1995 – Pareja mexicana DESAPARECE en su luna de miel, 12 años después encuentran al novio con AMANTE…

En 1995, una pareja recién casada salió de Guadalajara rumbo a su luna de miel y jamás llegó a su destino. Durante 12 años nadie supo qué ocurrió en aquella carretera. Hasta que un día el misterio se rompió. El novio apareció vivo, pero con otra mujer. Guadalajara, 15 de junio de 1995. El sol brillaba como nunca ese sábado por la mañana.
¿Alguna vez has visto a una novia que irradia felicidad pura? Mabel Gutiérrez era exactamente eso. En los 23 años, con su vestido blanco que había soñado desde niña, caminaba hacia el altar de la iglesia de San José con una sonrisa que podría iluminar toda la ciudad. Arthur Fontalvo la esperaba frente al altar, alto, elegante, con esos ojos que habían conquistado Amabel desde el primer día que se conocieron en la universidad.
A los 26 años, Arthur trabajaba como ingeniero en una empresa constructora y tenía todo lo que una mujer podría desear: estabilidad, carisma y un futuro prometedor. La ceremonia fue perfecta. Las familias lloraron de emoción. Doña Cecilia Gutiérrez, la madre de Mabel, no podía contener las lágrimas. “Mi hija, te ves hermosa”, le susurró mientras arreglaba su velo por última vez.
Don Armando Fontalvo, el padre de Arthur, estrechó la mano de su nuevo yerno con orgullo. “Cuida bien a mi muchacho”, le dijo Amabel con una sonrisa paternal. Pero, ¿qué es lo que realmente conocemos de las personas que amamos? La recepción se celebró en el salón de eventos Las Flores, decorado con rosas blancas y rojas.
Los mariachis tocaron las mañanitas mientras los novios cortaban el pastel. Arthur alzó su copa y gritó, “Por mi esposa, la mujer más hermosa de todo Jalisco.” Los invitados aplaudieron y vitorearon. Mabel se sonrojó y le dio un beso que selló su destino para siempre, o al menos eso creían todos.
Durante la fiesta, Mabel no podía dejar de hablar de la luna de miel. Amor, ya tengo todo empacado para Puerto Vallarta. Vamos a ser tan felices en esa playa, le decía a Arthur mientras bailaban. Él la abrazaba fuerte y le susurraba al oído. Te amo, Mabel. Vamos a tener la vida que siempre soñamos. Pero Arthur realmente amaba a su nueva esposa, como decía.
Antes de continuar con esta historia que cambió la vida de dos familias para siempre, quiero pedirte un favor. Si esta historia te está atrapando tanto como a mí, suscríbete al canal y déjame un comentario diciéndome desde qué ciudad nos estás viendo. Me encanta saber que hay personas como tú que disfrutan de estos misterios tanto como yo. Ahora sí, continuemos. La fiesta terminó cerca de las 2 de la madrugada.
Los novios se despidieron de sus familias con abrazos y promesas de llamar en cuanto llegaran a Puerto Vallarta. Mabel abrazó a su madre con fuerza. Mamá, cuando regrese te voy a contar todo. Va a ser la luna de miel más hermosa del mundo. Doña Cecilia sonrió, pero algo en su corazón le decía que abrazara a su hija un poco más fuerte esa noche.
¿Será que el instinto de madre a veces puede presentir lo que está por venir? Arthur cargó las maletas en su tsuru azul, modelo 1993. Era un carro sencillo, pero confiable. Con este carrito vamos a recorrer todo México, mi amor”, le había prometido Mabel cuando lo compró 6 meses antes de la boda.
El auto estaba lleno de regalos de boda, ropa para la luna de miel y la cámara fotográfica que Mabel había pedido especialmente para capturar cada momento de su viaje. A las 3:30 de la madrugada del domingo 16 de junio, los recién casados subieron al auto. Mabel llevaba puesto un vestido amarillo con flores, el mismo que había elegido semanas antes, pensando en lo bonita que se vería en las fotos de la playa. Arthur vestía una camisa blanca y pantalones de mezclilla.
Se veían como cualquier pareja joven y enamorada que empieza una nueva vida juntos. ¿Listos para la aventura, señora Fontalvo? Le preguntó Arthur mientras arrancaba el motor. Más que lista, señor Fontalvo”, respondió Mabel riéndose. Era la primera vez que la llamaban por su apellido de casada y le gustaba cómo sonaba.
El plan era sencillo, manejar por la carretera federal hacia Puerto Vallarta, hacer una parada en tequila para desayunar y llegar al hotel antes del mediodía. Habían reservado una suite con vista al mar en el hotel Playa de Oro, el mismo lugar donde Arthur le había propuesto matrimonio seis meses antes. Mientras se alejaban de Guadalajara, Mabel prendió la radio.
Sonaba Amor eterno de Juan Gabriel. Esta va a ser nuestra canción, amor, le dijo a Arthur, cuando seamos viejitos, vamos a recordar esta noche cada vez que la escuchemos. Arthur sonríó. Pero había algo en su mirada que Mabel no notó. Era nerviosismo por el viaje o había algo más profundo que su nueva esposa no conocía.
Las luces de Guadalajara desaparecieron por el espejo retrovisor. Adelante los esperaba la carretera oscura, iluminada solo por los faros del tsuru azul. Mabel se recostó en el asiento y cerró los ojos, soñando con las olas del Pacífico y los días de sol que les esperaban. Eran las 4:15 de la madrugada cuando Arthur detuvo el auto en una gasolinera en las afueras de la ciudad.
“Voy a cargar gasolina y comprar algo de tomar”, le dijo a Mabel. Ella se quedó en el auto mirando las estrellas a través del parabrisas. El empleado de la gasolinera después recordaría que Arthur parecía nervioso, que miraba constantemente hacia los lados como si esperara a alguien, pero en ese momento nadie le dio importancia.
¿Quién hubiera imaginado que esa sería una de las últimas veces que alguien vería a la pareja con vida? A las 4:30 a, Arthur regresó al auto con dos Coca-Colas y una bolsa de cacahuates. Para el camino le dijo Amabel. arrancó nuevamente y tomó la carretera que los llevaría hacia su destino o hacia algo completamente diferente.
El zuru azul desapareció en la oscuridad de la madrugada jalisciense. En el radio seguía sonando música romántica. Mabel tarareaba feliz, ajena a que su vida estaba a punto de cambiar para siempre. ¿Qué pasó realmente en esa carretera solitaria? ¿Por qué Arthur parecía tan nervioso en la gasolinera? Y lo más importante, llegaron los recién casados vivos a Puerto Vallarta.
La respuesta a estas preguntas cambiaría la vida de dos familias y se convertiría en uno de los misterios más impactantes en la historia de México. Domingo 16 de junio, 10:30 a. Doña Cecilia Gutiérrez despertó con una extraña sensación en el pecho. Alguna vez has tenido esa corazonada de que algo no está bien, pero no sabes exactamente qué. Así se sentía la madre de Mabel esa mañana.

Armando, ¿ya llamaste al hotel para ver si llegaron bien los muchachos?, le preguntó a su esposo mientras preparaba el café. Don Armando negó con la cabeza. Mujer, apenas son las 10:30. Déjalos descansar. Seguramente llegaron muy tarde y están durmiendo. Pero doña Cecilia no podía quitarse esa inquietud.
Había acordado con Mabel que la llamaría en cuanto llegaran a Puerto Vallarta sin importar la hora. “Mi hija siempre cumple su palabra”, murmuró mientras marcaba el número del hotel Playa de Oro. “Buenos días, habla desde Guadalajara. Quisiera saber si ya llegaron los señores Arthur Fontalbo y Mabel Gutiérrez. Tienen una reservación para luna de miel.
La respuesta del recepcionista la dejó helada. Señora, estamos esperándolos. Su habitación está lista desde ayer, pero no se han presentado. ¿Está todo bien? ¿Cómo es posible que una pareja desaparezca sin dejar rastro en pleno 1995? A las 11:15 am. Doña Cecilia ya había llamado tres veces más al hotel. Nada, ni rastro de Arthur ni de Mabel.
Su desesperación creció cuando marcó al teléfono de Arthur y solo escuchó el tono ocupado una y otra vez. Algo está mal, Armando, algo está muy mal”, le repetía a su esposo mientras se paseaba por la sala como león enjaulado. Don Armando Fontalvo, el padre de Arthur, recibió la llamada de doña Cecilia a las 11:30 a.
“Compadre, los muchachos no llegaron al hotel. No contestan el teléfono. Tengo muy mal presentimiento. El hombre, que siempre había sido tranquilo y calculador sintió que el suelo se le movía. Su hijo Arthur era responsable, metódico. Jamás habría dejado de avisar si algo hubiera pasado. Cecilia, voy para tu casa. Vamos a ir juntos a buscarlos.
Pero, ¿por dónde empezar a buscar en un país tan grande como México? A las 2:00 pm de ese domingo, las dos familias se reunieron en casa de los Gutiérrez. La sala estaba llena de primos, tíos y amigos cercanos. Todos tenían la misma pregunta. ¿Dónde estaban Arthur y Mabel? Vamos a manejar hacia Puerto Vallarta siguiendo la misma ruta que ellos decidió don Armando.
Si tuvieron una descompostura o un accidente, los vamos a encontrar. Pero había algo en su voz que traicionaba su preocupación. Realmente creía que sería tan sencillo. El primo de Mabel, Raúl Gutiérrez, que trabajaba como mecánico, revisó la ruta más lógica en un mapa carretero. Salieron a las 3:30 am hacia Puerto Vallarta.
Lo más probable es que tomaran la Federal 15 pasando por Tequila, Amatitán y San Marcos. Son como 350 km. Manejando normal, deberían haber llegado a las 9:00 a máximo. A las 3:30 pm, una caravana de tres autos salió de Guadalajara, siguiendo exactamente la misma ruta que habían tomado los recién casados 12 horas antes. Don Armando manejaba el primer auto con doña Cecilia.
Detrás iban los hermanos de Arthur y en el tercer vehículo los primos y tíos de Mabel. encontrarían alguna pista de lo que había pasado con los jóvenes. La primera parada fue en la gasolinera, donde Arthur había cargado combustible en la madrugada. El empleado del turno matutino recordaba perfectamente a la pareja. Sí, estuvieron aquí como a las 4:30 a.
El muchacho cargó gasolina y compró dos refrescos. Parecía un poco nervioso, pero pensé que era normal. Ya sabes, recién casados en viaje de luna de miel. Nervioso. ¿Cómo nervioso? Preguntó don Armando con el corazón acelerado. Pues miraba mucho para todos lados, como si esperara a alguien. Pero la muchacha se veía muy contenta. Hasta le dijo que se apurara porque quería llegar pronto a la playa.
Esa información no tranquilizó a nadie, al contrario, aumentó las sospechas. ¿Por qué Arthur estaría nervioso si solo iban de luna de miel? Continuaron el recorrido preguntando en cada gasolinera, restaurante y pueblo del camino. En Tequila, donde los recién casados habían planeado desayunar, nadie los había visto. En Amatitán tampoco, en San Marcos igual.
Era como si el tsuru azul se hubiera desvanecido en el aire. A las 8er pm, la caravana llegó a Puerto Vallarta. Habían recorrido cada kilómetro de la carretera, preguntado en cada lugar posible, revisado cada curva donde podría haber ocurrido un accidente. Nada, ni una sola pista del paradero de Arthur y Mabel.
Tenemos que avisar a la policía, decidió doña Cecilia. Esto ya no es normal. Algo grave les pasó a nuestros hijos. Pero, ¿estarían las autoridades dispuestas a tomar en serio el caso de una pareja que llevaba desaparecida menos de 24 horas? Lunes 17 de junio, 80 am, comandancia de Guadalajara. El capitán Julio Salinas escuchó con atención el reporte de las familias.
A los 37 años, Salinas tenía suficiente experiencia para saber cuándo un caso era realmente serio y este lo era. Señores, vamos a iniciar la búsqueda oficial inmediatamente. Necesito una foto reciente de ambos jóvenes, descripción del vehículo y todos los detalles que puedan darme sobre sus planes de viaje”, les dijo mientras tomaba notas en su libreta. La máquina de la ley se puso en marcha.
Se emitió un boletín a todas las corporaciones policiales de Jalisco, Nayarit y Estados circunvecinos. La descripción del suru azul, placas K45672, circuló por radio a todas las patrullas. Pero había un problema que el capitán Salinas no les había dicho a las familias.
En 1995, los recursos tecnológicos para localizar personas desaparecidas eran muy limitados. No existían los teléfonos celulares como hoy. No había cámaras de vigilancia en las carreteras y los sistemas de comunicación entre estados eran precarios. ¿Cómo encontrar a dos personas en un país de casi 100 millones de habitantes? Martes 18 de junio. Las búsquedas se intensificaron.
Helicópteros de la Policía Estatal sobrevolaron la carretera federal 15, buscando restos del vehículo en barrancos y zonas boscosas. Buzos inspeccionaron los ríos y presas cercanas a la ruta. Equipos de rescate peinaron cada kilómetro cuadrado entre Guadalajara y Puerto Vallarta.
Los medios de comunicación se hicieron eco del caso. Pareja de recién casados desaparece en carretera a Puerto Vallarta, titularon los periódicos locales. La foto de boda de Arthur y Mabel apareció en primera plana del informador de Guadalajara. Pero, ¿la atención mediática ayudaría a encontrarlos o solo complicaría más las cosas? Las llamadas empezaron a llegar a la comandancia. Los vi en una gasolinera de Tepic.
Creo que el carro está abandonado en Sayulita. Vi a una pareja que se parecía a ellos en Mazatlán. Cada pista falsa consumía recursos valiosos y tiempo que no tenían. Miércoles 19 de junio, cuarto día de búsqueda. El capitán Salinas reunió a las familias en su oficina para darles un reporte que nadie quería escuchar.
Hemos revisado más de 500 km de carreteras y caminos vecinales. Hemos investigado 47 llamadas de personas que dijeron haberlos visto. Hemos interrogado a empleados de 23 gasolineras y 15 restaurantes en la ruta. Hasta ahora no hemos encontrado absolutamente nada. El silencio en la oficina era sepulcral.
¿Cómo era posible que dos personas y un auto desaparecieran sin dejar el más mínimo rastro? Capitán, preguntó don Armando con la voz quebrada. ¿Qué posibilidades hay de que estén vivos? Salinas suspiró profundamente. En sus años de experiencia había visto casos similares y la mayoría no terminaban bien. Señor Fontalvo, en situaciones como esta tenemos que considerar varias posibilidades.
Accidente donde el vehículo quedó oculto, asalto carretero, secuestro, o que decidieran cambiar sus planes sin avisar. Mi hija nunca haría eso”, gritó doña Cecilia. “Mabel me habría llamado, siempre me llama, pero realmente conocemos completamente a las personas que amamos.” Jueves 20 de junio. Los rumores comenzaron a circular por toda Guadalajara como pólvora.
En el mercado San Juan de Dios, las señoras comentaban, “Dicen que los asaltaron en la carretera y los tiraron a un barranco.” En las cantinas del centro los hombres especulaban, “Seguro fue el crimen organizado. En esa carretera pasan muchas cosas raras.” La teoría del secuestro tomó fuerza cuando alguien recordó que Arthur trabajaba en una empresa constructora importante.
A lo mejor pensaron que tenía dinero y se los llevaron para pedir rescate, comentaba la gente. Pero si había sido un secuestro, ¿por qué no habían pedido rescate después de 5 días? Viernes 21 de junio, una semana exacta desde la desaparición. Las familias organizaron una marcha en el centro de Guadalajara pidiendo apoyo para encontrar a Arthur y Mabel.
Más de 200 personas caminaron desde la plaza de armas hasta la comandancia, cargando pancartas con las fotos de los jóvenes desaparecidos. Queremos que regresen nuestros hijos”, gritaba doña Cecilia frente a las cámaras de Televisa Guadalajara. Si alguien los tiene, por favor déjenlos ir. Eran recién casados, no le hicieron daño a nadie.
La imagen de la madre destrozada rogando por la vida de su hija, se transmitió por todo México. El caso ganó notoriedad nacional. Programas como Desaparecidos dedicaron segmentos completos al misterio de los recién casados de Guadalajara. Pero toda esa atención mediática realmente ayudaría a encontrarlos. Sábado 22 de junio llegó una llamada que hizo que todos creyeran que finalmente habían encontrado la respuesta.
Un campesino de la comunidad del refugio en el municipio de Amatitán reportó haber encontrado ropa de mujer quemada cerca de un arroyo. El capitán Salinas y su equipo se trasladaron inmediatamente al lugar. Efectivamente, había restos de tela amarilla con flores del mismo color y patrón del vestido que llevaba puesto Mabel el día de su desaparición. Las familias se prepararon para lo peor.
Habían encontrado finalmente evidencia de lo que les había pasado a los jóvenes. Los análisis forenses tardaron 3 días. El martes 25 de junio llegó el resultado que nadie esperaba. La tela no pertenecía al vestido de Mabel. Era de un material diferente, más barato, y las flores tenían un falsa, otra esperanza destruida.
Cuántas veces pueden romperse los corazones de unos padres antes de quebrarse definitivamente. Julio de 1995, un mes completo sin noticias. Las búsquedas oficiales se redujeron por falta de recursos. El capitán Salinas tuvo que asignar a su equipo a otros casos más recientes, pero las familias no se dieron por vencidas.
Don Armando contrató a un detective privado, Rodolfo Hernández, ex investigador ministerial con 20 años de experiencia. “He visto casos así antes”, le dijo a las familias, personas que desaparecen sin dejar rastro. A veces aparecen años después, a veces nunca, pero siempre hay una explicación.
¿Cuál podría ser esa explicación en el caso de Arthur y Mabel? Hernández desarrolló nuevas teorías basadas en su experiencia. Primera teoría. Accidente encubierto. Es posible que hayan tenido un accidente con alguien importante, algún político o empresario poderoso. Para evitar escándalos desaparecieron los cuerpos y el vehículo. Segunda teoría, crimen organizado.
En 1995 los cárteles ya controlaban muchas rutas. Si Arthur vio algo que no debía o si confundieron su auto con otro, pudieron eliminarlos para protegerse. Tercera teoría, la más perturbadora de todas. Es posible que uno de los dos haya planeado todo desde antes, que la desaparición no haya sido accidental.
Pero, ¿quién sería capaz de planear su propia desaparición el mismo día de su boda? Agosto de 1995. dos meses. La vida en Guadalajara siguió su curso, pero las familias Gutiérrez y Fontalvo vivían en un limbo emocional. Doña Cecilia había perdido 15 kg y apenas salía de su casa. Don Armando había dejado su trabajo para dedicarse completamente a buscar a su hijo.
El detective Hernández siguió investigando, pero cada pista lo llevaba a un callejón sin salida. Los empleados de la gasolinera donde pararon por última vez mantuvieron su versión. Arthur parecía nervioso. Mabel se veía feliz. ¿Qué sabía Arthur que su esposa no sabía? Septiembre de 1995. El caso empezó a salir de los medios.
Otros crímenes y tragedias ocuparon los titulares. Poco a poco México se fue olvidando de los recién casados que desaparecieron camino a su luna de miel. Pero en Guadalajara, en dos casas marcadas por el dolor, nadie olvidaba. Cada mañana, doña Cecilia encendía una veladora frente a la foto de Mabel.
Cada noche don Armando salía a caminar por las calles donde Arthur había crecido esperando encontrar alguna respuesta en el aire. El misterio parecía destinado a quedar sin resolver para siempre. ¿O acaso el tiempo revelaría secretos que nadie había imaginado? Porque en los casos más extraños la verdad suele ser más impactante que cualquier teoría que podamos imaginar.
Y la verdad sobre Arthur Fontalbo y Mabel Gutiérrez estaba a punto de demostrar que a veces las personas que más amamos son capaces de los engaños más grandes, pero esa revelación tendría que esperar 12 años más para salir a la luz. Octubre de 1995, 4 meses sin Arthur y Mabel. La casa de los Gutiérrez se había convertido en un santuario del dolor. ¿Has visto alguna vez cómo cambia una casa cuando la esperanza se va muriendo poco a poco? Los muebles seguían en su lugar, pero todo se sentía diferente, más vacío, más frío.
Doña Cecilia Gutiérrez había desarrollado una rutina que nadie lograba entender. Cada mañana a las 6 am se levantaba y preparaba dos tazas de café. Una para ella y otra para Mabel. Por si llega mi hija le explicaba a su esposo con los ojos vidriosos. Siempre le gustó el café bien cargado.
La taza de Mabel se quedaba ahí toda la mañana esperando. A las 10 am, cuando el café ya estaba frío, doña Cecilia lo tiraba y susurraba, “Mañana será otro día, mi hija. Mañana vas a llegar. ¿Cuánto puede aguantar el corazón de una madre antes de romperse completamente? Su hermana, doña Rosa, venía todos los días para acompañarla.
Cecilia, tienes que aceptar que tal vez, tal vez Mabel ya no va a regresar. Pero la madre de la joven desaparecida la miraba con una furia que jamás había mostrado antes. No me digas eso, mi hija está viva. Una madre siente estas cosas, Rosa. Una madre sabe cuando su hijo ya no está en este mundo y yo sigo sintiendo que Mabel respira en algún lugar. En el cuarto de Mabel, todo permanecía exactamente como ella lo había dejado el día de su boda.
Su cama estaba tendida con las mismas sábanas rosas que había escogido cuando cumplió 18 años. Su closet seguía lleno de vestidos que esperaban a su dueña. En el tocador, los perfumes que Arthur le había regalado en su noviazgo permanecían intactos. Conservar todo igual era una forma de mantener viva la esperanza o de negar la realidad.
Doña Cecilia había comenzado a hablar con Mabel como si estuviera presente. Mi hija, hoy vino tu prima Sofía a preguntar por ti. Dice que te extraña mucho. También pasó el señor de la panadería, el que siempre te apartaba las conchas de chocolate que tanto te gustaban. Los vecinos la escuchaban y movían la cabeza con pena.
Algunos pensaban que se estaba volviendo loca del dolor. Otros creían que era su manera de sobrevivir a la tragedia. Pero doña Cecilia tenía un plan que nadie conocía. Por las noches, cuando su esposo dormía, ella salía de la casa con una linterna y caminaba por todas las calles de su colonia.
Pegaba en cada poste, en cada pared disponible, volantes con la foto de Maybell y Arthur. ¿Los has visto? Desaparecieron el 16 de junio de 1995. Cualquier información, llamar al teléfono. El papel de los volantes se iba desgastando con la lluvia y el viento, pero doña Cecilia los reponía semana tras semana.
Mientras mi hija esté perdida, yo voy a seguir buscándola”, les decía a quienes la cuestionaban. ¿Hasta dónde puede llegar el amor de una madre? Al otro lado de la ciudad, don Armando Fontalvo había tomado un camino completamente diferente. Si su esposa lloraba en silencio, él había canalizado su dolor hacia la ira. Estaba convencido de que su hijo Arthur había sido víctima del crimen organizado y no descansaría hasta encontrar a los responsables.
“En este país los buenos siempre pagan por los malos”, le decía a quien quisiera escucharlo. Mi Arthur era un muchacho trabajador, honrado con toda la vida por delante. Algún maldito criminal lo confundió con otra persona y por eso está muerto. Don Armando había comenzado su propia investigación paralela.
Cada tarde, después del trabajo, manejaba por las zonas más peligrosas de Guadalajara, preguntando en cantinas, villares y lugares donde se rumoreaba que se reunían los delincuentes. Han oído hablar de dos jóvenes que desaparecieron camino a Puerto Vallarta. ¿Saben algo de un tsuru azul con placas de Jalisco? Preguntaba una y otra vez, arriesgando su propia vida en cada lugar. Pero qué padre no arriesgaría todo por encontrar a su hijo.
Una noche de noviembre, en una cantina del barrio de Analco, un hombre borracho se acercó a don Armando. Oiga, jefe, yo creo que sé algo de lo que anda preguntando. El corazón del padre se aceleró. Por fin, después de meses, alguien tenía información.
En la carretera a Puerto Vallarta hay puntos donde la gente para carros para revisarlos. Si su muchacho se topó con ellos en mal momento, pues ya se imagina qué pudo pasar. ¿Qué gente? ¿Dónde exactamente? Preguntó don Armando temblando. El hombre miró a todos lados y bajó la voz. No puedo decir nombres, jefe, pero si me da unos pesos para el trago, le puedo dar una dirección donde puede preguntar. Don Armando le dio todo el dinero que traía en la cartera.
El borracho escribió en una servilleta. Km47, carretera a Puerto Vallarta. Pregunte por el checo. Él sabe cosas de carros que pasan por ahí. Era finalmente la pista que había estado buscando o solo otro engaño cruel. Al día siguiente, don Armando manejó hasta el kilómetro 47.
Era una zona semidesértica con algunas rancherías desperdigadas. En una tienda de abarrotes preguntó por el checo. Checo cuál checo, le respondió la dependienta con cara de desconfianza. Aquí no conocemos a ningún checo. Don Armando mostró la foto de Arthur y Marvel. Estoy buscando a mi hijo. Desapareció por aquí en junio. La mujer miró las fotos y su expresión cambió.
Ay, señor, mejor váyase de aquí. No ande haciendo preguntas que no debe. En estos rumbos pasan cosas que es mejor no saber. El padre de Arthur sintió que se le helaba la sangre. Qué cosas pasaban en esa carretera que todos conocían, pero nadie se atrevía a decir. Decidió quedarse en un pequeño hotel del pueblo y seguir investigando.
Durante tres días preguntó en cada casa, en cada negocio, en cada ranchito de la zona. La respuesta era siempre la misma. Miradas esquivas, silencios incómodos y el mismo consejo. Mejor váyase, señor, no ande buscando problemas. Pero el cuarto día, una mujer mayor se acercó a él mientras desayunaba en una fonda.
Oiga, usted es el papá del muchacho de la foto don Armando asintió esperanzado. Mire, yo no sé nada específico de su hijo, pero en junio pasado hubo mucho movimiento raro por aquí. Carros que iban y venían de noche, gente armada que no era de por aquí. Algo grande pasó en esos días. ¿Algo grande? ¿Qué tipo de cosa? preguntó don Armando. La mujer miró hacia todos lados antes de responder.
Se dice que hubo un ajuste de cuentas entre grupos que mataron a varias personas y desaparecieron los cuerpos, pero nadie habla de eso porque da miedo. Habían Arthur y Mbel llegado en el momento equivocado, al lugar equivocado. Don Armando regresó a Guadalajara, más convencido que nunca de que su hijo había sido víctima del crimen organizado, pero cuando le contó al capitán Salinas lo que había averiguado, el policía lo miró con pena.
Don Armando, entiendo su dolor, pero no podemos iniciar una investigación basada en rumores de pueblo. Necesitamos evidencias concretas, no historias de segunda mano. Pero es algo es más de lo que han encontrado ustedes en meses”, gritó el Padre desesperado. Lo sé, Señor, pero mi deber es decirle la verdad. Sin cuerpos, sin testigos directos, sin evidencia física, este caso se está enfriando.
Y casos como este, la mayoría nunca se resuelven. ¿Cómo acepta un padre que su hijo puede haberse desvanecido para siempre? Mientras tanto, los medios de comunicación comenzaron a perder interés en la historia. En diciembre de 1995, el caso de Arthur y Mabel ya no aparecía en las noticias diarias.
Otros crímenes, otros misterios ocuparon su lugar en los titulares. El programa Desaparecidos de Televisa había dedicado tres emisiones al caso durante el verano, pero para fin de año el productor le dijo a las familias, “Lo sentimos mucho, pero necesitamos nuevos desarrollos en la historia para poder seguir transmitiéndola.
El público se aburre de los casos sin resolver. ¿Se aburre el público o simplemente es más fácil olvidar que enfrentar la realidad? La única emisora que siguió mencionando el caso fue Radio Ranchito, una estación local de Guadalajara. Su conductor, Mario Guzmán, había tomado el caso como algo personal.
Cada viernes en su programa Misterios de Jalisco, dedicaba 5 minutos a recordar la desaparición de los recién casados. Amigos radioescuchas, no podemos olvidarnos de Arthur Fontalvo y Mabel Gutiérrez, dos jóvenes que salieron felices de su boda y nunca llegaron a su destino. Si alguien alguien sabe algo, por favor llamen a cabina.
Las llamadas llegaban esporádicamente, siempre falsas pistas, información de segunda mano o personas que confundían el caso con otras desapariciones. Pero Mario siguió transmitiendo su mensaje semana tras semana, año tras año. enero de 1996, 7 meses sin noticias.
Las dos familias habían desarrollado maneras completamente diferentes de lidiar con el dolor. Los Gutiérrez vivían en una esperanza desesperante. Doña Cecilia seguía preparando la taza de café para Mabel cada mañana había convertido el cuarto de su hija en una especie de altar con velas y flores frescas que cambiaba religiosamente cada semana. Dios no puede ser tan cruel como para quitarme a mi única hija”, repetía en sus oraciones nocturnas.
Él sabe que Mabel es lo único que tengo en este mundo. Los Fontalvo, por el contrario, habían comenzado a prepararse mentalmente para lo peor. Don Armando había dejado de buscar activamente, pero no porque hubiera perdido la esperanza, sino porque había llegado a una conclusión terrible.
Si su hijo estaba muerto, los responsables eran demasiado poderosos para ser encontrados por una familia de clase media. En México la justicia es solo para los ricos”, le decía a su esposa. “Nosotros somos gente trabajadora, pero no tenemos las conexiones ni el dinero para enfrentarnos a quien se llevó a Arthur.
” Esa la triste realidad de la justicia en nuestro país. Febrero de 1996. El detective privado Rodolfo Hernández le dio su reporte final a las familias después de 8 meses de investigación. Señores, he agotado todas las posibilidades, he seguido cada pista, he interrogado a decenas de personas, he revisado archivos policiales de tres estados.
La conclusión es que Arthur Fontalvo y Mabel Gutiérrez desaparecieron sin dejar el más mínimo rastro físico o testimonial. Eso, ¿qué significa?, preguntó doña Cecilia con voz temblorosa. Significa que hay tres posibilidades. Fueron víctimas de un crimen perfecto ejecutado por profesionales. Tuvieron un accidente en un lugar tan remoto que nunca serán encontrados. O alguien planeó muy bien esta desaparición.
está insinuando que mi hija se fue voluntariamente”, gritó la madre indignada. “Señora, no insinúo nada. Solo le digo que en 20 años de experiencia he aprendido que las desapariciones sin rastro casi siempre tienen explicaciones que la familia no quiere considerar.” ¿Qué explicaciones no querían considerar las familias? Marzo de 1996, 9 meses después, la vida había forzado a todos a seguir adelante, pero de maneras muy diferentes.
Doña Cecilia había dejado su trabajo como secretaria para dedicarse completamente a buscar a Mabel. Su obsesión la había llevado a contactar videntes, curanderos y brujos de toda la región. Una señora de tequila me dijo que vio a Mabel en sus cartas del tarot. Está viva, pero está lejos, muy lejos. Le contaba a quien quisiera escucharla.
Don Armando, por el contrario, había regresado a trabajar, pero se había vuelto un hombre amargo y desconfiado. “Este país está podrido desde adentro”, decía. Los criminales hacen lo que quieren, mientras las familias honestas sufrimos las consecuencias. La relación entre las dos familias, que antes había sido de apoyo mutuo, comenzó a deteriorarse.
Doña Cecilia culpaba a Arthur de haber llevado a Mabel por una ruta peligrosa. Don Armando insinuaba que tal vez Mabel había convencido a su hijo de hacer algo arriesgado. ¿Cómo puede el dolor transformar el amor en resentimiento? Abril de 1996. Un año estaba por cumplirse. El capitán Salinas citó a las familias para informarles una decisión que nadie quería escuchar.
Señores, después de 10 meses de investigación activa y con la autorización de mis superiores, el caso de Arthur Fontalvo y Mabel Gutiérrez pasa al archivo de casos fríos. Esto no significa que cerremos la investigación, pero ya no tendremos un equipo dedicado exclusivamente a buscarlos. Casos fríos.
¿Qué significa eso?, preguntó don Armando. Significa que si aparece nueva evidencia reactivaremos inmediatamente las pesquisas. Pero sin pistas frescas no podemos justificar los recursos para seguir buscando activamente. El silencio en la oficina del capitán era ensordecedor. 10 meses de esperanza se desplomaron en ese momento.
Es así como se olvida oficialmente a las personas desaparecidas. Mayo de 1996, casi un año. Las búsquedas familiares continuaron esporádicamente, pero ya sin la intensidad de los primeros meses. Los amigos y familiares extendidos habían regresado a sus vidas normales. Solo los padres de Arthur y Mabel mantenían viva la llama de la búsqueda. Pero algo estaba cambiando en el panorama.
Nuevos casos de desapariciones comenzaron a reportarse en Jalisco. Una estudiante universitaria que no regresó de una fiesta, un comerciante que salió a cobrar una deuda y nunca volvió, un niño de 12 años que desapareció camino a la escuela. ¿Se estaba volviendo común desaparecer en México o simplemente ahora se prestaba más atención? Los medios comenzaron a hablar de una epidemia de desapariciones en el país.
Arthur y Mabel fueron mencionados como uno de los primeros casos que llamó la atención nacional sobre este problema. Pero para sus familias no eran una estadística, eran sus hijos. Junio de 1996, un año exacto. Las familias organizaron una misa en la catedral de Guadalajara para conmemorar el primer aniversario de la desaparición.
Asistieron menos de 50 personas. Un año antes, cientos habían marchado por las calles pidiendo justicia. Es así como se olvida a los desaparecidos poco a poco hasta que solo quedan sus padres llorándolos. Durante la misa, doña Cecilia se acercó al micrófono para dirigirse a los asistentes.
Hace un año, mi hija Mabel salió de esta misma catedral vestida de novia, feliz, llena de vida. Hoy estamos aquí pidiendo por su regreso. Yo sé que está viva. Una madre siente estas cosas y no voy a parar de buscarla hasta que regrese a casa. Sus palabras se quebraron al final, pero su determinación permaneció intacta. Al terminar la ceremonia, don Armando se acercó a doña Cecilia.
Por primera vez en meses, los dos padres se abrazaron y lloraron juntos. Cecilia, no importa lo que haya pasado entre nuestras familias, al final los dos queremos lo mismo, que regresen nuestros hijos. Tienes razón, Armando. El dolor nos está volviendo locos a todos, pero tenemos que seguir unidos.
¿Puede el dolor también unir a las personas cuando todo parece perdido? Esa noche, ambas familias cenaron juntas por primera vez desde la desaparición. No hablaron de teorías conspiratorias ni de falsas esperanzas. Simplemente recordaron a Arthur y Mabel como habían sido dos jóvenes enamorados con toda la vida por delante.
Pero mientras compartían esos recuerdos, ninguno de ellos podía imaginar que la verdad sobre sus hijos estaba más cerca de lo que pensaban. y que cuando esa verdad saliera a la luz 12 años después, sería más impactante y dolorosa de lo que jamás habían imaginado.
Porque a veces las personas que desaparecen no están tan perdidas como creemos y a veces los que más amamos son capaces de las mentiras más grandes. Monterrey, Nuevo León, 23 de agosto de 2007. 12 años, 2s meses y 7 días después de la desaparición. Ingeniero Raúl Mendoza caminaba por la plaza de armas de Monterrey cuando algo le heló la sangre. ¿Has tenido alguna vez esa sensación de ver a alguien que creías muerto? Es como si el mundo se detuviera por un segundo y tu mente tratara de procesar lo imposible.
Ahí, sentado en una banca leyendo el periódico El Norte estaba Arthur Fontalbo, más viejo, con algunas canas, pero definitivamente él. Raúl había trabajado con Arthur en la constructora de Guadalajara durante 3 años. Había estado en su despedida de soltero. Había llorado en la misa del primer aniversario de su desaparición.
No puede ser”, murmuró Raúl mientras se escondía detrás de un árbol para observar mejor. “Arthur Fontalvo está muerto o desaparecido. Esto no puede estar pasando. Pero, ¿qué haces cuando ves a un fantasma caminando en plena luz del día?” Arthur, o quien parecía ser Arthur, se levantó de la banca y comenzó a caminar hacia el centro comercial Plaza Fiesta.
Llevaba ropa casual pero elegante, una camisa azul marino, pantalones de vestir grises y zapatos de piel café. Se veía bien, próspero, tranquilo, nada que ver con alguien que había sido secuestrado o había sobrevivido a una tragedia. Raúl lo siguió a distancia, con el corazón latiendo como tambor.
Su mente luchaba entre la lógica y lo que veían sus ojos. Han pasado 12 años, pensaba. A lo mejor me estoy confundiendo, a lo mejor es solo alguien parecido. Pero cuando el hombre se detuvo frente a una tienda de electrónicos y sonrió exactamente de la misma manera que Arthur solía sonreír cuando veía algo que le gustaba, Raúl ya no tuvo dudas. Era él.
Era Arthur Fontalbo, vivo en Monterrey, 12 años después de haber desaparecido misteriosamente. Pero, ¿dónde estaba Mabel? Raúl siguió a Arthur hasta el estacionamiento del centro comercial. Lo vio subirse a una camioneta suburban negra, modelo reciente con placas de Nuevo León. rápidamente anotó el número NBL7845. Su entrenamiento como ingeniero civil le había enseñado a fijarse en los detalles y ese detalle podría ser la clave para resolver el misterio más grande de su vida.
Arthur arrancó la camioneta y se dirigió hacia el norte de la ciudad. Raúl, que había venido a Monterrey por trabajo y conocía poco la ciudad, trató de seguirlo en su auto rentado, pero el tráfico lo hizo imposible. En pocos minutos, la suburban negra desapareció entre el caos vehicular de la metrópoli regiomontana, pero Raúl tenía las placas y tenía la certeza absoluta de que Arthur Fontalvo estaba vivo.
¿Qué harías tú si descubrieras que alguien dado por muerto estaba viviendo tranquilamente en otra ciudad? Esa noche en su hotel Raúl no pudo dormir. Su mente no paraba de procesar lo que había visto. Debía llamar a las autoridades, debía contactar a las familias.
Y si se equivocaba y causaba más dolor a los padres de Arthur, decidió investigar por su cuenta antes de hacer cualquier cosa. Al día siguiente, temprano por la mañana, fue a la Secretaría de Tránsito de Nuevo León para tratar de obtener información sobre las placas NBL7845. Disculpe, señorita, necesito información sobre el propietario de un vehículo. Es un asunto muy delicado”, le explicó a la empleada mostrando su identificación de ingeniero y una historia inventada sobre un accidente de tránsito.
“Lo siento, señor, pero esa información es confidencial. Solo las autoridades pueden solicitar esos datos”, le respondió la mujer con amabilidad, pero firmeza. Raúl había llegado a un callejón sin salida. ¿Cómo conseguir información sobre alguien sin alertar a las autoridades antes de estar completamente seguro? Recordó que su primo Javier trabajaba como investigador privado en Ciudad de México. Lo llamó esa misma tarde.
Javi, necesito un favor muy grande y te juro que es algo serio, no una locura mía. Dime, primo, ¿en qué problema te metiste ahora? Raúl le contó toda la historia. La desaparición de Arthur y Mabel 12 años antes, el avistamiento en Monterrey, las placas de la camioneta. Javier escuchó en silencio. Órale, primo, eso sí está cabrón.
Dame las placas y el nombre completo del vato. En dos días te tengo toda la información, pero dos días pueden sentirse como una eternidad cuando tienes la clave de un misterio en tus manos. Mientras esperaba la llamada de su primo, Raúl decidió regresar a la plaza de armas cada día a la misma hora, esperando ver nuevamente a Arthur.
El segundo día no pasó nada, el tercero tampoco, pero el cuarto día, viernes 31 de agosto, Arthur apareció nuevamente. Esta vez no venía solo. Una mujer morena de aproximadamente 30 años caminaba a su lado tomada del brazo. Era bonita. Llevaba un vestido blanco con flores pequeñas y sandalias doradas.
Reían y conversaban como cualquier pareja enamorada, pero ella definitivamente no era Mabel Gutiérrez. ¿Quién era esa mujer y qué había pasado con la esposa desaparecida de Arthur? Raúl lo siguió discretamente hasta un restaurante llamado Los compadres. Se sentaron en una mesa junto a la ventana, desde donde él podía observarlos claramente desde la calle. Arthur pidió cerveza y la mujer un agua de Jamaica. conversaban animadamente.
Él le acariciaba la mano. Ella se reía de sus chistes. Se comportaban como una pareja establecida, cómoda, que llevaba tiempo junta, no como dos personas que se acababan de conocer. “Arthur no solo está vivo,” pensó Raúl. Está viviendo una vida completamente nueva con otra mujer.
Pero, ¿qué había pasado con Mabel? Al día siguiente, sábado 1 de septiembre, sonó el teléfono de Raúl. Era su primo Javier. Primo, siéntate porque lo que te voy a decir te va a volar la cabeza. Dime, Javi, ¿qué encontraste? La camioneta con placas NBL 78845 está registrada a nombre de Andrés Gutiérrez Morales, de 38 años, domiciliado en la colonia del Valle en Monterrey. Pero aquí viene lo bueno.
Según los registros del RFC, este tal Andrés Gutiérrez comenzó a existir oficialmente en octubre de 1995. Raúl sintió que el aire se le iba de los pulmones. Octubre de 1995, 4 meses después de la desaparición. Exacto, primo. Alguien creó una identidad completamente nueva con ese nombre y esa fecha. Y aquí hay más.
Está casado civilmente con una tal Marcela Sánchez Herrera desde marzo de 2001. ¿Cómo es posible crear una nueva identidad en México? ¿Y cómo se atreve alguien a casarse cuando ya estaba casado? Javi, necesito la dirección exacta de ese domicilio. Y si puedes, cualquier información sobre la tal Marcela Sánchez, ya te la mando por mensaje, pero primo, ten mucho cuidado.
Si este vato fue capaz de desaparecer durante 12 años y crear una nueva identidad, no sabemos de qué más es capaz. El mensaje llegó 5 minutos después. Andrés Gutiérrez Morales, calle Roble 245, colonia del Valle Monterrey, NL Marcela Sánchez Herrera, 29 años, originaria de Veracruz, sin antecedentes penales, trabaja como contadora en despacho fiscal.
Raúl tenía toda la información que necesitaba, pero ahora venía la decisión más difícil, ¿qué hacer con ella? Debía confrontar directamente a Arthur o Andrés. Debía llamar a la policía. Debía contactar primero a las familias en Guadalajara. Decidió hacer algo arriesgado, pero necesario, ir a la dirección y confirmar con sus propios ojos que Arthur vivía ahí. Domingo 2 de septiembre, 10 am.

Raúl manejó hasta la colonia del Valle. Era una zona residencial de clase media alta con casas bonitas y calles arboladas. La calle Roble 245 era una casa de dos pisos color beige, con jardín frontal bien cuidado y dos autos en la cochera, la Saburvba negra que había visto y un jeta rojo. Se estacionó a media cuadra y esperó.
A las 11:30 a la puerta se abrió y salió Arthur vestido con ropa deportiva. como si fuera a hacer ejercicio. 5 minutos después salió la mujer del restaurante también en ropa deportiva. Subieron al jeta rojo y se fueron juntos. Vivían juntos como marido y mujer, como si Arthur Fontalvo nunca hubiera existido. Pero, ¿cómo pudo Arthur construir una nueva vida mientras sus padres lloraban su muerte cada día durante 12 años? Raúl regresó a Guadalajara el lunes 3 de septiembre con el corazón lleno de dudas y preguntas.
Había encontrado a Arthur, pero encontrarlo vivo habría más interrogantes de las que resolvía. Durante tres días estuvo debatiendo consigo mismo hacer. Finalmente decidió que no podía cargar solo con esa información. Las familias tenían derecho a saber la verdad, por dolorosa que fuera. El jueves 6 de septiembre llamó a don Armando Fontalvo. Señor Fontalvo, soy Raúl Mendoza.
Trabajé con Arthur en la constructora hace muchos años. Raúl, claro que te recuerdo. ¿Cómo estás, muchacho? Don Armando, necesito verlo urgentemente. Tengo información sobre Arthur. El silencio del otro lado de la línea duró varios segundos. Información. ¿Qué tipo de información? Prefiero decírselo en persona. Señor, ¿puede venir a su casa esta tarde? Claro, Raúl, aquí te esperamos.
¿Cómo le dices a un padre que su hijo no está muerto, pero que tampoco es el hombre que él recuerda? A las 6:0 pm, Raúl tocó la puerta de la casa de los Fontalvo. Don Armando le abrió. Había envejecido notablemente en 12 años. Su cabello estaba completamente blanco y su espalda un poco encorbada. Pasa, muchacho. Mi esposa está preparando café.
Se sentaron en la sala, la misma sala donde 12 años antes habían llorado la desaparición de Arthur. Las fotos del joven seguían colgadas en las paredes como un altar a su memoria. Don Armando, lo que le voy a decir va a ser muy difícil de escuchar, pero necesita saber la verdad.
Dime, Raúl, ya nada puede lastimarnos más de lo que ya estamos lastimados. Raúl respiró profundo y comenzó a contar su historia. El viaje a Monterrey, el avistamiento en la plaza, el seguimiento, la investigación de las placas, la nueva identidad, la nueva mujer. Don Armando escuchó en silencio absoluto. Su esposa, que había llegado con el café, se sentó a su lado y también guardó silencio.
Cuando Raúl terminó de hablar, la casa se llenó de un silencio sepulcral. ¿Cómo procesa la mente humana que alguien dado por muerto ha estado viviendo felizmente en otra ciudad durante 12 años? ¿Estás completamente seguro de que era Arthur? Preguntó finalmente don Armando con voz temblorosa. Señor, trabajé con él durante 3 años.
Lo conozco como si fuera mi hermano. Es él. No me queda la menor duda. Y y Mabel, ¿viste a Mabel? No, señor. Arthur está con otra mujer. Se llama Marcela Sánchez. Según mis investigaciones, está casado con ella desde 2001. Doña Beatriz, la esposa de don Armando, comenzó a llorar silenciosamente.
“Nuestro hijo, nuestro hijo está vivo”, susurró. “Sí, señora, está vivo, pero no es el mismo Arthur que ustedes recuerdan. ¿Puede un padre alegrarse de que su hijo esté vivo? si ese hijo los abandonó voluntariamente. Don Armando se levantó y caminó hacia la ventana. 12 años, murmuró. 12 años llorándolo, buscándolo, culpando a los criminales, al gobierno, a Dios.
Y él estaba viviendo tranquilamente en Monterrey. “Papá”, dijo la voz de la hija menor de los Fontalvo, Patricia, que había llegado sin que nadie la notara. ¿Qué está pasando? ¿Por qué están llorando? Don Armando miró a su hija de 23 años, la misma edad que tenía Arthur cuando desapareció. “Tu hermano está vivo, Patricia, pero ya no es nuestro hijo.
¿Cómo se le explica a una hermana que su hermano fingió su propia muerte? La noticia se extendió como pólvora por toda la familia Fontalvo esa misma noche. Los hermanos de Arthur, sus tíos, sus primos, todos llegaron a la casa familiar para escuchar de primera mano lo que Raúl había descubierto.
Pero la pregunta que todos se hacían era la misma. Había que informarle a la familia de Mabel. Doña Cecilia tiene derecho a saber, dijo Patricia. Ella ha sufrido 12 años buscando a su hija. Merece saber que Arthur está vivo. Pero, ¿y si Mabel también está viva en algún lado?, preguntó uno de los tíos. Y si los dos planearon esto juntos. No, interrumpió don Armando con firmeza. Conozco a doña Cecilia.
Si Mabel estuviera viva, ella lo sabría. Una madre siempre sabe cuando su hijo está vivo. Pero, ¿qué madre quiere aceptar que su hijo puede estar muerto mientras el responsable vive felizmente en otra ciudad? Al día siguiente, viernes 7 de septiembre, don Armando llamó a doña Cecilia Gutiérrez. Cecilia, necesito verte. Tengo noticias sobre nuestros hijos. Noticias.
¿Qué tipo de noticias, Armando? Prefiero decírtelo en persona. ¿Puedo ir a tu casa esta tarde? Doña Cecilia sintió que el corazón se le aceleraba. Después de 12 años, ¿finalmente tendrían respuestas? A las 4:0 pm, don Armando tocó la puerta de la casa de los Gutiérrez. Doña Cecilia le abrió con los ojos llenos de esperanza.
Encontraron a Mabel. Está viva mi hija. Don Armando la abrazó antes de responder. Cecilia, siéntate. Lo que te voy a decir va a cambiar todo lo que creímos durante estos 12 años. Y así, en esa sala que había sido testigo de tanto dolor, don Armando le contó a la madre de Mabel que Arthur Fontalbo estaba vivo, que había estado viviendo bajo otra identidad durante 12 años y que no había ni rastro de su hija.
La reacción de doña Cecilia no fue la que nadie esperaba. En lugar de colapsar o llorar, se puso de pie lentamente y dijo con una voz que ninguno de los presentes le había escuchado jamás. Ese maldito sabe dónde está mi hija y voy a ir a Monterrey a preguntárselo personalmente.
Pero, ¿qué pasaría cuando una madre desesperada se enfrentara cara a cara con el hombre que podría tener las respuestas sobre su hija desaparecida? La verdad estaba a punto de salir a la luz y sería más devastadora de lo que cualquiera podría haber imaginado. Guadalajara, 8 de septiembre de 2007. La noticia de que Arthur Fontalvo estaba vivo se extendió por la ciudad como un incendio.
¿Has visto alguna vez cómo reacciona una comunidad cuando descubre que todo lo que creía saber era mentira? Es como si el suelo se moviera bajo los pies de todos al mismo tiempo. En menos de 24 horas la historia había llegado a los medios de comunicación. Aparece vivo, joven desaparecido hace 12 años en Guadalajara, titularon los periódicos.
El misterio que conmovió a México tiene un giro inesperado reportaron las televisoras. Pero con la noticia vinieron las preguntas que nadie quería hacer en voz alta. ¿Dónde estaba Mabel? ¿Qué había pasado realmente esa madrugada de junio de 1995? ¿Era Arthur una víctima que había logrado escapar o el responsable de la desaparición de su esposa? La sociedad Tapatía se dividió en tres bandos, cada uno con su propia teoría sobre lo que había ocurrido.
Pero, ¿cuál de estas teorías se acercaba más a la verdad? Primera teoría. Arthur había planeado todo desde antes de la boda. Los defensores de esta teoría, encabezados por algunos de los compañeros de trabajo de Arthur en la constructora, comenzaron a recordar detalles que en su momento no les habían parecido importantes.
“Yo siempre noté algo raro en Arthur los meses antes de la boda”, declaró a TV Azteca su excompañero de oficina, Roberto Muñoz. hacía llamadas privadas, salía temprano del trabajo, parecía nervioso. Cuando le preguntábamos decía que eran cosas de la boda, pero ahora me doy cuenta de que tal vez estaba planeando su escape.
Ana Torres, una de las damas de honor de Mabel, también comenzó a atar cabos sueltos. Arthur siempre fue muy controlador con Mabel. le decía qué ponerse, con quién salir, a qué horas regresar a casa. Mabel lo veía como amor, pero ahora pienso que era posesión. Cuántas señales de alerta ignoramos cuando estamos enamorados. El detective privado Rodolfo Hernández, quien había investigado el caso 12 años antes, fue entrevistado por Televisa Guadalajara.
Siempre sospeché que alguien había planeado esta desaparición. Era demasiado perfecta, demasiado limpia. No había rastros porque alguien se había asegurado de que no lo subiera. ¿Está sugiriendo que Arthur asesinó a Mabel? le preguntó la reportera. No puedo hacer acusaciones sin pruebas, pero puedo decir que en 12 años de investigación nunca vi un caso donde dos personas desaparecieran sin rastro a menos que alguien hubiera planeado meticulosamente cada detalle.
¿Puede un hombre matar a su esposa el mismo día de su boda? Esta teoría ganó fuerza cuando se reveló que Arthur había sacado todo su dinero del banco dos días antes de la boda. Retiró 85,000 pesos en efectivo”, declaró un empleado bancario que pidió anonimato.
Dijo que era para la luna de miel, pero ¿quién necesita tanto dinero en efectivo para una semana en Puerto Vallarta? Los investigadores también descubrieron que Arthur había vendido discretamente algunos de sus bienes personales semanas antes de la boda. Su colección de discos, su equipo de sonido, algunas herramientas de trabajo. Era como si se estuviera deshaciendo de todo lo que lo conectaba con su vida anterior, comentó el capitán Salinas, quien había reabierto oficialmente el caso.
Pero la evidencia más perturbadora vino de una fuente inesperada, la empleada doméstica de la familia Fontalvo. Señora Socorro, usted trabajó en casa de los Fontalvo durante 10 años. ¿Notó algo extraño en Arthur antes de la boda?, le preguntó el reportero de Radio Ranchito, Mario Guzmán. Ay, señor, no sé si deba decir esto, pero sí noté cosas raras.
Arthur había empezado a recibir llamadas muy temprano en la mañana, como a las 5 o 6, y hablaba muy bajito, como si no quisiera que nadie lo escuchara. ¿Sabe quién lo llamaba? Una vez contesté por accidente. Era una mujer. Cuando le dije que Arthur no estaba, me dijo, “Dile a Andrés que me llame.
” Yo le dije que ahí no vivía ningún Andrés, pero ella insistió. ¿Cuánto tiempo llevaba Arthur viviendo una doble vida? Segunda teoría, Mabel había descubierto la traición y decidió desaparecer voluntariamente. Esta teoría, apoyada principalmente por amigas de la Universidad de Mell, pintaba un escenario completamente diferente.
“Mabel era más inteligente de lo que todos creían”, declaró su mejor amiga de la carrera, Leticia Ruiz. Tal vez descubrió que Arthur tenía otra mujer y no quiso enfrentar la humillación pública de un divorcio inmediato después de la boda. Pero, ¿por qué no divorciarse simplemente?, preguntó el entrevistador. Tienen que entender el contexto de 1995.
El divorcio todavía era muy mal visto, especialmente para las mujeres. Mabel era de una familia muy religiosa. Tal vez pensó que era más fácil desaparecer que explicar que su matrimonio había sido un error desde el primer día. Es posible que Mabel hubiera orquestado su propia desaparición.
Los defensores de esta teoría encontraron evidencia en el comportamiento de Mbell las semanas antes de la boda. Mbell había estado muy callada las últimas semanas, recordó su prima Sandra. Yo pensé que eran nervios normales de novia, pero ahora me pregunto si ya sabía algo sobre Arthur.
María Elena, una compañera de trabajo de Mabel en la oficina de contabilidad donde trabajaba, recordó una conversación extraña que habían tenido dos semanas antes de la boda. Mabel me preguntó si yo creía que era posible empezar de nuevo en otro lugar como si fueras otra persona. Le dije que era una pregunta muy rara para alguien que estaba a punto de casarse.
Ella se rió y dijo que solo tenía curiosidad, pero ahora pienso que tal vez ya estaba planeando algo. ¿Había estado preparando su propia fuga? Esta teoría se reforzó cuando se descubrió que Mell había sacado dinero de su cuenta de ahorros tres días antes de la boda, no tanto como Arthur, pero sí una cantidad considerable para una mujer joven en 1995, 25,000 pesos.
dijo que era para emergencias durante la luna de miel, recordó el empleado del banco, pero pedía billetes de baja denominación como si quisiera que el dinero durara mucho tiempo. También se encontró evidencia de que Mabel había estado haciendo copias de documentos importantes, su acta de nacimiento, su cédula profesional, certificados de estudios.
Era como si estuviera preparando un kit de supervivencia para comenzar una nueva vida”, comentó un investigador. Pero si Mabel había planeado desaparecer, ¿por qué no había contactado a su madre en 12 años? Tercera teoría. Arthur había asesinado a Mabel durante el viaje. Esta era la teoría más oscura, pero también la que más apoyo tenía entre las autoridades y los criminólogos.
Los números no mienten,” declaró la criminóloga Patricia Alvarado en una conferencia de prensa. Cuando una mujer joven desaparece y su esposo aparece vivo años después con una nueva identidad, las estadísticas indican que en el 89% de los casos el esposo es el responsable de la desaparición.
Pero, ¿cómo había logrado Arthur deshacerse del cuerpo y del auto sin dejar rastro? El criminólogo Sergio Montoya desarrolló una teoría detallada sobre cómo pudo haber ocurrido el crimen. Arthur tenía conocimiento de construcción y acceso a maquinaria pesada por su trabajo. Es posible que haya llevado a Mabel a un lugar preestablecido, tal vez una obra en construcción o un terreno valdío donde tenía todo preparado para deshacerse de ella y del vehículo.
está sugiriendo que Arthur premeditó el asesinato de su esposa. Las evidencias apuntan a que sí. La cantidad de dinero que retiró, la venta de sus pertenencias, las llamadas misteriosas, todo indica que había un plan establecido desde semanas antes.
Pero, ¿qué motivo habría tenido Arthur para matar a Mabel? La respuesta vino de una fuente inesperada, Marcela Sánchez, la mujer con quien Arthur había estado viviendo en Monterrey. Cuando los reporteros la localizaron en su trabajo, inicialmente se negó a hacer declaraciones, pero la presión mediática y la proximidad de las autoridades la hicieron hablar.
“Yo conocí a Andrés en octubre de 1995”, declaró en una entrevista exclusiva con Televisa. Él me dijo que había enviudado recientemente, que su esposa había muerto en un accidente de auto. Yo le creí porque porque ¿quién inventaría algo así? ¿Cómo era Andrés cuando lo conoció? Estaba muy traumatizado, muy triste.
Decía que no podía hablar de su esposa porque le dolía mucho. Yo respetaba eso. Nunca le pregunté detalles sobre su vida anterior. ¿Había Arthur usado su propio dolor fingido para seducir a su nueva víctima? Pero la declaración más impactante de Marcela vino después. Hace como 5 años, Andrés había bebido mucho en una fiesta.
Esa noche, cuando llegamos a casa, empezó a llorar y a decir cosas extrañas. Decía, “No era mi intención que pasara eso. Yo solo quería estar libre. No pensé que tendría que llegar tan lejos. ¿Qué interpretó usted de esas palabras?” En ese momento pensé que hablaba del accidente de su primera esposa, que tal vez él había estado manejando o algo así.
Pero ahora, ahora me pregunto si estaba confesando algo mucho peor. ¿Había Arthur confesado el asesinato de Mabel sin que Marcela se diera cuenta? Mientras tanto, en Guadalajara las tres teorías dividían no solo a la sociedad, sino también a las familias involucradas. Doña Cecilia Gutiérrez se aferraba desesperadamente a la segunda teoría.
“Mi hija está viva en algún lugar”, insistía en todas las entrevistas. Mabel descubrió que Arthur tenía otra mujer y decidió empezar de nuevo. Es inteligente, es fuerte, está viva, pero su propia familia comenzaba a dudar. Su hermana, doña Rosa, le decía en privado, “Cecilia, si Mabel estuviera viva, te habría contactado.
Una hija no desaparece 12 años sin avisar a su madre. Algo terrible le pasó. ¿Puede una madre aceptar que su hija está muerta cuando es lo único que le da fuerzas para vivir? Don Armando Fontalvo, por su parte, estaba destrozado por una razón diferente. Sin importar cuál teoría fuera cierta, su hijo Arthur había resultado ser un mentiroso que había causado dolor indescriptible a dos familias.
Ya no sé que es más doloroso, le confió a su esposa una noche. Pensar que mi hijo es un asesino o pensar que es un cobarde que abandonó a su esposa el día de su boda. ¿Qué es peor para un padre? ¿Creer que su hijo está muerto o descubrir que está vivo? Pero es un monstruo. La presión mediática sobre Arthur se intensificó.
Los reporteros acamparon frente a su casa en Monterrey. Su trabajo como Andrés Gutiérrez en una empresa constructora de Nuevo León se había vuelto insostenible. Finalmente, el 15 de septiembre de 2007, Arthur Fontalvo, acompañado de un abogado, se presentó voluntariamente ante las autoridades de Monterrey.
Su primera declaración fue breve, pero impactante. Mi nombre real es Arthur Fontalvo. Desaparecí de Guadalajara en junio de 1995. Estoy dispuesto a contar toda la verdad sobre lo que pasó esa noche. Pero, ¿estaría Arthur realmente dispuesto a contar toda la verdad o solo la versión que lo favoreciera? La sala de interrogatorios de la Procuraduría de Nuevo León se llenó de tensión cuando Arthur comenzó su relato.
Mabel y yo salimos de Guadalajara esa madrugada como habíamos planeado, pero yo tenía un secreto que ella no sabía. Había estado viendo a Marcela desde hacía 6 meses. Me había enamorado de ella, pero ya no podía cancelar la boda sin crear un escándalo. Entonces decidió casarse sabiendo que estaba enamorado de otra mujer. Pensé que podría manejar la situación.
Pensé que después de la luna de miel podría encontrar una manera de divorciarme discretamente. Pero esa noche, cuando íbamos en el auto, Mabel encontró una carta. ¿Qué carta? ¿Qué había encontrado Mabel que había cambiado todo? Era una carta de amor que Marcela me había escrito.
Se me había caído del bolsillo de la camisa que llevaba en la maleta. Mabel la leyó mientras yo manejaba y se volvió loca. ¿Qué hizo Mabel cuando encontró la carta? Arthur guardó silencio por varios minutos antes de continuar. Cuando finalmente habló, su voz temblaba. Mabel empezó a gritarme, a golpearme mientras yo manejaba.
Decía que no podía creer que me hubiera casado con ella sabiendo que tenía otra mujer. Amenazó con bajar del auto y regresar a Guadalajara a contarle a todo el mundo lo que había pasado. ¿Y qué hizo usted? Paré el auto en un lugar solitario para que pudiéramos hablar. Pero Mabel Mibel se bajó del auto y empezó a caminar hacia la carretera para parar otro carro.
Yo la seguí, traté de detenerla. Arthur se detuvo nuevamente. Las lágrimas corrían por su rostro. ¿Qué pasó después, señor Fontalvo? Mabel tropezó. Íbamos discutiendo. Ella caminaba hacia atrás gritándome y tropezó con una piedra. Se cayó y se golpeó la cabeza contra una roca grande. Era un accidente o había Arthur empujado a su esposa. Mabel se lastimó gravemente. Había mucha sangre.
Traté de ayudarla, pero pero no respondía, no se movía. Yo no sabía qué hacer. Llamó a una ambulancia, pidió ayuda. Tenía miedo. Pensé que nadie me iba a creer que había sido un accidente. Acabábamos de salir de nuestra boda. Habíamos estado discutiendo. Yo tenía otra mujer.
¿Quién iba a creer que no la había matado a propósito? ¿Había Arthur permitido que Mabel muriera por miedo a las consecuencias? ¿Qué hizo con el cuerpo de su esposa? Arthur lloró en silencio por varios minutos antes de responder. La enterré ahí mismo, al lado de la carretera. Cabé un hoyo con las manos y la enterré. Después manejé el auto hasta un barranco muy profundo y lo empujé.
Caminé hasta la carretera y paré un camión que me llevó de regreso hacia Guadalajara. Y después me escondí en Guadalajara por unos meses viviendo con Marcela. Ella no sabía nada de la verdad. Le dije que había cancelado mi boda porque me había dado cuenta de que no amaba a mi novia. En enero de 1996 nos fuimos juntos a Monterrey para empezar una nueva vida.
Podía creerse la versión de Arthur o era solo otra mentira elaborada. El fiscal a cargo del caso, licenciado Raúl Herrera, no estaba convencido de la versión de Arthur. Señor Fontalvo, su historia tiene varios huecos. Si realmente fue un accidente, ¿por qué no buscó ayuda médica para su esposa? ¿Por qué no reportó el accidente a las autoridades? Ya se lo dije, tenía miedo de que no me creyeran.
Y la cantidad de dinero que retiró del banco antes de la boda, las llamadas misteriosas, la venta de sus pertenencias, todo eso sugiere premeditación. Arthur se quedó callado. ¿Había Arthur planeado deshacerse de Mell desde antes o realmente había sido un accidente que decidió encubrir? Necesitamos que nos lleve al lugar donde dice que enterró a su esposa, le dijo el fiscal. Han pasado 12 años.
No estoy seguro de poder encontrar el lugar exacto. Tendrá que intentarlo, señor Fontalvo. Es la única manera de verificar su historia. Al día siguiente, una caravana de vehículos oficiales salió de Monterrey hacia la carretera que conecta Guadalajara con Puerto Vallarta. Arthur iba en uno de los autos esposado, dirigiendo la búsqueda del lugar donde decía haber enterrado a Mabel.
¿Encontrarían realmente los restos de Mabel Gutiérrez después de 12 años? Pero cuando llegaron a la zona que Arthur señaló como el lugar del supuesto accidente, no encontraron nada, ni huesos, ni ropa, ni rastro alguno de que alguna vez hubiera habido una tumba ahí. Han pasado muchos años, argumentó Arthur.
Tal vez los animales o la lluvia o me estoy confundiendo de lugar. El fiscal Herrera miró a Arthur con suspicacia total. Señor Fontalvo, creo que nos está mintiendo y creo que sabe exactamente dónde está su esposa. Había Arthur inventado la historia del accidente para encubrir un asesinato premeditado. La búsqueda continuó durante tres días más, pero no encontraron nada.
Arthur cambió su versión varias veces, señalando diferentes ubicaciones, pero todas resultaron ser callejones sin salida. El caso que había comenzado como una reunión familiar se había convertido en una investigación criminal completa. Y Arthur Fontalvo, el hombre que había estado viviendo como fantasma durante 12 años, estaba a punto de descubrir que algunos secretos son demasiado grandes para mantenerse enterrados para siempre.
Pero la verdad sobre Mabel Gutiérrez seguía siendo tan misteriosa como el día que desapareció. Y mientras Arthur permanecía en custodia, una pregunta atormentaba a todos los involucrados en el caso. Si Arthur estaba mintiendo sobre la ubicación del cuerpo de Mabel, ¿qué más estaba ocultando sobre la noche más oscura de su vida? Monterrey, 18 de septiembre de 2007.
La celda de la Procuraduría de Nuevo León había sido el hogar de Artur Fontalbo durante 3 días. Tres días en los que había cambiado su versión de los hechos, más veces de las que los investigadores podían contar. “¿Has visto alguna vez a un hombre que se ahoga en sus propias mentiras?” Arthur parecía exactamente eso, un náufrago aferrándose a cualquier tabla que pudiera mantenerlo a flote.
El fiscal Raúl Herrera había desarrollado una estrategia diferente. En lugar de presionar más a Arthur, decidió traer a la persona que podría romper sus defensas definitivamente, doña Cecilia Gutiérrez. Señora Gutiérrez, entiendo que esto va a ser muy doloroso para usted, pero necesitamos que hable con Arthur.
Es posible que usted sea la única persona que pueda hacerlo confesar la verdad sobre Mabel. Doña Cecilia, que había envejecido 10 años en la última semana, asintió con la determinación de una mujer que había perdido todo y ya no tenía nada que perder. ¿Qué pasa cuando una madre desesperada se encuentra cara a cara con el hombre que posiblemente asesinó a su hija? El encuentro se programó para el 19 de septiembre en la mañana.
Arthur había pasado toda la noche despierto, sabiendo que tendría que enfrentar a la madre de Mabel. Sus abogados le habían aconsejado que no dijera nada, que se mantuviera en silencio hasta que pudieran elaborar una defensa sólida. Pero cuando las puertas de la sala de interrogatorios se abrieron y doña Cecilia entró, Arthur se desplomó.
La mujer que había conocido 12 años antes como una madre orgullosa y radiante en la boda de su hija, ahora era una sombra de sí misma. Sus ojos, antes llenos de vida, ahora solo mostraban un dolor profundo y una determinación férrea. “Buenos días, Arthur”, le dijo doña Cecilia con una voz que helaba la sangre. “O debo decir, Andrés.” Arthur no pudo sostenerle la mirada. “Buenos días, doña Cecilia. 12 años, Arthur.
12 años he estado buscando a mi hija. 12 años he encendido velas. He rezado rosarios. He caminado por las calles pegando volantes con su foto. Y tú, tú has estado viviendo tranquilamente con otra mujer. ¿Cómo se defiende un hombre de la acusación silenciosa en los ojos de una madre? Doña Cecilia,
yo no me digas. Doña Cecilia. lo interrumpió con una furia contenida. Tú me llamabas suegra cuando creías que amabas a mi hija. Ahora ya no tienes derecho a llamarme de ninguna manera cariñosa. Arthur comenzó a llorar. No eran lágrimas de cocodrilo ni teatro para los investigadores. Era el llanto genuino de un hombre que había cargado una culpa monstruosa durante 12 años y finalmente se enfrentaba a las consecuencias de sus actos.
¿Dónde está mi hija? Arthur, “Doña S. señora, ya les dije lo que pasó. Fue un accidente. Mabel tropezó y mentira! gritó la madre golpeando la mesa con una fuerza que nadie esperaba de su frágil apariencia. Mi hija no era torpe. Mabel había caminado por esas carreteras desde niña visitando a mis hermanas en Nayarit. Ella no habría tropezado así como así.
¿Puede una madre conocer a su hija tan bien como para saber exactamente cómo habría reaccionado en una situación de peligro? Señora, por favor, entienda que yo que entienda que que mataste a mi hija y después viviste felizmente durante 12 años mientras yo me moría de dolor todos los días.
Que te casaste con otra mujer mientras yo seguía esperando que Maybell regresara a casa. Arthur se quebró completamente. No era mi intención. No quería que pasara eso. Yo amaba a Mabel. Si la amabas, ¿por qué tenías otra mujer? Porque porque era joven, era estúpido, era un cobarde. Lo interrumpió doña Cecilia. Y sigue siendo un cobarde.
Porque si realmente hubiera sido un accidente, habrías buscado ayuda, habrías llamado a una ambulancia, habrías intentado salvarla. Había tocado doña Cecilia el punto exacto que desmoronaría las defensas de Arthur. Mire, señora, intervino el abogado de Arthur. Mi cliente ya ha dado su versión de los hechos. No vamos a permitir que cállese, le gritó doña Cecilia al abogado. Este hombre tiene que decirme dónde está mi hija.
Tengo derecho a enterrarla como Dios manda. Arthur levantó la vista y miró directamente a los ojos de doña Cecilia por primera vez en la conversación. Señora, yo yo no puedo decirle más de lo que ya le he dicho. No puedes o no quieres. No puedo, susurró Arthur. ¿Qué significaba no puedo? ¿Que no recordaba o que había alguien más involucrado? Doña Cecilia se acercó más a Arthur y bajó la voz hasta convertirla en un susurro amenazante.
Arthur Fontalvo, yo sé que tú sabes exactamente dónde está mi hija y te juro por la memoria de Mabel que no voy a descansar hasta que me digas la verdad. Puedes tener abogados, puedes tener dinero, puedes tener una nueva identidad, pero no puedes escapar de una madre que busca a su hija. Arthur temblaba visiblemente.
Señora, por favor, por favor, ¿qué? ¿Que te perdone? Que entienda. Yo podría perdonarte si me dijeras dónde está Maybel. podría entender si me explicaras exactamente qué pasó esa noche, pero mientras sigas mintiendo, para mí eres peor que cualquier criminal. Había esperanza de que Arthur finalmente confesara la verdad completa.
De repente, Arthur se puso de pie y gritó, “Está bien, Mabel está muerta, yo la maté.” Pero no fue como les dije. El silencio en la sala era sepulcral. Hasta los abogados habían dejado de respirar. “Cuéntame”, le dijo doña Cecilia con una voz sorprendentemente calmada.
“Mabel, Mabel encontró la carta de Marcel”, así, pero no tropezó. Yo yo me enojé porque ella me estaba gritando, porque decía que iba a arruinar mi vida, que le iba a contar a todo mundo que yo era un mentiroso y un traidor. Y entonces Arthur respiró profundamente. La empujé. No quería lastimarla, solo quería que se callara.
Pero se cayó y se golpeó la cabeza con la roca. Cuando vi que no se movía, entré en pánico. ¿Era esta finalmente la verdad o solo otra versión elaborada para ganar simpatía? ¿Dónde está el cuerpo de mi hija Arthur? Arthur guardó silencio por varios minutos. Cuando finalmente habló, su voz era apenas audible.
No la enterré al lado de la carretera. La llevé la llevé a un lugar que conocía desde mi trabajo, una obra donde estábamos construyendo unos cimientos. La enterré ahí y después echamos el concreto encima. ¿Dónde exactamente? Ya no existe ese lugar. Demolieron el edificio en el 2003. Construyeron una plaza comercial encima.
¿Había Arthur planeado el crimen perfecto desde el principio o había tenido una suerte macabra? El fiscal Herrera inmediatamente ordenó una investigación sobre las obras de construcción en las que Arthur había participado en 1995 y 1996. Los registros mostraron que efectivamente había trabajado en la construcción de un edificio comercial que posteriormente fue demolido para construir Plaza Patria, uno de los centros comerciales más grandes de Guadalajara.
Señor Fontalvo, si su versión es cierta, los restos de Mabel estarían bajo toneladas de concreto y estructuras comerciales. Sería imposible recuperarlos sin demoler todo el centro comercial. Arthur asintió con la cabeza. Por eso no podía decir la verdad. Sabía que nunca podrían encontrarla. ¿Había Arthur confesado la verdad o había inventado la historia perfecta que nunca podría ser verificada? Doña Cecilia se quedó mirando a Arthur por varios minutos.
Finalmente se levantó y caminó hacia la puerta. Antes de salir, se dio vuelta y le dijo, “No sé si lo que me acabas de decir es verdad o es otra mentira, pero quiero que sepas algo. Yo voy a seguir buscando a Mabel hasta el día que me muera. Y si algún día descubro que me mentiste otra vez, te juro que voy a hacer que pagues por cada día de dolor que me has causado.
” Creía doña Cecilia la última versión de Arthur o seguía sospechando que había más secretos. Las semanas siguientes fueron un huracán mediático. La confesión de Arthur se filtró a la prensa y México entero se dividió sobre qué creer. Algunos pensaban que Arthur finalmente había dicho la verdad. Es la única versión que tiene sentido”, comentaba la criminóloga Patricia Alvarado en los noticieros.
explica por qué nunca encontraron el cuerpo y por qué Arthur pudo mantener el secreto durante 12 años. Otros creían que era solo otra mentira elaborada. Es muy conveniente que el cuerpo esté exactamente en un lugar donde nunca podrán verificar su historia, decía el detective Rodolfo Hernández.
Arthur es un mentiroso compulsivo, no podemos creerle nada. Pero, ¿qué opinaba la familia de Arthur sobre las confesiones de su hijo? Don Armando Fontalvo había guardado silencio desde que Arthur fue arrestado, pero finalmente accedió a dar una entrevista a Mario Guzmán de Radio Ranchito. Don Armando, ¿cree usted que su hijo está diciendo la verdad? El hombre que había envejecido décadas en las últimas semanas suspiró profundamente antes de responder. Mario, yo ya no sé qué creer.
El Arthur que yo crié no era capaz de lastimar a una mosca. Pero el hombre que ha estado mintiendo durante 12 años, ese hombre no es mi hijo. Es un extraño que tiene la cara de Arthur. ¿Qué siente hacia él ahora? Dolor, mucho dolor. Por Mabel, por doña Cecilia, por Marcela, que también fue engañada, por mi familia que ha vivido con esta vergüenza y dolor por Arthur, porque sin importar lo que haya hecho, sigue siendo mi hijo.
¿Puede un padre seguir amando a un hijo que puede ser un asesino? Mientras tanto, Marcela Sánchez había desaparecido de Monterrey. Su familia reportó que había dejado su trabajo, vendido sus pertenencias y se había ido sin decir a dónde. Mi hija no puede vivir con la vergüenza de haber estado con un asesino durante 12 años”, declaró su madre a los medios, otra víctima del huracán que había causado Arthur con sus mentiras. El proceso legal de Arthur se alargó durante meses.
Sus abogados argumentaban que no había evidencia física del crimen, solo su confesión, que podía haber sido hecha bajo presión emocional. La fiscalía argumentaba que la confesión era creíble y que explicaba todos los elementos del caso que habían permanecido misteriosos durante 12 años.
Pero puede condenarse a alguien por asesinatos. sin cuerpo del delito. El 15 de marzo de 2008, después de un juicio que captivó la atención nacional, Arthur Fontalvo fue condenado a 25 años de prisión por homicidio culposo y ocultamiento de cadáver. Aunque no tenemos el cuerpo de Mabel Gutiérrez, declaró el juez en la sentencia, las evidencias circunstanciales y la confesión del acusado son suficientes para establecer su culpabilidad más allá de toda duda razonable.
Arthur escuchó la sentencia sin mostrar emoción. Cuando le preguntaron si tenía algo que decir, simplemente murmuró, “Lo siento, siento mucho todo el dolor que he causado.” Pero era suficiente una disculpa después de 12 años de mentiras. Doña Cecilia estaba presente en la sala cuando se leyó la sentencia.
Los reporteros esperaban que mostrara satisfacción por la justicia, pero su reacción fue diferente. La condena no me devuelve a mi hija. Arthur puede estar en la cárcel, pero Mabel sigue perdida. Mi dolor no termina aquí. Y oficialmente Mabel Gutiérrez seguía catalogada como desaparecida. Su cuerpo nunca fue encontrado.
Su muerte nunca fue confirmada médicamente. Era justicia condenar a Arthur sin pruebas físicas del crimen. Los años pasaron, pero el caso Arthur Fontalvo y Mabel Gutiérrez nunca se desvaneció completamente de la conciencia pública mexicana. Se convirtió en una de esas historias que la gente cuenta en reuniones familiares, en programas de radio nocturna. en foros de internet.
Una historia que cada quien interpreta según sus propias experiencias y miedos. Para algunos es la historia de un hombre que cometió un crimen pasional y logró evadir la justicia durante 12 años viviendo una mentira. Para otros es la historia de una mujer inteligente que descubrió la traición de su esposo y decidió desaparecer para empezar una nueva vida. Lejos de la humillación.
Para los más escépticos es la historia de dos personas que planearon juntas su desaparición, pero algo salió mal y solo uno logró ejecutar el plan. Pero, ¿cuál de estas versiones se acerca más a la verdad? En 2015, 8 años después de la condena de Arthur, doña Cecilia murió de cáncer.
hasta sus últimos días mantuvo la esperanza de que Mabel estuviera viva en algún lugar. Su funeral fue multitudinario. Cientos de personas llegaron a despedir a la mujer que se había convertido en símbolo de las madres que buscan a sus hijos desaparecidos en México. En su tumba grabaron una frase que ella había repetido miles de veces durante 12 años.
Mabel, donde quiera que estés, te amo y te estoy esperando. Murió doña Cecilia sin conocer la verdad sobre su hija. 5 años después, en 2020, Arthur Fontalvo cumplió 13 años en prisión. Los reporteros que lo habían seguido durante todos estos años notaron que había cambiado completamente. Ya no era el hombre nervioso y evasivo de 2007.
se había convertido en un preso modelo, había estudiado derecho por correspondencia, ayudaba a otros internos con sus casos legales. Cuando le preguntaron si mantenía su versión de los hechos, Arthur respondió algo que nadie esperaba. He tenido 13 años para pensar en lo que pasó esa noche. He revivido cada segundo miles de veces y la verdad es que ya no estoy seguro de nada.
La mente puede jugarte trucos terribles cuando cargas con una culpa tan grande. Estaba Arthur dudando su propia confesión. Está diciendo que tal vez no mató a Amabel. Estoy diciendo que esa noche fue tan traumática, tan confusa, tan llena de pánico, que ya no puedo separar lo que realmente pasó de lo que mi mente creó para poder vivir con la culpa.
Es posible que Arthur hubiera confesado un crimen que no cometió para escapar de la presión psicológica. Esa entrevista reactivó el interés en el caso. Nuevos podcasts, documentales y programas de televisión exploraron todas las teorías posibles. Algunos expertos en psicología forense sugirieron que Arthur podría haber desarrollado memoria falsa debido al trauma y la culpa.
Otros criminólogos insistían en que su confesión original era la verdad y que ahora trataba de manipular la opinión pública para conseguir una reducción de condena. Pero, ¿qué opinaba la gente común, los ciudadanos mexicanos que habían seguido el caso durante más de una década? Una encuesta realizada por el periódico Reforma en 2021 mostró que México seguía dividido.
35% creía que Arthur había asesinado a Mabel exactamente como confesó. El 28% pensaba que Mabel había desaparecido voluntariamente y seguía viva en algún lugar. 22% creía que ambos habían planeado la desaparición, pero algo salió mal. 15% no sabía qué pensar. Pero, ¿importa lo que piense la gente cuando nunca sabremos la verdad absoluta. Hoy en 2025, casi 30 años después de la desaparición, el caso sigue siendo un misterio sin resolver.
Arthur Fontalvo saldrá de la cárcel en 203, cuando tenga 64 años. ha prometido que dedicará el resto de su vida a buscar el perdón y a ayudar a otras familias de desaparecidos. Mabel Gutiérrez sigue oficialmente desaparecida. Su expediente permanece abierto en los archivos de la Fiscalía de Jalisco. Plaza Patria.
El centro comercial construido sobre el lugar donde Arthur dice que enterró a Mabel sigue funcionando normalmente. Miles de personas caminan por sus pasillos cada día sin saber que tal vez están pisando sobre los restos de una joven que solo quería ser feliz en su matrimonio. Así como terminan los misterios más grandes, no con respuestas, sino con más preguntas, la historia de Arthur Mabel se ha convertido en una leyenda urbana mexicana.
Se cuenta en diferentes versiones con diferentes finales, según quien la narre. En Guadalajara, los taxistas todavía hablan de la pareja que desapareció camino a su luna de miel. En Puerto Vallarta, los guías turísticos a veces mencionan el misterio de los recién casados que nunca llegaron a su destino. En Monterrey, en la colonia donde Arthur vivió como Andrés Gutiérrez, los vecinos más viejos aún recuerdan al hombre misterioso que resultó ser un fugitivo.
Pero, ¿cuál es la verdad detrás de la leyenda? Tal vez la verdad es que nunca sabremos la verdad completa. Tal vez la verdad es que Arthur Fontalvo era simplemente un hombre débil que tomó decisiones terribles y destruyó múltiples vidas en el proceso. O tal vez la verdad es que Mabel Gutiérrez está viva en algún lugar del mundo con una nueva identidad, recordando cada día al hombre que una vez amó y que la traicionó en la noche más importante de su vida.
¿Fue una fuga de amor que salió mal o un crimen perfecto que se mantuvo oculto durante 12 años? La respuesta a esa pregunta murió con doña Cecilia. se enterró con las mentiras de Arthur y permanece perdida en algún lugar de una carretera mexicana donde dos personas comenzaron un viaje que nunca terminaron juntas.
Y tal vez esa incertidumbre es lo que hace que esta historia siga viva en la memoria colectiva de México, porque al final todos tenemos miedo de que las personas que más amamos sean capaces de guardarnos secretos que podrían destruir nuestro mundo. Y todos nos preguntamos, si nos encontráramos en la situación de Arthur esa noche de 1995, ¿seríamos capaces de tomar la decisión correcta? ¿O también nos perderíamos en el laberinto de nuestros propios miedos y mentiras? La historia de Arthur Fontalvo y Mabel Gutiérrez no es solo la historia de una pareja desaparecida.
Es la historia de lo que todos somos capaces de hacer cuando el amor se convierte en obsesión, cuando la mentira parece más fácil que la verdad y cuando un momento de pánico puede cambiar para siempre el destino de múltiples vidas. Y esa tal vez es la única verdad que realmente importa. M.
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