Ella Nació Sin Ojos, los aldeanos la llamaban bruja, ¡pero nunca supieron que ella salvaría al pueblo!

Tan pronto como Uju nació, su madre murió. El hecho de que Uju naciera ciega, sin ojos, y que su madre muriera al dar a luz a ella, hizo que los aldeanos empezaran a llamarla bruja. Casi todos en el pueblo conocían a Uju como una bruja, incluidos los niños, quienes siempre se burlaban de ella cada vez que la veían y también se alejaban de ella.

Después de la muerte de la madre de Uju, su padre se casó con otra mujer, y ese fue el comienzo del sufrimiento de Uju, ya que su madrastra era malvada, cruel y mala con ella. Ella solo fingía ser amable con Uju cuando su padre estaba cerca, pero tan pronto como su padre se iba a trabajar, comenzaba a maltratar a Uju.

Un día fatídico, la empujó a un fuego mientras le indicaba un camino que seguir y Uju se quemó gravemente. Cuando el padre de Uju regresó del trabajo, su madrastra le dijo que Uju se había caído al fuego mientras intentaba encontrar su camino sola cuando fue al mercado, y que fue cuando ella regresó del mercado que notó que Uju estaba quemada.

Durante doce años después de que el padre de Uju se casara con su madrastra, ella no pudo quedar embarazada. Esto la preocupaba y, para no perder su matrimonio, ideó un plan.

Le dijo a su esposo que lo que los aldeanos decían sobre Uju siendo una bruja era cierto, y que soñó que estaba embarazada y Uju mataba a todos sus hijos en el sueño, y que en el sueño alguien le dijo que, si quería tener hijos, debía azotar a Uju 50 veces cada día, porque esa era la única forma en que el espíritu maligno en ella podría ser eliminado.

El padre de Uju creyó a su esposa y cada día Uju era azotada 50 veces. Su cuerpo se llenó de cicatrices, ya que las heridas frescas se agregaban diariamente debido a los azotes que recibía (si quieres que complete esta historia, por favor sigue las instrucciones al final de la historia).

Cada vez que Uju era azotada, iba al gran patio trasero y se sentaba, luego comenzaba a cantar y a llorar. Uju tiene una voz poderosa que, cuando comenzaba a cantar, los árboles no podían resistir la melodía, ya que los árboles y los pájaros detrás de su casa comenzaban a bailar en cuanto ella empezaba a cantar. Pero como ella era ciega, Uju no lo sabía, ya que no podía ver los árboles ni los pájaros.

Un día, después de que la madrastra de Uju la azotara sin piedad, ella usó su bastón como siempre y encontró su camino hacia el patio trasero, luego comenzó a cantar. Tan pronto como comenzó a cantar, los árboles y los pájaros comenzaron a bailar y moverse al ritmo de su melodía.

Mientras ella seguía cantando, la madrastra de Uju comenzó a buscarla por la casa y luego la rastreó hasta la parte trasera de la casa. Pero al llegar a la parte trasera de la casa, quedó impactada. ¡Vio a Uju cantando y a los árboles y pájaros bailando con su canción!

Inmediatamente corrió a la casa, sorprendida, para llamar a su esposo. “Cariño, ven a ver, te dije que tu hija es una bruja y ahora lo está manifestando”, dijo, mientras su esposo se levantaba para ir a ver por sí mismo.

Al llegar al patio trasero, el padre de Uju quedó sorprendido. “Así que Uju es realmente una bruja”, dijo, mientras él y su esposa la llevaban al rey del pueblo.

El rey convocó una reunión rápida en la plaza del pueblo y luego desterró a Uju del pueblo. “No aceptamos brujas aquí”, dijo, mientras declaraba que debía ser desterrada.

“No soy una bruja, papá, por favor ayúdame… diles que no soy una bruja”, lloró y suplicó Uju mientras la arrastraban hacia el bosque maldito algunos aldeanos furiosos. “¡Bruja… bruja!”, gritaban mientras la perseguían fuera del pueblo hacia el bosque maldito.

Tan pronto como Uju fue echada del pueblo, comenzaron a suceder cosas misteriosas.
De repente…

Continuación:

Después de que Uju fue expulsada del pueblo, la oscuridad del bosque maldito la rodeó. Los aldeanos, felices de haberla desterrado, regresaron a sus casas sin saber lo que estaba por suceder. Pero la joven ciega, aunque golpeada y rota por dentro, tenía algo muy poderoso en su corazón: la música que emanaba de su alma.

En el corazón del bosque maldito, Uju comenzó a caminar sola, guiada solo por su bastón, mientras las lágrimas caían de sus mejillas. Sin embargo, algo inesperado ocurrió. El viento comenzó a susurrar entre los árboles, y una figura oscura apareció ante ella. Era el Espíritu Guardián del bosque, una entidad ancestral que había vigilado ese lugar durante siglos.

“¿Quién eres?” preguntó Uju, temerosa pero decidida a enfrentarse a lo desconocido.

“Soy el Espíritu del Bosque, la fuerza que protege esta tierra. He escuchado tu canto. Tu alma es pura, a pesar de las injusticias que has sufrido. Has sido maltratada por tus propios, pero tu voz… tiene un poder que ni tú misma entiendes.”

Uju, aunque confundida, sintió una extraña calma al escuchar la voz del espíritu. “No soy una bruja, lo juro. Solo quiero vivir en paz.”

El espíritu le sonrió, una sonrisa que Uju solo pudo sentir, no ver. “No eres una bruja, niña. Eres una elegida. Tu canto tiene el poder de sanar, de traer vida. El mal que ha caído sobre tu pueblo necesita ser detenido, y tú serás la que lo haga. Pero para ello, deberás dominar tu poder. Vuelve a tu pueblo, y con tu voz, destruye el mal que lo ha corroído.”

El Espíritu del Bosque entregó a Uju un amuleto hecho de raíces y flores, que, según le explicó, aumentaría el poder de su canto. “Este amuleto te guiará, pero recuerda, debes mantener tu corazón limpio. Solo entonces podrás restaurar el equilibrio.”

Uju, ahora con una nueva misión, regresó al pueblo, pero lo que encontró fue mucho peor de lo que imaginaba. El pueblo había caído bajo la influencia de una enfermedad extraña. Los aldeanos, que una vez la habían llamado bruja, estaban enfermos, débiles y llenos de desesperación. El rey también había caído, y su reino se desmoronaba lentamente.

Pero al llegar, fue rechazada una vez más. “¡La bruja ha regresado! ¡No la dejemos entrar!” gritaron los aldeanos, pero Uju, sin miedo, comenzó a cantar con fuerza. Su voz, pura y llena de poder, comenzó a elevarse en el aire, vibrando con la magia ancestral que el Espíritu del Bosque le había otorgado. Los árboles comenzaron a mover sus ramas, y una luz brillante envolvió la aldea.

Mientras cantaba, las sombras que habían oscurecido la vida del pueblo se levantaron lentamente. Los árboles, los pájaros y los animales comenzaron a bailar al ritmo de su melodía, como si el mismo bosque respondiera a su canto. Poco a poco, los aldeanos se sintieron mejor. La enfermedad desapareció, las heridas de la gente sanaron, y el rey, al escuchar la melodía, despertó de su letargo.

El mal que había desterrado a Uju ahora era el que la necesitaba para salvarlos.

El rey, abrumado por el poder de Uju, se acercó y le pidió perdón. “Perdónanos, niña. Hemos sido ciegos, pero tú eres la verdadera salvadora de este pueblo. No somos dignos de tu perdón, pero te lo imploramos.”

Uju, con la bondad que siempre había tenido en su corazón, sonrió suavemente. “No soy una bruja. Solo una mujer que ha sido maltratada, pero que ha aprendido a no rendirse.”

Con su poder, restauró el equilibrio en el pueblo, sanó a los enfermos y restauró la paz. A partir de ese día, los aldeanos la vieron con respeto y gratitud. Nunca más la llamaron bruja. Uju, la niña ciega que había sido rechazada, se convirtió en la protectora de la aldea.

Y así, la historia de la niña sin ojos, llamada “bruja” por los demás, terminó siendo la heroína que salvó al pueblo con su voz, su valentía y su corazón puro.

El fin.