Una pareja desapareció después de su luna de miel en 1994, 16 años después, su hotel fue Carmen Sánchez Morales. Recibió la llamada a las 7 de la mañana del 15 de marzo de 2010. La voz del otro lado le resultó desconocida, pero su mensaje cambiaría todo lo que creía saber sobre la desaparición de su
hermana Rosa.
Señora Sánchez, soy Joaquín Ruiz Flores, supervisor de la empresa constructora edificaciones del Valle. Estamos demoliendo el hotel Marisol en Puerto Vallarta y hemos encontrado algo que podría interesarle. Carmen se incorporó en la cama, el hotel Marisol. Ese nombre había perseguido a su familia
durante 16 años.
Fue el último lugar donde vieron con vida a Rosa Sánchez Morales y su esposo Eduardo Mendoza Herrera en abril de 1994 durante su luna de miel. ¿Qué encontraron?, preguntó Carmen, aunque su voz apenas era un susurro. Una maleta enterrada bajo los cimientos del edificio antiguo contiene documentos
personales con los nombres Rosa Sánchez y Eduardo Mendoza.
También hay fotografías de boda fechadas en abril de 1994. Carmen cerró los ojos. Rosa tenía 23 años cuando se casó con Eduardo, un joven contador de 26 años que trabajaba en una empresa de turismo en Guadalajara. La pareja había ahorrado durante dos años para costear su boda y luna de miel Puerto
Vallarta. Nunca regresaron a casa. ¿Dónde están ahora esos objetos? preguntó Carmen.
Los tenemos asegurados en nuestras oficinas. He contactado con la policía local, pero me dijeron que debía localizar a los familiares primero. Su nombre aparece en varios documentos como contacto de emergencia. Carmen anotó rápidamente la dirección. A los 45 años había dedicado gran parte de su
vida adulta a buscar respuestas sobre el destino de su hermana menor.
Había contratado investigadores privados, presionado a las autoridades y mantenido viva la esperanza durante todos estos años. Dos horas después, Carmen conducía por la carretera hacia Puerto Vallarta. El viaje desde Guadalajara le daba tiempo para recordar los detalles del caso original. Rosa y
Eduardo habían llegado al hotel Marisol el 18 de abril de 1994.
Según los registros, se habían hospedado en la habitación 237 con reservación hasta el 25 de abril. El 22 de abril, el personal del hotel reportó que la pareja no había dormido en su habitación. Sus pertenencias seguían ahí, pero ellos habían desaparecido. La investigación policial inicial había
sido superficial. El detective a cargo, un hombre mayor llamado Bernardo Aguirre Soto, había teorizado que la pareja había decidido irse a otro destino sin avisar.
“Pasa mucho con los recién casados”, había dicho. Cambian de planes sobre la marcha. Pero Carmen conocía a su hermana. Rosa era meticulosa, responsable. Jamás habría dejado sus pertenencias atrás, ni habría preocupado a su familia sin explicación. Además, Eduardo había dejado su trabajo con la
promesa de regresar el lunes siguiente.
Su jefe había confirmado que tenía proyectos importantes pendientes. Las oficinas de edificaciones del Valle estaban ubicadas en una zona industrial de Puerto Vallarta. Joaquín Ruiz resultó ser un hombre de unos 50 años con manos callosas y una expresión seria. La acompañó hasta una mesa donde
había desplegado el contenido de la maleta encontrada. Carmen reconoció inmediatamente el bolso de viaje de rosa.
Era de cuero color café con las iniciales RS grabadas en dorado. Su madre se lo había regalado como regalo de bodas. Dentro estaban los documentos de identidad de ambos, fotografías de la ceremonia, algunos cambios de ropa y un diario personal de rosa. ¿En qué parte exacta del hotel encontraron
esto?, preguntó Carmen mientras examinaba el diario.
Bajo la esquina noreste del edificio principal, aproximadamente a 2 m de profundidad, estaba en una caja de metal, como si alguien la hubiera enterrado intencionalmente. Carmen abrió el diario en la última entrada con fecha. La letra temblorosa de Rosa decía, 21 de abril, 1994. Eduardo está muy
nervioso. Dice que algo no está bien con el dueño del hotel.
Don Aurelio nos ha estado observando demasiado. Eduardo quiere que nos vayamos mañana temprano, pero yo ya pagué por toda la semana. No entiendo qué puede estar pasando. Aurelio, Carmen recordaba ese nombre de la investigación original. Aurelio Vázquez Romero había sido el propietario del hotel
Marisol desde 1985.
Un hombre respetado en la comunidad empresarial de Puerto Vallarta, conocido por su participación en obras de caridad y su membresía en el Club Rotario Local. ¿Sabe si don Aurelio Vázquez sigue vivo?, preguntó Carmen a Joaquín. Sí, vive en una casa grande en el centro de la ciudad. Debe tener unos
70 años ya. vendió el hotel hace 5 años a una cadena hotelera, por eso lo están demoliendo para construir un resort moderno.
Carmen fotografió cada página del diario y cada documento. Había algo inquietante en la forma como habían sido enterrados estos objetos. No parecía un accidente o una pérdida casual. Alguien había querido ocultar evidencia. Señor Ruiz, sus trabajadores encontraron algo más. huesos, ropa, cualquier
otra cosa. No hasta ahora, pero solo hemos excavado una pequeña sección.
La demolición completa tomará otras tres semanas. Si hay algo más enterrado, lo encontraremos. Carmen necesitaba contactar a las autoridades competentes, pero esta vez no cometería el error de confiar en la investigación local. La desaparición de Rosa y Eduardo había ocurrido hace 16 años, pero el
hallazgo de sus pertenencias enterradas convertía el caso en algo mucho más siniestro.
Antes de salir de las oficinas, Carmen leyó otra entrada del diario. 20 de abril, 1994. Don Aurelio nos invitó a cenar en su restaurante privado. Fue muy atento, pero hay algo en sus ojos que me da miedo. Eduardo dice que estoy imaginando cosas, pero una mujer sabe cuando un hombre la mira de forma
inapropiada. Mañana le diré que queremos cambiar de hotel.
Esa había sido la última cena de Rosa. Carmen sintió un escalofrío al darse cuenta de que finalmente tenía una pista concreta. Después de tantos años de búsqueda infructuosa, Carmen condujo directamente a la Procuraduría General de Justicia del Estado de Jalisco en Puerto Vallarta. Necesitaba que
el caso fuera reabierto oficialmente, pero esta vez con la seriedad que merecía.
El hallazgo de pertenencias enterradas transformaba una desaparición en un posible homicidio. El detective Miguel Contreras Jiménez la recibió en su oficina a las 3 de la tarde. Era un hombre de aproximadamente 40 años con experiencia en casos de personas desaparecidas.
Carmen le explicó la situación y le mostró las fotografías de los objetos encontrados. Señora Sánchez, voy a solicitar inmediatamente todos los archivos del caso original de 1994. También coordinaré con la empresa constructora para que detengan la demolición hasta que podamos hacer una búsqueda
exhaustiva del terreno. Carmen se sintió aliviada.
Por primera vez en 16 años alguien en autoridad tomaba en serio la desaparición de su hermana. El detective Contreras localizó rápidamente el expediente original. El caso había sido manejado por Bernardo Aguirre Soto, quien se había jubilado en 2005 y había fallecido dos años después. Sus notas
eran superficiales y las entrevistas incompletas.
“Mire esto”, dijo Contreras señalando un documento. El detective Aguirre entrevistó a don Aurelio Vázquez el 25 de abril de 1994, 3 días después del reporte de desaparición. Según esta declaración, don Aurelio afirmó que la pareja había pagado su cuenta el 22 de abril por la mañana y se había ido
sin explicación. Carmen estudió la declaración, pero eso contradice los registros del hotel.
Según el personal de limpieza, las pertenencias de Rosa y Eduardo seguían en la habitación cuando reportaron la desaparición. Exactamente. Y hay otra inconsistencia. Don Aurelio declaró que no había hablado personalmente con la pareja durante su estancia, pero el diario de su hermana menciona
varias interacciones, incluyendo una cena en el restaurante privado del hotel. El detective Contreras continuó revisando el expediente.
El problema es que el detective Aguirre no entrevistó a todo el personal del hotel, solo habló con el gerente de turno y con dos empleadas de limpieza. No hay registro de entrevistas con meseros, recepcionistas nocturnos o personal de seguridad. Carmen recordó los detalles que había investigado por
su cuenta en los años siguientes.
Detective, yo entrevisté extraoficialmente a varios empleados del hotel entre 1995 y 1996. Una mesera llamada Patricia Herrera Campos me dijo que había visto a Rosa cenando con don Aurelio en el restaurante privado el 20 de abril. También me comentó que don Aurelio solía invitar a huéspedes jóvenes
atractivas a cenar.
¿Tiene usted notas de esas conversaciones? Sí, las conservo todas, pero Patricia dejó de trabajar en el hotel poco después de la desaparición. Se mudó a Ciudad de México y perdí contacto con ella. El detective anotó el nombre de Patricia. También pidió a Carmen que le proporcionara todos los
documentos, fotografías y notas que había recopilado durante su investigación personal.
Señora Sánchez, necesito que entienda algo importante. El hecho de que encontraran las pertenencias enterradas sugiere que estamos ante un caso de homicidio. Esto significa que quien sea responsable todavía podría estar vivo y libre. Debemos proceder con mucha cautela. Esa misma tarde, el detective
Contreras visitó el sitio de demolición del hotel Marisol.
La estructura original había sido construida en 1983 con una ampliación en 1990. El edificio tenía cuatro pisos y había sido famoso por su restaurante con vista al mar y sus suits de luna de miel. Joaquín Ruiz le mostró el punto exacto donde habían encontrado la maleta. Estaba enterrada bajo lo que
habría sido la base de la pared exterior del restaurante privado.
Es extraño, porque esa área no tendría que haberse excavado para los cimientos originales. El detective examinó el sitio cuidadosamente. ¿Sus trabajadores han encontrado alguna otra anomalía en el terreno? Áreas que parezcan haber sido excavadas y rellenadas. Hay una zona más cerca del mar donde el
suelo parece más suelto, pero aún no hemos llegado ahí. está programada para la próxima semana.
Contreras ordenó que se detuviera la demolición hasta completar una búsqueda forensic completa del terreno. También solicitó un georadar para detectar posibles restos humanos enterrados. Mientras tanto, Carmen decidió visitar a don Aurelio Vázquez. Necesitaba confrontarlo con la información del
diario de Rosa. Después de 16 años de silencio, tal vez el tiempo hubiera aflojado su lengua.
La casa de Aurelio Vázquez estaba ubicada en el centro histórico de Puerto Vallarta, una mansión colonial de dos pisos con balcones de hierro forjado y un jardín interior. Carmen tocó el portón de madera tallada a las 5 de la tarde. Una empleada doméstica de mediana edad abrió la puerta. ¿En qué
puedo ayudarla? Mi nombre es Carmen Sánchez Morales.
Necesito hablar con don Aurelio sobre mi hermana Rosa, que se hospedó en su hotel en 1994. La empleada la hizo pasar a una sala decorada con muebles antiguos y arte colonial mexicano. Después de varios minutos apareció don Aurelio. A los 71 años seguía siendo un hombre imponente, de cabello blanco,
perfectamente peinado y vestido con guallavera de lino blanco. Señora Sánchez, la recuerdo.
Usted vino a preguntarme por su hermana hace muchos años. Lamento mucho que nunca la hayan encontrado. Carmen observó sus gestos cuidadosamente. Don Aurelio parecía calmado, pero había algo forzado en su cortesía. Don Aurelio, hoy encontraron las pertenencias de mi hermana y su esposo enterradas
bajo su antiguo hotel.
También encontramos el diario de Rosa, donde menciona específicamente que usted los invitó a cenar el 20 de abril. La expresión de don Aurelio cambió sutilmente. Señora, yo atendía a muchos huéspedes en aquellos años. Es posible que haya cenado con ellos, pero no recuerdo los detalles específicos.
En su declaración de 1994, usted dijo que no había tenido contacto personal con ellos.
Don Aurelio se dirigió hacia la ventana que daba al jardín. La memoria puede ser engañosa después de tantos años. Tal vez me confundí en aquel momento. Carmen sintió que estaba mintiendo, pero necesitaba más evidencia antes de hacer acusaciones directas. Don Aurelio, ¿recuerda qué pasó después de
esa cena? Rosa escribió en su diario que Eduardo estaba nervioso y querían irse del hotel al día siguiente.
Señora Sánchez, entiendo su dolor, pero no puedo ayudarla con información que no tengo. Si las autoridades quieren hablar conmigo oficialmente, estaré disponible. Carmen se despidió cortésmente, pero había confirmado sus sospechas. La actitud defensiva de don Aurelio y sus contradicciones sobre el
contacto con Rosa y Eduardo no eran casuales.
Después de 16 años, finalmente tenía un sospechoso real. Carmen regresó al hotel donde se hospedaba y comenzó a revisar meticulosamente todos los documentos que había recopilado a lo largo de los años. Si iba a ayudar al detective Contreras a construir un caso sólido, necesitaba organizar toda la
información de manera cronológica y coherente. El teléfono sonó a las 8 de la noche. Era el detective Contreras.
Señora Sánchez, tengo noticias importantes. Logré contactar con Patricia Herrera Campos en Ciudad de México. Aceptó hablar conmigo por teléfono mañana. También conseguí los registros financieros del hotel Marisol de abril de 1994. Carmen se incorporó en la cama. ¿Qué encontró en los registros? Algo
muy interesante.
Según los libros contables, Rosa y Eduardo pagaron su cuenta completa el 18 de abril, el día que llegaron. Pero el recibo que don Aurelio presentó en 1994 está fechado el 22 de abril y muestra un cargo adicional por cenas especiales que no aparece en los libros oficiales. Eso significaba que don
Aurelio había falsificado documentos para respaldar su versión de los hechos.
Carmen sintió una mezcla de rabia y satisfacción. Después de tantos años, finalmente tenían evidencia de que el propietario del hotel había mentido conscientemente. Detective, ¿cree que Patricia Herrera estará dispuesta a testificar oficialmente? Eso lo sabremos mañana, pero tengo otra pista.
Encontré el nombre de otro empleado del hotel que trabajaba en 1994.
Rubén Moreno Vega, que era el encargado del turno nocturno, vive aquí en Puerto Vallarta y aceptó reunirse conmigo mañana por la tarde. A la mañana siguiente, Carmen decidió hacer su propia investigación. Visitó los archivos del periódico local El informador de Puerto Vallarta para revisar las
noticias de abril de 1994. Quería ver si había algún reporte sobre la desaparición o cualquier otra información relevante.
En la edición del 28 de abril de 1994 encontró una nota breve en la página de policía. Pareja de luna de miel desaparece de hotel local. Las autoridades investigan la desaparición de Rosa Sánchez Morales, 23 años, y Eduardo Mendoza Herrera, 26 años, huéspedes del hotel Marisol. Se presume que
abandonaron el hotel voluntariamente, pero lo que más le llamó la atención fue un artículo en la sección social de la edición del 30 de abril.
Don Aurelio Vázquez, distinguido empresario hotelero, anuncia la construcción de nuevas instalaciones en el hotel Marisol. Las obras comenzarán en mayo e incluirán la remodelación completa del área del restaurante. Carmen sintió un escalofrío. Las obras de remodelación habían comenzado apenas una
semana después de la desaparición de Rosa y Eduardo.
¿Era una coincidencia o había sido una forma de ocultar evidencia? Mientras tanto, el detective Contreras había hablado por teléfono con Patricia Herrera. La conversación había durado más de una hora y había proporcionado información crucial. Señora Sánchez, Patricia confirmó todo lo que usted me
había contado. Rosa cenó con don Aurelio en el restaurante privado el 20 de abril. Pero hay algo más.
Patricia dice que don Aurelio tenía la costumbre de drogar las bebidas de las huéspedes jóvenes. Carmen se quedó sin aliento. ¿Qué más? le dijo. Patricia presenció al menos tres incidentes similares entre 1993 y 1994. Huéspedes femeninas que cenaban con don Aurelio y luego aparecían desorientadas o
enfermas al día siguiente.
Una de ellas, una turista estadounidense, presentó una denuncia, pero fue presionada para retirarla. ¿Por qué Patricia nunca reportó esto a las autoridades? Tenía miedo. Don Aurelio era muy poderoso en Puerto Vallarta. Tenía contactos en la policía, el gobierno municipal y los medios de
comunicación. Patricia me dijo que varios empleados que habían hablado sobre los comportamientos inapropiados de don Aurelio perdieron sus trabajos y fueron amenazados. Carmen comenzó a ver un patrón más amplio.
Don Aurelio no solo había sido responsable de lo que le pasó a Rosa y Eduardo. Había estado abusando de huéspedes durante años. protegido por su posición social y sus conexiones. Detective, ¿qué va a pasar con la búsqueda en el terreno del hotel? El georadar llega mañana. También tengo autorización
para exhumar cualquier anomalía que encontremos.
Si Rosa y Eduardo están enterrados ahí, los vamos a encontrar. Esa tarde, Carmen decidió buscar a otros antiguos empleados del hotel Marisol. Tenía una lista de nombres que había recopilado en sus investigaciones previas. Muchos ya no vivían en Puerto Vallarta, pero algunos todavía estaban en la
zona.
Encontró a María Soledad Ramírez García, quien había sido jefa de limpieza del hotel de 1992 a 1998. María Soledad vivía en un barrio modesto en las afueras de la ciudad y aceptó hablar con Carmen. Señora, yo sabía que algo malo había pasado con esa parejita tan bonita. Rosa era muy educada,
siempre nos saludaba y nos daba propinas. generosas.
Eduardo también era muy respetuoso. ¿Usted los vio el día que desaparecieron? Vi a Rosa el 21 de abril por la tarde. Estaba en el lobby esperando a su esposo. Se veía nerviosa como si tuviera miedo de algo. Me preguntó si conocía a alguien que pudiera ayudarlos a conseguir transporte al aeropuerto
esa misma noche. Carmen sintió que su corazón se aceleraba.
Le dijo, “¿Por qué querían irse tan urgentement?” me dijo que su esposo había tenido una discusión con don Aurelio esa mañana. Eduardo había descubierto algo que no le gustó y querían salir del hotel inmediatamente. Pero cuando regresé una hora después, Rosa ya no estaba en el lobby. Nunca reportó
esto a la policía.
María Soledad negó con la cabeza. Don Aurelio nos dijo a todos los empleados que no debíamos hablar con las autoridades a menos que fuera absolutamente necesario. Dijo que hablar demasiado podría perjudicar la reputación del hotel y costarnos el trabajo. Carmen había encontrado otra pieza crucial
del rompecabezas.
Eduardo había descubierto algo comprometedor sobre don Aurelio y había confrontado al propietario del hotel. Eso había sellado el destino de la pareja, María Soledad. ¿Tiene idea de qué pudo haber descubierto Eduardo? Bueno, Eduardo trabajaba en una empresa de turismo en Guadalajara. Tal vez
entendía más de hoteles de lo que don Aurelio pensaba. Había rumores entre los empleados de que don Aurelio hacía negocios extraños, que no todo el dinero del hotel venía del turismo.
Cuando Carmen regresó a su hotel, encontró un mensaje del detective Contreras. Rubén Moreno Vega, el encargado nocturno, había proporcionado información que podría ser la clave para resolver el caso de una vez por todas. El detective Contreras citó a Carmen en su oficina a primera hora de la mañana
del 17 de marzo.
La expresión en su rostro indicaba que había descubierto algo significativo durante su entrevista con Rubén Moreno Vega. Señora Sánchez, lo que voy a contarle es muy grave. Rubén Moreno fue testigo directo de lo que pasó la noche del 21 de abril de 1994.
Carmen se aferró a los brazos de la silla después de 16 años, finalmente iba a conocer la verdad sobre los últimos momentos de Rosa y Eduardo. Rubén estaba trabajando en la recepción cuando vio a don Aurelio bajar al lobby cerca de las 11 de la noche. Estaba muy agitado y le ordenó que no dejara
entrar ni salir a nadie del hotel hasta Nueva Orden. Después regresó al piso superior.
Rubén vio a Rosa y Eduardo esa noche. Sí. Aproximadamente a las 11:30, Eduardo bajó a la recepción cargando dos maletas. Se veía nervioso y le preguntó a Rubén si podía conseguirles un taxi al aeropuerto. Rubén le explicó que don Aurelio había dado órdenes de no dejar salir a nadie, pero Eduardo
insistió en que era una emergencia. Carmen sintió que la historia comenzaba a cobrar sentido.
Eduardo había intentado sacar a Rosa del hotel después de descubrir algo comprometedor sobre don Aurelio, pero ya era demasiado tarde. ¿Qué pasó después? Don Aurelio apareció acompañado de dos hombres que Rubén no conocía. Eduardo intentó explicar que solo querían irse del hotel, pero don Aurelio
lo interrumpió. Los dos hombres se llevaron a Eduardo hacia el área del restaurante. Rubén nunca lo volvió a ver. Y Rosa.
Rosa bajó unos minutos después buscando a Eduardo. Estaba llorando y preguntaba dónde estaba su esposo. Don Aurelio la tranquilizó diciéndole que Eduardo estaba resolviendo un problema con la cuenta y que regresaría pronto. La convenció de que subiera a tomar algo para los nervios. El detective
Contreras pausó antes de continuar.
Rubén dice que esa fue la última vez que vio a Rosa con vida. Don Aurelio y los dos hombres desconocidos se quedaron en el hotel hasta muy tarde esa noche. Escuchó ruidos de construcción o excavación provenientes del área del restaurante. Carmen cerró los ojos tratando de procesar la horrible
realidad.
Su hermana y Eduardo habían sido asesinados por don Aurelio y enterrados en los terrenos del hotel. Los ruidos de excavación que había escuchado Rubén probablemente habían sido la preparación de las tumbas. Detective, ¿por qué Rubén nunca reportó esto a la policía? Esa es la parte más perturbadora.
Al día siguiente, don Aurelio habló con Rubén en privado.
Le dijo que la pareja se había ido durante la madrugada y le ofreció un aumento de salario significativo a cambio de que nunca mencionara los eventos de esa noche. También le advirtió que si hablaba con las autoridades perdería su trabajo y tendría serios problemas. Rubén aceptó el soborno. Sí.
Pero dice que ha vivido con la culpa durante todos estos años. Cuando se enteró de que habían encontrado las pertenencias enterradas, decidió que era hora de decir la verdad.
Carmen sentía una mezcla de rabia y dolor. Durante 16 años había existido un testigo que sabía exactamente lo que había pasado, pero había permanecido callado por miedo y dinero. Detective, ¿quiénes eran los dos hombres que ayudaron a don Aurelio? Rubén los describe como hombres de aproximadamente
30 años, complexión fuerte, posiblemente empleados de seguridad o guardaespaldas.
Uno de ellos tenía una cicatriz visible en el brazo derecho. El detective Contreras había comenzado a investigar las conexiones de don Aurelio en 1994. Los registros empresariales mostraban que el hotel Marisol había tenido varios socios comerciales, incluyendo una empresa de seguridad privada.
llamada Protección Integral del Pacífico.
Esa empresa de seguridad era propiedad de Ramón Castillo Mendoza, un exmilitar que había sido expulsado del ejército por conducta inapropiada. Caastillo proporcionaba servicios de seguridad a varios hoteles y negocios en Puerto Vallarta. Carmen revisó las notas del detective. ¿Cree que los dos
hombres trabajaban para Castillo? Es muy probable. Y hay algo más.
Ramón Castillo Mendoza murió en un accidente automovilístico en 1998, pero su empresa siguió operando bajo el control de sus empleados. Voy a investigar si alguno de ellos sigue vivo. Mientras tanto, el georradar había llegado al sitio de demolición del hotel Marisol.
Los técnicos comenzaron a escanear sistemáticamente el terreno en busca de anomalías que pudieran indicar la presencia de restos humanos. El primer día de búsqueda no reveló nada significativo, pero el segundo día encontraron dos áreas sospechosas cerca del área donde habían estado los cimientos
del restaurante privado. Las imágenes del radar mostraban perturbaciones en el suelo consistentes con entierros clandestinos.
El detective Contreras obtuvo una orden judicial para comenzar la excavación inmediatamente. Carmen insistió en estar presente cuando encontraran a su hermana, aunque sabía que sería devastador emocionalmente. La excavación comenzó el 19 de marzo a las 8 de la mañana.
Un equipo de antropólogos forenses dirigió el trabajo removiendo cuidadosamente capas de tierra y documentando cada hallazgo. A las 2 de la tarde encontraron el primer esqueleto. Los restos estaban aproximadamente a metro y medio de profundidad envueltos en una lona plástica que se había
deteriorado con el tiempo. Los antropólogos determinaron preliminarmente que se trataba de un hombre joven consistente con la edad de Eduardo.
Una hora después encontraron el segundo esqueleto a pocos metros de distancia. También estaba envuelto en plástico y correspondía a una mujer joven. Carmen no necesitó confirmación científica para saber que habían encontrado a Rosa y Eduardo. Los restos fueron trasladados al laboratorio forense
para análisis detallados, incluyendo pruebas de ADN para confirmación positiva de identidad y determinación de causa de muerte.
Pero para Carmen, el hallazgo confirmaba lo que había sospechado durante años. Su hermana y cuñado habían sido asesinados y enterrados clandestinamente. Con los testimonios de Rubén Moreno y Patricia Herrera, más la evidencia física de los esqueletos y las pertenencias enterradas, el detective
Contreras tenía suficiente base para arrestar a don Aurelio Vázquez, pero primero quería asegurar toda la evidencia posible y localizar a los cómplices que habían participado en los asesinatos.
La investigación había revelado que don Aurelio no había actuado solo. Había una red de complicidad que incluía empleados corruptos, empresas de seguridad privada y posiblemente funcionarios públicos que habían facilitado el encubrimiento durante todos estos años. El detective Contreras decidió que
era momento de arrestar a don Aurelio Vázquez antes de que se enterara de los hallazgos forenses y tratara de huir.
La orden de aprensión fue emitida el 20 de marzo de 2010, acusándolo de homicidio calificado y ocultación de evidencia. Carmen acompañó a los agentes hasta la mansión de don Aurelio en el centro de Puerto Vallarta. Quería estar presente cuando enfrentaran al hombre que había asesinado a su hermana.
Después de 16 años de búsqueda, necesitaba ver justicia con sus propios ojos. Llegaron a las 6 de la mañana.
La casa estaba en silencio y las cortinas cerradas. El detective Contreras tocó el portón principal, mientras otros agentes rodearon la propiedad para evitar que don Aurelio escapara por la parte trasera. La empleada doméstica, que había atendido a Carmen dos días antes, abrió la puerta con
expresión confundida y asustada. Don Aurelio no está aquí.
Se fue ayer por la noche. El detective mostró la orden de cateo. ¿Sabe a dónde fue? No me dijo nada específico. Solo tomó una maleta y dijo que regresaría en unos días, pero parecía muy preocupado. Los agentes registraron toda la casa buscando evidencia adicional. En el estudio de don Aurelio
encontraron documentos financieros, correspondencia comercial y una agenda personal que contenía información valiosa. Carmen examinó la agenda mientras el detective revisaba los documentos comerciales.
En las páginas correspondientes a abril de 1994 encontró varias anotaciones crípticas. El 18 de abril tenía escrito: “Nueva pareja, RNE, habitación 237. El 21 de abril decía, “Problema resuelto. RC se encarga. Detective, mire esto. RC podrían ser las iniciales de Ramón Castillo, el dueño de la
empresa de seguridad. El detective Contreras estudió las anotaciones. Y hay algo más.
Mire esta entrada del 25 de abril. Obras de remodelación adelantadas. Área asegurada. Don Aurelio había planeado todo meticulosamente. También encontraron fotografías comprometedoras en una caja fuerte. Había imágenes de varias huéspedes jóvenes en situaciones que sugerían que habían sido drogadas o
estaban inconscientes.
Una de las fotografías mostraba a Rosa en el restaurante privado, visiblemente desorientada. “Estas fotografías confirman el patrón de comportamiento predatorio”, dijo el detective. Don Aurelio no solo asesinó a Rosa y Eduardo, había estado abusando de huéspedes durante años. Carmen sintió náuseas
al ver la fotografía de su hermana.
La imagen capturaba el momento cuando Rosa estaba siendo victimizada, inconsciente del peligro mortal que enfrentaba. Los agentes también encontraron registros de pagos a protección integral del Pacífico, la empresa de Ramón Castillo. Entre 1993 y 1998, don Aurelio había pagado cantidades
significativas por servicios especiales que no estaban documentados oficialmente.
Tenemos que localizar a los empleados de Castillo que trabajaban en 1994, dijo el detective, especialmente al hombre con la cicatriz en el brazo que mencionó Rubén Moreno. Mientras tanto, se había emitido una alerta nacional para localizar a don Aurelio. Su descripción y fotografía fueron
distribuidas a todas las estaciones de policía, aeropuertos y cruces fronterizos. A los 71 años sería difícil que pasara inadvertido por mucho tiempo.
Carmen regresó al laboratorio forense para conocer los resultados preliminares del análisis de los esqueletos. La antropóloga forense, Dra. Laura Mendizábal Ruiz le explicó los hallazgos iniciales. Los restos corresponden a una mujer y un hombre jóvenes consistentes con las edades de Rosa y Eduardo.
La mujer presenta fractura de cráneo que sugiere trauma contundente como causa de muerte. El hombre tiene costillas fracturadas y daño en las vértebras cervicales, posiblemente por estrangulación. Carmen cerró los ojos al escuchar los detalles brutales de cómo habían muerto su hermana y cuñado.
Habían sufrido violencia física antes de morir, lo que hacía el crimen aún más horrible.
¿Cuánto tiempo necesitarán para las pruebas de ADN? aproximadamente una semana para confirmación definitiva, aunque las características físicas y la ubicación del hallazgo ya proporcionan identificación prácticamente certera. Esa tarde, Carmen decidió contactar a los padres de Eduardo para
informarles sobre los hallazgos. La familia Mendoza había perdido la esperanza años atrás, pero merecían conocer la verdad.
Los padres de Eduardo, don Felipe Mendoza Cruz y doña Teresa Herrera Sánchez vivían en Guadalajara. Carmen los visitó personalmente para explicarles toda la situación. Después del shock inicial, expresaron gratitud de que finalmente se supiera la verdad.
Señora Carmen, nosotros siempre supimos que nuestro Eduardo no habría abandonado a Rosa ni a su familia sin explicación. Era un hombre responsable, dijo don Felipe con lágrimas en los ojos. Ahora podremos darle sepultura cristiana y tener un lugar donde visitarlo”, agregó doña Teresa. Durante todos
estos años no sabíamos si estaba vivo o muerto en algún lugar lejano.
Carmen les aseguró que haría todo lo posible para que don Aurelio y sus cómplices pagaran por sus crímenes. La búsqueda del fugitivo había comenzado, pero ella tenía confianza de que la justicia prevalecería después de tanto tiempo. Al día siguiente, el detective Contreras recibió una llamada
importante. Habían localizado a uno de los antiguos empleados de protección integral del Pacífico, Sergio Gutiérrez Morales, de 45 años, quien había trabajado para Ramón Castillo desde 1992 hasta 1999.
Sergio vivía en Tijuana y había construido una nueva vida como mecánico automotriz. Cuando los agentes locales lo contactaron, inicialmente negó cualquier conocimiento sobre eventos en Puerto Vallarta en 1994. Pero cuando le informaron sobre el arresto inminente de don Aurelio y la evidencia
encontrada, Sergio decidió cooperar.
Había vivido con el peso de la culpa durante años y estaba dispuesto a confesar su participación a cambio de consideración legal. Yo era uno de los dos hombres que ayudaron esa noche”, admitió Sergio durante su interrogatorio telefónico. Ramón Castillo nos ordenó ir al hotel Marisol para resolver
un problema que tenía don Aurelio con unos huéspedes.
Esta confesión confirmaba definitivamente la participación de múltiples personas en los asesinatos. Carmen se sintió vindicada. Después de años de ser tratada como una familiar paranoica, la evidencia demostraba que había existido una conspiración real para asesinar a Rosa y Eduardo y ocultar los
crímenes.
El 22 de marzo de 2010, Sergio Gutiérrez Morales llegó a Puerto Vallarta acompañado por agentes federales. A sus años había decidido confesar completamente su participación en los asesinatos de Rosa y Eduardo a cambio de un acuerdo de cooperación con la fiscalía. Carmen asistió al interrogatorio
formal junto con el detective Contreras.
Quería escuchar directamente de labios de uno de los asesinos cómo habían matado a su hermana. Ramón Castillo me llamó la noche del 21 de abril de 1994. comenzó Sergio. Me dijo que don Aurelio tenía un problema serio con unos huéspedes que sabían demasiado sobre sus negocios. Necesitaba que lo
ayudáramos a resolverlo discretamente. ¿Qué tipo de negocios? Preguntó el detective Contreras. Don Aurelio usaba el hotel para lavar dinero del narcotráfico.
También chantajeaba a huéspedes ricos después de drogarlos y fotografiarlos en situaciones comprometedoras. Eduardo Mendoza había trabajado en turismo y entendía demasiado bien las operaciones financieras sospechosas. Carmen sintió que su corazón se detenía. Eduardo había descubierto que don Aurelio
lavaba dinero del narcotráfico y había sido asesinado por esa razón.
Rosa había muerto simplemente por ser su esposa. ¿Qué pasó cuando llegaron al hotel esa noche? Don Aurelio nos explicó que Eduardo lo había confrontado esa mañana acusándolo de operar un esquema de lavado de dinero. Eduardo había amenazado con reportar sus sospechas a las autoridades cuando
regresara a Guadalajara.
Sergio continuó con detalles específicos que solo alguien presente podría conocer. Eduardo bajó al lobby cerca de las 11:30 cargando las maletas. Quería irse inmediatamente del hotel. Nosotros lo interceptamos y lo llevamos al área del restaurante. ¿Cómo lo mataron? Mi compañero Vicente Salazar
Torres lo golpeó con una barra de metal.
Eduardo trató de defenderse, pero éramos dos contra uno. Después lo estrangulamos para asegurarnos de que estuviera muerto. Carmen luchó por contener las lágrimas al escuchar los detalles brutales del asesinato de Eduardo. Era aún más horrible de lo que había imaginado. ¿Y qué pasó con Rosa? Don
Aurelio subió a la habitación y le dijo que Eduardo estaba resolviendo un problema administrativo. La convenció de bajar a tomar algo para tranquilizarse.
Le puso algo en la bebida para adormecerla. La mataron también inmediatamente. Sergio negó con la cabeza con expresión de vergüenza. Don Aurelio abusó de ella mientras estaba inconsciente. Después nos ordenó que la matáramos porque podría recordar algo cuando despertara. Carmen se levantó de la
silla temblando de rabia.
Su hermana había sido violada antes de ser asesinada. Era peor que cualquier pesadilla que hubiera imaginado durante todos estos años. ¿Cómo la mataron? Vicente la golpeó en la cabeza con la misma barra de metal. Ella nunca despertó del efecto de la droga. El detective Contreras pidió detalles
sobre la disposición de los cuerpos.
Sergio explicó que habían enterrado a Rosa y Eduardo en hoyos, que habían excavado esa misma noche en el área que sería remodelada días después. Don Aurelio había planeado todo con anticipación. Sabía que iba a remodelar el restaurante y que podía ocultar las tumbas bajo los nuevos cimientos.
También nos hizo enterrar las pertenencias de la pareja en una caja de metal para hacer creer que se habían ido voluntariamente. ¿Quién más sabía sobre estos asesinatos? Ramón Castillo obviamente sabía todo. También había un empleado del hotel, un hombre llamado Alberto Núñez Vargas, que ayudó a
limpiar la sangre del restaurante y a preparar la cuartada.
El detective anotó el nombre de Alberto Núñez. Si seguía vivo, sería otro testigo crucial para el caso. Carmen preguntó sobre Vicente Salazar Torres, el otro asesino. ¿Dónde está Vicente ahora? Vicente murió en 2003 en un enfrentamiento con la policía en Sinaloa. Se había metido en el narcotráfico
después de que cerramos la empresa de seguridad.
Al menos uno de los asesinos había pagado con su vida, aunque no por los crímenes específicos contra Rosa y Eduardo. ¿Por qué decidieron confesar ahora?, preguntó el detective. He vivido con pesadillas durante 16 años. Cuando me enteré de que habían encontrado los cuerpos, supe que era hora de
decir la verdad.
También tengo hijas jóvenes y no puedo seguir ocultando que participé en el asesinato de una mujer inocente. La confesión de Sergio proporcionó todos los detalles que necesitaban para construir un caso sólido contra don Aurelio. También reveló la extensión completa de la operación criminal que
incluía lavado de dinero, chantaje, violación y homicidio múltiple. El detective Contreras contactó inmediatamente a las autoridades federales.
Si don Aurelio había estado lavando dinero del narcotráfico, el caso podría involucrar delitos federales que requerían la intervención de la PGR. También intensificaron la búsqueda de Alberto Núñez Vargas, el empleado del hotel que había ayudado en el encubrimiento. Los registros de empleo
mostraban que había trabajado en el hotel Marisol hasta 1996 y después había desaparecido de los registros oficiales. Carmen sintió una mezcla de satisfacción y dolor.
Finalmente conocía la verdad completa sobre lo que había pasado con Rosa y Eduardo, pero los detalles eran más brutales de lo que había imaginado. Su hermana no solo había sido asesinada, había sido violada por el hombre en quien había confiado lo suficiente para cenar en su restaurante privado.
Los resultados preliminares de ADN llegaron esa tarde, confirmando oficialmente que los restos encontrados correspondían a Rosa Sánchez Morales y Eduardo Mendoza Herrera.
Después de 16 años tenían certeza científica de que habían encontrado a las víctimas. Con la confesión de Sergio, la evidencia física de los cuerpos y pertenencias enterradas y los testimonios de Rubén Moreno y Patricia Herrera, el caso contra don Aurelio era prácticamente irrefutable. Solo faltaba
capturarlo antes de que pudiera escapar del país.
Don Aurelio Vázquez Romero fue localizado el 24 de marzo de 2010 en el aeropuerto internacional de Tijuana, intentando abordar un vuelo hacia España con un pasaporte falsificado. Los agentes federales lo arrestaron cuando se dirigía hacia la puerta de embarque, terminando así su intento de fuga.
Carmen recibió la llamada del detective Contreras a las 10 de la mañana.
Señora Sánchez, tenemos a don Aurelio bajo custodia. Será trasladado a Puerto Vallarta esta tarde para enfrentar los cargos por homicidio calificado. Carmen sintió una mezcla de alivio y satisfacción. Después de 16 años, el asesino de su hermana finalmente enfrentaría la justicia.
Había dedicado gran parte de su vida adulta a buscar esta respuesta y ahora la tenía. El traslado de don Aurelio de Tijuana a Puerto Vallarta se realizó con extremas medidas de seguridad. A los 71 años seguía siendo considerado un riesgo de fuga debido a sus conexiones y recursos financieros.
También existía preocupación de que intentara sobornar o intimidar a testigos antes del juicio.
Carmen decidió estar presente cuando don Aurelio llegara a la cárcel de Puerto Vallarta. quería que viera su rostro y supiera que la hermana de Rosa había persistido en la búsqueda de justicia durante todos estos años. Don Aurelio llegó esposado y flanqueado por agentes federales. A pesar de su
edad y la gravedad de las acusaciones, mantenía una postura altiva y desafiante.
Sus ojos se encontraron brevemente con los de Carmen, pero no mostró ninguna expresión de remordimiento o reconocimiento. El detective Contreras había preparado meticulosamente el interrogatorio. tenían la confesión de Sergio Gutiérrez, evidencia física irrefutable, testimonios de múltiples
testigos y documentos que probaban el patrón de comportamiento criminal de don Aurelio.
Don Aurelio, hemos encontrado los cuerpos de Rosa Sánchez Morales y Eduardo Mendoza Herrera enterrados en su propiedad. También tenemos la confesión completa de Sergio Gutiérrez sobre su participación en los asesinatos. Don Aurelio permaneció en silencio consultando ocasionalmente con su abogado,
el licenciado Patricio Alvarado Sandoval, un penalista prestigioso de Guadalajara que había aceptado defender el caso. “Mi cliente no tiene comentarios sobre estas acusaciones en este momento”, dijo el abogado.
“Reservaremos nuestra defensa para el juicio correspondiente.” El detective continuó presentando evidencia. También encontramos fotografías comprometedoras de múltiples huéspedes, incluyendo a Rosa, lo que demuestra un patrón de comportamiento predatorio.
Sus propios registros muestran pagos irregulares a la empresa de seguridad que proporcionó los asesinos. Don Aurelio finalmente habló. Detective, yo soy un empresario respetado en esta comunidad durante más de 30 años. No voy a permitir que destruyan mi reputación basándose en las palabras de
criminales que buscan reducir sus propias condenas.
Carmen sintió rabia al escuchar la arrogancia de don Aurelio. Incluso enfrentando evidencia irrefutable, se negaba a admitir responsabilidad por los asesinatos que había ordenado. “Su reputación ya está destruida”, intervino Carmen. “Usted asesinó a mi hermana y a su esposo y después vivió
tranquilamente durante 16 años. Mientras nuestras familias sufrían sin saber qué había pasado, don Aurelio la miró con desprecio.
Señora, usted ha estado obsesionada con teorías de conspiración durante años. Ahora está utilizando a delincuentes para fabricar una historia fantástica. El detective Contreras presentó entonces las páginas del diario de Rosa. Don Aurelio, su propia víctima, documentó las interacciones con usted.
Rosa escribió específicamente sobre la cena en su restaurante privado y sobre el nerviosismo de Eduardo después de descubrir algo comprometedor.
La expresión de don Aurelio cambió ligeramente al escuchar sobre el diario. Evidentemente no sabía que Rosa había estado documentando los eventos de esos días. Su abogado pidió un receso para consultar privadamente con su cliente. Carmen pudo observar a través del vidrio de la sala de
interrogatorios como don Aurelio y su abogado tenían una conversación intensa.
El abogado parecía estar presionándolo para que considerara algún tipo de negociación. Cuando reanudaron el interrogatorio, el licenciado Alvarado había cambiado su estrategia. Detective, mi cliente está dispuesto a proporcionar información sobre operaciones más amplias de lavado de dinero a cambio
de consideración en las acusaciones de homicidio. El detective consultó con el fiscal antes de responder.
El homicidio múltiple calificado no es negociable. Su cliente puede cooperar con información adicional, pero enfrentará la justicia completa por los asesinatos de Rosa y Eduardo. Don Aurelio se dio cuenta de que no tenía opciones viables. La evidencia era demasiado sólida y los testimonios
demasiado detallados para crear dudas razonables ante un jurado.
Está bien, dijo. Finalmente proporcionaré información completa sobre las operaciones de lavado de dinero que manejaba a través del hotel, pero quiero que quede claro que yo no maté personalmente a nadie. Sergio Gutiérrez y Vicente Salazar fueron quienes cometieron los actos violentos. Carmen sintió
satisfacción al escuchar esa admisión parcial.
Don Aurelio finalmente había reconocido su participación en los crímenes, aunque tratara de minimizar su responsabilidad. El detective continuó presionando por detalles específicos. Don Aurelio, explique exactamente qué pasó la noche del 21 de abril de 1994. Don Aurelio miró hacia el techo antes de
responder. Eduardo Mendoza había revisado los registros financieros del hotel durante su estancia, tenía conocimientos de contabilidad y había identificado discrepancias que sugerían lavado de dinero.
Me confrontó esa mañana amenazando con reportar sus sospechas a las autoridades. ¿Por qué no simplemente les permitió irse del hotel? Eduardo había visto demasiado. Conocía detalles específicos sobre las operaciones financieras. Si hubiera reportado esa información, habría arruinado mi negocio y me
habría enviado a prisión.
Carmen interrumpió, así que decidió asesinar a una pareja inocente en lugar de aceptar las consecuencias de sus crímenes. Don Aurelio la miró con frialdad. Señora, usted no entiende las complejidades de los negocios en esa época. Había mucho dinero involucrado y personas muy peligrosas que
esperaban discreción absoluta. La confesión continuó durante varias horas.
revelando detalles sobre la red de lavado de dinero que había operado a través del hotel Marisol durante años. Don Aurelio había procesado millones de pesos para organizaciones criminales, utilizando el turismo como fachada para justificar grandes flujos de efectivo.
También confirmó los abusos sexuales que había cometido contra huéspedes femeninas durante años, utilizando drogas para incapacitarlas y después chantajeándolas con fotografías comprometedoras. Carmen se sintió satisfecha, pero también exhausta emocionalmente. Después de años de búsqueda,
finalmente tenía respuestas completas, pero el conocimiento de lo que había sufrido Rosa era devastador.
El interrogatorio de don Aurelio Vázquez continuó durante tres días consecutivos, del 25 al 27 de marzo de 2010. Con cada sesión se revelaban más detalles sobre la extensión de sus operaciones criminales y las circunstancias específicas de los asesinatos de Rosa y Eduardo. Carmen asistió a cada
interrogatorio tomando notas meticulosas y grabando mentalmente cada palabra.
Después de 16 años sin respuestas, necesitaba conocer todos los detalles, por dolorosos que fueran. Don Aurelio, explique exactamente cómo murió Rosa Sánchez. exigió el detective Contreras durante la segunda sesión. Don Aurelio consultó con su abogado antes de responder. Ya había admitido su
participación general, pero los detalles específicos lo incriminarían aún más.
Después de que Sergio y Vicente se llevaron a Eduardo, yo subí a la habitación 237. Rosa estaba llorando, preguntando dónde estaba su esposo. Le dije que Eduardo había tenido un problema con unos documentos de turismo y que necesitaba resolverlo en la oficina. Rosa le creyó al principio. Sí, estaba
preocupada, pero confiaba en mi explicación.
La convencí de que bajara conmigo al restaurante privado para tomar algo que la tranquilizara mientras Eduardo regresaba. Carmen cerró los ojos imaginando el terror que había sentido su hermana cuando se dio cuenta de que estaba en peligro. ¿Qué le dio de beber? Brandy, mezclado con Roy Nol, quería
que estuviera inconsciente para poder, para hacer lo que necesitaba hacer. Sea específico sobre lo que hizo. Don Aurelio miró hacia el piso.
La violé mientras estaba inconsciente. Había estado planeando hacerlo desde que la vi llegar al hotel. era muy atractiva y su esposo era demasiado protector. Carmen sintió náuseas. Don Aurelio había planeado violar a Rosa desde el momento en que llegó al hotel.
El asesinato de Eduardo había sido simplemente una oportunidad para llevar a cabo sus intenciones criminales. ¿Por qué decidió matarla? Cuando comenzó a despertar, empezó a recordar fragmentos de lo que había pasado. Gritaba el nombre de Eduardo y decía que iba a reportar todo a la policía. no
podía permitir que viviera con esa información.
El detective continuó presionando por detalles. ¿Usted personalmente la mató? No. Llamé a Sergio y Vicente para que se encargaran. Vicente la golpeó con una barra de metal que habíamos usado para matar a Eduardo. Murió inmediatamente. Carmen luchó por mantener la compostura.
Su hermana había despertado parcialmente de la droga y había entendido que algo terrible estaba pasando, pero no había podido defenderse. ¿Dónde enterraron los cuerpos? En el área donde estaba planeando construir la ampliación del restaurante, habíamos excavado dos hoyos profundos. Envolvimos los
cuerpos en lona plástica y los enterramos esa misma noche.
¿Por qué también enterraron las pertenencias? quería crear la impresión de que la pareja había decidido irse espontáneamente abandonando algunas cosas, pero después me di cuenta de que era más seguro enterrar todo para eliminar cualquier evidencia. El detective Contreras presentó entonces las
fotografías encontradas en la caja fuerte de don Aurelio. Explique estas imágenes de otras huéspedes. Don Aurelio admitió haber drogado y fotografiado a múltiples mujeres jóvenes durante años.
Algunas eran huéspedes ricas que podía chantajear, otras simplemente las fotografiaba por placer personal. ¿Cuántas mujeres victimizó de esta forma? No llevaba un conteo exacto, tal vez 20 o 30 durante los años que operé el hotel. Carmen sintió horror al darse cuenta de que Rosa había sido solo una
de muchas víctimas. Don Aurelio había operado un esquema sistemático de abuso sexual durante años.
Durante la tercera sesión de interrogatorio, don Aurelio proporcionó detalles sobre las operaciones de lavado de dinero. Varios cárteles de droga necesitaban limpiar grandes cantidades de efectivo. Yo les proporcionaba facturas falsas de servicios turísticos para justificar depósitos bancarios
grandes. ¿Cuánto dinero procesó de esta forma? Millones de pesos durante los años 90.
El hotel Marisol reportaba ganancias infladas que justificaban los depósitos bancarios sospechosos. También reveló información sobre funcionarios corruptos que habían facilitado sus operaciones. Varios inspectores de Hacienda y comandantes de policía recibían pagos regulares para ignorar las
irregularidades financieras.
El detective anotó todos los nombres para investigación posterior. El caso de Rosa y Eduardo había destapado una red de corrupción mucho más amplia. Don Aurelio, ¿siente algún remordimiento por haber asesinado a Rosa y Eduardo? Don Aurelio permaneció en silencio por varios minutos antes de
responder.
Eran personas inocentes que no merecían morir, pero yo tenía demasiado que perder si Eduardo hubiera hablado con las autoridades. Carmen se levantó de su silla. Esa no es una respuesta. Usted destruyó dos vidas jóvenes y torturó a nuestras familias durante 16 años. Señora Sánchez, entiendo su
dolor, pero yo no podía prever las consecuencias a largo plazo de mis decisiones en ese momento.
El detective Contreras intervino. Don Aurelio, ¿hay algo más que quiera agregar a su confesión? Solo que espero que mi cooperación sea considerada durante la sentencia. He proporcionado información completa sobre todas mis operaciones criminales. Carmen sintió que la confesión estaba completa, pero
no se sentía satisfecha.
Don Aurelio había admitido los hechos, pero no mostraba remordimiento genuino. Para él, Rosa y Eduardo habían sido simplemente obstáculos inconvenientes en sus operaciones criminales. La confesión formal fue transcrita, firmada y presentada al juez que supervisaba el caso. Con este documento, más
toda la evidencia física y testimonial, el caso contra don Aurelio era prácticamente irrefutable.
Solo restaba esperar el juicio formal y la sentencia correspondiente. Carmen sabía que ninguna sentencia podría devolverle a Rosa o compensar 16 años de sufrimiento familiar, pero al menos habían logrado justicia y habían evitado que don Aurelio pudiera victimizar a otras personas en el futuro.
La confesión de don Aurelio Vázquez había destapado una red criminal mucho más extensa de lo que inicialmente habían imaginado. El detective Contreras coordinó con autoridades federales para investigar todas las ramificaciones del caso, incluyendo los otros crímenes que había admitido. Carmen
decidió contactar a las familias de las otras víctimas mencionadas en la confesión.
Si don Aurelio había victimizado a 20 o 30 mujeres durante años, sus familias merecían conocer la verdad y buscar justicia. El 30 de marzo de 2010, el detective Contreras recibió autorización para formar un grupo de trabajo especial dedicado a investigar todos los crímenes cometidos por don Aurelio
entre 1985 y 2005.
Carmen fue designada como enlace oficial con las familias de las víctimas. Señora Sánchez, hemos identificado al menos 12 casos de huéspedes femeninas que reportaron haber sido drogadas o abusadas en el hotel Marisol durante esos años. La mayoría retiró las denuncias después de ser presionadas o
sobornadas. Carmen revisó los archivos que le proporcionó el detective.
Los nombres incluían turistas mexicanas, estadounidenses y europeas de entre 20 y 30 años de edad. Todas habían reportado síntomas consistentes con haber sido drogadas. Alguna de estas mujeres presentó denuncia formal, tres de ellas sí, pero las investigaciones fueron cerradas rápidamente por falta
de evidencia. Ahora sabemos que don Aurelio tenía contactos en la policía local que protegían sus operaciones.
Una de las víctimas era María Fernanda Castillo Vega, una joven arquitecta de Monterrey que había visitado Puerto Vallarta en febrero de 1996 para su cumpleaños número 25. Su denuncia había sido archivada después de que supuestamente se retractara de sus acusaciones. Carmen contactó telefónicamente
a María Fernanda, quien ahora tenía 39 años y vivía en San Luis Potosí. La conversación fue difícil, pero reveladora.
Señora Carmen, yo nunca me retracté de mi denuncia. Don Aurelio envió a unos hombres a amenazarme. Me dijeron que si no retiraba la denuncia me harían daño a mí y a mi familia. ¿Qué recuerda de esa noche en el hotel? Don Aurelio me invitó a cenar en su restaurante privado. Parecía un hombre
respetable y yo estaba celebrando sola, así que acepté.
Después de la cena, no recuerdo nada hasta que desperté al día siguiente en mi habitación con evidencia de que había sido violada. María Fernanda había guardado fotografías de sus lesiones y copias de los reportes médicos de esa época. también conservaba las amenazas escritas que había recibido
después de presentar la denuncia.
¿Estaría dispuesta a testificar contra don Aurelio ahora? Absolutamente. He esperado 14 años para que alguien tomara en serio mi caso. Si puedo ayudar a que pague por lo que le hizo a su hermana y a otras mujeres, lo haré. Carmen contactó a otras víctimas mencionadas en los archivos. Cinco de ellas
accedieron a hablar y proporcionar testimonios.
Sus historias eran terriblemente similares. Invitaciones a cenar, bebidas alteradas, violaciones mientras estaban inconscientes y después intimidación para evitar que buscaran justicia. Una víctima particularmente valiente era Jennifer Morrison, una turista estadounidense que había sido atacada en
1998.
Jennifer había intentado persistir con su denuncia incluso después de regresar a Estados Unidos, pero las autoridades mexicanas habían ignorado sus esfuerzos. Señora Sánchez, yo sabía que don Aurelio era un depredador, pero no pude obtener justicia porque era un extranjero sin conexiones locales.
Ahora que hay evidencia sólida contra él, quiero testificar.
El detective Contreras también había localizado a Alberto Núñez Vargas, el empleado del hotel que había ayudado a encubrir los asesinatos de Rosa y Eduardo. Alberto vivía bajo identidad falsa en Oaxaca, donde trabajaba como mecánico. Cuando fue arrestado el 2 de abril de 2010, Alberto inicialmente
negó cualquier conocimiento sobre los eventos de 1994, pero cuando se enfrentó con la confesión de don Aurelio y Sergio Gutiérrez, decidió cooperar.
“Yo solo ayudé a limpiar la sangre del restaurante después de que mataron a Eduardo”, admitió Alberto. Don Aurelio me prometió dinero extra y me amenazó con despedirme si hablaba con alguien. ¿Vio usted los cuerpos? Vi cuando los enterraron. Don Aurelio me obligó a ayudar a cabar los hoyos y a
cubrir las tumbas.
Después me dijo que si alguna vez hablaba sobre esa noche, terminaría igual que ellos. La confesión de Alberto proporcionó detalles adicionales sobre el encubrimiento. También reveló que otros empleados del hotel habían sospechado que algo terrible había pasado, pero todos habían sido intimidados
para permanecer callados. Había otros empleados que sabían la verdad.
La jefa de limpieza, María Soledad, sospechaba algo porque había visto las manchas de sangre antes de que las limpiáramos, pero nunca le dijimos exactamente qué había pasado. Carmen recordó su conversación con María Soledad Ramírez García. La mujer había proporcionado información valiosa sobre los
eventos, pero no había sabido la extensión completa de los crímenes.
El grupo de trabajo también investigó las conexiones de don Aurelio con funcionarios corruptos. Sus registros financieros mostraban pagos regulares a varios inspectores de Hacienda, comandantes de policía y funcionarios municipales entre 1990 y 2005.
Señora Sánchez, creemos que don Aurelio operó con impunidad durante años porque tenía protección oficial. Eso explica por qué la investigación original de la desaparición de su hermana fue tan superficial. Carmen sintió rabia al darse cuenta de que Rosa y Eduardo podrían haber sido salvados si las
autoridades hubieran investigado seriamente desde el principio.
La corrupción oficial había permitido que don Aurelio continuara cometiendo crímenes durante años. Los medios de comunicación comenzaron a reportar extensamente sobre el caso. La historia de la pareja desaparecida en su luna de miel y encontrada 16 años después capturó la atención nacional. También
se reportó sobre las múltiples víctimas de violación y la red de corrupción.
Carmen concedió varias entrevistas televisivas para mantener presión pública sobre el caso. Quería asegurar que don Aurelio recibiera la sentencia máxima posible y que se investigaran todos sus crímenes completamente. Mi hermana Rosa y su esposo Eduardo merecían vivir una vida plena y feliz, dijo
Carmen durante una entrevista en Televisa, pero también merecen que su muerte sirva para hacer justicia por todas las otras víctimas de este hombre. El caso había evolucionado de una investigación sobre dos personas desaparecidas a una exposición completa
de décadas de crímenes sexuales, homicidios y corrupción oficial. Carmen se sentía orgullosa de que su persistencia hubiera destapado una verdad mucho más amplia que podría prevenir futuras víctimas. El juicio de Aurelio Vázquez Romero comenzó el 15 de junio de 2010 en el Tribunal Superior de
Justicia de Jalisco en Puerto Vallarta.
Después de tres meses de investigación, las autoridades habían construido un caso abrumador que incluía homicidio múltiple calificado, violación múltiple, lavado de dinero y corrupción de funcionarios públicos. Carmen asistió a cada día del juicio, acompañada por los padres de Eduardo y las familias
de otras víctimas.
Durante 16 años había soñado con este momento, ver a don Aurelio enfrentar las consecuencias legales de sus crímenes. El fiscal, licenciado Roberto Sandoval Méndez, presentó meticulosamente toda la evidencia recopilada. Las confesiones de don Aurelio y Sergio Gutiérrez, los testimonios de testigos,
la evidencia física de los cuerpos enterrados y los testimonios de múltiples víctimas de violación construían un caso prácticamente irrefutable.
Señores del jurado, este caso representa no solo el asesinato brutal de dos jóvenes inocentes, sino décadas de crímenes sistemáticos cometidos por un hombre que utilizó su posición social para victimizar a personas vulnerables. El abogado defensor, licenciado Patricio Alvarado, intentó argumentar
que su cliente había sido coaccionado por organizaciones criminales para participar en el lavado de dinero y que los asesinatos habían sido cometidos por otros sin su conocimiento directo. Don Aurelio Vázquez es un hombre mayor que
cometió errores en sus negocios, pero no es un asesino. Los verdaderos criminales fueron Sergio Gutiérrez y Vicente Salazar, quienes actuaron independientemente. Carmen sintió indignación al escuchar la estrategia de defensa. Don Aurelio había confesado personalmente haber violado a Rosa y haber
ordenado los asesinatos, pero su abogado trataba de minimizar su responsabilidad.
El momento más emotivo del juicio llegó cuando Carmen testificó sobre el impacto que la desaparición de Rosa había tenido en su familia. Durante 16 años no supimos si mi hermana estaba viva o muerta, si había sido secuestrada, si había sufrido, si necesitaba nuestra ayuda. Esa incertidumbre
destruyó la salud de mis padres y convirtió cada día en una tortura.
También testificaron María Fernanda Castillo, Jennifer Morrison y tres otras víctimas de violación. Sus testimonios establecieron un patrón claro de comportamiento predatorio por parte de don Aurelio durante años. Don Aurelio Vázquez no fue un hombre que cometió un error en un momento de pánico”,
declaró María Fernanda. “Fue un depredador serial que planeó meticulosamente sus ataques contra mujeres indefensas.
Sergio Gutiérrez testificó extensamente sobre los detalles de los asesinatos y las operaciones de lavado de dinero. Su testimonio proporcionó información crucial sobre cómo habían sido cometidos los crímenes y quién había dado las órdenes. Don Aurelio nos contrató específicamente para eliminar a
Eduardo Mendoza porque había descubierto las operaciones financieras ilegales.
Nunca hubo duda sobre quién estaba a cargo y quién tomaba las decisiones. Alberto Núñez también testificó sobre su participación en el encubrimiento, confirmando los detalles sobre cómo habían ocultado la evidencia y intimidado a testigos potenciales. El juicio duró seis semanas, durante las cuales
se presentaron más de 200 piezas de evidencia y se escucharon los testimonios de 38 testigos.
Los medios de comunicación siguieron el caso diariamente, convirtiendo el juicio en una causa célebre sobre la corrupción y la impunidad. El 28 de julio de 2010, el jurado deliberó durante 12 horas antes de llegar a un veredicto unánime, culpable de homicidio múltiple calificado, violación
múltiple, lavado de dinero y corrupción de funcionarios públicos. Carmen lloró cuando escuchó el veredicto.
Después de tantos años de lucha, finalmente había justicia para Rosa y Eduardo. Durante la fase de sentencia, el juez consideró la severidad de los crímenes, el número de víctimas, la falta de remordimiento genuino de don Aurelio y el impacto devastador en las familias de las víctimas. El 15 de
agosto de 2010, don Aurelio Vázquez Romero fue sentenciado a 60 años de prisión sin posibilidad de libertad condicional.
A los 71 años efectivamente era una sentencia de cadena perpetua. Los crímenes cometidos por el acusado representan una de las series más graves de violaciones a los derechos humanos que ha visto este tribunal, declaró el juez. La sentencia refleja no solo la gravedad de los asesinatos, sino el
patrón sistemático de abuso que victimizó a múltiples personas durante décadas.
Sergio Gutiérrez, quien había cooperado completamente con la investigación, recibió una sentencia reducida de 25 años. Alberto Núñez fue sentenciado a 10 años por su participación en el encubrimiento. Carmen se sintió finalmente en paz. La justicia no podía devolverle a Rosa o compensar años de
sufrimiento, pero había logrado que los responsables pagaran por sus crímenes y había evitado futuras víctimas.
Los cuerpos de Rosa Sánchez Morales y Eduardo Mendoza Herrera fueron enterrados el 20 de agosto de 2010 en el Panteón de Guadalajara en una ceremonia que reunió a cientos de personas que habían seguido el caso. Finalmente tenían el descanso digno que merecían.
Carmen estableció la Fundación Rosa y Eduardo para ayudar a familias de personas desaparecidas y promover reformas en el sistema de justicia mexicano. Su experiencia había demostrado la importancia de la persistencia familiar cuando las autoridades fallan en sus responsabilidades. Rosa y Eduardo no
murieron en vano si su caso sirve para mejorar la justicia en México y proteger a otras personas de criminales como don Aurelio”, declaró Carmen durante la ceremonia de establecimiento de la fundación.
En los años siguientes, el caso Rosa y Eduardo se convirtió en un ejemplo citado frecuentemente sobre la importancia de no abandonar la búsqueda de personas desaparecidas y sobre los peligros de la corrupción oficial. También inspiró reformas legales para mejorar la investigación de personas
desaparecidas y fortalecer la protección de víctimas de crímenes sexuales.
Don Aurelio Vázquez murió en prisión en 2018 a los 79 años, sin haber mostrado jamás remordimiento genuino por sus crímenes. Carmen asistió a su funeral solo para asegurar que realmente había muerto y que nunca más podría victimizar a nadie. Hoy en agosto de 2025, Carmen Sánchez Morales tiene 60
años y continúa dirigiendo la fundación que lleva el nombre de su hermana.
ha ayudado a resolver más de 50 casos de personas desaparecidas y ha proporcionado apoyo a cientos de familias que enfrentan tragedias similares. Rosa tenía razón cuando escribió en su diario que algo no estaba bien. Reflexiona Carmen. Si hubiera confiado en sus instintos y se hubiera ido del hotel
inmediatamente, tal vez estaría viva hoy. Pero su muerte no fue en vano.
y sirve para que otras personas confíen en sus instintos cuando sienten peligro. El hotel Marisol nunca fue reconstruido. El terreno donde Rosa y Eduardo fueron encontrados es ahora un parque público llamado Jardín de la Memoria, dedicado a todas las víctimas de crímenes violentos en Puerto
Vallarta.
Una placa de bronce lleva los nombres de Rosa Sánchez Morales y Eduardo Mendoza Herrera, recordando que el amor puede trascender incluso la muerte y que la justicia, aunque llegue tarde, siempre vale la pena perseguir.
News
“¡TU ESPOSA NO DEJA QUE TU HIJA COMA!” DIJO EL NIÑO POBRE AL MILLONARIO, DEJÁNDOLO EN SHOCK…
Un millonario veía a su hija apagarse cada día. Isabela ya casi no tenía fuerzas ni siquiera para levantarse…
MILLONARIO SORPRENDE A LA EMPLEADA PROTEGIENDO A SU MADRE CON ALZHEIMER… Y NO LO PUEDE CREER!
Un millonario cruzó el vestíbulo de su mansión, impecable como siempre, hasta que escuchó un grito desesperado. “No la toques,…
La Macabra Historia de la Familia Luján: La Herencia Que Hizo Desaparecer a Todos Sus Hijos
Buenas noches a todos los amantes del misterio. Bienvenidos una vez más a El tintero maldito, donde las historias…
Cuesta creer que haya sucedido en la vida real, pero está en cámara. Uno de los casos más locos de la historia.
Dos niñas fueron al parque en bicicleta y desaparecieron. Esto marcó el comienzo de eventos increíblemente difíciles de creer desde…
Una niña fue a una tienda a pocos minutos de su casa, pero nunca regresó
Una niña fue a una tienda a pocos minutos de su casa, pero nunca regresó. La policía inició la búsqueda…
(1971, Venezuela) El Misterio de la Familia Sánchez — Cinco Miembros Desaparecidos
Bienvenidos a El tintero maldito. Mi nombre es Gabriel Montero y hoy les traigo una historia que ha permanecido oculta…
End of content
No more pages to load