Jane y Austin estaban discutiendo cuando el teléfono de Austin empezó a sonar.

Era Cynthia llamando. La mujer que decía estar embarazada de Austin.

Hola, cariño, ¿estás en casa?, preguntó Cynthia. Cynthia, te dije que no me llamaras, te llamaré cuando sea necesario. Respondió Austin. La llamada era por altavoz, para que Jane pudiera oírlos.

He quitado el obstáculo que nos molestaba, así que no tienes por qué preocuparte otra vez. Dijo Cynthia. ¿Obstáculo? ¿Qué quieres decir con obstáculo?, preguntó Austin confundido.

Te quité a tu cocinera; así que ahora podemos estar juntos. Dijo Cynthia.

¿Cómo supiste que Jane es mi cocinera?, preguntó Austin sorprendido.

Claro que me lo dijiste. Respondió Cynthia. ¿Yo? ¿Cómo? ¿Cuándo?, preguntó Austin.

El primer día que nos conocimos en el club. Recuerda que los dos estábamos borrachos, pero yo estaba atento. Te quejabas de que tu cocinera adoraba a tu chófer. Y yo le decía: “¿Por qué te molesta tanto que a tu cocinera le encante tu chófer?”. Me enseñaste su foto en el móvil antes de ir a la otra habitación; y, nena, nunca olvidé esa noche; cómo me la cogiste; mmm, qué rico. El recuerdo sigue grabado en mi memoria. —Dijo Cynthia seductoramente.

Austin colgó la llamada inmediatamente. —Maldito cabrón. ¿A cuántas mujeres más me expusiste? —le preguntó Jane a Austin enfadada.

Solo a Cynthia. —Respondió Austin. —¿Estás segura? —preguntó Jane. —Supongo. ¿Lo adivinas? —Más te vale rezar para que esto no haya llegado a la policía. —preguntó Jane mientras se preparaba para salir.

¿Adónde vas? —preguntó Austin. —Quiero asegurarme de que tu zorra no ande por ahí soltándosela. —Dijo Jane. —No le hagas daño a Cynthia, sabes que lleva dentro a mi bebé. —Dijo Austin. —Debería haberlo pensado antes de delatarme. —preguntó Jane.

En ese momento, John salió del dormitorio. —¿Qué ha pasado? ¿Cómo llegué aquí?, les preguntó John a todos.

¿Estás bien, John?, preguntó Jane. Todavía me duele la cabeza. John dijo: Siéntate.

Big Smoke le envió un mensaje a Jane para que fuera a su casa en 30 minutos si aún quería a su hermano con vida.

Me voy. Dijo Jane, pero entonces alguien empezó a tocar la puerta.

Austin sacó un arma. Jane se sorprendió al ver a Austin con un arma.

¿Quién está en la puerta?, preguntó Austin.

En ese momento todos se asustaron.

Parte siguiente: El nido de víboras

Jane condujo como alma que lleva el diablo. Cada semáforo era un enemigo, cada segundo una sentencia. El mensaje de Big Smoke no dejaba de retumbarle en la cabeza: “Ven sola. O le corto la lengua.”

Cuando llegó al lugar indicado —una vieja casa abandonada en la zona industrial—, el silencio era ensordecedor. Bajó del coche con el corazón acelerado, sin armas, solo con su valentía y rabia contenida.

La puerta chirrió al abrirse. Dentro, el olor a gasolina y sudor la golpeó como una bofetada. Tres hombres armados la esperaban. Uno de ellos —alto, con cicatrices en el rostro y una sonrisa repugnante— se acercó.

—Bienvenida, Jane. Puntual. Eso me gusta —dijo con tono burlón.

—¿Dónde está mi hermano? —escupió ella, sin mostrar miedo.

—Primero, negociamos. Luego, tal vez lo veas —respondió, cruzando los brazos—. Has estado husmeando demasiado, Jane. Sabes cosas que no deberías. Y Cynthia… bueno, ella ya no confía en ti.

Jane entrecerró los ojos. —¿Qué tiene que ver Cynthia con todo esto?

Una carcajada resonó en el fondo. Y de las sombras, apareció Cynthia.

Vestida de cuero negro, con una barriga apenas visible de embarazo, se veía más poderosa que nunca.

—Jane… ¿Pensaste que todo esto era por Austin? —dijo con una sonrisa cruel—. No, querida. Esto es por poder. Austin solo fue un instrumento. Y tú… tú estuviste demasiado cerca de arruinarlo todo.

—¿Y por eso mandaste secuestrar a mi hermano?

—Por eso… y porque necesitábamos un rehén que te hiciera entrar en razón. Verás, Big Smoke y yo estamos construyendo algo grande. Tú estorbabas.

Jane respiró hondo. Miró alrededor. Tres hombres, un cuchillo visible, una puerta abierta al fondo. Tenía una oportunidad.

—¿Y qué piensas hacer ahora? ¿Matarme?

—No si cooperas —intervino Big Smoke, saliendo del cuarto trasero con John, amarrado, pero vivo.

Cynthia se acercó a Jane, sus ojos brillando de superioridad.

—Solo tienes que hacer una cosa: desaparece. Déjanos el negocio. Olvida a Austin, olvida a tu hermano, y vivirás.

Jane la miró fijamente.

—¿Y si digo que no?

Cynthia sonrió… pero fue entonces cuando se escuchó un disparo desde fuera.

Todos se congelaron. Una segunda detonación sacudió las paredes. Y luego una voz con megáfono:

—¡POLICÍA! ¡ESTÁN RODEADOS!

Jane sonrió por primera vez.

—Te dije que no estaba sola. Y esta vez, no te saldrás con la tuya.

Parte siguiente: El operativo policial

—¡Policía! ¡Tiren las armas y salgan con las manos en alto! —la voz del megáfono resonó desde todas las esquinas.

Cynthia retrocedió unos pasos, furiosa. Big Smoke apretó la mandíbula, mientras los tres matones apuntaban con sus rifles hacia la entrada.

Jane aprovechó el momento. Con un movimiento rápido, se lanzó hacia su hermano, tirando una lámpara al suelo. El estruendo desvió la atención de los guardias solo un segundo… pero fue suficiente. Jane cortó las cuerdas de John con un cuchillo oculto en su bota y lo empujó detrás de una mesa volteada.

—¡QUEMEN TODO SI ES NECESARIO! —gritó Cynthia como una loca.

Uno de los hombres sacó una granada de gas lacrimógeno y la lanzó hacia la puerta. Pero antes de que pudiera explotar, una unidad SWAT entró desde la parte trasera del edificio con visión térmica y equipo de contención. Disparos no letales, ráfagas de humo y gritos llenaron el lugar.

Big Smoke intentó correr hacia la salida lateral, pero una bala de goma le dio en la pierna y cayó al suelo con un grito seco.

Cynthia, por su parte, corrió hacia el sótano.

Jane vio el movimiento.

—¡Va hacia la trampilla! —gritó.

Sin pensarlo, la siguió.

El pasadizo estaba oscuro, húmedo, con escaleras oxidadas que crujían bajo cada paso. Cynthia corría aunque estuviera embarazada, con la adrenalina como combustible. Pero Jane la alcanzó al final del túnel, justo antes de que pudiera abrir una rejilla oculta que daba a una calle trasera.

—¡No puedes escapar, Cynthia! —gritó Jane, apuntándola con el arma que le quitó a uno de los matones—. Se acabó.

Cynthia se volteó lentamente. Su rostro sudoroso estaba deformado por la ira.

—¡Yo gané, Jane! ¡Tú no eres nadie! ¡Solo una cocinera con sueños de heroína!

—Sí —dijo Jane, respirando hondo—. Pero al menos no vendo a la gente que confía en mí.

Un disparo sonó.

Pero no fue Jane quien apretó el gatillo.

Desde atrás, uno de los policías descendía. Cynthia cayó al suelo, herida en el hombro. No mortal, pero suficiente para terminar con su huida.

**

Horas después…

John estaba siendo atendido por los paramédicos. Big Smoke y los demás estaban esposados. Cynthia, bajo custodia médica.

Austin fue interrogado pero liberado bajo fianza.

Jane, sentada en la parte trasera de una ambulancia, miró al cielo por primera vez sin miedo.

—¿Estás bien? —le preguntó John, con la cabeza vendada.

Jane lo miró y sonrió con cansancio.

—Lo estaré.

Y mientras los primeros rayos del amanecer bañaban la ciudad, supo que, aunque todo se había derrumbado, al menos ella no lo hizo.

FIN.