Hola, me llamo Marina, tengo 14 años y vivo en Sevilla con mi madre y mi hermano pequeño. Antes de contarles por qué estoy aquí, quiero pedirles algo. Si esta historia les llega al corazón, suscríbanse, denle like, compártanla y dejen un comentario que diga libertad. No por mí, sino por todas las personas que, como esperan que sus voces lleguen donde las paredes no dejan pasar el abrazo.

Mi vida cambió en una sola madrugada. Papá siempre fue mi héroe, el hombre que arreglaba todo, incluso cuando yo me caía y me raspaba las rodillas. Era de esas personas que hacían magia con las manos y con el corazón. me enseñó a andar en bici, a tocar la guitarra y me cantaba una canción inventada solo para mí.

Hablaba de barcos, de mares y de cómo yo era su timón. “Mientras yo esté aquí, siempre estarás a salvo.” Me repetía cada noche. Pero una mañana a las 6 escuché golpes fuertes en la puerta. Desperté con el corazón acelerado. Había luces azules entrando por la ventana y voces extrañas gritando. Mamá me dijo que no me levantara, pero no pude quedarme quieta.

Bajé las escaleras y lo vi. Vi a papá con las manos esposadas, rodeado de policías. No entendía nada. Lloraba y le preguntaba qué pasaba. Él solo me miró con los ojos llenos de lágrimas y me dijo, “Cuida de tu hermano y canta siempre.” Y se lo llevaron. Ese sonido de la puerta cerrándose fue como si se hubiera cerrado el mundo.

Los primeros días fueron los más duros. Mi hermano preguntaba cada noche dónde estaba papá y yo no sabía qué decirle. Mamá trataba de ser fuerte, pero a veces la escuchaba llorar en silencio en la cocina. Las visitas a la cárcel eran frías. Verlo detrás de un cristal sin poder abrazarlo dolía más que cualquier golpe.

Papá sonreía para que yo no llorara, pero sus manos temblaban. Me preguntaba si seguía cantando. Yo le decía que sí. Mentía, no tenía fuerzas para cantar. En el colegio todo se volvió más complicado. Algunos compañeros susurraban a mis espaldas, otros me miraban como si tuviera algo malo. Me sentía aislada, invisible. En casa mamá trabajaba doble turno para pagar las cuentas y yo cuidaba de mi hermano.

Las noches eran eternas. Me quedaba despierta mirando el techo, imaginando que papá entraba por la puerta y todo volvía a ser como antes. Un día, buscando un amante en el armario, encontré su guitarra. Tenía polvo, las cuerdas flojas, pero en cuanto la toqué, sentí como si su voz estuviera conmigo. Recordé cada nota, cada canción que me enseñó.

Esa noche volví a cantar y aunque las lágrimas caían, sentí que él me escuchaba como si estuviera al otro lado del mundo, pero con el corazón pegado al mío. Hoy estoy aquí no porque todo esté bien, sino porque quiero que mi voz cruce esas paredes y llegue hasta donde él está. Quiero que papá sepa que su niña sigue cumpliendo su promesa, que aunque la vida nos haya arrancado tantas cosas, no nos quitó la música.

Esta canción es para ti, papá, para que sepas que sigo siendo tu timón y que algún día cuando vuelvas podamos cantarla juntos otra vez. [Música] Papá, cierro los ojos y te veo llegar. Aunque no estés aquí, yo te vuelvo a abrazar. Tus manos fuertes, tu voz de capital [Música] me enseñaron a no rendirme, a siempre luchar.

[Música] Recuerdo las noches con tu canción. La guitarra sonando, la tiendo, el corazón. Ahora el silencio me quiere vencer, pero tu voz me levanta y me hace creer. Aunque muros te escondan, mi voz volará. Sobre rejas y sombras te ir a buscar. Papá, mi canción te llevará porque el amor no se encierra. Siempre nos unirá.

[Música] [Aplausos] La casa se siente tan fría sin ti. Mamá se esfuerza por no dejarme sufrir. Le cuento a mi hermano historias de mar y que pronto juntos te vamos a abrazar. Y si el mundo nos quiso separar, mi corazón no lo va a aceptar porque eres mi héroe, mi única verdad. Y aunque lejos siempre vas a estar. Aunque muros se escondan, mi voz volará.

Sobre rejas y sombras te irá buscar. Papá, mi canción te llevará porque el amor no se encierra y siempre nos unirá. Cierro los ojos y te veo llegar. Aunque no estés aquí, yo te vuelvo a abrazar. Tus manos fuertes, tu voz de capita. Me enseñaron a no rendirme, a siempre luchar. Recuerdo las noches con tu canción, la guitarra sonando, latiendo el corazón.

Ahora el silencio me quiere vencer, pero tu voz me levanta y me hace creer. Lo usaría.