El 19 de marzo de 2017 por la mañana, un matrimonio de agua azul Colombia caminaba por el pueblo como cada día. Todo parecía transcurrir con la calma habitual de ese rincón del departamento de Casanare, donde la rutina y la tranquilidad solían ir de la mano, al menos hasta que unas gotas de

sangre en el camino captaron la atención de Henry Patarroyo y su esposa.
En un primer momento pensaron que podía tratarse de un animal atropellado, pero lo que descubrieron fue algo completamente impensado y perturbador. A pocos metros del sendero yacía el cuerpo de una mujer. Más tarde, las autoridades confirmaron su identidad. Edenis Barrera, de 32 años, madre de dos

hijos y voluntaria de la defensa civil, era respetada por su compromiso social y su carácter generoso, a pesar de las dificultades que había atravesado en su vida.
Una vida que fue brutalmente interrumpida por alguien a quien jamás habría considerado una amenaza y que estaba demasiado cerca. Buenas noches, bienvenidos al criminalista Nocturno. [Música] El 19 de marzo de 2017, la armonía de la comunidad de Agua Azul se interrumpió luego del hallazgo del

cuerpo. Las autoridades locales fueron alertadas y llegaron luego de las 8 de la mañana al sector el Sural, a la altura del kilómetro 5.
5 de la vía que conecta Agua Azul con el municipio de Maní, ahícía el cuerpo de la víctima con múltiples heridas visibles. Cuando los investigadores llegaron al lugar, la zona ya estaba acordonada y varios vecinos se habían reunido a ambos lados de la carretera en estado de shock. El equipo de

criminalística se preparó para iniciar el trabajo de inspección y alertaron que el cuerpo presentaba múltiples lesiones punsocortantes, principalmente en el cuello y en los pechos.
El cuerpo se encontraba en decúbito dorsal o boca arriba con la cabeza girada hacia un lado y los pies en dirección contraria. La postura en la que fue hallada, con las piernas abiertas y completamente expuestas detonaba una puesta en escena violenta, degradante y con connotaciones íntimas. Su ropa

había sido rasgada por completo desde el cuello hasta los tobillos, lo que reforzaba la brutalidad del ataque.
Luego de que el cuerpo fuera trasladado a la División de Medicina Legal, se llevó a cabo el informe forense que determinó que la víctima tenía 22 heridas por arma blanca en el torso y una más en el cuello. En criminología, este tipo de ensañamiento se conoce como overkill, un término que se utiliza

para describir aquellos casos en los que la víctima recibe un número de lesiones muy superior al necesario para causarle el deceso.
Este patrón suele asociarse con una carga emocional intensa por parte del agresor como odio, ira o una necesidad de control total sobre la víctima. Como si la brutalidad de las heridas no fuera suficiente, la necropsia también reveló la presencia de rastros de ADN en el cuerpo, lo que indicaba un

ataque íntimo.
Para ese momento, la identidad de la víctima aún no había sido confirmada oficialmente. Sin embargo, en Agua ya empezaba a circular un nombre, el de Edenis Barrera, una mujer de 32 años que no había regresado a su casa la noche anterior. Su ausencia comenzaba a generar preocupación entre sus

familiares y vecinos, quienes no tardarían en descubrir la lamentable verdad.
Liliana Barrera se había enterado de que su hermana Edenis no había pasado la noche en su casa y tras escuchar la noticia fue hasta allí y encontró a su sobrino de 11 años solo en casa. El niño le confirmó que su mamá no había ido a dormir esa noche. María Celmira Correa, una amiga cercana de

Edenis, también se enteró de la desaparición.
La noticia resultaba impactante, ya que habían estado juntas el día anterior y nada parecía estar fuera de lugar. Sin embargo, la preocupación se transformó en alarma cuando comenzaron a circular fotografías del cuerpo hallado. Esa misma mañana la ropa desgarrada coincidía con la que Edenis llevaba

puesta la última vez que fue vista con vida.
Pocas horas después, tras el cotejo de huellas dactilares y el reconocimiento visual por parte de sus familiares, medicina legal confirmó lo que todos temían. El cuerpo pertenecía a Edenis Barrera. John Enales, director de la fiscalía en Casanare, explicó que la forma en que fue colocado el cuerpo

de Edenis no podía ser casual.
La oposición buscaba exponerla deliberadamente con el objetivo de vulnerar su dignidad, incluso después de fallecida. Este detalle fue clave para que los investigadores comenzaran a sospechar que el asesino no era un desconocido, sino alguien muy cercano a ella, alguien que conocía su vida a la

perfección. Al momento de su fallecimiento, Edenis era madre de dos hijos de 11 y 16 años.
Trabajaba como auxiliar de cocina y soñaba con estudiar gastronomía. Aunque las circunstancias nunca se lo habían permitido, su vida no había sido fácil. fue criada por su madre María Benavides, quien se hizo cargo de ella y de sus cinco hermanos sin ningún tipo de apoyo. La relación entre ambas no

siempre fue sencilla, pero Edenis nunca guardó rencor y solía hablar con su madre con comprensión y afecto.
Liliana, una de sus amigas más cercanas, contó que Eden siempre se mostraba optimista frente a la vida, a pesar de todas las dificultades que había atravesado. Además de su trabajo como auxiliar de cocina, los allegados de Edenis contaron que sentía un profundo interés por ayudar a los demás.

Tenía una vocación marcada por el servicio. Colaboraba activamente como voluntaria de Defensa Civil y lo hacía sin esperar nada a cambio. Sin embargo, su estilo de vida no siempre fue bien recibido por su entorno. Según relató su hermana, Edenis llevaba una vida bastante liberal. Le gustaba salir

de noche, beber con sus amigas y divertirse.
Esa forma de vivir generó algunas tensiones familiares. Su madre, María, contó que le advertía sobre ese tipo de vida, aunque su hija no le hacía caso. A pesar del amor que sentían por Edenis, había varios desacuerdos en torno a sus elecciones personales. Ya en la primera etapa de la investigación

surgieron varios nombres como posibles sospechosos.
Uno de los que más llamó la atención fue el de Óscar Medina, pareja de Edenis y con quien convivía en ese momento. A simple vista, su relación no despertaba mayores sospechas, pero algo en el comportamiento de Óscar, el día del hallazgo, hizo que las alarmas se encendieran. Su actitud fue sumamente

distante, como si lo ocurrido no le afectara demasiado.
Los que conocían de cerca a la pareja también comenzaron a dudar. Amigos y familiares de Edenis coincidían en que la reacción de Medina fue cuanto menos desconcertante. Lo más llamativo fue que pocas horas después de conocerse el crimen, Óscar abandonó de manera repentina la casa que compartía con

la víctima.
empacó sus cosas y se fue sin ofrecer explicaciones. Este comportamiento alimentó la hipótesis de que el crimen podría haber sido cometido por él a raíz de algún conflicto de pareja. Liliana, hermana de la víctima, no tardó en expresar sus sospechas. Había notado actitudes que le parecían extrañas

y decidió tomar la iniciativa llamando directamente a la policía para apuntar contra Medina como posible autor del crimen.
Cuando fue citado declarar, las respuestas del hombre estuvieron lejos de despejar las dudas. Por el contrario, las profundizaron. dijo haber llegado a la vivienda alrededor de las 6 de la tarde del día 18 de marzo y que al entrar Edenis ya no estaba. Además agregó que había estado bebiendo desde

las 8 y que se había quedado en casa junto al hijo menor de Edenis.
Sin embargo, los investigadores también contemplaban que Medina hubiese salido durante la madrugada para cometer el crimen y luego regresar a la casa antes del amanecer sin que nadie notara su ausencia. Mientras tanto, la presión social no tardó en hacerse sentir, la comunidad de Aguaul y de todo

el departamento de Casanare comenzó a exigir resultados a la justicia.
Las mujeres se sentían vulnerables y desprotegidas, aunque en ese momento todavía no había un culpable identificado. La fiscalía tomó una postura clara. anunció que el crimen de Edenis Barrera no sería investigado como un homicidio grabado, sino como un feminicidio. La decisión se basaba no solo en

la brutalidad del ataque, sino también en los resultados de la necropsia.
Fue el propio director de la Fiscalía de Casanare, John Enales, quien explicó la gravedad del caso con una frase contundente. No solo la degollaron, tenía heridas que no eran mortales, heridas que demuestran que la atacaron con odio. De todas formas, la investigación tomó rápidamente un nuevo

rumbo, ya que surgiría un testimonio clave.
Tras las declaraciones de Medina, las autoridades policiales acudieron al último lugar en el que Edenis había sido vista con vida, el coliseo del Corregimiento de San José del Buboy. Ahí se llevaban a cabo las festividades patronales y entre las personas que trabajaban esa noche se encontraba Judith

Vargas, encargada del servicio de baños.
Según su testimonio, durante la madrugada del 19 de marzo, alrededor de las 3, Edenis llegó al lugar en estado de ebriedad y acompañada por un hombre, fue él quien pagó por el acceso al baño. Judit recordó con claridad al acompañante. Se trataba de Daimeripus, a quien conocían como el gato, un joven

voluntario de la defensa civil en Aguul, muy conocido en la comunidad por su participación en distintas tareas sociales.
La justicia citó a declarar rápidamente a Ipus, quien en su versión de los hechos confirmó haber estado con Edenis esa noche. Habían compartido tragos y luego, según su testimonio, cada uno regresó a su casa entre las 2 y las 3 de la madrugada. Por ser la última persona que estuvo con Edenis antes

de su deceso, Daimeripus pasó a ser el segundo sospechoso del caso.
No tenía antecedentes penales y trabajaba en distintos oficios, además de colaborar con algunas empresas públicas del municipio. Hasta ese momento, todas las sospechas apuntaban a una sola persona, pero ante esta nueva información se abrió por completo. Quedaba claro que el crimen de Denis Barrera

era más complejo de lo que parecía y que hacía falta revisar a fondo cada paso que había dado y cada persona que estuvo cerca de ella esa noche.
El 22 de marzo de 2017, las autoridades realizaron un allanamiento en la casa de Daimeripus. El objetivo del procedimiento era, claro, encontrar la ropa que Daimer había usado la noche que estuvo con Edenis y también la moto en la que se habían trasladado esa madrugada. La policía encontró la moto

justo en la entrada de la casa.
Además decomizaron unos jeans azul oscuro, unos tenis, una playera oscura, una gorra y un bolso tipo canguro. Todo fue embalado y enviado a medicina legal para analizar si alguno de esos elementos tenía rastros biológicos de Edenis y que apuntaran al crimen. Por otro lado, la policía judicial

solicitó a la empresa de telefonía el historial de llamadas de Edenis, puntualmente las que tuvieron lugar en la madrugada del 19 de marzo de 2017.
Los registros revelaron un dato clave. A las 3:15 de la madrugada, Edenis hizo una última llamada. El destinatario fue su amigo Carlos Uriel Díaz. En esa breve conversación, Edenis le pidió que fuera a buscarla, ya que había tenido una discusión con su pareja y la había dejado sola en San José del

Bubuy. Carlos contó que en ese momento estaba durmiendo y que la llamada lo sorprendió.
Notó que ella había estado bebiendo, pero no la escuchó angustiada ni llorando. Sin embargo, mencionó algo importante. Durante la llamada. Alcanzó a oír otra voz de fondo. Eso indicaba que Denis no estaba sola. Aunque en un primer momento Carlos le dijo que iría por ella. Terminó apagando su

celular durante unos 20 minutos. Cuando lo volvió a encender e intentó llamarla. Ya era tarde.
El teléfono de Denis estaba apagado. Todo indicaba que para ese momento ya había sido asesinada. Óscar Medina sostuvo desde el primer momento que no había estado con Edenis durante la noche ni la madrugada del crimen. Según su relato, después de trabajar todo el día, el 18 de marzo volvió a su casa

y encontró al hijo menor de Edenis, con quien convivía.
Cuando le preguntó por su mamá, el niño le habría dicho que había salido con unas amigas. Óscar aseguró que esperó su regreso, pero como no volvió ni esa madrugada ni la mañana siguiente, decidió tomar sus pertenencias e irse de la casa. Esa fue la decisión que tras el descubrimiento del cuerpo, lo

colocó rápidamente como el primer sospechoso del feminicidio.
Frente a las autoridades, explicó que su decisión se debió a la frustración. sentía que volvía a repetirse un comportamiento que ya había vivido otras veces con Edenis a lo largo de la relación. Por ese motivo, se fue de la casa con sus cosas para no volver. Estaba convencido de que Edenis no iba a

cambiar. Durante las primeras semanas, la investigación avanzó lentamente mientras esperaban los resultados de peritajes forenses, cámaras de seguridad y registros telefónicos que ayudaran a entender qué había pasado con la
víctima. En primer lugar, Óscar Medina comenzaba a apartarse del foco de la investigación. Los datos de su celular mostraban que durante la madrugada del 19 de marzo no había salido de su casa y su coartada empezaba a tener sustento. A eso se sumó el testimonio del hijo menor de Edenis, quien

aseguró que su mamá no volvió esa noche y que Óscar sí estuvo todo el tiempo con él, tal como decía el hombre.
Con esa información, las autoridades decidieron, al menos por el momento, descartarlo como sospechoso directo. Con Medina fuera de foco, todas las miradas se volcaron hacia Daimeripus, aunque él seguía negando cualquier vínculo con el crimen, la fiscalía comenzó a profundizar en su posible

participación. Días después del asesinato le ordenaron presentarse en medicina legal para entregar muestras biológicas incluidas su sangre.
Querían cotejar las muestras con lo hallado en el lugar de los hechos y en el cuerpo de la víctima. Mientras tanto, los investigadores empezaron a reconstruir lo que había pasado esa madrugada. Varios testigos dijeron haber visto a Denis y Sadimer juntos cerca de las 3 de la madrugada en la vereda

El Bubuy. Las cámaras de seguridad ubicadas cerca de la estación de policía confirmaron esos testimonios.
En las imágenes se les veía llegando al lugar hablar unos segundos y luego subiendo a una moto con él adelante y atrás. Aunque no se podían distinguir los rostros por la oscuridad, las siluetas y la ropa coincidían. La cámara captó como tomar un rumbo a agua azul. Esa fue la última vez que alguien

vio con vida a Edenis Barrera. Pasó casi un mes hasta que aparecieron nuevas pruebas contundentes.
Los peritos analizaron los registros de llamadas entre Daimer y Edenis y encontraron algo que llamó la atención de todos. No había ningún contacto entre ellos durante esa madrugada. Para los investigadores, eso fue decisivo. No se habían llamado porque estaban juntos. La investigación se enfocó

entonces en los objetos incautados a Dimer usando reactivos especiales.
Los expertos detectaron mediante luminiscencia posibles rastros de sangre en su ropa. Aunque las prendas parecían limpias a simple vista, también analizaron su moto y en los pedales se encontraron una mancha. La prueba de ADN confirmó que pertenecía a Edenis. Además, hubo otra prueba fundamental.

Los peritos compararon el ADN de restos de piel encontrados bajo las uñas de Edenis con una herida que Daimeripus tenía en el antebrazo.
El resultado fue concluyente. Coincidían. Esa coincidencia respaldaba la hipótesis que venía manejando la fiscalía desde hacía semanas, que Denny se había defendido durante el ataque, que conocía a su atacante y que Daimer fue quien la asesinó. La investigación duró 32 días. Con todas las pruebas

sobre la mesa, un juez de agua azul ordenó la captura de Daimer y Pus Medina, acusándolo formalmente del feminicidio de Edenis Barrera.
A mediados de abril, Daimer Ipus Medina fue detenido en plena vía pública en el parque principal de Agua Azul. Estaba nervioso, pero no dijo una palabra. El traslado al Palacio de Justicia fue complicado, ya que más de 150 personas se acercaron indignadas y la jueza del caso tuvo que intervenir para

calmar a la multitud que reclamaba justicia.
Finalmente, el acusado fue trasladado bajo una fuerte custodia policial. En las audiencias, la fiscalía presentó todas las pruebas, la sangre encontrada en su ropa y en la moto, las cámaras de seguridad, los testimonios y el ADN hallado bajo las uñas de Edenis. Con todo eso lo acusaron formalmente

por el delito de feminicidio.
El caso no se trató como un homicidio común, ya que Eden Denis fue asesinada brutalmente, lo que quedó demostrado por la posición en la que fue dejado su cuerpo, la brutalidad de las heridas y el contexto de agresión sin motivo aparente. Finalmente, al tener todas las evidencias en su contra, Daimer

admitió el crimen, pero nunca explicó por qué lo hizo.
La fiscalía planteó que entre ellos había una relación ambigua, posiblemente unilateral. Se cree que Edenis lo rechazaba y que ese rechazo sostenido llenó de frustración al asesino, ese sentimiento y resentimiento terminaron desatando una reacción violenta. 4 meses después del asesinato, el 18 de

julio, se dictó sentencia. El juez Dainel Cortés lo condenó a 390 meses de prisión, es decir, 32 años y medio por el feminicidio agravado de Edenis Barrera Ramírez.
El asesinato de Edenis dejó una herida profunda en su familia. Su hermana Liliana la recordó como una mujer fuerte que enfrentó sola una vida difícil y sacó adelante a sus dos hijos. era el centro de su hogar. Con su testimonio, Liliana Barrera dejó en claro que el feminicidio de su hermana no solo

le quitó la vida, también destrozó a toda la familia.
Aprovechó para enviar un mensaje a las mujeres que sufren violencia, que no se queden calladas, que no esperen a que sea tarde. Les pidió que piensen en sus hijos, en su vida y que busquen ayuda, porque vivir con miedo no es normal ni debería hacerlo. Una vez más, estimado público, agradezco su

compañía. Gracias por estar presentes en esta nueva transmisión.
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Esto es El Criminalista nocturno. Hasta la próxima emisión.