El gallo maldito del Hace mucho tiempo, Lisandro Montes era un amante de las peleas de gallos, pero era conocido por ser el peor gallero de toda la región. En los palenques, la gente se reunía para disfrutar un espectáculo lleno de griteríos y de apuestas, pero siempre se burlaban de Lisandro, pues sus gallos eran débiles y caían sin esfuerzo.

Desde joven había soñado con ser el mejor, pero no sabía lo que hacía. En lugar de ahorrar para comprarse un buen gallo, gastaba su dinero en gallos débiles, flacos y baratos. Siempre terminaba perdiendo y cada derrota lo hacía hundirse más en el fracaso. Pero su mayor problema era Silvio, el gallero más exitoso, quien no solo ganaba todas las peleas, sino que también se burlaba de Lisandro a cada oportunidad, disfrutando de su humillación.

Silvio tenía fama, dinero y mujeres, algo que Lisandro siempre anheló con envidia. Un día, agotado de tantas derrotas, Lisandro vendió algunas de sus pertenencias y gastó casi todo su dinero en un gallo que le prometieron como el más fuerte de todos. Lleno de esperanza, llegó al polenque con su nuevo gallo en sus brazos y desafió a Silvio en una pelea, apostando lo poco que le quedaba.

Pero al igual que siempre, su gallo fue derrotado en pocos segundos y la risa del público se desató como una ola. Deberías apostar contra ti mismo, Lisandro. Solo así podrás ganar algo por primera vez. dijo Silvio entre carcajadas. Esa noche, humillado, Lisandro se quedó solo en el palenque con la cabeza baja y lamentándose por su suerte, sin un solo centavo y con el corazón lleno de rabia, permaneció bajo la torrencial lluvia por varios minutos.

Si tan solo pudiera ganarle a ese presumido, si tan solo pudiera ganarle una vez, se dijo a sí mismo, apretando los puños. Cómo me gustaría quitarle todo lo que tiene. Daría lo que fuera por verlo arruinado. De repente, un fuerte trueno partió el cielo y un rayo enorme iluminó la noche. Entonces, una voz áspera lo llamó por su nombre.

Oye, Lisandro. El gallero miró a su alrededor y bajo el teján, entre las gradas oscuras apareció un anciano. Tenía el rostro arrugado, ojos brillantes y llevaba un sombrero enorme. Ven aquí, muchacho, no te empap, hombre. Lisandro no lo pensó mucho y se acercó al viejo. ¿Qué te pasa, chamaco? ¿Por qué esa cara larga? Le preguntó el anciano mientras le ofrecía un trago de aguardiente.

Lisandro bebió de la botella, tomó un trago largo y le respondió, “Estoy cansado, patrón. No he hecho nada más que perder. Todos mis gallos son derrotados. No tengo un peso y ese silvio solo se la pasa humillándome. El anciano lo observó en silencio por un momento. ¿Harías cualquier cosa por ganar? Preguntó con una voz profunda y grave. Lisandro asintió sin pensarlo.

Lo que sea, don. Solo quiero que ese sujeto pague por lo que me ha hecho y recuperar todo lo que he perdido. El viejo soltó una carcajada y sacó una jaula cubierta por un trapo negro. Cuando levantó el trapo, Lisandro vio a un gallo completamente negro, con plumas tan oscuras como la noche y ojos rojos que brillaban con una intensidad demoníaca.

Escucha bien, muchacho. Este es el gallo que te hará ganar todas las peleas. Este no es un gallo cualquiera, es un demonio en forma de gallo. Si lo cuidas bien, te hará ganar cada pelea. Podrás vengarte de Silvio y de los que te humillaron y ganarás mucho dinero. Debes alimentarlo con carne molida dos veces al día.

Te lo daré por un año completo y luego de ese plazo tendrás que devolvérmelo. Si te niegas o intentas desaparecer, yo mismo vendré a buscarlo. Lisandro, admirado por el gallo y cegado por la ambición, aceptó el trato sin dudar. Pues entonces no se diga más, continuó el anciano. Solo hay una condición más. No des caridad a nadie o el gallo no querrá pelear.

Igualmente yo estaré cerca vigilándote, compadre. Ahora vete. Ve a buscarle pleitos a esos que te humillaron. El gallero tomó la jaula y se marchó a su casa con los nervios de punta, pero también con ansias de probar su nueva suerte. Al día siguiente volvió al palenque con la jaula cubierta. Los demás galleros se rieron de él como siempre lo hacían.

“¡Miren quién volvió por más”, gritó Silvio entre carcajadas. Pero Lisandro no dijo nada. puso la jaula en el suelo, se quedó de pie unos segundos y dijo, “Oye, tú, saca tu mejor gallo. Hasta hoy llegó tu reinado.” Silvio soltó una risa larga y burlesca. Pensé que esta vez venías a apostar contra ti mismo.

Si sigues así, te vas a quedar en la calle. Lisandro sacó al gallo negro de la jaula. Todas las risas se apagaron de golpe y el palenque quedó en silencio, pues nadie había visto un gallo como ese. Mientras tanto, Silvio, confiado como siempre sacó a su mejor gallo, el campeón indiscutido del lugar. La pelea comenzó.

Los primeros segundos fue muy reñida, pero el gallo negro se impuso con autoridad y venció fácilmente a su contrincante. El público estaba en shock. Lisandro, el hombre que siempre había perdido, había logrado ganar esta vez. Silvio enfadado lo retó a una nueva pelea apostando mucho dinero, pero el resultado fue el mismo.

El gallo negro acabó con todos sus rivales y Lisandro tuvo la mejor noche de su vida. Y así fue. Todos los días siguientes. El dinero comenzó a llegar, las mujeres lo buscaban y todos lo admiraban. Pasaron varios meses y Lisandro pasó de ser el azme reír del pueblo a ser el más respetado de todos. Enfrentarse a él en las apuestas era una derrota segura.

Muchos intentaron ganarle, pero nadie lo conseguía. Al cumplirse el plazo que el viejo le había dado, Lisandro se encontraba en su mejor momento. Era el rey de todos los palenques, estaba lleno de fortunas y salía con las mujeres más hermosas de la región. El gallo negro se había convertido en su mejor amigo, la clave de todo su éxito, por lo que el gallero no estaba dispuesto a separarse de él.

Aquella noche en el palenque, Lisandro y su gallo negro tenían un duelo sumamente atractivo con otros galleros conocidos de pueblos vecinos. Lisandro sabía que era una buena oportunidad para ganar una buena suma de dinero, más que lo que había ganado en otras noches de apuestas comunes, pero sucedería algo diferente.

Durante una pelea, Lisandro sintió una mirada fija sobre él. Mientras observaba a los gallos luchar, levantó la vista y vio aquel anciano sentado entre las sombras del público. El viejo lo miraba directamente a los ojos, su rostro oculto en parte por la penumbra, pero su presencia era inconfundible. Lisandro sintió un escalofrío recorrer su espalda.

El sudor le cubrió la frente y sus manos empezaron a temblar. El anciano solo lo observaba con una mirada que parecía penetrar en su alma. Lisandro intentó seguir adelante en la pelea, pero el miedo se apoderó de él. Por primera vez en mucho tiempo se sintió vulnerable. El gallo negro luchó ferozmente como siempre lo hacía, pero Lisandro no podía concentrarse.

Fue entonces cuando una sensación de desesperación lo invadió. Sabía que había llegado el momento y ya no podía seguir engañándose a sí mismo. De manera inesperada, en un instante, abandonó la pelea y corrió fuera del palenque, dejando atrás al gallo negro y al público desconcertado. Nadie entendió lo que había sucedido.

Al llegar a su casa, se encontró con algo que lo dejaría helado. Estaba el anciano de pie en el umbral. Sostenía la jaula con el gallo negro y su mirada era escalofriante. [Música] Es mi impresión o estás huyendo, chamaco, dijo el viejo con voz grave. Intentas jugarnos, chueco. Fui muy claro contigo, compadre.

El gallero se quedó paralizado. El miedo lo envolvió por completo. No estoy huyendo, patrón. Solo quiero que me permita hacer algo antes de pagar mi deuda. Lisandro viajó hasta la casa de su madre. Sin darle explicaciones, le entregó una hoja de papel que contenía información sobre la ubicación de su fortuna y, confesando su pecado cometido, se retiró hacia la penumbra, donde estaba el viejo y la jaula de su amigo, el gallo negro, esperándolo.

Desde entonces, las leyendas dicen que por las noches en esos palenques suele aparecerse un hombre con arapos y un gallo negro, desafiando aquellos galleros presumidos y ambiciosos que se burlan de los demás. Se dice que es el  con su gallo maldito haciendo pagar caro a sus víctimas. Ahora dime, compadre, ¿qué te ha parecido esta historia? Déjame tu comentario y suscríbete porque los relatos de este canal están brutales. Yes.