Capítulo 1: La Decisión Final
“Te juro que nunca volverás a verme”, gritó Isabela mientras firmaba los papeles de divorcio. Las lágrimas caían por sus mejillas, pero su voz era firme. Sebastián, sentado frente a ella con una expresión de desprecio, sonrió.
“¡Perfecto, una mujer menos de la que preocuparme!”, respondió él, despectivo.
Isabela sintió que su corazón se rompía en mil pedazos, pero sabía que era lo mejor. Había pasado años sintiéndose atrapada en un matrimonio sin amor, y finalmente había tomado la decisión de liberarse. Esa noche, mientras salía del despacho de abogados, se sintió aliviada, como si una pesada carga se hubiera levantado de sus hombros.
Capítulo 2: Tres Años Después
Tres años pasaron rápidamente. Isabela se había reconstruido. Había iniciado su propio negocio de diseño de interiores, algo que siempre había querido hacer. Su vida había tomado un rumbo diferente, y aunque había momentos de soledad, también había alegría en su independencia. Había aprendido a amarse a sí misma y a encontrar satisfacción en su trabajo.
Una noche, mientras se preparaba para salir con unas amigas, decidió que era hora de celebrar su éxito. Se puso un vestido rojo que resaltaba su figura y se miró en el espejo. La mujer que veía era fuerte y segura, muy diferente a la que había sido tres años atrás.
Capítulo 3: El Restaurante
Esa misma noche, Sebastián entró al Palazzo di Cristallo, el restaurante más exclusivo y caro de la ciudad. El Bentley Continental GT negro se deslizó suavemente hasta detenerse frente a la entrada. Sebastián Mendoza ajustó su reloj Patek Philippe de platino mientras el ballet se acercaba corriendo para recibir las llaves.
A sus años, era la definición viviente del éxito empresarial. Dueño de la cadena hotelera más grande del país, con una fortuna que superaba los 300 millones de dólares y una reputación que lo precedía en todos los círculos de élite.
“Buenas noches, señor Mendoza”, saludó el ballet con una reverencia casi exagerada. “Es un honor tenerlo nuevamente en nuestro establecimiento.”
Sebastián asintió con esa sonrisa fría y calculada que había perfeccionado durante años de negociaciones despiadadas. Su traje Armani de 15,000 dólares se ajustaba perfectamente a su figura atlética, mantenida gracias a un entrenador personal que le costaba más al mes que el salario anual de la mayoría de las personas.
Cada paso que daba resonaba con la autoridad de un hombre que jamás había conocido el significado de la palabra no. Esta noche era especial. Había cerrado el contrato más importante de su carrera, la adquisición de una cadena rival que le daría el monopolio completo del turismo de lujo en tres países. Era momento de celebrar y había invitado a Victoria Ramírez, la modelo de 28 años que había conocido en una gala benéfica la semana anterior. Una mujer hermosa, sofisticada y, sobre todo, impresionada por su riqueza.
Capítulo 4: La Cena
El interior del Palazzo di Cristallo era un espectáculo de opulencia. Candelabros de cristal de Murano colgaban del techo. Las paredes estaban decoradas con arte original de maestros europeos y cada mesa estaba adornada con flores frescas importadas diariamente desde Holanda. Los precios eran tan exclusivos que una sola cena podía costar más que el salario mensual de tres familias promedio.
“Señor Mendoza”, el maître se acercó con una sonrisa servil. “Su mesa habitual está lista. ¿Esperamos a alguien más esta noche?”
“Sí. La señorita Ramírez llegará en cualquier momento. Asegúrate de que todo sea perfecto”, respondió Sebastián con esa voz autoritaria que había desarrollado después de años mandando a cientos de empleados.
Mientras era escoltado hacia su mesa en el área VIP, Sebastián se sentía en la cima del mundo. Tres años habían pasado desde su divorcio. Tres años durante los cuales había multiplicado su fortuna. Había salido con las mujeres más hermosas del continente y había conseguido todo lo que se había propuesto.
Isabela había sido solo un obstáculo temporal en su camino hacia la grandeza, una lección aprendida sobre no mezclar los sentimientos con los negocios. Se acomodó en su silla de cuero italiano, mirando por el ventanal hacia las luces de la ciudad que prácticamente le pertenecía. Su imperio se extendía por toda la costa, desde hoteles de cinco estrellas hasta resorts privados donde los poderosos del mundo venían a relajarse y hacer negocios. Era respetado, temido y envidiado a partes iguales.
Capítulo 5: Un Encuentro Inesperado
Mientras esperaba a Victoria, Sebastián revisó su teléfono de oro y se sumergió en los correos electrónicos de sus gerentes internacionales. La construcción de su nuevo hotel en Mónaco estaba en marcha, y tenía que asegurarse de que todo estuviera bajo control.
De repente, un movimiento en la entrada del restaurante llamó su atención. Cuando levantó la vista, su corazón se detuvo por un instante. Isabela estaba allí, radiante y elegante, con un vestido negro que abrazaba su figura de manera perfecta. Su cabello caía en suaves ondas sobre sus hombros, y su mirada era decidida.
Sebastián sintió un escalofrío recorrer su espalda. No podía creer que la viera allí, en el mismo lugar que él. Había pasado tanto tiempo desde su divorcio, y aunque había tratado de olvidar, la imagen de Isabela siempre había estado presente en su mente.
Isabela, por su parte, no lo había notado de inmediato. Estaba conversando con un grupo de amigos, riendo y disfrutando de la velada. Pero cuando finalmente se dio la vuelta y sus miradas se encontraron, el tiempo pareció detenerse. La sorpresa en sus ojos fue evidente, pero rápidamente se transformó en una expresión de desafío.
Capítulo 6: La Confrontación
Sebastián se levantó, incapaz de contenerse. Caminó hacia ella, sintiendo la tensión en el aire. Isabela lo miró con frialdad.
“¿Qué haces aquí, Sebastián?” preguntó, su voz firme.
“Vine a celebrar un gran negocio”, respondió él, tratando de mantener la compostura.
“¿Y qué hay de mí? ¿No te alegras de verme?” Su tono era sarcástico.
“Claro que sí. Te ves… bien”, dijo Sebastián, sintiendo que la situación se volvía incómoda.
Isabela sonrió, pero no era una sonrisa amistosa. “¿Y tú? ¿Sigues con esa vida vacía de fiestas y mujeres deslumbrantes?”
Sebastián frunció el ceño. “No tengo que justificarme ante ti. Hice lo que tenía que hacer para seguir adelante.”
“¿Seguir adelante? ¿Eso es lo que llamas dejar atrás un matrimonio?” Isabela lo miró con desprecio. “No me hagas reír.”
En ese momento, Victoria apareció, interrumpiendo la tensión entre ellos. “Sebastián, lo siento por el retraso”, dijo, sonriendo. Pero al ver a Isabela, su expresión cambió a confusión.
“¿Quién es ella?” preguntó Victoria, mirando a Sebastián.
“Una… antigua conocida”, respondió él, sin saber cómo explicarlo.
Capítulo 7: La Velada
La cena continuó, pero la atmósfera era tensa. Isabela y Sebastián intercambiaron miradas furtivas, cada uno tratando de evaluar la situación. Isabela se sentó con sus amigos, pero no podía evitar escuchar las risas y conversaciones de la mesa de Sebastián.
Victoria, completamente ajena a la historia entre ellos, se reía y coqueteaba con Sebastián. Isabela sintió una punzada de celos, pero rápidamente se lo reprochó. Había dejado a Sebastián por una razón, y no iba a permitir que sus sentimientos la dominaran nuevamente.
A medida que la noche avanzaba, Sebastián intentó concentrarse en Victoria, pero su mente seguía volviendo a Isabela. La mujer que había sido su esposa, la que había compartido tantos momentos con él, ahora era un recuerdo que lo perseguía.
Isabela, por su parte, trataba de ignorar a Sebastián. Se sumergió en la conversación con sus amigos, pero su mente no podía evitar volver a pensar en el pasado. Recordaba los momentos felices que habían compartido, pero también las razones que la habían llevado a dejarlo.
Capítulo 8: La Decisión de Isabela
Al final de la noche, Isabela decidió que era hora de irse. Se despidió de sus amigos y salió del restaurante, sintiendo el aire fresco de la noche en su rostro. Mientras caminaba hacia su coche, su mente estaba en un torbellino.
“¿Por qué me afecta tanto verlo?”, se preguntó. Había pasado tanto tiempo tratando de olvidar, y ahora, al verlo de nuevo, todos esos sentimientos parecían resurgir.
Cuando llegó a su coche, decidió que no podía dejar que Sebastián tuviera el control sobre sus emociones. Había reconstruido su vida y no iba a permitir que él la derrumbara de nuevo.
Capítulo 9: La Revelación de Sebastián
Sebastián se despidió de Victoria y salió del restaurante, buscando a Isabela. No podía dejar que se fuera sin hablar con ella. La necesidad de entender por qué aún sentía algo por ella lo impulsó a seguirla.
La encontró justo cuando estaba a punto de entrar en su coche. “Isabela, espera”, dijo, acercándose.
Ella se detuvo y lo miró con desdén. “¿Qué quieres, Sebastián?”
“Necesito saber… ¿cómo has estado?” Su voz sonaba más vulnerable de lo que había querido.
“¿De verdad te importa?” preguntó ella, cruzando los brazos.
“Sí, lo hago. A pesar de todo lo que pasó, siempre me importaste”, admitió Sebastián, sintiendo una oleada de sinceridad.
Isabela lo miró, escéptica. “¿Y eso cambia algo? ¿Qué quieres que haga, que volvamos a estar juntos?”
“No, no estoy diciendo eso. Solo… quiero que sepas que lamento cómo terminaron las cosas. Nunca quise que fuera así.”
Capítulo 10: La Conversación
La conversación continuó, y a medida que hablaban, ambos comenzaron a darse cuenta de que los sentimientos que habían creído enterrados no estaban tan lejos. Isabela compartió sus experiencias de los últimos años, cómo había luchado para reconstruir su vida y cómo había encontrado la felicidad en su independencia.
Sebastián, a su vez, habló sobre su éxito en los negocios, pero también sobre la soledad que había sentido. Había estado rodeado de personas, pero nunca había encontrado a alguien que realmente lo comprendiera.
“Quizás deberíamos haber hablado antes”, sugirió Isabela, sintiendo que había un entendimiento creciente entre ellos.
“Quizás. Pero el pasado es pasado. No podemos cambiarlo”, respondió Sebastián, aunque en su corazón sabía que había algo más que aún los unía.
Capítulo 11: La Oportunidad
A medida que la noche avanzaba, ambos se dieron cuenta de que había una oportunidad para comenzar de nuevo. No necesariamente como pareja, pero quizás como amigos.
“¿Te gustaría tomar un café algún día?” preguntó Sebastián, esperanzado.
Isabela dudó por un momento. “Quizás. Pero no espero que esto se convierta en algo más. He aprendido a vivir mi vida por mí misma.”
“Lo entiendo. Solo quiero tener la oportunidad de conocerte de nuevo”, dijo Sebastián, sintiendo que había una chispa de esperanza.
Isabela asintió. “Está bien. Podemos intentarlo.”
Capítulo 12: El Café
Días después, Isabela y Sebastián se encontraron para tomar café. Al principio, la conversación fue un poco tensa, pero a medida que hablaban, comenzaron a relajarse. Compartieron historias y risas, y poco a poco, el ambiente se volvió más cómodo.
Isabela se dio cuenta de que Sebastián había cambiado. Era más reflexivo, menos arrogante. Había aprendido de sus errores y estaba dispuesto a escuchar.
“Me alegra verte feliz, Isabela”, dijo Sebastián, mirándola a los ojos. “Te mereces todo lo bueno.”
“Gracias, Sebastián. También me alegra verte bien. Has logrado mucho”, respondió ella, sintiendo una conexión renovada.
Capítulo 13: La Nueva Relación
Con el tiempo, Isabela y Sebastián comenzaron a pasar más tiempo juntos. Aunque al principio era solo amistad, ambos sabían que había algo más. La atracción que habían sentido en el pasado nunca había desaparecido por completo.
Una noche, mientras caminaban por el parque, Sebastián tomó la mano de Isabela. “¿Sabes? Creo que siempre he sentido que había algo especial entre nosotros”, dijo, su voz suave.
Isabela lo miró, sintiendo su corazón latir más rápido. “Yo también lo siento, Sebastián. Pero tengo miedo de volver a cometer los mismos errores.”
“Lo entiendo. Pero creo que hemos aprendido mucho. Tal vez esta vez sea diferente”, respondió él, esperanzado.
Capítulo 14: El Renacer
A medida que su relación florecía, ambos se dieron cuenta de que habían encontrado algo que habían perdido: la confianza y el amor. Isabela se sentía más segura que nunca, y Sebastián había aprendido a valorar realmente a la mujer que tenía a su lado.
Una noche, mientras cenaban en un restaurante elegante, Sebastián tomó la mano de Isabela y la miró a los ojos. “Quiero que sepas que estoy listo para dar lo mejor de mí esta vez. No quiero perderte de nuevo”, dijo, su voz sincera.
Isabela sonrió, sintiendo una oleada de felicidad. “Yo también estoy lista. Quiero construir algo real contigo.”
Capítulo 15: El Futuro
Con el tiempo, su relación se volvió más sólida. Ambos aprendieron a comunicarse mejor y a apoyarse mutuamente en sus carreras. Isabela continuó con su negocio de diseño de interiores, mientras que Sebastián expandió su imperio hotelero.
Un día, mientras estaban en la playa, Sebastián se arrodilló y le pidió a Isabela que se casara con él. “Quiero pasar el resto de mi vida contigo. Esta vez, no te dejaré ir”, dijo, mirando a los ojos de Isabela con amor.
Isabela, con lágrimas de felicidad, aceptó. “Sí, quiero. He esperado tanto por este momento.”
Epílogo: Un Nuevo Comienzo
Su boda fue una celebración impresionante, rodeados de amigos y familiares. Ambos habían superado sus miedos y habían encontrado el amor verdadero. Habían aprendido que a veces, las segundas oportunidades pueden ser las mejores.
Isabela y Sebastián miraron hacia el futuro, listos para enfrentar cualquier desafío juntos. Habían construido una relación basada en el respeto, la confianza y, sobre todo, el amor.
La historia de su amor no había terminado; en realidad, apenas comenzaba. Juntos, estaban listos para escribir un nuevo capítulo en sus vidas, uno lleno de esperanza y felicidad.