba la importancia internacional del panel.
Mariana López se encontraba en los camerinos detrás del escenario, mirándose al espejo mientras intentaba controlar el temblor incontrolable de sus manos. Llevaba puesto un vestido negro elegante que Aurora Mendizábal le había ayudado a elegir junto con unos zapatos de tacón bajo que le daban la altura necesaria para proyectar confianza sin sacrificar comodidad durante las 2 horas que duraría su presentación.
Las cámaras del documental la habían seguido durante toda la mañana, capturando cada momento de nerviosismo, cada ensayo de último minuto, cada respiración profunda que tomaba para tranquilizar sus nervios. El director del documental, un hombre mayor llamado Fernando Ruiz, se acercó a ella con una sonrisa tranquilizadora.
Mariana, en 30 años grabando documentales culturales, jamás había visto a alguien tan preparada para una presentación. Vas a ser extraordinaria, Fernando. Tengo tanto miedo que siento que voy a desmayarme en cuanto pise el escenario. Ese miedo es exactamente lo que te va a hacer brillar. Significa que te importa, que esto es real para ti.
La gente va a conectar con esa autenticidad. Aurora apareció en los camerinos con una expresión radiante que contrastaba dramáticamente con la ansiedad de Mariana. Querida, el auditorio está completamente lleno. Incluso tuvimos que habilitar asientos adicionales porque llegó más gente de la que esperábamos.
Hay periodistas de 12 países diferentes y tres casas editoriales internacionales que vinieron específicamente para escucharte. En lugar de tranquilizarla, esa información hizo que el estómago de Mariana se contrajera aún más. Se sentía como si estuviera a punto de saltar de un precipicio sin saber si había una red de seguridad que la protegiera de la caída.
Señoras y señores, en 5 minutos comenzamos con la presentación, anunció el coordinador del evento. Mariana cerró los ojos y se concentró en las palabras que Carmen le había repetido durante su última llamada telefónica. Recuerda por qué estás ahí. Recuerda a todos esos autores increíbles cuyas voces necesitan ser escuchadas en otros idiomas. Tú eres su puente hacia el mundo.
Cuando se abrieron las cortinas y Mariana salió al escenario, la luz de los reflectores la cegó momentáneamente. El silencio del auditorio era tan profundo que podía escuchar los latidos acelerados de su propio corazón. se acercó al podio central, ajustó el micrófono y miró hacia el público. Fue en ese momento cuando lo vio.
En la fila 17, ligeramente hacia la derecha, estaba sentado el hombre del aeropuerto. Sus ojos se encontraron a través de la distancia y el tiempo pareció detenerse completamente. Mariana sintió que todas las palabras que había memorizado durante semanas se desvanecían de su mente como humo en el viento.
Alejandro había llegado a la feria del libro siguiendo la última pista desesperada que Miguel había conseguido. Una búsqueda en redes sociales había mostrado que una traductora llamada Mariana López estaría presentando un panel sobre literatura latinoamericana. Era una posibilidad remota, pero había decidido agotarla antes de rendirse definitivamente.
Cuando la vio aparecer en el escenario, su corazón se detuvo por completo. Era ella, sin lugar a dudas. Era la mujer que había estado buscando obsesivamente durante un mes entero, el mismo cabello castaño ondulado, los mismos ojos verdes que lo habían cautivado, la misma delicadeza en sus movimientos que había grabado en su memoria como un tatuaje invisible.
Mariana luchó por recuperar la compostura mientras 500 personas esperaban que comenzara su presentación. Las cámaras del documental estaban grabando cada segundo y no podía permitirse colapsar en el momento más importante de su carrera. Buenos días”, logró articular con voz temblorosa. Mi nombre es Mariana López y vengo desde México para compartir con ustedes la magia de los autores que están revolucionando la literatura contemporánea de nuestro continente.
Durante los siguientes 90 minutos, Mariana logró superar su nerviosismo inicial y ofrecer una presentación que cautivó completamente al público. Habló con pasión sobre cada autor. tradujo fragmentos en vivo para demostrar los matices del lenguaje. Explicó las dificultades culturales que enfrentaba al adaptar expresiones mexicanas y colombianas para lectores europeos.
Alejandro no apartó los ojos de ella durante toda la presentación. la manera en que gesticulaba mientras hablaba, cómo sus ojos se iluminaban cuando mencionaba a los autores que más admiraba, la elegancia natural con la que se movía por el escenario. Todo confirmaba lo que había sentido durante aquel beso inesperado. Había algo especial en esa mujer que iba mucho más allá de la atracción física.
Cuando Mariana concluyó su presentación, el auditorio estalló en aplausos que duraron varios minutos. Las personas se pusieron de pie para ovacionarla mientras ella sonreía con una mezcla de alivio y incredulidad. Lo había logrado. Había superado sus miedos y había ofrecido la presentación de su vida.
Pero cuando los aplausos comenzaron a disminuir y la gente empezó a moverse hacia la salida, Mariana vio que el hombre del aeropuerto se dirigía decididamente hacia el escenario. Sus piernas volvieron a convertirse en gelatina mientras lo veía acercarse con esa misma seguridad que había mostrado cuando correspondió a su beso desesperado.
Alejandro llegó hasta el borde del escenario y la miró directamente a los ojos antes de pronunciar las palabras que había ensayado mil veces durante su búsqueda. Al fin te encuentro. Su voz resonó por el auditorio, haciendo que las personas que todavía no habían salido se detuvieran para presenciar lo que claramente era un momento extraordinario. Las cámaras del documental giraron hacia él, capturando la intensidad de la situación.
Mariana bajó lentamente del escenario sintiendo que estaba viviendo un sueño surreal. se detuvo frente a él a una distancia prudente, sin atreverse a creer completamente que fuera real. “¿Cómo me encontraste?”, susurró, apenas audible entre el murmullo de las personas que se habían quedado para observar la escena.
“He recorrido medio mundo buscándote”, respondió Alejandro con una sonrisa que mezclaba alivio y emoción. He estado en Barcelona, París, Londres, Nueva York, he contratado detectives, he revisado cámaras de seguridad, he visitado cada conferencia literaria de Europa esperando verte entre la multitud. ¿Pero por qué? Era solo un beso.
Fue solo un momento. Fue el momento que cambió mi vida por completo. La interrumpió con una intensidad que la dejó sin aliento. Durante 36 años he estado rodeado de personas que se acercan a mí por mi dinero, por mi estatus, por lo que pueden obtener de mí. Pero tú me besaste sin saber quién soy, sin conocer mi apellido, sin tener idea de mi fortuna.
Me besaste porque necesitabas ayuda y confiaste en un desconocido. Aurora Mendizábal se había acercado discretamente, fascinada por el drama que se estaba desarrollando frente a sus ojos. Las cámaras del documental continuaban grabando, capturando un momento que claramente sería el clímax emocional de toda la producción.
Perdón”, intervino Mariana con voz entrecortada, “pero creo que hay un malentendido. Yo no sabía quién eras en el aeropuerto, es cierto, pero tampoco sé quién eres ahora.” Alejandro se quedó callado durante varios segundos, procesando la revelación de que ella seguía sin conocer su identidad. En un mundo donde su nombre aparecía regularmente en revistas de negocios y su rostro era reconocible para cualquiera involucrado en el sector tecnológico, había encontrado a la única mujer que lo veía simplemente como un ser humano.
“Mi nombre es Alejandro Villaseñor”, dijo finalmente. “Soy empresario del sector tecnológico, pero eso no importa ahora. Lo único que importa es que durante un mes entero no he podido dejar de pensar en la mujer que me besó como si ese fuera el último día de su vida.
Mariana sintió como las lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos mientras comprendía la magnitud de lo que estaba escuchando. Este hombre había estado buscándola durante un mes entero. Había cruzado continentes por ella. había invertido tiempo y recursos en una búsqueda que la mayoría de las personas consideraría completamente irracional.
Alejandro, yo lo siento tanto por haber huído de esa manera, es que estaba en una situación muy complicada con mi ex y no sabía cómo manejar lo que había pasado entre nosotros. “No tienes que disculparte por nada”, respondió él acercándose un paso más. Entiendo perfectamente por qué huiste.
Lo que no entiendo es por qué no puedo sacarte de mi mente. Las personas que permanecían en el auditorio se habían acercado formando un semicírculo alrededor de ellos, como si intuyeran que estaban presenciando algo extraordinario. Aurora tenía lágrimas en los ojos mientras observaba cómo la vida imitaba al arte de las novelas románticas que tanto había publicado a lo largo de su carrera. “¿Puedo preguntarte algo?”, dijo Mariana con voz temblorosa.
“Lo que quieras. ¿Realmente has estado buscándome durante todo este tiempo?” Alejandro sonrió con una mezcla de ternura y vulnerabilidad que la desarmó completamente. Tengo un jet privado que ha volado más kilómetros en el último mes que en todo el año anterior. Tengo detectives en cuatro países trabajando en tu caso.
He visitado 16 ciudades europeas siguiendo pistas que resultaron ser callejones sin salida. ¿Y sabes qué es lo más increíble de todo esto? ¿Qué? que lo volvería a hacer mil veces más si fuera necesario. Fernando Ruiz se acercó discretamente a Aurora y le susurró al oído. Aurora, esto es oro puro para el documental.
Estamos capturando un momento que va a emocionar a millones de personas. Mariana miró alrededor del auditorio procesando que toda esta escena estaba siendo grabada para la posteridad. Parte de ella se sentía expuesta y vulnerable, pero otra parte se sentía increíblemente afortunada de estar viviendo algo que parecía sacado de una novela romántica. “Alejandro, ¿hay algo que debo contarte sobre por qué huí en el aeropuerto?”, dijo, tomando una decisión valiente de ser completamente honesta. Estaba escapando de una relación tóxica que duró 3 años.
Mi ex manipulador que me hizo creer que no valía nada, que nunca lograría nada por mí misma. Cuando te vi en el aeropuerto y me ayudaste sin hacer preguntas, sentí algo que no había experimentado en años. Protección genuina. Y ahora, ¿cómo te sientes ahora? Mariana respiró profundamente antes de responder, sabiendo que sus palabras cambiarían el curso de ambas vidas para siempre. Siento que el destino nos juntó por una razón.
Siento que ese beso no fue solo una actuación desesperada, sino el comienzo de algo que estaba destinado a suceder. Alejandro se acercó hasta quedar frente a ella, tan cerca que podía percibir el mismo perfume sutil que había quedado grabado en su memoria desde aquel día en México.
Mariana López, ¿me permites invitarte a cenar esta noche, pero esta vez de manera apropiada, con presentaciones formales y una conversación real? Ella sonrió con una luminosidad que hizo que todo el auditorio pareciera más brillante. Me encantaría, Alejandro Villaseñor. El público que había permanecido para presenciar este encuentro extraordinario estalló en aplausos espontáneos, emocionados por haber sido testigos de una historia de amor que trascendía cualquier guion cinematográfico.
noche en el restaurante más exclusivo de Madrid, Alejandro y Mariana conversaron durante 4 horas consecutivas como si fueran amigos de toda la vida que finalmente se habían reencontrado después de una separación dolorosa. Él le contó sobre su infancia en Guadalajara, sobre cómo había construido su imperio tecnológico desde cero, sobre la soledad que había caracterizado su éxito profesional.
Ella le habló sobre su pasión por la literatura, sobre los autores que la inspiraban, sobre sus sueños de viajar por el mundo, traduciendo las voces más importantes de cada cultura. “¿Sabes lo que más me impactó de nuestro encuentro en el aeropuerto?”, le preguntó Alejandro mientras compartían un postre de chocolate que ninguno de los dos estaba comiendo realmente.
“¿Qué? ¿Que me besaste? porque necesitabas ayuda, no porque quisieras algo de mí. Durante años he vivido rodeado de personas que calculan cada gesto, que miden cada palabra esperando obtener algún beneficio, pero tú simplemente confiaste en un desconocido. Mariana sintió cómo se le formaba un nudo en la garganta al comprender la profundidad de la soledad que había caracterizado la vida de Alejandro a pesar de su éxito aparente.
Alejandro, ¿puedo confesarte algo? Por supuesto, durante estas semanas en Barcelona, he pensado en ti más de lo que me atrevía a admitir. Cada vez que veía a un hombre alto con chaqueta de cuero, mi corazón se aceleraba esperando que fueras tú. En serio, ese beso no fue solo actuación para mí tampoco.
Cuando nuestros labios se tocaron, sentí algo que jamás había experimentado, una conexión que iba mucho más allá de las circunstancias desesperadas. Alejandro tomó suavemente su mano por encima de la mesa, entrelazando sus dedos con una delicadeza que la hizo sentir protegida y valorada al mismo tiempo.
Mariana, sé que esto puede sonar completamente loco después de conocernos hace apenas unas horas, pero siento como si te hubiera estado esperando toda mi vida sin saber que existías. No suena loco en absoluto, respondió ella con lágrimas de felicidad, comenzando a formarse en sus ojos. Suena como el destino finalmente poniéndose de nuestro lado.
Tres semanas después, en el aeropuerto de Madrid, Alejandro y Mariana se preparaban para abordar un vuelo hacia Cancún, donde él había planeado mostrarle las oficinas principales de su empresa y presentarla oficialmente a su familia. Pero esta vez, a diferencia de aquel encuentro fatídico que había iniciado toda esta historia, viajaban juntos hacia un futuro compartido.
Mientras esperaban en la sala de primera clase, Mariana observaba a Alejandro responder correos en su teléfono con la eficiencia de alguien acostumbrado a manejar múltiples responsabilidades simultáneamente. Durante las últimas tres semanas había aprendido a conocer al hombre detrás del empresario exitoso, alguien generoso, inteligente, divertido y profundamente leal con las personas que amaba.
¿En qué piensas? preguntó él notando su expresión contemplativa. Pienso en lo diferente que es este aeropuerto comparado con el de México. Aquella vez estaba huyendo de mi pasado. Ahora estoy volando hacia mi futuro. Alejandro cerró su teléfono y le dedicó toda su atención, algo que había aprendido a valorar enormemente después de años con una pareja que nunca la escuchaba realmente.
Mariana, hay algo que quiero proponerte. ¿De qué se trata? He estado pensando mucho sobre nuestras vidas, sobre cómo el destino nos juntó de la manera más inesperada. Tú me has enseñado que el amor verdadero existe, que es posible conectar con alguien de manera auténtica, sin cálculos ni intereses ocultos. se levantó de su asiento y se arrodilló frente a ella, sacando de su bolsillo una pequeña caja de terciopelo azul que hizo que Mariana se llevara las manos a la boca con sorpresa total. Sé que apenas nos conocemos desde hace tres semanas, pero
también sé que te he estado buscando toda mi vida sin saberlo. Mariana López, ¿quieres volar conmigo para siempre? Las lágrimas corrían libremente por las mejillas de Mariana mientras observaba el anillo más hermoso que había visto jamás. Un diamante solitario rodeado de esmeraldas pequeñas que brillaban como sus propios ojos bajo las luces del aeropuerto.
Alejandro Villaseñor respondió con voz quebrada por la emoción. La respuesta es sí. Mil veces sí. Cuando él deslizó el anillo en su dedo, los pasajeros de la sala de espera comenzaron a aplaudir espontáneamente, emocionados por haber presenciado una propuesta de matrimonio que claramente estaba llena de amor genuino. Mientras el avión se elevaba hacia las nubes rumbo a México, Mariana recargó su cabeza en el hombro de Alejandro y reflexionó sobre cómo un momento de desesperación se había transformado en la bendición más grande de su vida. “¿Sabes qué es lo
más increíble de todo esto?”, le dijo mientras observaban las luces de Madrid desaparecer debajo de las nubes. ¿Qué, mi amor? que si Iván no hubiera aparecido en el aeropuerto ese día, jamás te habría conocido. Mi peor pesadilla se convirtió en el regalo más hermoso que el destino podía darme.
Alejandro la besó suavemente con la misma ternura que había mostrado durante aquel primer encuentro, pero esta vez sabiendo que tenían toda una vida por delante para perfeccionar esa conexión extraordinaria que había nacido de la casualidad y había crecido hasta convertirse en amor verdadero. El avión cortó las nubes mientras dos almas que habían estado buscándose sin saberlo, finalmente volaban juntas hacia el futuro que siempre habían soñado, pero nunca se habían atrevido a imaginar que fuera posible.
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