27 de enero de 1945. El ejército soviético  entra en Auschwitz, el mayor de los centros   de exterminio situados en la Polonia  ocupada por los alemanes. Se calcula que   un mínimo de 1,3 millones de personas fueron  deportadas a este campo entre 1940 y 1945 y,   de ellas, al menos 1,1 millones  fueron asesinadas. Sin embargo,   no todos sus prisioneros perdieron la  vida.

 En esta fábrica nazi del horror,   los soldados soviéticos liberan a más de 7.000  reclusos supervivientes, en su mayoría enfermos   y moribundos, algunos de los cuales fueron  sometidos a crueles y dolorosos experimentos   pseudomédicos realizados por el más notorio de  los doctores nazis. Su nombre es Josef Mengele. Josef Mengele nació el 16 de marzo de  1911 en la ciudad bávara de Günzburg,   entonces parte del Imperio Alemán.

 El joven Josef, hijo mayor de Karl Mengele,   un próspero fabricante de maquinaria agrícola,  estudió medicina y antropología física en   varias universidades. En 1935 se doctoró en  esta última materia, antropología física,   por la Universidad de Munich y en 1936  aprobó los exámenes estatales de medicina. En 1937, Mengele empezó a trabajar en el  Instituto de Biología Hereditaria e Higiene   Racial de Frankfurt. Allí fue ayudante  del director, el Dr.

 Otmar von Verschuer,   un destacado genetista conocido por  sus investigaciones sobre gemelos.   Bajo la dirección de Verschuer, Mengele  completó un doctorado adicional en 1938. Mengele no apoyó activamente al Partido Nazi  antes de que llegara al poder en enero de 1933. Sin embargo, durante sus estudios  universitarios, al igual que el   Partido Nazi, Mengele abrazó la ciencia  racial, la falsa teoría del racismo biológico.  

Creía que los alemanes eran biológicamente  diferentes y superiores a los miembros de   todas las demás razas. La ciencia racial era un  principio fundamental de la ideología nazi que   Hitler utilizó para justificar la esterilización  forzosa de personas con ciertas enfermedades   físicas o mentales o deformidades físicas.

 Las  leyes raciales de Núremberg de 1935, que prohibían   el matrimonio entre alemanes y judíos, negros o  romaníes, también se basaban en la ciencia racial. En 1938, Mengele se unió al Partido Nazi  y a las SS. En su trabajo como científico,   trató de apoyar el objetivo nazi de mantener y  aumentar la supuesta superioridad de la “raza”   alemana. El empleador y mentor  de Mengele, el doctor Verschuer,   también abrazó el racismo biológico.

 Además  de llevar a cabo investigaciones, Verschuer y   su personal -incluido Mengele- proporcionaron  dictámenes periciales a las autoridades nazis   que tenían que determinar si las personas  reunían los requisitos para ser consideradas   alemanas según las Leyes de Núremberg. Mengele  y sus colegas también evaluaron a los alemanes   cuyo estado físico o mental podía hacerlos  candidatos a la esterilización forzosa o a   la prohibición de contraer matrimonio  en virtud de la legislación germana. El único hijo de Mengele, Rolf, nació en 1944.  Antes, en 1939, se casó con Irene Schönbein.  

La Segunda Guerra Mundial comenzó  el 1 de septiembre de ese mismo año,   cuando la Alemania nazi invadió Polonia. En junio de 1940, Mengele fue reclutado por   la Wehrmacht, las fuerzas armadas alemanas. Un  mes más tarde, se alistó como voluntario en el   servicio médico de las Waffen-SS, la rama militar  de las SS.

 Al principio, Mengele trabajó para la   Oficina Principal de Raza y Asentamiento de  las SS en la Polonia ocupada por Alemania,   donde evaluó los criterios y métodos utilizados  por las SS para determinar si las personas que   decían ser de ascendencia bávara eran racial y  físicamente aptas para ser consideradas alemanas. La Operación Barbarroja -la invasión de la  Unión Soviética- comenzó el 22 de junio de 1941. 

Durante los 18 meses siguientes a su inicio,  presenció combates extremadamente brutales   en el frente oriental. Además, en las primeras  semanas del ataque alemán a la Unión Soviética,   la división de Mengele masacró  a miles de civiles judíos.

  Después de que el doctor rescatara a dos  soldados alemanes de un tanque en llamas,   fue condecorado con la Cruz de  Hierro, tanto de 2ª como de 1ª clase,   y fue ascendido a SS-Hauptsturmführer, que  equivalía al rango de capitán de las SS. Mengele regresó a Alemania en enero de 1943.  Mientras esperaba su próximo destino en las   Waffen-SS, comenzó a trabajar de nuevo  para su mentor Verschuer.

 Este se había   convertido recientemente en director del  Instituto Kaiser Wilhelm de Antropología,   Genética Humana y Eugenesia de Berlín. El 30 de mayo de 1943, las SS destinaron a  Mengele a Auschwitz, donde trabajó como uno   de los médicos del campo de Auschwitz-Birkenau.

  Hay indicios de que el propio Mengele solicitó   este destino por las oportunidades que  podía brindarle para su investigación.  Auschwitz-Birkenau era el mayor de los campos  de Auschwitz y también servía como centro de   exterminio de judíos deportados de toda Europa.  Además de otras tareas, Mengele también era   responsable del llamado “campo de familias  romaníes” de Birkenau.

 A partir de 1943,   casi 21.000 hombres, mujeres y niños romaníes  fueron enviados a Auschwitz y encarcelados en   dicho campo.Cuando esta zona familiar del  campo fue liquidada el 2 de agosto de 1944,   Mengele participó en la selección de  los 2.893 prisioneros romaníes que   iban a ser asesinados en las cámaras de gas de  Birkenau.

 Poco después fue nombrado médico jefe   de Auschwitz-Birkenau y en noviembre de 1944,  destinado al hospital de Birkenau para las SS. Como parte de sus tareas en el campo, el  personal médico de Auschwitz realizaba las   llamadas selecciones. El objetivo de dichas  selecciones era identificar a las personas   incapaces de trabajar.

 Las SS consideraban a  esas personas consumidoras de comida inútiles y,   por lo tanto, las asesinaban. Cuando los  transportes de judíos llegaban a Birkenau,   el personal médico del campo seleccionaba  a algunos de los adultos aptos para   realizar trabajos forzados en el campo de  concentración. Los que no eran seleccionados,   incluidos niños y ancianos, eran  asesinados en las cámaras de gas.

Todas las mujeres visiblemente embarazadas y las  madres de bebés y niños pequeños eran enviadas   a las cámaras de gas nada más llegar. Mengele  racionalizaba esto de la siguiente manera: “Cuando   nace un niño judío, o una mujer llega al campo  ya con un niño, no sé qué hacer con el niño. No   puedo liberar al niño porque ya no hay judíos que  vivan en libertad.

 No puedo dejar que el niño se   quede en el campo porque no hay instalaciones que  le permitan desarrollarse con normalidad. Además,   no sería humano enviar a un niño a los hornos  sin permitir que su madre estuviera allí para   presenciar la muerte del pequeño. Por eso envío a  la madre y al niño juntos a las cámaras de gas”.  También se dice que Josef Mengele tuvo un romance  con la tristemente célebre Irma Grese, una de   las guardias más odiadas y temidas del campo.

 Cuando Mengele descubrió que tenía aventuras   con reclusas judías, consideradas racialmente  inferiores, puso fin a su relación con ella.  Mengele también era un desviado sexual que se  entregaba a la brutalidad carnal. Por ejemplo,   mientras los prisioneros varones  permanecían en asamblea esperando   su llegada, se dice que pasó una  noche entera dedicado a grabar   las reacciones de sus mujeres judías al  ser violadas por funcionarios del campo.

Los médicos del campo de Auschwitz y de otros  campos de concentración también realizaban   selecciones periódicas en las enfermerías y  barracones del campo. Llevaban a cabo estas   selecciones para identificar a los prisioneros que  estaban heridos o que estaban demasiado enfermos o   débiles para trabajar.

 Las SS utilizaban varios  métodos para asesinar a estos prisioneros,   incluidas inyecciones letales y gaseamiento.  Mengele realizaba rutinariamente estas selecciones   en Birkenau, lo que llevó a algunos prisioneros  a referirse a él como el “ángel de la muerte”.   La prisionera Gisella Perl, ginecóloga  judía en Birkenau, recordó más tarde cómo   la aparición de Mengele en la enfermería de  mujeres imbuía de terror a las prisioneras:”   Temíamos estas visitas más que a ninguna  otra cosa, porque nunca sabíamos si se nos   permitiría vivir. Él era libre de hacer lo  que quisiera con nosotras”. Y así lo hizo.

Cuando comenzó una epidemia de tifus en el  campo de mujeres, Mengele vació un bloque de   seiscientas mujeres judías y las envió a morir en  las cámaras de gas. A continuación mandó limpiar y   desinfectar el edificio. Las ocupantes del bloque  vecino fueron también bañadas y desinfectadas,   al tiempo que se les proporcionó ropa  nueva antes de trasladarlas al bloque   limpio. Este proceso se repetía hasta que  todos los barracones estaban desinfectados.  

Se utilizaron procedimientos similares  para epidemias posteriores de escarlatina   y otras enfermedades. En cualquier caso,  siempre se repetía el mismo modus operandi:   los prisioneros infectados eran  asesinados en las cámaras de gas.

 Después de la Segunda Guerra Mundial, Mengele  se hizo tristemente famoso por su trabajo   en Auschwitz gracias a los relatos de médicos  prisioneros que habían trabajado a sus órdenes.   También de los prisioneros que habían sobrevivido  a sus experimentos médicos. Estos experimentos   habían sido autorizados por las SS, responsables  de la gestión de los campos de concentración. Mengele fue uno de los 50 médicos que trabajaron  en Auschwitz.

 No era ni el doctor de mayor rango   ni el comandante de los demás médicos  que estaban presentes. Sin embargo,   su nombre es con diferencia el más conocido de  todos los sanitarios que sirvieron en el lugar.   Una de las razones de ello fue la frecuente  presencia de Mengele en la rampa donde se   realizaban las selecciones.

 Cuando no  realizaba él mismo las selecciones,   a menudo seguía apareciendo igualmente en la  rampa, buscando entre los prisioneros gemelos   para sus experimentos y médicos  para la enfermería de Birkenau. Auschwitz no sólo suministraba prisioneros para  los experimentos humanos que se realizaban en   otros campos, sino que también servía  de lugar para una gran variedad de   experimentos humanos.

 Esto se debe al  número de prisioneros enviados allí:   las SS trasladaron a Auschwitz a 1,3 millones  de hombres, mujeres y niños de muchos orígenes   nacionales y étnicos distintos. Los investigadores  que buscaban sujetos humanos que cumplieran   criterios específicos podían encontrarlos más  fácilmente en Auschwitz que en otros campos. Mengele fue uno de los más de doce médicos de  las SS que realizaron experimentos con personas   encarceladas en Auschwitz.

 Estos médicos  vieron su nombramiento en Auschwitz como   una magnífica y emocionante oportunidad  para avanzar en sus investigaciones. Los experimentos en los campos de concentración  mutilaron permanentemente a muchas víctimas o les   causaron la muerte. En algunos de ellos,  la muerte era el resultado previsto para   las víctimas.

 Los profesionales médicos  que llevaron a cabo los experimentos en   Auschwitz no pidieron el consentimiento de los  reclusos ni les informaron de su tratamiento   ni de sus posibles efectos. Los tipos de  pruebas realizados en Auschwitz incluían: Comprobar los resultados de  métodos de esterilización masiva;  Infligir heridas a los prisioneros  o infectarlos con enfermedades para   estudiar los efectos y probar tratamientos;  Realización de cirugías y  procedimientos innecesarios   en pacientes con fines de investigación  o para formar a profesionales médicos;  Asesinar y diseccionar prisioneros para  investigaciones antropológicas y médicas.

El mentor de Mengele, el doctor Verschuer, pudo  haber organizado su asignación a Auschwitz con   el propósito de apoyar la investigación del  Instituto Kaiser Wilhelm de Antropología,   Genética Humana y Eugenesia.  Durante su estancia en Auschwitz,   Mengele envió a sus colegas en Alemania sangre,  partes de cuerpos, órganos, esqueletos y fetos,   todo ello tomado de prisioneros de Auschwitz.

  Mengele colaboró en los proyectos de investigación   de sus colegas realizando para ellos  estudios y experimentos con prisioneros. Además de su trabajo con el instituto,  Mengele también llevó a cabo sus propios   ensayos con prisioneros de Auschwitz con  la esperanza de publicar los resultados   y obtener así las credenciales para  optar a una cátedra universitaria.

Durante su servicio en Auschwitz,  organizó un complejo de investigación   ubicado en varios barracones. Eligió a  su personal entre los prisioneros que   eran profesionales de la medicina.  Mengele pudo obtener instrumentos   y equipos modernos para sus investigaciones  e incluso creó un laboratorio de patología.

La propia investigación de Mengele y  la que llevó a cabo para el Instituto   Kaiser Wilhelm se centraron generalmente en cómo   los genes se convierten en rasgos  físicos y mentales específicos.

   Cuando se lleva a cabo de forma ética, se trata de  un campo legítimo e importante de la investigación   genética. Sin embargo, el trabajo de Mengele,  Verschuer y sus colegas se vio distorsionado   por su creencia en una teoría pseudocientífica  de la raza que era fundamental para la ideología   nazi. Esta teoría sostenía que las razas humanas  eran genéticamente distintas entre sí. Establecía   una jerarquía de ellas y subrayaba que las razas  “inferiores” eran genéticamente más propensas a   mostrar rasgos negativos que los miembros de las  razas “superiores”.

 Estos rasgos hereditarios   negativos incluían supuestamente algo más que  enfermedades y deficiencias físicas y mentales.   También suponían, sobre el papel, comportamientos  socialmente inaceptables o inmorales, como el   vagabundeo, la prostitución y la delincuencia.  Según la falsa teoría de la raza, los matrimonios   mixtos entre razas transmitían rasgos  negativos a las “superiores” y las socavaban.

Mengele trató de identificar marcadores físicos y  bioquímicos específicos que pudieran identificar   definitivamente a los miembros de determinadas  razas. Él y sus colegas creían que encontrar   dichos marcadores era de vital importancia  para preservar la supuesta superioridad   racial del pueblo alemán.

 Para todos ellos, la  importancia de la investigación justificaba la   realización de experimentos dañinos  y letales con personas -en este caso,   prisioneros de Auschwitz- a las que  consideraban racialmente inferiores. Mengele obtenía sus víctimas principalmente de  dos grupos étnicos: los romaníes y los judíos.   Estos grupos eran de especial interés para los  investigadores biomédicos de la Alemania nazi,   ya que la ideología nacionalsocialista consideraba  que tanto los romaníes como los judíos eran   “infrahumanos” y suponían una amenaza para la  “raza” alemana. Por este motivo, los científicos  

nazis no consideraban que la ética médica  fuera aplicable a los miembros de estos grupos. Mientras Mengele servía en Auschwitz-Birkenau,  más de 20.000 romaníes fueron encarcelados allí   y cientos de miles de judíos llegaron  en transportes.

 En ningún otro lugar   del mundo podían los científicos tener  acceso a tantos miembros de estos grupos   concentrados en un solo lugar. Y en ninguna  otra área tenían el poder de experimentar con   seres humanos de la forma que quisieran.  Mengele comentó a un colega que sería un   crimen no aprovechar las oportunidades de  experimentación humana de Auschwitz-Birkenau. Además de elegir a los romaníes como sujetos  para sus experimentos médicos, Mengele realizó   un estudio antropológico de los hombres, mujeres  y niños pertenecientes a este pueblo en el campo.  

Cuando hubo un brote de Noma, una  gangrena desarrollada en la boca,   entre los niños romaníes del centro de  reclusión, asignó médicos prisioneros   para estudiarlo. El Noma es una infección  bacteriana que afecta principalmente a   los pequeños extremadamente desnutridos.

  Sin embargo, Mengele creía que los niños   romaníes de Auschwitz sufrían de Noma debido a  su herencia y no a las condiciones del campo.   Varios niños enfermos fueron asesinados para  que sus cabezas y órganos preservados pudieran   ser enviados a la Academia Médica de las SS en  Graz y a otras instalaciones para su estudio. Al final, los médicos prisioneros  descubrieron cómo curar el Noma,   que por aquel entonces era habitualmente  mortal.

 Sin embargo, de manera indiferente,   todos los niños curados fueron finalmente  asesinados en las cámaras de gas. Mengele estaba especialmente interesado en los  gemelos idénticos que, en la década de 1930,   constituían uno de los principales focos de la  investigación genética humana. Antes de la Segunda   Guerra Mundial, Verschuer y otros investigadores  biomédicos utilizaban gemelos para estudiar   la base hereditaria de las enfermedades.

 Estos  primeros investigadores obtenían el consentimiento   de los gemelos o de sus padres, pero era difícil  para ellos reclutar a muchos gemelos para estos   estudios. En Auschwitz, sin embargo, Mengele  recogió cientos de pares de gemelos de entre los   judíos que llegaron allí en los transportes  y de entre los romaníes. Hasta entonces,   ningún investigador había podido estudiar y  experimentar con un número tan grande de gemelos.

Mengele ordenó a su personal que midiera y  registrara todos los aspectos del cuerpo de   los gemelos. Extraía grandes  cantidades de sangre de los   gemelos y a veces les practicaba  otros procedimientos dolorosos. Tal fue el caso de Renate Guttman.

 En Auschwitz,  se convirtió en la número 70917, fue separada de   su hermano y de su madre y llevada a un hospital  donde le tomaron medidas, le hicieron radiografías   y le sacaron sangre del cuello. En una ocasión, la  ataron a una mesa y la cortaron con un cuchillo.  Otra superviviente del Holocausto,  Lorenc Menasche, recordó más tarde:   “También nos ponían inyecciones por  todo el cuerpo. Como resultado de esto,   mi hermana cayó enferma. Se le hinchó el  cuello a causa de una grave infección.

 La   llevaron al hospital y la operaron sin  anestesia en condiciones primitivas”. Los experimentos que Mengele realizó en gemelos  incluyeron la amputación innecesaria de miembros,   infectando intencionadamente a un gemelo  con tifus o alguna otra enfermedad,   y transfiriendo la sangre de un gemelo al otro.

La testigo Vera Alexander describió cómo Mengele  cosió a dos gemelos romaníes, espalda con espalda,   en un burdo intento de crear gemelos unidos; como  cabía de esperar, ambos niños murieron de gangrena   tras varios días de inmenso sufrimiento. Muchas de las víctimas morían mientras   eran sometidas a estos procedimientos, y  las que sobrevivían a los experimentos a   veces eran asesinadas y sus cuerpos disecados  una vez que Mengele ya no podía utilizarlos.

Miklós Nyiszli, médico prisionero en Auschwitz,   recordó una ocasión en la que Mengele mató  personalmente a catorce gemelos en una noche   inyectándoles cloroformo en el corazón. Si  uno de los gemelos moría por enfermedad,   mataba al otro para poder realizar informes post  mortem comparativos.

 Después de estudiar las   autopsias, enviaba algunos de sus órganos  al Instituto Kaiser Wilhelm de Berlín. Cuando Mengele realizaba selecciones de los judíos  que llegaban a la rampa de Auschwitz-Birkenau,   también buscaba seres humanos con anomalías  físicas. Entre ellas había personas con enanismo,   con gigantismo o con pie equino varo.

  Sus experimentos en torno al enanismo   y a anomalías físicas incluían la toma de  medidas físicas, la extracción de sangre y   de dientes sanos y el tratamiento con  medicamentos y rayos X innecesarios.  Después de estudiar a estas personas,  Mengele las asesinaba y enviaba sus   cuerpos a Alemania para que también  los estudiaran los investigadores.

Elizabeth Ovitz, una persona con enanismo  superviviente de los experimentos de Mengele,   recordó más tarde: “Es imposible expresar con  palabras el dolor intolerable que sufrimos,   que continuó durante muchos días después  de que cesaran los experimentos”. Mengele también buscaba romaníes y judíos con  heterocromía, una afección en la que los ojos   de una persona difieren entre sí en cuanto  al color. Uno de los colegas de Mengele en   el Instituto Keiser Wilhelm estaba particularmente  interesado en esta condición. Mató a personas con  

heterocromía para poder extirparles los ojos y  enviarlos a Berlín para su estudio. Sin embargo,   Mengele seguía conservando cientos  de ojos humanos clavados en la pared   de su laboratorio ”como una colección de  mariposas”. Así lo consideraba él mismo. La mayoría de las víctimas de los experimentos  médicos de Mengele eran niños.

 Mengele era   amable con los pequeños que seleccionaba para  las pruebas. Vivían en barracones separados   de los demás prisioneros y recibían una  alimentación y un trato algo mejores.  Moshe Offer, un superviviente de los  experimentos de Mengele, recordó más tarde:  “Mengele nos visitaba como ese tío al que  todos quieren, trayéndonos chocolate.

 Antes   de aplicarnos el bisturí o una jeringuilla, nos  decía: ‘No tengáis miedo, no os va a pasar nada’.   Luego inyectaba sustancias químicas. Operó la  columna vertebral de mi hermano Tibi. Después   de los experimentos nos traía regalos. En  ensayos posteriores, nos clavó alfileres   en la cabeza. Las cicatrices de los pinchazos  aún son visibles. Un día se llevó a Tibi.

 Mi   hermano estuvo fuera varios días. Cuando volvió,  tenía la cabeza vendada. Murió en mis brazos”. Mengele utilizó a niños para sus propios  experimentos y también para apoyar el trabajo del   Instituto Wilhelm Keiser. Colaboró en un estudio  sobre el cambio de color de los ojos introduciendo   en los globos oculares de niños y recién nacidos  una sustancia química suministrada por uno de sus   colegas. Los resultados fueron desde irritación  e hinchazón hasta ceguera e incluso la muerte.

La doctora húngara Gisella  Perl, mencionada anteriormente,   describió las secuelas y los momentos  posteriores a un asesinato brutal, otro más,   perpetrado por Mengele. “Sacó un trozo de jabón  perfumado de una bolsa y, silbando muy alegre,   con una sonrisa de profunda satisfacción en  el rostro, empezó a lavarse las manos”.

 Esto   demuestra su naturalidad con los asesinatos y, por  supuesto, falta de sensibilidad con las víctimas. Por otro lado, un prisionero al que se  le asignó el cuidado de gemelos judíos   seleccionados para los experimentos  de Mengele describió más tarde cómo   los niños reaccionaban emocional  y físicamente a los tratamientos: “Se tomaban muestras de sangre primero  de los dedos y luego de las arterias,   dos o tres veces de las mismas víctimas  en algunos casos.

 Los niños gritaban e   intentaban taparse para evitar que los tocaran.  El personal recurrió a la fuerza. También les   pusieron gotas en los ojos. Algunas  parejas de niños recibieron gotas en   ambos ojos y otras sólo en uno. Los resultados  de estas prácticas fueron dolorosos para las   víctimas. Sufrían una grave hinchazón de  los párpados, una sensación de quemazón”.

A su vez, el superviviente del holocausto Alex  Dekel relató haber presenciado cómo Mengele   realizaba una operación quirúrgica sin anestesia,  extirpando corazones y estómagos de las víctimas.   Yitzhak Ganon, un judío superviviente de Auschwitz  del norte de Grecia deportado a Auschwitz a la   edad de 20 años, relató en 2009 cómo después de  que Mengele le extirpara un riñón sin anestesia,   se vio obligado a volver al trabajo  sin siquiera tomar analgésicos. Mengele también buscaba mujeres embarazadas,  con las que realizaba experimentos antes de  

enviar a muchas de ellas a las cámaras de gas. La superviviente checa del Holocausto Ruth Elias   estaba embarazada cuando la trasladaron del  gueto de Theresienstadt a Auschwitz. Más tarde   recordó: “Di a luz a una preciosa niña rubia  y grande, pero Mengele ordenó que me vendaran   el pecho para que, como él decía, “podamos ver  cuánto tiempo puede sobrevivir un recién nacido   sin comer””.

 Después de ver sufrir a su bebé  durante varios días, una doctora checa le dio   a Elias una jeringuilla con una sobredosis de  morfina para acabar con la agonía de la niña. Otra superviviente de Auschwitz, la Dra.  Olga Lengyel, recordó cómo después de que   Mengele supervisara el nacimiento de un  niño con meticuloso cuidado y curiosidad,   al cabo de una hora envió tanto a la  madre como al niño a la cámara de gas. 

En otra ocasión, arrancó a un  bebé del vientre de su madre.   Como esperaba que nacieran  gemelos y no fue el caso,   arrojó al niño a un horno, decepcionado  por no ver cumplidas sus expectativas.

 En enero de 1945, ante el avance del Ejército Rojo  soviético por el oeste de Polonia, Mengele huyó de   Auschwitz con el resto del personal de las SS del  campo. Pasó los meses siguientes sirviendo en el   campo de concentración de Gross-Rosen y sus  subcampos. En los últimos días de la guerra,   se puso un uniforme del ejército alemán  y se unió a una unidad militar que,   una vez finalizada la guerra, se rindió  a las fuerzas militares estadounidenses.

Haciéndose pasar por oficial del ejército alemán,   Mengele se convirtió en prisionero de  guerra estadounidense. Sin embargo,   el ejército norteamericano lo liberó  a principios de agosto de 1945,   sin saber que el nombre de Mengele ya figuraba  en una lista de criminales de guerra buscados. Desde finales de 1945 hasta la primavera de  1949, trabajó con un nombre falso como peón   agrícola cerca de Rosenheim, en Baviera,  y desde allí pudo establecer contacto   con su familia. Cuando los investigadores  estadounidenses de crímenes de guerra se  

enteraron de los delitos de Mengele en Auschwitz,  intentaron encontrarlo y arrestarlo. Sin embargo,   basándose en las mentiras de la familia  de Mengele, los investigadores llegaron   a la conclusión de que estaba muerto. Los  esfuerzos de Estados Unidos por arrestarlo   obligaron a Mengele a reconocer que no estaba  seguro en Alemania y, con el apoyo financiero   de su rica familia, emigró a Argentina  con otro nombre falso en julio de 1949.

En 1956 ya estaba bien establecido en Argentina  y se sentía tan seguro que obtuvo la ciudadanía   como José Mengele. En 1959, sin embargo,  se enteró de que los fiscales de Alemania   Occidental sabían que estaba allí y buscaban su  arresto. Mengele emigró a Paraguay y obtuvo allí   la ciudadanía.

En mayo de 1960, agentes de los  servicios de inteligencia israelíes secuestraron   a Adolf Eichmann en Argentina y lo llevaron  a Israel para ser juzgado. Suponiendo que los   israelíes también le buscaban, Mengele huyó de  Paraguay. Con el apoyo de su familia en Alemania,   pasó el resto de su vida bajo un nombre  falso cerca de São Paulo, en Brasil. Cuando su hijo Rolf lo visitó allí en 1977,   se encontró con un “nazi impenitente”  que afirmaba que nunca había hecho   daño a nadie de manera personal y que sólo  cumplía con sus obligaciones como oficial. El 7 de febrero de 1979, Mengele, que  entonces tenía 67 años, sufrió un derrame

cerebral y murió ahogado mientras nadaba en  un centro de vacaciones cerca de Bertioga,   en Brasil. Fue enterrado en un suburbio de São  Paulo bajo el nombre falso de “Wolfgang Gerhard”. Mengele, el más notorio de los médicos nazis y  una de las figuras más infames del Holocausto,   eludió así el arresto durante 34 años  y nunca fue llevado ante la justicia.

No se derramaron lágrimas por Josef Mengele.