“¡Te vas a la cama conmigo esta noche!”, ordenó la mujer de la montaña al vaquero.

¿Vas a dormir conmigo esta noche?”, ordenó la mujer de la montaña al vaquero. La tormenta fuera de la cabaña arremetía con una furia indescriptible. El viento silvaba y aullaba entre los árboles mientras la lluvia golpeaba las ventanas con tal fuerza que parecía que la cabaña iba a ceder bajo su peso. Tomás se encontraba en el interior, empapado hasta los huesos, y mientras observaba el furor del clima a través de la ventana, sentía como si algo en el aire estuviera por suceder, algo mucho más grande que la tormenta misma. La
cabaña, pequeña y rústica, estaba a salvo, pero Tomás no podía deshacerse de la sensación de que algo no estaba bien. La mujer que lo había acogido, Marta, se encontraba cerca del fuego, como si fuera una parte más de la cabaña, tan sólida y fría como las paredes de madera que lo rodeaban.
¿Qué buscas realmente, Tomás?, le preguntó Marta sin mirarlo. Su voz era baja, casi como un susurro, pero de alguna manera logró atravesar el bullicio de la tormenta. Tomás la miró sin poder evitar la incomodidad que sentía al estar cerca de ella. Sus ojos verdes no se apartaban del fuego, pero había algo en su presencia que lo hacía sentirse observado, como si pudiera leer su mente.
“Solo solo busco un poco de refugio”, dijo él tratando de sonar calmado, aunque su voz traicionaba un nerviosismo que él no podía controlar. Marta dejó de mirar el fuego y giró lentamente hacia él. La luz de las llamas reflejaba una sombra extraña en su rostro, dándole una expresión indescifrable. refugio, repitió y su tono se volvió casi burlón.
No sé si ese es el término correcto, Tomás. Aquí no vienes a descansar. Aquí vienes a encontrarte con algo, algo que quizás no entiendas todavía. Tomás frunció el ceño sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda. ¿Qué quería decir con eso? El sol había llegado buscando un lugar donde quedarse hasta que pasara la tormenta, nada más. No sé a qué te refieres, respondió, pero dentro de él algo le decía que Marta hablaba en serio, que algo mucho más grande estaba en juego.
Todos los que vienen aquí buscan algo, continuó ella, caminando lentamente hacia él. Pero no todos están preparados para lo que encontrarán. Algunos huyen, otros se quedan y enfrentan lo que les toca vivir. Tú, Tomás, ya no puedes irte. No, esta vez Tomás la miró confundido. ¿Qué me estás diciendo? ¿Qué te hace pensar que quiero quedarme aquí? Su voz reflejaba una mezcla de incredulidad y miedo, pero Marta parecía no alterarse en lo más mínimo.
“Porque ya estás aquí”, dijo Marta, su tono firme. “Y esta noche vas a descubrir lo que realmente buscas, lo que necesitas.” Tomás dio un paso atrás sin saber si debía abandonar la cabaña o quedarse. Pero había algo en la atmósfera que lo retenía, algo que lo hacía sentir que debía quedarse, aunque no comprendiera el por qué.
Marta ya lo había atrapado y por más que intentara resistirse, sentía como si su destino estuviera sellado. “Ven”, dijo ella, como si leyera sus pensamientos. Te he dado un refugio, pero lo que pasa aquí no es solo protección de la tormenta. Esta es tu oportunidad, Tomás. ¿Mi oportunidad para qué? Preguntó él apenas susurrando, mientras sentía que su pulso se aceleraba.
El miedo y la confusión crecían dentro de él, pero algo más, algo más oscuro lo empujaba a seguirla. Marta caminó hacia la chimenea y agitó las llamas con un poco de leña. La habitación se iluminó con una luz cálida, pero la tensión entre ellos aumentaba con cada segundo que pasaba. “Mi gente vive aquí desde siempre”, dijo sin mirarlo.
“Y cuando vienes a estas montañas es porque tu destino te ha traído. Tienes una carga que no sabes cómo llevar, pero yo te ayudaré a entenderla. Esta noche lo descubrirás.” Tomás se acercó un paso más, dudando, pero algo en Marta lo mantenía ahí inmóvil. Él no quería escucharla, pero algo dentro de él lo instaba a prestar atención, a saber qué era lo que ella quería de él.
“Y qué es lo que tengo que descubrir”, murmuró sin poder ocultar su ansiedad. que no todo lo que crees saber es real”, respondió ella con una calma inquietante. “Lo que has estado buscando está dentro de ti, pero no lo has visto. No en los lugares donde lo has estado buscando.” El vaquero trató de procesar lo que ella decía.
“¿Qué es lo que estás insinuando?”, preguntó, sintiéndose atrapado en una tela de araña invisible. La cabaña, el fuego, el viento afuera, todo parecía converger en ese mismo punto. Él no estaba allí por casualidad. Y Marta, aunque le resultaba extraña y aterradora, tenía razón en algo. Él había llegado buscando algo, pero no sabía que estás aquí porque esta tormenta es solo un símbolo de lo que está por venir, dijo Martha con la mirada fija en él.
Esta tormenta te ha encontrado, pero no te va a dejar ir hasta que entiendas lo que verdaderamente buscas. Y para eso tienes que enfrentar lo que llevas dentro. Tomás sentía que el peso de sus palabras lo estaba aplastando. ¿Qué tengo que hacer?, preguntó su voz casi un susurro. No sabía qué más decir, pero sabía que algo debía cambiar.
Algo dentro de él se estaba despertando. Marta se acercó a él y lo miró con intensidad. “Lo que tienes que hacer, Tomás, es dormir.” dijo, sus ojos brillando con una determinación imparable. Vas a dormir aquí en esta cabaña, y cuando despiertes todo será diferente. No te irás de aquí como llegaste, porque esta noche descubrirás lo que te ha estado llamando.
Tomás se sintió como si estuviera atrapado en un sueño del que no podía despertar. Marta lo guió hacia una cama en la esquina de la cabaña y aunque su cuerpo estaba agotado, la sensación de incertidumbre no lo dejaba en paz. El miedo lo envolvía como una manta pesada, pero algo más profundo lo instaba a quedarse. “Duerme, Tomás”, susurró Marta mientras lo veía recostarse.
“Esta noche es la llave que abre la puerta a todo lo que has estado buscando.” Las horas pasaron lentamente. Tomás no podía dormir. El sonido del viento y la lluvia fuera de la cabaña seguía en sus oídos, pero algo mucho más inquietante estaba ocurriendo dentro de él. Marta no se movió de su lugar, pero él sabía que ella lo observaba, lo estudiaba en silencio.
Cada respiración que tomaba parecía más pesada, más significativa. Finalmente, cuando los primeros rayos de sol comenzaron a filtrarse por las rendijas de la cabaña, Tomás despertó. La tormenta había pasado. La luz era suave y tranquila, pero dentro de él sentía que algo había cambiado. Marta ya no estaba en la habitación, pero su presencia aún llenaba el espacio.
Cuando salió de la cama, vio que la cabaña estaba en silencio absoluto. Solo el eco de sus propios pasos rompía la quietud. “¿Cómo te sientes?”, preguntó Marta de pie en la puerta, observando como Tomás se levantaba. Tomás la miró y no pudo evitar una sensación de asombro. Algo en él había cambiado, pero no podía explicarlo. “No sé qué ha pasado”, dijo finalmente.
Marta sonrió levemente. “Lo sabrás, Tomás. Lo sabrás cuando veas lo que hay frente a ti.” Tomás miró hacia afuera, donde la luz del sol bañaba las montañas. No podía entenderlo, pero sentía que había cruzado un umbral. Algo dentro de él había despertado y ahora, más que nunca sabía que su vida nunca volvería a ser la misma.
¿Te ha dejado intrigado lo que ocurrió entre Tomás y Marta? ¿Qué secretos se esconden en las montañas y cuál es la verdad que Tomás debe enfrentar? Si quieres saber lo que sucede a continuación, no olvides seguir nuestro canal y ser parte de la historia. Haz clic en seguir y acompáñanos en esta misteriosa travesía hacia lo desconocido.
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