Desperté con arena en la boca y el sol, quemándome la espalda destrozada por las rocas. Las olas me lamían los pies mientras trataba de recordar cómo había llegado hasta aquí. Mi barco, el Santa Elena, había naufragado durante la tormenta más violenta que había visto en mis 20 años navegando.

Recordaba el mástil partiéndose como un palillo y luego nada más. Hasta ahora me incorporé con dificultad y miré alrededor buscando señales de otros supervivientes, pero la playa estaba vacía, excepto por restos de madera que las olas traían y llevaban. La isla parecía un paraíso tropical con acantilados de piedra caliza cubiertos de vegetación espesa y agua turquesa cristalina.
Si no estuviera medio muerto, habría apreciado la belleza del lugar. Me arrastré hacia la sombra de unas palmeras cuando las vi, pero de pronto mis ojos vieron algo que mi cerebro no llegaba a procesar. Al principio pensé que alucinaba por la deshidratación. Eran mujeres o eso parecía desde lejos. Pero mientras se acercaban noté que algo estaba terriblemente mal o maravillosamente diferente dependiendo de cómo lo mirara.
Tenían cuerpos humanoides, pero cubiertos de un pelaje corto con patrones de tigre, orejas de gato en la parte superior de sus cabezas, colas largas y ralladas que se movían independientemente y rostros que eran una mezcla imposible entre humano y felino. Me rodearon con lanzas hechas de hueso y una de ellas, que parecía la líder por sus ornamentos más elaborados, se acercó y me olfateó. Literalmente me olfateó como un gato estudiando algo nuevo.
Luego se volvió hacia las otras y maulló algo en un idioma que sonaba como una mezcla de ronroneos y palabras. Todas cayeron de rodillas al mismo tiempo. No entendía qué estaba pasando, pero las felinas me levantaron con cuidado extremo, como si fuera de cristal, y me llevaron en una especie de camilla improvisada hacia el interior de la isla.
Durante el trayecto no dejaban de mirarse entre ellas y susurrar en su extraño idioma. Y ocasionalmente una se acercaba a tocarme con reverencia para luego retroceder rápidamente. El poblado estaba ingeniosamente construido en los árboles gigantes que dominaban esa parte de la isla. Puentes de cuerda conectaban plataformas donde había choas hechas de madera y hojas trenzadas.
Todo el lugar olía a mar, frutas tropicales y algo felino que no podía describir exactamente. Me llevaron a la plataforma más grande donde una felina más vieja esperaba. Su pelaje era blanco con rayas grises y sus ojos verdes me estudiaron intensamente antes de hablar en un español rudimentario, pero comprensible.
Tú ser el que viene del mar. dijo con voz que era mitad ronrone o mitad palabras humanas. Soy solo un náufrago respondí confundido. Ella negó con la cabeza y señaló unas pinturas en las paredes de madera. Mostraban a un hombre saliendo del océano mientras criaturas felinas lo esperaban en la playa. La similitud con lo que acababa de pasarme era inquietante.
Profecía antigua. Decir que cuando tierra tiembla y cielo llora fuego. El Salvador venir del mar para proteger a las hijas de la luna. Creo que hay un malentendido empecé a decir, pero ella me interrumpió. No, malentendido. Tú tener marca.
señaló mi hombro donde tenía un tatuaje de un tigre que me había hecho años atrás en Singapur durante una borrachera. Para ellas era la prueba definitiva. Me trataron mis heridas con hierbas que ardían, pero sanaban rápidamente y me alimentaron con pescado crudo, que para mi sorpresa estaba delicioso cuando lo preparaban ellas. La felina anciana, que se llamaba Rayaka, me explicó más sobre su pueblo mientras las jóvenes guerreras me observaban desde las sombras.
nosotras ser últimas de nuestra especie, vivir aquí por mil lunas esperando El Salvador. Nuestra isla estar muriendo lentamente. Agua negra viene del centro, mata peces, enferma árboles. Me mostró hacia el centro de la isla donde efectivamente podía ver una zona donde la vegetación estaba marrón y marchita, expandiéndose como una infección.
Antigua leyenda, decir que solo el que viene del mar puede entrar al corazón oscuro y limpiarlo. Nosotras no poder acercarnos sin enfermar. Pero yo no tengo poderes especiales, protesté. Soy solo un marinero común. Una felina joven se acercó entonces. Era diferente a las demás. Su pelaje era negro con apenas algunas rayas visibles y sus ojos eran de un azul imposible.
Se presentó en mejor español que Rayaká. Me llamo Sombra. Yo aprendí idioma de humanos de libros que llegan a playa a veces. Sé que no crees ser salvador, pero profecía no habla de poderes mágicos, habla de valentía y sacrificio. ¿Y qué pasa si me voy si no soy su salvador? El silencio fue pesado antes de que Rayaka respondiera.
Si Salvador rechaza destino, hijas de luna desaparecen antes de próxima luna llena. Es lo que dice profecía. Quedan solo 12 soles. Sombra se convirtió en mi guía y traductora mientras exploraba la isla tratando de entender qué estaba pasando realmente.
me mostró que no eran salvajes, sino que tenían una cultura compleja con arte, música hecha con instrumentos de hueso y concha y un sistema de escritura que combinaba pictogramas con marcas de garras. “¿Cuántas son?”, pregunté mientras observaba a las cachorras jugando. “Quedan 53 de nosotras. No hay machos desde hace tres generaciones. Como antigua maldición o bendición, depende de cómo lo veas.
Podemos reproducirnos sin machos, pero cada generación somos menos y más débiles. Yo soy de última generación y probablemente no podré tener crías. Había tristeza en su voz que me dolió escuchar. Mientras caminábamos me mostraba las maravillas de su mundo. Cascadas ocultas donde se bañaban, cuevas con cristales que brillaban en la oscuridad, árboles con frutas que no existían. en ningún otro lugar. Tu mundo es hermoso. Admití, era hermoso.
Mira, me llevó al borde de la zona muerta. El contraste era brutal. De un lado, vegetación exuberante y vida. Del otro, muerte y podredumbre. El olor era nauseabundo y podía ver un líquido negro burbujeando desde grietas en el suelo. Comenzó hace seis lunas. Cada día crece más.
Calculamos que en 12 días llegará al poblado. Han tratado de investigar qué lo causa. Las que se acercan demasiado enferman y mueren en días. Solo el Salvador puede entrar según profecía. Miré hacia el centro de la zona muerta donde parecía estar el origen. Había algo ahí, una estructura que no parecía natural. Contra los ruegos de Rayaka, decidí acercarme más a la zona muerta.
Si iba a ayudarlas, necesitaba entender qué enfrentaba. Sombra insistió en acompañarme hasta donde fuera seguro para ella. Mientras nos acercábamos, encontré algo perturbador. Entre la vegetación muerta había restos de metal oxidado y lo que parecían ser equipos científicos antiguos. Incluso encontré parte de un letrero en inglés que decía Athion Z. Biological research.
¿Qué es investigación biológica?, preguntó Sombra leyendo sobre mi hombro. Experimentos con vida. Esto no es natural. Alguien causó esto. Mi mente empezó a atar cabos. Una estación de investigación secreta en una isla remota. Experimentos biológicos, seres híbridos entre humanos y animales. Las hijas de la Luna no eran una especie natural, sino el resultado de experimentación genética. Sombra.
¿Qué tan atrás llegan sus historias más antiguas? Abuela, de abuela de Rayaka fue primera madre. Ella despertó un día en playa sin memorias de antes. Todo encajaba. Algún tipo de experimentación genética había creado a estas criaturas probablemente hace unos 100 años y algo había salido mal con la instalación causando fugas de lo que sea que estuvieran desarrollando. No les dije mis sospechas todavía.
¿Cómo explicarles que probablemente eran el resultado de experimentos humanos? que su profecía del Salvador podría ser memorias distorsionadas de sus creadores. Esa noche, mientras las observaba realizar una danza ritual bajo la luna llena, me di cuenta de que no importaba su origen. Eran seres conscientes con su propia cultura y merecían vivir. No podía dormir pensando en todo lo que había descubierto. sombra vino a verme en la plataforma que me habían asignado.
¿Estás preocupado? No era una pregunta. Creo que puedo ayudar, pero es peligroso. Y no soy ningún salvador, solo un hombre que sabe un poco de química y mecánica. Ella se sentó a mi lado con movimientos fluidos, típicamente felinos, y su cola se enrolló alrededor de sus piernas.
¿Sabes qué creo? Creo que profecía no es mágica. Creo que ancestros sabían que algún día alguien vendría del mundo exterior que entendería lo que nosotras no podemos. Eres más lista de lo que aparentas. Todos felinos somos listos. Solo fingimos no serlo para que presas se confíen. Había humor en su voz, pero también verdad.
Si entro a esa zona y no sobrevivo, ¿qué harán? Morir con dignidad, sabiendo que Salvador lo intentó. Mejor que esperar muerte lenta. Su pragmatismo me sorprendió y me hizo respetarla más. Le conté mis sospechas sobre el origen de su especie y para mi sorpresa, no se alteró. ¿Cambia algo eso? Seguimos siendo nosotras. Seguimos queriendo vivir. Tenía razón completamente.
Esa noche decidí que al día siguiente entraría a la zona muerta. No porque fuera un salvador profetizado, sino porque era lo correcto. Sombra ronroneó suavemente a mi lado hasta que me quedé dormido. Fue el sonido más reconfortante que había escuchado en años. Todo el poblado se reunió para mi partida hacia el corazón oscuro.
Me habían preparado con rituales que no entendía, pero que claramente eran importantes para ellas. Pintaron mi piel con símbolos que, según Rayaka, me protegerían, aunque sospechaba que era más para darles esperanza que por efecto real. Había construido una máscara rudimentaria con tela y carbón que esperaba me protegiera de gases tóxicos.
También llevaba una bolsa con cal que había encontrado en la playa, recordando de mis días en la Marina Mercante que podía neutralizar ciertos químicos. Si no regreso en dos días, no envíen a nadie trás de mí, le dije a Sombra. regresarás. Tienes que hacerlo. Había algo en sus ojos que no era solo esperanza por su pueblo. Me di cuenta de que había desarrollado sentimientos hacia mí, lo cual complicaba todo infinitamente. Sombra. No digas nada, solo regresa.
Caminé hacia la zona muerta mientras 53 pares de ojos felinos me observaban. La responsabilidad pesaba más que cualquier carga que hubiera llevado en mi vida. No era solo sus vidas, sino su esperanza lo que cargaba. Los primeros metros en la zona muerta fueron soportables, pero el olor empeoraba rápidamente.
La máscara ayudaba poco y mis ojos lagrimeaban por los vapores. Seguí el rastro de metal oxidado y equipos abandonados hacia lo que parecía ser el epicentro. Lo que encontré me heló la sangre más que cualquier tormenta en alta mar. En el centro de la zona muerta había un búnker de concreto parcialmente colapsado. Por las grietas salía el líquido negro que había estado envenenando la isla.
Encontré una entrada parcialmente bloqueada y me arrastré dentro. El interior era una pesadilla de laboratorio abandonado, tanques rotos con restos de lo que parecían ser especímenes, computadoras destruidas por décadas de humedad y documentos parcialmente legibles esparcidos por todas partes. Uno captó mi atención. Proyecto Quimera. Fase tres, híbridos exitosos. Había fotos.
Las primeras hijas de la luna en tanques de cristal con científicos posando orgullosos a su lado. La fecha era de 1954. Seguí leyendo fragmentos y la historia se volvía más oscura. Habían creado a estas criaturas como sers sooldados para una guerra que nunca llegó. Cuando el proyecto fue cancelado, decidieron eliminar a los especímenes, pero algo salió mal.
Un diario personal parcialmente quemado contaba el resto. Las criaturas escaparon. Los científicos intentaron activar un protocolo de eliminación que liberaría toxinas, pero el sistema falló y quedó goteando lentamente. El autor murió antes de poder desactivarlo. Encontré la fuente, un tanque masivo en el sótano del búnker, corroído, pero aún liberando su contenido venenoso.
Había un panel de control milagrosamente intacto, protegido en una caja hermética. Las instrucciones de emergencia estaban pegadas al lado, descoloridas, pero legibles. Con manos temblorosas, seguía el procedimiento de cierre de emergencia. Válvula A, cerrar. Interruptor B, apagar. Botón C, mantener presionado por 30 segundos.
El sistema murió con un suspiro mecánico, pero cerrar la fuga no era suficiente. El veneno ya en la Tierra seguiría expandiéndose a menos que Recordé algo de mis días estudiando en la Marina sobre bioremediación. La CAL que había traído podría neutralizar parcialmente los químicos, pero necesitaba más, mucho más. Entonces vi los barriles, docenas de barriles con neutralizador de emergencia en las paredes del búnker.
El problema era que habían estado ahí por 70 años. La mayoría estaban corroídos, pero algunos en el fondo parecían intactos. Pasé horas arrastrándolos fuera del búnker y abriéndolos. El polvo blanco del interior parecía aún viable. Trabajé hasta que el sol se puso, esparciendo el neutralizador en círculos concéntricos desde el centro hacia afuera.
Era un trabajo agotador y mis manos sangraban de manejar los barriles oxidados. Pero continué. Si la profecía decía que el Salvador vendría del mar para salvarlas, entonces haría todo lo posible para cumplirla, real o no. Para mi asombro y alivio funcionó. donde el polvo tocaba, el suelo contaminado, el negro se volvía gris y luego café normal. No reviviría las plantas muertas inmediatamente, pero detendría la expansión y eventualmente la naturaleza se recuperaría. Cuando finalmente salí de la zona muerta, tambaleándome de agotamiento, las encontré esperando en
el borde. Todas, incluso las cachorras que deberían estar durmiendo. Sombra corrió hacia mí antes de que colapsara. Lo hiciste. El negro se detiene. Podemos olerlo. Las celebraciones duraron toda la noche, pero yo dormí a través de la mayoría. exhausto en la plataforma mientras Sombra velaba mi sueño. Cuando desperté, Rayaka me esperaba con el consejo de ancianas.
Les conté todo lo que había descubierto, usando a Sombra como traductora para los detalles complejos. Les expliqué que no eran criaturas de leyenda, sino el resultado de ciencia humana, que su profecía probablemente venía de memorias distorsionadas de los científicos originales. Esperaba que se sintieran traicionadas o furiosas, pero su reacción me sorprendió.
Entonces, humanos nos crearon, dijo Rayakaca pensativa, y humano nos salvó. Profecía sigue siendo verdad, pero no soy especial. Cualquier persona con conocimientos básicos podría haber hecho lo que hice, pero solo tú llegaste. Solo tú lo hiciste. Eso te hace salvador. No podía discutir esa lógica. Sombra añadió algo que me dejó sin palabras.
Además, profecía tiene segunda parte que no te dijimos. Segunda parte. Rayaka asintió y recitó. Salvador debe elegir regresar al mar de donde vino o quedarse y ser padre de nueva era. Padre de nueva era sin machos desaparecemos en pocas generaciones.
Pero si Salvador elige quedarse, la implicación era clara y me dejó sin aliento. Querían que me quedara no solo como salvador, sino como reproductor. La idea era tan absurda que casi me río, pero vi sus rostros serios y esperanzados. Eso es biológicamente imposible. Somos especies diferentes. Sombra negó con la cabeza y me mostró más documentos que habían guardado del búnker.
Científicos nos hicieron genéticamente compatibles con humanos. era parte del diseño por si necesitaban más especímenes. Dos días después, mientras ayudaba a limpiar los últimos restos de contaminación, vi un barco en el horizonte. Mi señal de fuego había funcionado o simplemente era coincidencia, pero ahí estaba mi rescate, mi vuelta a la civilización. Las hijas de la luna también lo vieron.
No dijeron nada, pero podía sentir la tensión en el aire. Sombra había estado distante desde la revelación sobre la segunda parte de la profecía, evitándome activamente. La encontré en su lugar favorito, una cueva tras la cascada donde iba a pensar. “El barco viene por ti”, dijo sin mirarme.
“No he decidido nada todavía.” “¿Qué hay que decidir? ¿Eres humano, perteneces con humanos? ¿Y ustedes no merecen una oportunidad de sobrevivir?” Finalmente me miró y había lágrimas en sus ojos imposiblemente azules. No a costa de tu libertad. Salvaste isla, cumpliste profecía, no debes nada más. Y si quiero quedarme no por deber, sino por decisión propia, no seas tonto.
¿Por qué querrías vivir en isla primitiva con criaturas que ni siquiera son verdaderamente naturales? Porque en una semana aquí me he sentido más útil y necesitado que en 30 años en el mundo exterior. Porque ustedes me ven como héroe, no por lo que represento, sino por lo que hice y porque me detuve inseguro de continuar.
¿Porque, ¿qué? Porque me importas, sombra, más de lo que debería. El barco ancló en la bahía y bajó un bote con tres marineros. Los observé desde los acantilados mientras Rayaka y el consejo esperaban mi decisión. No las presionaban, pero podía sentir el peso de sus esperanzas. Bajé a la playa solo. Los marineros me reconocieron inmediatamente.
Marcus, por Dios, estás vivo. Toda la compañía te dio por muerto. Llevamos semanas buscando supervivientes. ¿Hay otros? Dos, el cocinero y el contramaestre. Los demás negaron con la cabeza. 22 hombres buenos perdidos por una tormenta. Miré hacia la selva, donde sabía que 33 pares de ojos me observaban ocultos. Necesito recoger algunas cosas.
¿Pueden esperar una hora? Por supuesto. Tómate tu tiempo. Subí de vuelta al poblado donde todas esperaban en silencio. Fui a mi plataforma y recogí el diario que había estado escribiendo sobre todo lo ocurrido. Luego me acerqué a Rayaka. Necesito que me prometas algo, lo que Salvador pida. Si me quedo, será como igual, no como prisionero o semental.
Ayudaré a preservar su especie, pero a mi manera, con respeto y dignidad para todas. ¿Te quedas? La esperanza en su voz era palpable. Necesito enviar un mensaje con el barco, decirle a mi familia que estoy bien, pero que encontré algo aquí. Luego sí me quedo. El júbilo fue inmediato, pero callado, conscientes de que los marineros podían escuchar. Sombra me abrazó.
Su ronroneo vibrando contra mi pecho. Bajé de nuevo a la playa con mi diario envuelto en tela impermeable. Se lo entregué al capitán del bote. Necesito que entregues esto a la compañía naviera oriental en Hong Kong. Es importante. ¿No vienes con nosotros? Encontré algo aquí. Un propósito. Hay supervivientes locales que necesitan ayuda. Gente nativa que perdió todo en un desastre ecológico.
Voy a quedarme y ayudarles a reconstruir. Me miraron como si estuviera loco. Marcus, hay civilización. tu familia, tu vida, mi vida está aquí ahora. Diles que morí en el naufragio si prefieren. Será más fácil para todos. El capitán me estudió largamente y luego asintió. Si es tu decisión, necesitas suministros, medicina, herramientas, todo lo que puedan dejar será bienvenido.
Me dejaron dos cajas de suministros médicos, herramientas básicas y algunos libros que tenían. Mientras el barco se alejaba, me pregunté si había tomado la decisión correcta. Luego sentí una mano peluda tomar la mía. Sombra estaba a mi lado. No te arrepentirás, prometió. Lo sé y lo sabía porque por primera vez en mi vida estaba exactamente donde necesitaba estar. Mi vida en la isla tomó un ritmo que nunca esperé, pero que se sentía correcto.
Por las mañanas enseñaba a las jóvenes a leer los libros que habíamos salvado del búnker y los que dejó el barco. Por las tardes trabajaba con las cazadoras, mejorando sus técnicas de pesca y agricultura básica. Por las noches documentaba su cultura, su idioma, sus historias. La relación con Sombra evolucionó naturalmente. No fue forzada ni apresurada.
Las diferencias físicas eran obvias, pero no insuperables. Su inteligencia, humor y lealtad la hacían más humana que muchos humanos que había conocido. Cuando finalmente nos unimos como pareja fue con bendición de todo el pueblo y una ceremonia que mezclaba sus tradiciones con las pocas que recordaba de mi mundo.
¿Crees que funcionará? me preguntó una noche mientras observábamos las estrellas desde la plataforma más alta. Lo de preservar nuestra especie. Los documentos del laboratorio sugieren que sí, pero incluso si no habremos construido algo aquí, una comunidad, una familia, un hogar. Ella ronroneó apoyada en mi hombro y su cola enrollada alrededor de mi cintura se había vuelto tan natural como respirar.
Rayaka me había enseñado que la profecía tenía una tercera parte que nunca mencionaron. El Salvador transformará y será transformado. No entendí hasta que me vi reflejado en el agua una mañana. No había cambiado físicamente, pero algo en mis ojos era diferente. Más salvaje, más libre, más vivo. Las hijas de la luna me habían salvado tanto como yo a ellas.
Desperté con el sonido que había cambiado todo, el llanto de un bebé, pero no cualquier llanto, sino uno que mezclaba el maullido felino con el llanto humano. Sombra sostenía a nuestra hija, la primera de la nueva era, como la llamaban. Era perfecta en su imposibilidad. Piel con un suave pelaje negro apenas visible. Orejas ligeramente puntiagudas, pero no completamente felinas.
Ojos azules como su madre, pero redondos como los míos, y una pequeña cola que movía cuando estaba contenta. Es hermosa, susurré. Es esperanza, corrigió Sombra. No fue la única. Otras tres de las hijas de la luna habían quedado embarazadas, cada una eligiendo libremente formar familia conmigo con total apoyo de la comunidad.
Era un arreglo extraño para los estándares humanos, pero aquí funcionaba. No era un arén, sino una familia extendida donde todos cuidaban de todos. El diario que envié con el barco fue publicado como ficción. Las crónicas de la isla perdida se convirtió en bestseller y nadie sospechó que era real. Mejor así. Este paraíso necesitaba permanecer oculto.
La zona muerta se había recuperado completamente y donde antes había veneno, ahora crecían las flores más hermosas de la isla. A veces llevaba a mi hija ahí y le contaba la historia de cómo su padre, el Salvador, había limpiado la oscuridad, aunque para ella yo era simplemente papá. ¿Te arrepientes? Me preguntó Rayaka en su español cada vez mejor observábamos a la nueva generación jugar.
Miré a mi familia imposible, mi hogar improbable, mi vida impensable y sonreí nunca. Porque algunas veces naufragar no es perderse, sino encontrarse exactamente donde el destino, la profecía o simple casualidad querían que estuvieras. Y algunas veces, solo algunas veces, el náufrago descubre que no estaba navegando hacia ningún puerto, sino huyendo de una vida vacía hacia algo extraordinario que lo esperaba en una isla que no aparece en ningún mapa.
Las hijas de la Luna ya no están condenadas. La nueva era ha comenzado y yo, Marcus el marinero, Marcus el náufrago, Marcus el Salvador. Finalmente estoy en casa.
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