esposo y esposa embarazada desaparecieron acampando en Sierra Taraumara 11 años después. Hayan esto. El sol de marzo de 2016 golpeaba implacable sobre las rocas de Sierra Taraumara. Cuando Aurelio Mendoza Villareal encontró la mochila. El guía Taraumara había estado siguiendo las huellas de un
venado herido por más de 3 horas cuando vio el destello metálico entre las piedras del barranco.
“Esto no debería estar aquí”, murmuró en español su lengua nativa raramuri, mezclándose con pensamientos confusos. Aurelio tenía 52 años recorriendo estos senderos y conocía cada roca, cada árbol, cada recoveco de la sierra. Esa mochila no había estado ahí la semana anterior. Se acercó cauteloso.
La mochila era de color azul marino, marca Coleman y estaba parcialmente enterrada bajo piedras sueltas y tierra.
Al moverla, sintió peso considerable. Con cuidado la extrajo completamente y la abrió. Dentro encontró ropa de mujer, artículos de higiene personal, un diario con tapas de cuero gastado y lo que más le llamó la atención, una ecografía médica fechada en abril de 2005.
La imagen borrosa mostraba claramente la silueta de un feto. En la esquina inferior derecha, un sello del hospital general de Chihuahua, identificaba a la paciente Carmen Herrera López. Aurelio frunció el ceño. Ese nombre le sonaba familiar. pero no lograba ubicarlo exactamente. Continuó revisando
el contenido. Había más documentos, una identificación oficial de Carmen de 24 años, originaria de Ciudad Chihuahua, y un comprobante de reservación de un camping en Batopilas fechado del 15 al 20 de mayo de 2005.
El diario tenía varias entradas. Aurelio leyó las últimas páginas con dificultad, pues su español escrito no era perfecto, pero logró entender lo esencial. Diego está muy emocionado por el bebé. Dice que acampar en la sierra será nuestra última aventura como pareja antes de convertirnos en familia.
Espero que todo salga bien.
La fecha de esa entrada era 14 de mayo de 2005. Aurelio cerró el diario y lo guardó cuidadosamente. Su instinto le decía que había encontrado algo importante, algo que alguien había querido mantener oculto. Las piedras sobre la mochila no habían caído naturalmente. Alguien las había colocado ahí
deliberadamente. Decidió llevar todo al pueblo. En Krill, la cabecera municipal más cercana.
Seguramente alguien sabría qué hacer con este hallazgo. Guardó la mochila en su propio morral y continuó su camino, pero ya no pensaba en el venado herido. Tres horas después, Aurelio llegó a Crel. Se dirigió directamente a la comandancia municipal, un edificio pequeño de adobe pintado de blanco que
servía como sede de la autoridad local.
El comandante Roberto Acosta Herrera, un hombre corpulento de 40 años, recibió a Aurelio con la cortesía rutinaria que mostraba a todos los taraumaras. ¿Qué se le ofrece, don Aurelio? Encontré esto en la sierra, respondió Aurelio colocando la mochila sobre el escritorio metálico. Creo que es
importante. El comandante abrió la mochila y revisó su contenido con expresión cada vez más seria.
Cuando llegó a la identificación de Carmen Herrera López, su rostro cambió completamente. “Dios mío”, susurró. “¿Dónde exactamente encontró esto?” “En el barranco de las tres cruces, a unos 8 km al sureste del pueblo. Estaba enterrada bajo piedras. El comandante Acosta tomó el teléfono
inmediatamente y marcó un número de la capital del estado.
“Necesito hablar urgentemente con la Procuraduría.” Es sobre el caso Vázquez Herrera. Aurelio no entendía completamente de qué se trataba, pero vio que el comandante estaba nervioso. Mientras esperaban la llamada, Acosta le explicó la situación. Carmen Herrera López y su esposo Diego Vázquez
Morales desaparecieron en mayo de 2005.
Vinieron a acampar por esta zona y nunca regresaron. Sus familias los reportaron como desaparecidos después de una semana sin noticias. Se hizo una búsqueda exhaustiva, pero nunca se encontró nada, nada hasta ahora. ¿Y qué pasó con el caso? Después de tres meses de investigación, se determinó que
probablemente se habían perdido en la sierra y habían muerto por causas naturales.
Animales salvajes, accidente, exposición al clima. Este terreno es peligroso para quien no lo conoce. Aurelio asintió, pero algo no le cuadraba. Comandante, esa mochila no llevaba 11 años en ese lugar. Las correas todavía están flexibles. La tela no está completamente decolorada. Alguien la puso
ahí hace poco tiempo. El comandante lo miró fijamente.
¿Estás seguro de eso? Conozco la sierra mejor que mi propia casa. Esa mochila fue colocada ahí recientemente, tal vez hace algunas semanas no más. En ese momento sonó el teléfono. El comandante contestó y habló en voz baja durante varios minutos. Cuando colgó, se dirigió a Aurelio con expresión
grave. Van a mandar a un agente federal desde Chihuahua. Llegará mañana temprano.
Necesito que usted esté disponible para mostrarle exactamente dónde encontró la mochila. Por supuesto, comandante. Mientras tanto, esto debe permanecer en absoluta confidencialidad. No le diga a nadie sobre este hallazgo. ¿Entendido? Aurelio asintió y se retiró, pero no pudo evitar sentir que había
algo extraño en la actitud del comandante.
Había visto preocupación genuina, pero también algo más, algo parecido al miedo. Esa noche, en su pequeña casa de adobe, en las afueras de Krel, Aurelio no pudo dormir. La imagen de esa ecografía no se le quitaba de la mente. Una mujer embarazada y su esposo perdidos en la sierra hace 11 años. Y
ahora aparece su mochila como si alguien la hubiera colocado ahí recientemente.
Se levantó y salió a su patio. Las estrellas brillaban intensamente en el cielo despejado de la sierra. En la distancia podía ver las luces del pueblo y más allá la oscuridad absoluta de las montañas donde había hecho el descubrimiento. Algo le decía que este hallazgo iba a cambiar muchas cosas. y
no todas para bien.
Al día siguiente, muy temprano, llegó a Krill una camioneta pickup blanca con placas federales. De ella bajó una mujer de unos 35 años, vestida con pantalones de mezclilla y chaqueta de cuero, con una pistola visible en la cintura. Soy la agente federal Patricia Reyes Navarro. Se presentó al
comandante Acosta. Vengo por el asunto de los Vázquez Herrera. El comandante la recibió en su oficina y le mostró la mochila y su contenido.
La agente revisó cada artículo con meticulosidad profesional, tomando fotografías y haciendo anotaciones en una libreta. ¿Dónde está la persona que encontró esto? Curn. Don Aurelio Mendoza está esperando afuera. Es el guía Taraumara más confiable de la región. La agente salió y se presentó a
Aurelio. Necesito que me lleve al lugar exacto donde encontró la mochila. ¿Está listo? Sí, señor agente.
Subieron a la camioneta federal y se dirigieron hacia la sierra. Durante el trayecto, la agente Reyes interrogó a Aurelio sobre todos los detalles del hallazgo. ¿Usted conocía personalmente a los desaparecidos? No, señora. En 2005 yo vivía más hacia el interior de la sierra. Solo vine a
establecerme en Crell hace unos 5 años.
Pero conoce bien la zona donde los encontró, como la palma de mi mano. He casado y caminado por ahí toda mi vida. Y está completamente seguro de que esa mochila no había estado ahí durante 11 años. Aurelio se detuvo y la miró directamente. Agente Reyes, esa mochila fue colocada ahí hace pocas
semanas. Estoy absolutamente seguro. Alguien quería que fuera encontrada. La agente asintió pensativa.
Eso es exactamente lo que yo sospechaba. La agente Reyes y Aurelio llegaron al barranco de las tres cruces después de 40 minutos de camino por senderos rocosos. El lugar era un valle estrecho rodeado de paredes de roca rojiza con vegetación dispersa de pinos y encinos. Tres cruces de madera
colocadas por algún viajero devoto décadas atrás daban nombre al sitio.
Aurelio señaló el lugar exacto donde había encontrado la mochila. La agente examinó el área cuidadosamente, tomando fotografías desde diferentes ángulos y recolectando muestras de tierra. “Las piedras que cubrían la mochila, ¿dónde están?” “Las aparté hacia allá”, indicó Aurelio, mostrando una pila
de rocas medianas a unos metros de distancia. La gente examinó.
Estas piedras no son naturales de este lugar. Fueron traídas desde otra parte. Se agachó y recogió una. Mire, esta tiene un tipo de mineral que no se encuentra en esta zona. Viene de más arriba en la montaña. Regresaron a Krell a media tarde. En la comandancia, la agente Reyes solicitó revisar el
expediente original del caso de desaparición.
El comandante Acosta trajo una carpeta gruesa con sellos oficiales. Aquí está todo lo que se investigó en su momento dijo el comandante entregándole la carpeta. La agente comenzó a leer. El expediente mostraba que Diego Vázquez Morales, de 27 años, ingeniero civil, y su esposa Carmen Herrera López,
de 24 años, maestra de primaria y embarazada de 3 meses, habían llegado a Crel 15 de mayo de 2005.
habían registrado su llegada en el hotel Sierra Madre y comunicado su intención de acampar en la zona de Batopilas durante 5 días. ¿Quién fue el investigador principal del caso original? Preguntó la agente. El capitán Rodolfo Santa María Gutiérrez de la Policía Ministerial del Estado. Él dirigió
toda la investigación. La agente continuó leyendo.
Según el expediente, la búsqueda había durado 3 meses completos. Se habían rastreado todos los senderos conocidos. Se había interrogado a guías locales. Se habían revisado cuevas y barrancas. No se había encontrado ni un solo rastro de la pareja. El capitán Santa María sigue en activo. Sí, pero
ahora está en Chihuahua capital. fue promovido a director de investigaciones especiales.
La agente tomó nota, continuó revisando los documentos y encontró las declaraciones de los familiares. Los padres de Carmen habían reportado que su hija les había llamado por teléfono la noche del 16 de mayo diciendo que todo estaba bien y que disfrutaban mucho el campamento.
El hermano de Diego, identificado como Enrique Vázquez Morales, había declarado que Diego era un campista experimentado. Conocía bien las técnicas de supervivencia y nunca habría corrido riesgos innecesarios, especialmente con su esposa embarazada. “¿Este hermano sigue vivo?”, preguntó la agente.
“Sí, vive en Chihuahua.” Nunca se conformó con la conclusión de la investigación.
Venía cada año en la fecha del aniversario a preguntar si había novedades. La agente siguió leyendo y encontró algo que le llamó la atención. En la declaración de un guía local identificado como Tomás Grijalba Espinosa, se mencionaba haber visto a una pareja acampando cerca del río Urique el 17 de
mayo, pero cuando regresó al día siguiente ya no estaban y no había rastros del campamento.
Este Tomás Grijalba sigue por aquí. El comandante dudó un momento. Sí, pero bueno, él tiene algunos problemas con el alcohol. No siempre es muy confiable. Quiero hablar con él de todas formas. Vive en una cabaña a las afueras del pueblo. Puedo llevarlo. Salieron hacia la cabaña de Tomás Grigalba.
Era una construcción precaria de madera y lámina, rodeada de chatarra y botellas vacías. Un hombre de unos 60 años, delgado y con barba gris descuidada, los recibió en la puerta. Tomás Grijalba Espinosa. Sí, ¿qué quieren? La agente se identificó y le explicó el motivo de su visita. Tomás los invitó
a pasar a su cabaña, que olía a alcohol y comida rancia.
¿Recuerda usted a la pareja que vio acampando en mayo de 2005? Tomás se sentó en una silla desvencijada y se rascó la barba. Claro que me acuerdo. Una pareja joven, el Alto y Moreno, ella embarazada, estaban acampando cerca del río en un lugar bastante apartado. ¿Qué más recuerda? Cuando los vi por
primera vez, el hombre se puso muy nervioso, como si no quisiera que los vieran.
Me pareció extraño porque la mayoría de los turistas son amigables. ¿Los volvió a ver después? Tomás dudó. Esa es la parte rara. Al día siguiente fui por el mismo camino y ya no estaban, pero tampoco había señales de que hubieran estado acampando ahí. Ni cenizas de fogata, ni marcas de tienda de
campaña, nada.
La agente intercambió miradas con el comandante. ¿Le dijo esto a la policía en su momento? Claro que sí. Se lo dije al capitán Santa María cuando vino a investigar, pero él me dijo que yo había estado bebiendo y que probablemente había imaginado todo. Había estado bebiendo un poco, sí, pero no
tanto como para alucinar. Yo sé lo que vi. La agente tomó notas detalladas.
¿Recuerda algún otro detalle sobre esa pareja? Tomás pensó por un momento. Sí, había algo más. Tenían una camioneta pickup roja estacionada en el sendero, marca Ford, creo. Pero cuando regresé al día siguiente, la camioneta también había desaparecido. Mencionó la camioneta al capitán Santa María.
Por supuesto, pero él dijo que no había reportes de ninguna camioneta roja en la zona. La agente cerró su libreta. Señor Grijalba, ¿estaría dispuesto a mostrarme exactamente dónde vio a esa pareja? Claro, si quiere podemos ir mañana temprano. Regresaron a la comandancia cuando ya había oscurecido.
La agente pidió utilizar el teléfono para hacer algunas llamadas a sus superiores en la capital del estado.
“Necesito hablar con el capitán Santa María mañana”, le dijo al comandante Acosta. “¿Puede contactarlo?” “Por supuesto, agente.” ¿Qué le digo? que hemos reabierto el caso Vázquez Herrera por nueva evidencia y necesito revisar con él todos los detalles de la investigación original. El comandante
hizo la llamada, habló en voz baja durante varios minutos y cuando colgó, su expresión era extraña.
¿Qué pasó? El Capitán Santa María dice que puede recibirla pasado mañana en Chihuahua. También dice que bueno que ese caso ya fue cerrado definitivamente y que nueva evidencia después de tanto tiempo probablemente no sea confiable. La agente frunció el ceño. Eso dijo. Exactamente. Sí, fueron sus
palabras textuales.
Esa noche la agente Reyes se hospedó en el hotel Sierra Madre, el mismo donde se habían quedado Diego y Carmen 11 años atrás. La recepcionista, una mujer mayor llamada Rosa Delgado Moreno, recordaba perfectamente a la pareja desaparecida. Eran muy simpáticos, le contó a la agente. Ella estaba muy
emocionada por el bebé y él muy protector con ella.
Me dijo que era su primera vez en la sierra y que tenían muchas ganas de conocer la naturaleza de Chihuahua. ¿Recuerdas si alguien más estaba interesado en ellos o lo siguió? Rosa pensó cuidadosamente. Ahora que lo mencionas, si hubo algo extraño. Un hombre vino preguntando por ellos al día
siguiente de que se fueron al campamento. Dijo que era amigo de la familia y que quería sorprenderlos, pero algo en él no me gustó.
¿Puede describirlo? Era un hombre mayor de unos 45 o 50 años, bien vestido, con bigote. Tenía aire de autoridad como policía o militar. Cuando le dije que no podía dar información sobre los huéspedes, se molestó mucho. ¿Recuerda algún otro detalle? Ah, sí. Tenía una cicatriz pequeña en la mejilla
izquierda. Aquí, dijo Rosa tocándose el rostro y usaba un anillo grande en la mano derecha como de escuela o universidad. La agente tomó nota de todo.
Cada vez estaba más convencida de que el caso original había sido mal investigado, o, peor aún, deliberadamente encubierto. Al día siguiente temprano, Tomás Grijalba los llevó al lugar donde había visto acampar a la pareja desaparecida.
Era un claro junto al río Urique, protegido por árboles y relativamente apartado de los senderos principales. Aquí era dijo Tomás señalando una zona plana cerca del agua. Su tienda estaba aquí y la fogata por allá. La agente examinó el terreno cuidadosamente. Después de 11 años era imposible
encontrar evidencia física, pero el lugar tenía sentido como sitio de campamento.
Estaba protegido, tenía acceso al agua y era lo suficientemente apartado para dar privacidad. ¿Está completamente seguro de que este era el lugar? Absolutamente. Conozco cada metro de esta sierra. La agente caminó por el área tomando medidas y fotografías. Luego se dirigió al lugar donde Tomás
había dicho que estaba estacionada la camioneta Picap Roja.
El sendero mostraba efectivamente señales de haber sido usado por vehículos, aunque después de tanto tiempo era difícil determinar cuándo. Tomás, ¿usted cree que esa pareja realmente desapareció de forma accidental? El hombre la miró directamente a los ojos. Agente, yo he vivido en esta sierra toda
mi vida. He visto accidentes, he visto gente perderse, he visto ataques de animales.
Lo que vi aquí no fue nada natural. Alguien borró todas las huellas de que esa pareja había estado aquí. La agente asintió. ¿Por qué no insistió más con la investigación original? Tomás suspiró porque el capitán Santa María me dejó muy claro que si seguía hablando de esto me iba a meter en problemas
serios.
Me dijo que ya tenía suficientes cargos por alcoholismo y que no me convenía buscar más problemas con la ley. ¿Lo amenazó directamente? No con palabras, pero el mensaje era claro. Esa tarde la agente regresó a Chihuahua capital para su cita con el capitán Santa María.
Lo que no sabía era que varios ojos la habían estado vigilando desde su llegada a Krell y que su investigación ya había encendido alarmas en lugares que ella no podía imaginar. La oficina del capitán Rodolfo Santa María Gutiérrez se ubicaba en el tercer piso del edificio de la Procuraduría General
de Justicia del Estado en el centro de Chihuahua, capital.
La agente federal Patricia Reyes llegó puntualmente a su cita de las 10 de la mañana del 18 de marzo de 2016. El capitán Santa María era un hombre de 52 años, corpulento, con bigote cuidadosamente recortado y una pequeña cicatriz en la mejilla izquierda. La agente lo reconoció inmediatamente por la
descripción que había dado Rosa Delgado en el hotel de Krel. Agente Reyes, bienvenida.
He leído su reporte preliminar sobre el hallazgo en la sierra. Muy interesante. Gracias, capitán. Necesito revisar con usted detalles de la investigación original del caso Vázquez Herrera. Santa María se acomodó en su silla de cuero detrás del escritorio de Caoba.
En su mano derecha llevaba un anillo grande con el escudo de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Por supuesto, aunque debo advertirle que ese caso fue exhaustivamente investigado en su momento. Dedicamos tres meses completos a la búsqueda. Entiendo, pero el hallazgo de la mochila sugiere que haya
información nueva que analizar. El capitán abrió una carpeta gruesa.
¿Qué específicamente quiere saber? Comenzando por el principio, ¿cuándo se reportó oficialmente la desaparición? El 22 de mayo de 2005. Los familiares esperaron una semana antes de reportarlos como desaparecidos, lo cual es comprensible tratándose de una excursión planeada de 5 días.
¿Quién hizo el reporte inicial? El hermano de Diego, Enrique Vázquez Morales, llegó personalmente desde Chihuahua muy preocupado. ¿Qué fue lo primero que hicieron? Santa María consultó sus notas. Organizamos equipos de búsqueda inmediatamente. Rastreamos todos los senderos conocidos en la zona de
batopilas y áreas circundantes. Utilizamos perros rastreadores y helicóptero cuando el clima lo permitió.
¿Encontraron alguna evidencia inicial? Nada concreto. Algunos testigos reportaron haber visto a una pareja que podría coincidir con la descripción, pero nada definitivo. La agente tomó notas. En el expediente menciona el testimonio de Tomás Grijalba, que afirmó haber visto a la pareja acampando
cerca del río Urique.
La expresión del capitán cambió ligeramente. Sí, Grijalba, ese hombre tiene serios problemas de alcoholismo. Su testimonio no era confiable. ¿Por qué no se investigó más a fondo su declaración? Porque cuando regresamos al lugar que él indicó, no había evidencia alguna de que alguien hubiera
acampado ahí. Ni cenizas de fogata, ni marcas en el suelo, nada.
¿No les pareció extraño que no hubiera evidencias? Santa María se enderezó en su silla. Agente Reyes, con el debido respeto, usted no conoce esta sierra como nosotros. El viento, la lluvia, los animales pueden borrar las huellas de un campamento en cuestión de horas. La agente asintió, pero no
estaba convencida. Hábleme sobre los vehículos. Diego y Carmen tenían coche.
Sí, una camioneta pickup Ford color rojo, modelo 2003. También desapareció con ellos. ¿Nos encontró algún rastro del vehículo? Nunca. Revisamos todos los caminos accesibles de la zona. También alertamos a todas las policías estatales y federales. Esa camioneta se esfumó completamente. La agente
consultó sus notas.
Tomás Grijalba mencionó haber visto una camioneta pickup roja estacionada cerca del campamento que él identificó. Como ya le dije, Grijalba no es un testigo confiable. Capitán, tengo que preguntarle algo. ¿Usted visitó el hotel Sierra Madre durante la investigación? Santa María dudó por un momento.
Sí, por supuesto. Interrogamos a todo el personal del hotel. La recepcionista Rosa Delgado dice que un hombre que coincide con su descripción fue a preguntar por la pareja al día siguiente de que se fueron al campamento antes de que fueran reportados como desaparecidos. El rostro de Santa María se
endureció. Eso es imposible. Yo no supe de la
existencia de esa pareja hasta que fueron reportados oficialmente el 22 de mayo. Está completamente seguro de eso. Absolutamente seguro. La agente sintió que había tocado un punto sensible. Capitán, ¿qué teoría manejaban sobre lo que les pasó a Diego y Carmen? La más lógica. Se perdieron en la
sierra.
probablemente sufrieron un accidente y sus cuerpos fueron arrastrados por las corrientes o devorados por animales salvajes. Esa sierra es muy peligrosa para turistas sin experiencia, pero Diego era un campista experimentado según su familia. La experiencia no es garantía de nada en esa zona.
Hemos tenido casos de guías locales con décadas de experiencia que han muerto por accidentes. La agente cerró su libreta. Una última pregunta, capitán. ¿Por qué cree que la mochila de Carmen apareció ahora después de 11 años? Santa María la miró fijamente. Probablemente fue arrastrada por las
lluvias desde algún lugar donde había estado enterrada. Naturalmente, los deslaves en esa zona son muy comunes.
¿No considera posible que alguien la haya colocado ahí intencionalmente? ¿Con qué propósito? Inu, tal vez alguien que sepa la verdad sobre lo que pasó y quiere que se reabra el caso. Santa María se levantó de su silla. Agente Reyes, le sugiero que no se deje llevar por teorías conspirativas. Este
caso fue cerrado porque no había evidencia de crimen. Si quiere desperdiciar recursos federales persiguiendo fantasmas, es su decisión.
La reunión terminó de manera tensa. La agente salió de la oficina con más preguntas que respuestas. y una creciente sospecha de que el capitán Santa María sabía más de lo que admitía. Esa tarde decidió visitar a Enrique Vázquez Morales, el hermano de Diego. Vivía en una colonia de clase media en el
sur de Chihuahua, en una casa pequeña pero bien cuidada.
Era un hombre de 35 años, delgado, comparecido notable a las fotografías de su hermano desaparecido. Agente Reyes, gracias por venir. Cuando supe que habían encontrado la mochila de Carmen, no podía creerlo. Señor Vázquez, necesito que me cuente todo lo que recuerda sobre la desaparición de su
hermano y su esposa.
Enrique la invitó a pasar a su sala. Las paredes estaban cubiertas de fotografías familiares, incluyendo varias de Diego y Carmen durante su noviazgo y matrimonio. Diego estaba muy emocionado por ser padre. Habían estado tratando de tener un bebé durante 2 años y Carmen finalmente quedó embarazada
en febrero de 2005.
¿Por qué decidieron ir a acampar a la sierra? Diego quería que fuera su última aventura como pareja antes de que naciera el bebé. Él amaba la naturaleza y el campismo. Había estado planeando ese viaje durante meses. ¿Era experimentado en esas actividades, muy experimentado. Había estado acampando
desde niño con nuestro padre.
Conocía todas las técnicas de supervivencia, primeros auxilios, orientación. Nunca habría puesto en riesgo a Carmen y al bebé. La agente tomó notas. ¿Qué opina de la investigación que hizo el capitán Santa María? Enrique suspiró profundamente. Desde el principio sentí que no estaba haciendo un
trabajo completo. Parecía más interesado en cerrar el caso rápidamente que en encontrar la verdad.
¿Puede ser más específico? Varias veces le sugeríneas de investigación que él descartó inmediatamente. Por ejemplo, Diego había mencionado que un compañero de trabajo le había recomendado esa zona específica para acampar. Santa María nunca investigó esa pista. ¿Quién era ese compañero de trabajo?
Se llamaba Martín Ochoa Ruiz. Trabajaba con Diego en la constructora desarrollo Norte SA.
La agente anotó el nombre, habló con él directamente. Traté, pero cuando fui a buscarlo me dijeron que había renunciado súbitamente una semana después de la desaparición de Diego. Nadie sabía dónde se había ido. ¿Le mencionó esto al Capitán Santa María? Por supuesto, me dijo que era una
coincidencia y que probablemente Ochoa había encontrado otro trabajo. La gente sintió otro indicio de encubrimiento.
¿Qué más le pareció extraño de la investigación? Santa María parecía conocer demasiados detalles sobre los movimientos de Diego y Carmen antes de que yo se los proporcionara, como si ya supiera cosas sobre ellos. ¿Qué tipo de detalles? Por ejemplo, sabía que Carmen tenía cita con el ginecólogo el
día que regresaban del viaje antes de que yo le dijera que estaba embarazada. Sabía que Diego había comprado equipo de campismo nuevo específicamente para ese viaje.
La agente levantó la vista de sus notas. ¿Cómo podría haber sabido esas cosas? Esa es exactamente la pregunta que me han estado haciendo durante 11 años. Ah, señor Vázquez, ¿cree que su hermano y Carmen fueron víctimas de algún crimen? Enrique la miró directamente a los ojos. Estoy completamente
convencido de que fueron asesinados y que alguien muy poderoso se encargó de encubrir los crímenes.
¿Por qué dice alguien muy poderoso? Porque después de la investigación oficial traté de contratar detectives privados para que continuaran buscando. Tres diferentes detectives aceptaron el caso inicialmente, pero todos terminaron renunciando después de unas semanas. Uno de ellos me dijo que había
recibido advertencias de que dejara el caso en paz. La agente sintió un escalofrío.
¿Qué tipo de advertencias, maná? No quiso dar detalles, pero estaba claramente asustado. ¿Ha tenido algún contacto con los padres de Carmen? Al principio sí, pero después de algunos años se alejaron. Creo que el dolor era demasiado grande. Se mudaron a Guadalajara y perdimos contacto.
La agente terminó la entrevista con Enrique, prometiéndole que haría todo lo posible por encontrar la verdad. Mientras regresaba a su hotel, reflexionaba sobre todo lo que había aprendido. El patrón era claro. Testimonios descartado sin investigación adecuada, testigos que desaparecían,
investigadores privados amenazados y un oficial a cargo que parecía saber más de lo que debería.
Esa noche, desde su habitación de hotel, hizo varias llamadas a contactos en diferentes agencias. Necesitaba información sobre Martín Ochoa Ruiz. el compañero de trabajo desaparecido y sobre el historial profesional del capitán Santa María, lo que descubrió en las siguientes horas la convenció de
que estaba ante algo mucho más grande y peligroso de lo que había imaginado inicialmente.
A las 11 de la noche del 18 de marzo de 2016, la agente Patricia Reyes recibió una llamada en su habitación del hotel San Francisco en Chihuahua, capital. La voz del otro lado era masculina, mayor, con acento local. Agente Reyes, le conviene dejar el caso Vázquez Herrera en paz. ¿Quién habla? Un
amigo que le está dando un buen consejo. Esa pareja está muerta desde hace 11 años. Nada va a cambiar eso.
Me está amenazando. Le estoy advirtiendo, hay cosas que es mejor no remover. La línea se cortó. La agente inmediatamente reportó la amenaza a sus superiores y solicitó refuerzos de seguridad. Su instinto investigativo se intensificó. Alguien definitivamente tenía algo que ocultar. Al día siguiente,
recibió información valiosa de sus contactos en otras agencias.
Martín Ochoa Ruiz, el compañero de trabajo de Diego, que había desaparecido, había sido encontrado muerto en Tijuana en agosto de 2005, 3 meses después de la desaparición. Oficialmente había sido catalogado como suicidio por sobredosis de drogas. Más interesante aún, el historial del capitán Santa
María mostraba varias investigaciones internas por presunto abuso de autoridad y vínculos con organizaciones criminales, aunque nunca había sido formalmente sancionado.
La agente decidió regresar a Krell para profundizar en la investigación local. Algo le decía que las respuestas estaban en la sierra, no en las oficinas de Chihuahua capital. Llegó a Creel al mediodía día y se dirigió inmediatamente a buscar a Aurelio Mendoza. Lo encontró en su casa, pero notó que
estaba nervioso y asustado.
Don Aurelio, ¿está usted bien? Agente, anoche vinieron unos hombres a mi casa. Me dijeron que me olvidara de lo que había encontrado en la sierra. ¿Puede describirlos? Eran tres vestidos de civil, pero con aspecto de policías. Uno de ellos tenía una cicatriz en la cara, como la que usted me
describió del capitán S. La agente sintió que estaba en la pista correcta.
¿Qué más le dijeron? Que si seguía hablando del hallazgo, podría tener problemas serios. También preguntaron si había encontrado algo más en la sierra que no hubiera reportado. Había encontrado algo más. Aurelio dudó y miró hacia todos lados para asegurarse de que nadie los escuchara.
Sí, pero no se lo dije al comandante porque no estaba seguro de que fuera importante. ¿Qué encontró? A unos 200 m del lugar donde estaba la mochila, encontré fragmentos de metal oxidado enterrados en la tierra. Parecían pedazos de una camioneta. La agente sintió que su corazón se aceleraba. ¿Los
tiene todavía? Los escondí en un lugar seguro.
Si quiere puedo mostrárselos. Fueron juntos al lugar donde Aurelio había escondido los fragmentos metálicos. Eran varios pedazos de carrocería color rojo, claramente de un vehículo que había sido desmantelado y enterrado. Don Aurelio, esto es evidencia crucial. Necesitamos llevarlo para análisis
forense.
¿Cree que son de la camioneta de esa pareja? Es muy probable. Y si es así, significa que no desaparecieron accidentalmente. Regresaron al pueblo con los fragmentos metálicos cuidadosamente empacados. La agente decidió no informar inmediatamente al comandante Acosta sobre este hallazgo. Sus
instintos le decían que no podía confiar completamente en las autoridades locales.
En lugar de eso, llamó directamente a su oficina central y solicitó un equipo forense especializado. También pidió una investigación completa de antecedentes de todas las personas involucradas en el caso original. Mientras esperaba la llegada del equipo forense, decidió investigar por su cuenta en
el pueblo.
Habló con comerciantes, guías turísticos y residentes locales que podrían recordar algo sobre mayo de 2005. En una tienda de abarrotes, la propietaria, una mujer mayor llamada Esperanza Morales Juárez, le proporcionó información valiosa. Sí, me acuerdo de esa época. Hubo mucho movimiento raro por
aquí. Policías que no eran de Krell, gente que nunca habíamos visto haciendo preguntas.
¿Qué tipo de preguntas? Preguntaban sobre turistas, sobre quién había visto forasteros, sobre caminos hacia la sierra, pero lo hacían de una manera muy intimidante. ¿Recuerda algo específico sobre esos policías? Había uno que era el jefe, un hombre mayor con bigote. Tenía una manera muy grosera de
hablar con la gente del pueblo. Los taraumaras le tenían miedo.
La descripción coincidía con Santa María. ¿Cuánto tiempo estuvieron por aquí? Como dos semanas. Pero lo raro es que llegaron antes de que se reportara oficialmente la desaparición. La agente sintió que había encontrado otra pieza clave del rompecabezas. ¿Estás segura de eso? Completamente segura.
Mi nieto cumplió años el 20 de mayo y ya llevaban varios días por aquí para entonces.
Esto confirmaba que Santa María había mentido sobre cuando supo de la desaparición de la pareja. La agente continuó investigando y descubrió que varios residentes recordaban la presencia policial antes del reporte oficial. El equipo forense llegó esa tarde desde la capital.
analizaron los fragmentos metálicos encontrados por Aurelio y confirmaron que pertenecían a una Ford Pickup de la serie F150, modelo 2003, color rojo, original. Agentes Reyes, estos fragmentos muestran señales de haber sido cortados con soplete y enterrados intencionalmente, le informó el perito
Luis Hernández Vega. ¿Pueden determinar si es específicamente la camioneta de Diego Vázquez? Necesitaríamos más información de identificación del vehículo, pero el modelo año y color coinciden exactamente.
La agente también había solicitado análisis forense de la mochila encontrada por Aurelio. Los resultados confirmaron sus sospechas. La mochila había estado enterrada recientemente, no durante 11 años. Los materiales sintéticos de la mochila no muestran la degradación que esperaríamos después de 11
años de exposición a los elementos. explicó el perito.
Estimamos que fue enterrada hace no más de 2 meses. Esa noche la agente organizó todos los datos en su habitación de hotel. El patrón de encubrimiento era innegable. A Santa María había llegado a investigar antes del reporte oficial. Un testigo clave había muerto en circunstancias sospechosas. La
mochila había sido plantada recientemente. Los fragmentos de la camioneta habían sido ocultados intencionalmente, investigadores privados habían sido amenazados.
Todo apuntaba a que Diego y Carmen habían sido asesinados y que un grupo con acceso a autoridades Poo Liciales había encubierto los crímenes. Al día siguiente decidió confrontar directamente al comandante a Costa con sus hallazgos. Lo encontró en su oficina revisando documentos. Comandante,
necesito hacerle algunas preguntas importantes sobre el caso original.
Por supuesto, agente, ¿en qué puedo ayudarle? ¿Usted recuerda exactamente cuándo llegó el capitán Santa María a Crel para investigar la desaparición? El comandante dudó. Bueno, fue después del reporte oficial, por supuesto. Tengo testigos que afirman que él ya estaba aquí varios días antes del
reporte oficial del 22 de mayo. La expresión del comandante cambió. Eso, eso debe ser un error de fechas de los testigos.
Comandante Acosta, ¿usted sabía sobre la desaparición de Diego y Carmen antes de que fuera reportada oficialmente por la familia? No, por supuesto que no. La agente colocó sobre el escritorio fotografías de los fragmentos metálicos. Estos fragmentos pertenecen a la camioneta de Diego Vázquez.
Fueron encontrados enterrados cerca de donde apareció la mochila.
¿Puede explicar cómo llegaron ahí? El comandante examinó las fotografías con expresión cada vez más nerviosa. No tengo idea. Tal vez fueron arrastrados por las lluvias. Los peritos confirmaron que fueron cortados con soplete y enterrados intencionalmente. El comandante se levantó de su silla
bruscamente. Agente reyes, creo que está usted sacando conclusiones precipitadas.
Este pueblo es tranquilo. Aquí no pasan cosas como las que está sugiriendo. Comandante, necesito su completa cooperación en esta investigación. Hay evidencia de que se cometieron crímenes graves y que la investigación original fue comprometida. Yo siempre he cooperado completamente. La agente lo
miró directamente a los ojos.
¿Está dispuesto a declarar bajo juramento que no sabía nada sobre Diego y Carmen antes del 22 de mayo de 2005? El comandante tardó demasiado en responder. Por supuesto que sí, pero su lenguaje corporal decía lo contrario. La agente supo que tenía otro eslabón en la cadena de complicidad. Esa tarde
recibió una llamada de sus superiores en la capital. Habían autorizado una investigación formal completa del caso con recursos federales plenos.
También le asignaron dos agentes adicionales para reforzar la seguridad y acelerar la investigación. Lo que la gente no sabía era que esa misma tarde el comandante Acosta había hecho una llamada urgente a un número de Chihuahua capital. Ya no podemos controlar la situación aquí. La federal está
encontrando demasiadas cosas.
Mantén la calma, respondió la voz del Capitán Santa María al otro lado de la línea. Vamos a resolver este problema como resolvimos el anterior. El cerco se estaba cerrando, pero los criminales aún tenían cartas por jugar. El 22 de marzo de 2016 llegaron a CREL los agentes federales Miguel Santana
Torres y Ana López Guerrero para apoyar la investigación de Patricia Reyes.
Con el equipo reforzado decidieron intensificar la búsqueda de evidencias en la sierra y presionar más a los sospechosos locales. Esta mañana el trío de agentes regresó al barranco de las tres cruces acompañados por Aurelio Mendoza y un equipo forense completo.
Utilizando detectores de metales y técnicas de excavación profesional, comenzaron una búsqueda sistemática del área. A los 30 m del lugar donde había aparecido la mochila, los detectores encontraron algo significativo enterrado a metro y medio de profundidad. Con cuidado, los peritos excavaron y
encontraron una pistola calibre38 envuelta en plástico. La pistola está en excelente estado de conservación, informó el perito Hernández. El plástico la protegió de la corrosión.
Podremos recuperar huellas dactilares y hacer análisis balísticos completos. La agente Reyes sintió que estaban acercándose a la verdad. ¿Cuánto tiempo estimáis que lleva enterrada? Por el estado del plástico y la corrosión mínima del metal, yo diría que fue enterrada hace aproximadamente 11 años.
Una hora después, los detectores localizaron otro objeto, un anillo de matrimonio de oro blanco con grabado interior que decía: “Diego y Carmen, siempre juntos.” 15023.
Era la fecha de su boda. Aurelio examinó el anillo y se persignó. Que Dios los tenga en su gloria. La agente López tomó fotografías detalladas mientras el perito empacaba el anillo para análisis. Agente Reyes, esto confirma que los crímenes se cometieron aquí. Sí, pero aún necesitamos encontrar los
cuerpos y identificar a todos los responsables.
Continuaron buscando hasta el mediodía sin encontrar más evidencias significativas. Decidieron regresar al pueblo para analizar los hallazgos y planificar los siguientes pasos. En la comandancia municipal, la agente Reyes confrontó nuevamente al comandante Acosta con las nuevas evidencias.
Comandante, hemos encontrado la pistola que probablemente se usó para asesinar a Diego y Carmen y también el anillo de matrimonio de él. Todo esto estaba enterrado en el mismo lugar donde apareció la mochila. El comandante Acosta estaba visiblemente nervioso. Sus manos temblaron ligeramente cuando
tomó las fotografías de la evidencia.
Esto es, esto es terrible. No puedo creer que algo así haya pasado en nuestra comunidad. Comandante, necesito que me diga la verdad sobre lo que usted sabía del caso original. Ya le dije todo lo que sé. La agente se inclinó hacia adelante. El capitán Santa María le ordenó que mantuviera silencio
sobre ciertos aspectos de la investigación, ¿verdad? El comandante sudaba profusamente.
No sé de qué está hablando. Le ordenó que desapareciera evidencias. le dijo que clasificara ciertos testimonios como no confiables. Yo yo siempre he actuado de acuerdo a la ley. En ese momento, la puerta de la oficina se abrió súbitamente. Entró el capitán Santa María, acompañado por dos hombres
vestidos de civil, que claramente eran policías judiciales.
“Agentes reyes, necesitamos hablar urgentemente.” La agente se puso de pie inmediatamente, su mano moviéndose instintivamente hacia su pistola. Capitán Santa María, ¿qué hace aquí? He venido a resolver personalmente este malentendido antes de que se salga de control. Qué malentendido? Santa María
se sentó sin ser invitado, mostrando una actitud de autoridad y control.
Agente, usted está interpretando incorrectamente evidencias que tienen explicaciones completamente lógicas. ¿Como cuál? La mochila probablemente fue arrastrada por las lluvias desde algún lugar donde había permanecido oculta durante años. Los fragmentos metálicos pueden ser de cualquier vehículo
abandonado en la sierra.
La pistola pudo haber sido perdida por cualquier cazador o criminal local. La agente lo miró fijamente y el anillo de matrimonio de Diego pudo haber sido robado y enterrado por ladrones locales. Capitán, usted y yo sabemos que eso no es verdad. Santa María se enderezó y su tono se volvió
amenazante. Agente Reyes, le sugiero que cierre este caso y reporte que no encontró evidencia suficiente para justificar una investigación criminal. Me está ordenando que encubra un homicidio doble.
Le estoy sugiriendo que no desperdicie recursos federales en teorías conspirativas sin fundamento. La agente se levantó bruscamente. Capitán Santa María, usted está oficialmente bajo sospecha en relación con los asesinatos de Diego Vázquez Morales y Carmen Herrera López. La tensión en la habitación
se volvió palpable. Los dos hombres que acompañaban a Santa María se movieron hacia posiciones que bloqueaban la puerta de salida.
Agente, creo que está cometiendo un error muy grave”, dijo Santa María con voz fría. “El único error sería permitir que usted continúe encubriendo estos crímenes.” Santa María hizo una seña a sus hombres, “Desarmen a la agente federal”.
En ese momento, las puertas laterales de la oficina se abrieron simultáneamente y entraron los agentes Santana y López con las armas desenfundadas. “¡Alto! Agentes federales!”, gritó Santana. La situación se había convertido en un enfrentamiento armado dentro de la comandancia municipal. El
comandante Acosta se refugió detrás de su escritorio claramente aterrorizado. Capitán Santa María dijo firmemente la agente Reyes.
Usted y sus acompañantes están bajo arresto por conspiración, homicidio y abuso de autoridad. Santa María rió sarcásticamente. Agente, usted no tiene idea de lo que se está metiendo. Esto es mucho más grande de lo que imagina. ¿A qué se refiere? Diego y Carmen vieron algo que no debían haber visto.
Trataron de chantajear a las personas equivocadas.
Su muerte fue una lección para otros. Era la primera admisión parcial de culpabilidad que habían obtenido. La agente continuó presionando. ¿Qué vieron exactamente? Operaciones que generan mucho dinero para mucha gente importante. Operaciones que deben continuar sin interferencias. Tráfico de
drogas.
Santa María sonrió maliciosamente. Entre otras cosas, el agente Santana se acercó para arrestar a uno de los acompañantes de Santa María, pero el hombre resistió violentamente. Se inició una pelea que rápidamente se extendió por toda la oficina. En la confusión, Santa María logró sacar una pistola
pequeña que llevaba en un tobillero. Apuntó directamente a la agente Reyes.
Todos quietos o la mato. La agente López, que tenía mejor ángulo de tiro, no dudó. Disparó una vez, impactando en el hombro de Santa María y haciéndole soltar la pistola. Santa María cayó al suelo gritando de dolor, pero aún consciente. La agente Reyes se acercó a él inmediatamente.
Capitán, va a contarnos exactamente qué les pasó a Diego y Carmen, quién más está involucrado y dónde están enterrados los cuerpos. Vayan al [ __ ] Murmuró Santa María mientras sangraba. Médico! Gritó el comandante Acosta. Necesitamos un médico aquí. Mientras esperaban la llegada de atención
médica, los agentes arrestaron a los dos acompañantes de Santa María y aseguraron la escena.
El comandante Acosta, viendo que la situación estaba completamente fuera de control, decidió colaborar. Agentes, yo puedo decirles lo que sé sobre el caso original. La agente Reyes lo miró con desconfianza. Ahora quiere cooperar. Siempre quise cooperar, pero tenía miedo. Santa María me amenazó a mí
y a mi familia.
¿Qué le ordenó hacer específicamente? Me dijo que clasificara como no confiables todos los testimonios que sugirieran que Diego y Carmen habían sido vistos después del 16 de mayo. También me ordenó que no investigara la desaparición de Martín Ochoa. ¿Por qué no investigar a Ochoa? Ah, porque él era
quien estaba suministrando información sobre las actividades de Diego a las personas que lo mandaron matar.
La agente sintió que finalmente estaban llegando al núcleo de la conspiración. ¿Qué tipo de actividades? Diego había descubierto que se estaban usando las rutas de la sierra para transportar drogas y contrabando hacia Estados Unidos.
Como ingeniero había sido contratado para evaluar la construcción de algunos caminos supuestamente para turismo, pero en realidad eran para facilitar el transporte ilegal. y Carmen. Ella era maestra y había notado movimientos extraños de dinero en las escuelas locales. Dinero que aparecía
súbitamente para proyectos que nunca se ejecutaban completamente. El médico local llegó y comenzó a atender a Santa María, quien había perdido mucha sangre, pero estaba estable.
Los agentes federales coordinaron el traslado tanto de Santa María como de sus cómplices a instalaciones seguras en Chihuahua capital. Antes de partir, la agente Reyes se dirigió al comandante Acosta. Comandante, usted va a contarnos todo lo que sabe. Su cooperación determinará si enfrentará cargos
criminales o si será tratado como testigo protegido. Entiendo, agente.
Estoy listo para decir toda la verdad. Esa noche, mientras organizaba toda la información recopilada, la agente Reyes sabía que habían logrado un avance mayor, pero también entendía que se enfrentaban a una red criminal que involucraba autoridades de alto nivel y que no dudaría en matar para
proteger sus intereses.
El peligro había aumentado considerablemente, pero también su determinación de hacer justicia para Diego, Carmen y su hijo no nacido. El 24 de marzo de 2016, en las instalaciones de la Procuraduría Federal en Chihuahua capital, comenzaron los interrogatorios formales de los arrestados. El capitán
Santa María, recuperándose de la herida en el hombro, fue el primero en ser interrogado bajo la presencia de abogados y con videograbación completa.
La agente Patricia Reyes dirigió el interrogatorio acompañada por el fiscal federal Eduardo Morales Serrano, especialista en crimen organizado. Capitán Santa María, usted está acusado de homicidio doble, encubrimiento, abuso de autoridad y asociación delictuosa. ¿Comprende los cargos? Sí, los
comprendo, respondió Santa María con voz débil pero desafiante.
Reconoce haber participado en los asesinatos de Diego Vázquez Morales y Carmen Herrera López. No voy a reconocer nada sin un acuerdo de reducción de sentencia. El fiscal se inclinó hacia delante. Capitán, tenemos evidencia física que lo vincula directamente con los crímenes. Su cooperación completa
es su única oportunidad de obtener consideraciones en la sentencia.
Santa María guardó silencio durante varios minutos, consultando con su abogado defensor. Finalmente decidió hablar. Diego Vázquez había descubierto operaciones de la organización para la que trabajábamos. Era necesario eliminar la amenaza. ¿Qué organización? Un grupo que controlaba rutas de
contrabando entre Chihuahua y Texas. Drogas, armas, dinero, personas.
Generábamos millones de dólares al año. ¿Quiénes más participaban en esta organización? Santa María proporcionó una lista de nombres que incluía políticos locales, empresarios, otros policías y funcionarios gubernamentales. Era una red de corrupción que se extendía hasta los niveles más altos del
gobierno estatal.
¿Cómo se enteró Diego de las operaciones? Él había sido contratado por una empresa fachada para diseñar mejoras en caminos rurales. Durante sus inspecciones técnicas observó movimientos de vehículos y personal que no correspondían con actividades legales. Y Carmen, ella era maestra en una escuela
que utilizábamos para lavar dinero.
Notó discrepancias en los presupuestos y comenzó a hacer preguntas incómodas. La agente Reyes tomó notas detalladamente. ¿Cómo decidieron matarlos? Inicialmente tratamos de comprar su silencio. Les ofrecimos dinero para que se fueran del estado y olvidaran lo que habían visto. ¿Qué pasó? Diego se
negó rotundamente. Dijo que iba a denunciar todo a las autoridades federales. Carmen lo apoyó completamente.
Entonces, ¿qué hicieron? Santa María respiró profundo antes de continuar. Martín Ochoa, que trabajaba con Diego, era nuestro informante en la empresa constructora. Él nos mantenía al tanto de todos los movimientos de Diego. Ochoa los traicionó deliberadamente. Sí, él era parte de la organización
desde antes de conocer a Diego.
Cuando Diego comenzó a sospechar, Ochoa nos alertó. Cuéntenos exactamente qué pasó el 17 de mayo de 2005. Santa María cerró los ojos como reviviendo los eventos. Ochoa le sugirió a Diego y Carmen que fueran a acampar a una zona específica de la sierra. supuestamente porque era muy hermosa y
aislada. En realidad los estaba dirigiendo hacia una trampa.
¿Quién los mató? Yo dirigí el operativo. Llevé a tres hombres armados. Llegamos a su campamento la noche del 17 de mayo. La agente sintió náuseas, pero continuó. ¿Qué pasó exactamente? Los sorprendimos mientras dormían. Diego trató de proteger a Carmen, pero estaba desarmado.
Les dijimos que si cooperaban y se iban del país, no les pasaría nada, pero los mataron. Diego se negó nuevamente. Dijo que prefería morir antes que permitir que continuáramos dañando a las comunidades locales con nuestras actividades. ¿Cómo los asesinaron? Santa María tardó en responder. Yo
disparé primero a Diego en el pecho. Carmen gritó y trató de auxiliarlo. Entonces le disparé a ella también. Ella estaba embarazada.
Lo sabíamos, pero no podíamos permitir que viviera ningún testigo. La frialdad con que Santa María relató los asesinatos impactó a todos los presentes en la sala de interrogatorio. ¿Qué hicieron con los cuerpos? Los enterramos en la sierra, en un lugar que conocía desde niño, estáima, unos 5 km del
barranco donde encontraron la mochila.
¿Por qué conservaron algunas de sus pertenencias? Como seguro, en caso de que necesitáramos plantar evidencia para desviar sospechas hacia otra zona. ¿Qué pasó con la camioneta de Diego? La desmantelamos completamente, vendimos las partes útiles y enterramos los restos metálicos en diferentes
lugares de la sierra. El fiscal intervino.
Capitán, ¿por qué decidieron plantar la mochila de Carmen ahora después de 11 años? Santa María suspiró porque algunos miembros de la organización estaban siendo investigados por otros delitos. Temíamos que eventualmente alguien hablara sobre los asesinatos de 2005.
Decidimos plantar la mochila para que, si el caso se reabría, tuviéramos control sobre la dirección de la investigación. Esperaban que encontraran exactamente lo que encontraron. No exactamente. El plan era que encontraran solo la mochila y concluyeran que habían muerto por causas naturales en esa
zona. No esperábamos que investigaran tan profundamente.
La agente Reyes se levantó. Capitán, ¿dónde están enterrados Diego y Carmen exactamente? Puedo llevarlos al lugar, pero quiero garantías escritas de reducción de sentencia. Eso dependerá de la veracidad y utilidad de su información. El interrogatorio continuó durante 6 horas más. Santa María
proporcionó detalles específicos sobre la estructura de la organización criminal, métodos de operación, rutas utilizadas y nombres de todos los participantes conocidos.
Al día siguiente, un convoy de vehículos federales salió hacia la sierra guiado por Santa María para localizar las tumbas de Diego y Carmen. Utilizaron equipos especializados de búsqueda y antropología forense. Después de 3 horas de búsqueda, localizaron los restos humanos enterrados en una cueva
natural modificada para servir como tumba.
Los cuerpos estaban en avanzado estado de descomposición, pero los antropólogos forenses pudieron confirmar las identidades mediante análisis dental y de ADN. Carmen aún llevaba puesto su anillo de compromiso y los restos del feto de aproximadamente 3 meses de gestación fueron encontrados dentro de
su cavidad abdominal. El perito forense principal, Dr.
Roberto Salinas Mendoza, confirmó que ambos habían muerto por heridas de bala en el tórax, consistente con el testimonio de Santa María. Con los cuerpos recuperados y la confesión completa de Santa María, la investigación se expandió para capturar a los demás miembros de la red criminal.
En operativos coordinados realizados simultáneamente en varias ciudades de Chihuahua, fueron arrestados 16 personas más, incluyendo empresarios prominentes, dos alcaldes y varios funcionarios gubernamentales. La agente Reyes contactó personalmente a Enrique Vázquez para informarle sobre la
recuperación de los cuerpos de su hermano y Carmen. Señor Vázquez, hemos encontrado a Diego y Carmen.
Puedo confirmarle que fueron víctimas de homicidio y que hemos arrestado a los responsables. Enrique lloró en silencio durante varios minutos antes de poder hablar. Sufrieron mucho. Según la evidencia forense, las muertes fueron rápidas. Diego murió protegiendo a Carmen hasta el final. “Y el bebé.”
“También hemos recuperado los restos del bebé.” Era un niño. Enrique sollyosó incontrolablemente.
Mi hermano siempre quiso tener un hijo varón. iba a ponerle Diego Junior. Señor Vázquez, puedo asegurarle que se hará justicia completa en este caso. Gracias, agente Reyes. Usted le ha dado paz a nuestra familia después de 11 años de sufrimiento. Esa noche, la agente Reyes reflexionó sobre el caso
en su habitación de hotel.
habían logrado resolver un crimen complejo y desarticular, una red criminal importante, pero el precio había sido muy alto. Dos vidas jóvenes y un bebé inocente habían sido destruidos por la avaricia y la corrupción. Al menos Diego, Carmen y su hijo no nacido podrían descansar en paz y sus familias
finalmente tendrían el closure que habían buscado durante más de una década.
El 28 de marzo de 2016, mientras la agente Patricia Reyes coordinaba los múltiples arrestos derivados de la confesión de Santa María, recibió información alarmante de inteligencia federal. Algunos miembros de la organización criminal habían escapado del cerco policial y estaban planeando venganza
contra los investigadores.
Agentes Reyes, tenemos intercepción telefónica que indica que han puesto precio a su cabeza, le informó el comandante federal Carlos Ruiz Villegas. Van a intentar eliminar a todos los testigos clave y a los agentes responsables de desarticular su operación. ¿Qué tan serio es el riesgo? Muy serio.
Estos criminales han demostrado que no dudan en matar para proteger sus intereses. Ya intentaron asesinar a Aurelio Mendoza anoche.
La agente sintió que su sangre se helaba. ¿Está bien? Sí. Logró escapar porque sus perros lo alertaron de la presencia de intrusos. Se refugió en casa de unos parientes en lo profundo de la sierra. Nah, y el comandante Acosta está bajo protección federal. También intentaron atacar su casa, pero
nuestros agentes los repelieron. La situación se había vuelto extremadamente peligrosa.
Los criminales restantes estaban desesperados y dispuestos a todo para evitar ser capturados. Necesitamos localizar y arrestar urgentemente a los líderes de la organización que aún están libres, dijo la agente. Según la información proporcionada por Santa María, el jefe principal de la red era un
empresario llamado Gustavo Moreno Sandoval, quien operaba bajo la fachada de una empresa de transportes y tenía conexiones políticas de alto nivel.
Moreno había desaparecido de su residencia en Chihuahua capital el mismo día de los primeros arrestos. Pero inteligencia federal había localizado su posible ubicación en un rancho cerca del pueblo de madera a 2 horas de Crel. Un operativo conjunto de agentes federales y fuerzas especiales se
organizó para capturar a Moreno y sus asociados restantes.
La agente Reyes insistió en participar personalmente en el operativo. “Agente, usted es el objetivo principal de estos criminales”, le advirtió el comandante Ruiz. Sería más seguro que coordinara desde la base. Comandante, he seguido este caso desde el principio. Quiero estar presente cuando
arrestemos al último responsable. El convoy de vehículos federales partió hacia madera antes del amanecer del 29 de marzo.
Utilizaron rutas secundarias para evitar posibles emboscadas, pero los criminales tenían informantes en varios puntos de la región. A 30 km de su destino, el convoy fue atacado por hombres armados ocultos en las montañas. Las balas impactaron contra las camionetas blindadas mientras los agentes
buscaban refugio. “Contacto, tenemos contacto enemigo!”, gritó por radio el comandante del operativo.
La agente Reyes y sus compañeros respondieron al fuego desde posiciones defensivas detrás de sus vehículos. El enfrentamiento duró más de 20 minutos con intercambio intenso de disparos. “Agente Reyes”, telegritó el agente Santana. “Están tratando de flanquearnos por la derecha.” La agente se movió
hacia esa posición.
Identificó a tres hombres armados que intentaban rodear su posición. Disparó con precisión, neutralizando a dos de ellos mientras el tercero se retiraba. El helicóptero de apoyo llegó finalmente y dispersó a los atacantes restantes con fuego de ametralladora desde el aire.
El convoy pudo continuar hacia el rancho Objetivo, pero ya no tenían el elemento sorpresa. Cuando llegaron al rancho de Gustavo Moreno, encontraron que había sido abandonado recientemente. Vehículos, documentos y equipos habían sido retirados apresuradamente. Nos esperaban, confirmó el comandante
del operativo. Tuvieron tiempo de evacuar todo. La búsqueda del rancho reveló evidencia importante.
computadoras dañadas, pero con discos duros parcialmente recuperables, documentos financieros quemados incompletamente y mapas que mostraban rutas de contrabando detalladas. Al menos tenemos más evidencia para reforzar los casos contra los arrestados”, dijo la agente Reyes. Pero su satisfacción
duró poco. Mientras regresaban hacia Chihuahua capital recibieron información de que Gustavo Moreno había aparecido en Crell y estaba amenazando públicamente con matar a cualquiera que hubiera cooperado con la investigación federal.
Tenemos que regresar inmediatamente”, decidió la agente. “No puedo permitir que lastime a gente inocente por mi investigación”. El convoy cambió de dirección hacia Krell. Durante el viaje, la agente coordinó con las autoridades locales para establecer un perímetro de seguridad alrededor del pueblo
y proteger a los testigos clave.
Cuando llegaron a Crell al atardecer, el pueblo parecía desierto. La mayoría de los residentes se habían refugiado en sus casas por miedo. Solo permanecían en las calles algunos hombres armados que claramente trabajaban para Moreno. Es una trampa, observó el agente López. nos está esperando. Lo sé,
pero no podemos permitir que tome rehenes civiles.
Establecieron un puesto de comando en la comandancia municipal y comenzaron a coordinar un cerco alrededor del pueblo. Los criminales se habían fortificado en el hotel principal y tenían al menos seis rehenes civiles. A las 8 de la noche sonó el teléfono de la comandancia. Era Gustavo Moreno. Agente
Reyes, habla con ella.
Usted ha causado muchos problemas a mi organización, ha matado y arrestado a muchos de mis amigos. Usted y su gente asesinaron a una pareja inocente y a un bebé no nacido. Merecían justicia. La única justicia aquí la deco. Yo quiero que venga sola al hotel para negociar la liberación de los
rehenes. ¿Qué garantías tengo de que no me matará? Ninguna.
Pero si no viene en 30 minutos, comenzaré a ejecutar a los rehenes uno por uno. La agente miró a sus compañeros. Sabía que era una trampa obvia, pero no podía permitir que civiles inocentes murieran por su causa. Acepto, pero con condiciones. Libere a todos los rehenes, excepto uno, y yo iré a
negociar. Libero a cinco, me quedo con uno como garantía. De acuerdo.
20 minutos después, cinco personas salieron del hotel con las manos en alto. Eran empleados del hotel y huéspedes que habían sido tomados como rehenes. Todos estaban visiblemente traumatizados, pero ilesos. La agente Reyes se preparó para entrar al hotel. Se despojó de su chaleco antibalas
principal para mostrar buena fe, pero mantuvo un chaleco ligero oculto bajo su chaqueta.
también ocultó una pistola pequeña en una funda de tobillo. “Agente, esto es suicidio”, le advirtió el comandante del operativo. “Es mi responsabilidad. Yo inicié esta investigación y yo la voy a terminar.” Caminó lentamente hacia la entrada del hotel con las manos visibles.
Sabía que francotiradores federales la tenían cubierta desde varias posiciones, pero dentro del hotel estaría completamente sola. Al entrar al lobby, vio a Gustavo Moreno por primera vez. Era un hombre de unos 50 años, bien vestido, pero con aspecto de haber estado bajo mucho estrés. Estaba
acompañado por tres hombres armados y tenía a una mujer joven como Reen. Agente Reyes, finalmente nos conocemos en persona.
Señor Moreno, libere a la reen y podemos resolver esto sin más violencia. La violencia la comenzó usted cuando decidió meter sus narices en asuntos que no le correspondían. Diego y Carmen Vázquez eran ciudadanos mexicanos inocentes. Tenían derecho a la vida y a la justicia. Moreno rió
sarcásticamente. Inocentes.
Ellos trataron de chantajearnos. Querían dinero a cambio de su silencio. Eso es mentira y usted lo sabe. ¿Cómo puede estar tan segura? Porque leí el diario de Carmen, porque conocí a Enrique Vázquez. Eran gente buena que se topó accidentalmente con su operación criminal. Moreno se acercó más,
manteniendo su pistola apuntada hacia la agente.
Da igual, ya están muertos y usted pronto también lo estará. Si me mata, no va a resolver nada. Ya tenemos toda la evidencia necesaria para destruir su organización completamente. Pero enviaré un mensaje claro a futuras entrometidas. La agente vio que la negociación no iba a funcionar. Moreno tenía
intención de matarla sin importar lo que dijera.
Necesitaba crear una oportunidad para actuar. Antes de que me mate, ¿puedo saber por qué ordenó plantar la mochila de Carmen después de tantos años? Moreno bajó ligeramente la guardia, orgulloso de explicar su plan. Porque sabíamos que eventualmente alguien hablaría. Quisimos controlar cómo se
reabriría el caso. Pero, ¿por qué usar a Aurelio Mendoza? era muy arriesgado.
Él conoce la sierra mejor que nadie. Su testimonio sería creíble. Mientras Moreno hablaba, la agente notó que la reen, una joven empleada del hotel, estaba posicionada de manera que podría servir como distracción si actuaba inteligentemente. La oportunidad llegó cuando la joven fingió un desmayo
repentino. En el momento de confusión, la gente se lanzó hacia un lado, sacó su pistola oculta y disparó dos veces contra Moreno.
Los hombres armados respondieron inmediatamente, pero las fuerzas especiales irrumpieron en el hotel desde múltiples entradas simultáneamente. El enfrentamiento final duró menos de 5 minutos. Cuando terminó, Gustavo Moreno estaba muerto. Dos de sus hombres habían sido arrestados y el tercero había
muerto en el tiroteo. La agente Reyes había recibido un impacto de bala en el brazo izquierdo, pero estaba consciente y fuera de peligro mortal.
La reén estaba ilesa. Agente, ¿está bien? Preguntó el paramédico que la atendía. Sí, solo es una herida superficial. ¿Qué pasó con los demás criminales? Arrestados o muertos. La organización está completamente desarticulada. Finalmente, después de 11 años de impunidad, se había hecho justicia
completa para Diego, Carmen y su hijo no nacido.
El 2 de abril de 2016, en las instalaciones de máxima seguridad de la Procuraduría Federal comenzaron los interrogatorios finales de los miembros restantes de la organización criminal. Con la muerte de Gustavo Moreno, varios de los arrestados decidieron cooperar completamente a cambio de reducción
de sentencias.
La agente Patricia Reyes, aún recuperándose de la herida en el brazo, dirigió personalmente estos interrogatorios cruciales junto con el fiscal federal Eduardo Morales Serrano. El primer interrogado fue Joaquín Herrera Domínguez, contador de la organización y hermano menor de uno de los alcaldes
arrestados. Había manejado todas las operaciones de lavado de dinero durante más de 8 años. Señor Herrera, usted manejaba las finanzas de la organización.
¿Puede explicarnos cómo funcionaba exactamente el esquema? Utilizábamos múltiples empresas fachada para lavar el dinero del contrabando, respondió Herrera visiblemente nervioso. Empresas de construcción, transporte, servicios turísticos, incluso algunas escuelas y centros de salud. ¿Cómo
involucraron a Diego Vázquez? Inicialmente, su empresa constructora Desarrollo Norte SA fue contratada legítimamente para evaluar mejoras en caminos rurales, pero los caminos que iba a evaluar eran parte de nuestras rutas de contrabando. La agente tomó notas detalladas cuando se dieron cuenta
de que Diego había descubierto sus actividades. Martín Ochoa nos alertó en abril de 2005. Diego había comenzado a hacer preguntas sobre por qué ciertos caminos necesitaban especificaciones técnicas inusuales, como capacidad de carga para vehículos pesados en zonas donde supuestamente solo pasarían
turistas.
¿Qué tipo de contrabando manejaban exactamente? Herrera proporcionó detalles específicos. La organización transportaba cocaína desde Sudamérica, heroína producida localmente, armas robadas de instalaciones militares mexicanas. y dinero producto de secuestros y extorsión hacia cuentas bancarias en
Estados Unidos.
¿Cuánto dinero manejaban mensualmente? Entre 3 y 5 millones de dólares americanos por mes. Era una operación muy grande. El fiscal se inclinó hacia delante. ¿Cuántas personas habían asesinado antes de Diego y Carmen? Herrera tembló antes de responder. Al menos 12, que yo sepa. Cualquiera que
representara una amenaza para las operaciones era eliminado.
La agente sintió náuseas al escuchar la magnitud de la violencia. Todos esos asesinatos fueron encubiertos. Así, el capitán Santa María se encargaba de que fueran clasificados como accidentes, suicidios o desapariciones sin resolver. ¿Cómo específicamente se planeó el asesinato de Diego y Carmen?
Herrera explicó que Martín Ochoa había sido instruido para ganar la confianza completa de Diego durante varias semanas.
Le sugirió lugares para vacacionar, le prestó equipo de campismo e incluso se ofreció a acompañarlo inicialmente. ¿Por qué Ochoa no fue con ellos al final? Porque su trabajo era solo dirigirlos al lugar correcto. Santa María y su equipo se encargaron del resto. Ochoa sabía que iban a ser
asesinados. Sí, él lo sabía. Por eso, después del crimen, comenzó a consumir drogas compulsivamente. La culpa lo estaba matando.
Su muerte en Tijuana fue realmente suicidio. Herrera negó con la cabeza. No lo matamos porque estaba volviéndose inestable. Temíamos que confesara. La agente continuó presionando para obtener detalles específicos sobre la noche de los asesinatos. Según Herrera, Santa María había llevado a tres
hombres armados. El mismo, un sicario llamado Roberto Vega Castro y un exmitar conocido como El Checo, cuyo nombre real era Sergio Méndez Salinas.
Todos participaron directamente en los asesinatos. Santa María mató a Diego primero de un disparo al pecho. Carmen gritó y trató de auxiliarlo. Entonces, Santa María le disparó a ella también en el corazón. ¿Qué hicieron con los cuerpos? Inmediatamente después los cargaron en la camioneta de Diego
y los llevaron a la cueva donde los enterraron.
Roberto Vega se encargó de limpiar completamente el área del campamento para que no quedaran rastros. Y la camioneta la llevaron a un desguace clandestino en las afueras de Chihuahua capital. La desmantelaron completamente esa misma noche. El segundo interrogado fue Roberto Vega Castro, el sicario
que había participado directamente en los asesinatos. Era un hombre de 45 años con múltiples tatuajes y cicatrices que evidenciaban una vida de violencia.
Señor Vega, usted disparó personalmente contra Diego y Carmen. ¿Correcto? No, yo no disparé. Fue Santa María quien los mató. Pero usted estuvo presente. Sí, yo estuve ahí. La agente mostró fotografías de la pistola encontrada enterrada en la sierra. Reconoce esta arma. Vega examinó las fotografías
cuidadosamente. Sí, es la pistola que usó Santa María esa noche.
¿Por qué la enterraron separada de los cuerpos? Santa María dijo que era mejor mantener la evidencia dispersa por si acaso alguien encontraba los cuerpos algún día. ¿Cómo reaccionaron Diego y Carmen cuando los confrontaron? Vega parecía incómodo recordando los detalles. Diego se puso enfente de su
esposa para protegerla.
Les dijimos que solo queríamos hablar, pero él no nos creyó. ¿Qué dijo exactamente? Diego dijo que él sabía quiénes éramos y que ya había enviado información a las autoridades federales como seguro de vida. La agente se enderezó. ¿Era cierto eso? No lo sabíamos en ese momento. Por eso Santa María
decidió matarlos inmediatamente en lugar de interrogarlos más.
Y Carmen, ella no dijo nada, solo lloraba y se abrazaba a su esposo. Mencionaron al bebé que esperaban. Vega asintió con tristeza. Carmen les rogó que no la mataran por su bebé. Dijo que harían cualquier cosa, que se irían del país, que nunca dirían nada. ¿Qué respondió Santa María? Que era
demasiado tarde para negociar. El tercer interrogado fue Sergio Méndez Salinas.
El checo, el exmitar, era el más renuente a cooperar, pero finalmente proporcionó detalles cruciales sobre la logística del encubrimiento. ¿Cuál fue su papel específico esa noche? Yo me encargué de la seguridad perimetral y después ayudé a transportar los cuerpos. ¿Vio los asesinatos directamente?
Sí, los vi. Diego y Carmen sufrieron.
Méndez tardó en responder. Diego murió rápido. Carmen tardó más. La agente sintió una punzada de dolor. ¿Por qué tardó más? El primer disparo de Santa María no fue letal inmediatamente. Ella agonizó varios minutos antes de morir. Nadie trató de auxiliarla. Santa María dijo que era mejor dejar que
muriera naturalmente para que pareciera que había intentado auxiliar a su esposo antes de morir también.
Los detalles eran desgarradores, pero necesarios para el expediente judicial completo. La agente continuó obteniendo información específica sobre fechas, ubicaciones y métodos utilizados para el encubrimiento. Durante los siguientes días fueron interrogados todos los miembros arrestados de la
organización. El patrón de corrupción que emergió era impresionante.
Alcaldes que facilitaban permisos falsos, empresarios que proporcionaban logística, policías que protegían las operaciones y funcionarios gubernamentales que desviaban recursos públicos. La organización había operado durante más de 10 años, había asesinado al menos 15 personas y había lavado más de
300 millones dó.
El 10 de abril de 2016, la agente Reyes presentó su informe final completo a sus superiores federales. El expediente incluía más de 2000 páginas de evidencia, testimonios, análisis forense y documentación financiera. Agente Reyes, este es uno de los casos más completos y exitosos que hemos visto le
dijo el director regional de investigación.
Su trabajo ha desarticulado una de las organizaciones criminales más peligrosas del noroeste del país. Gracias, señor. Pero lo más importante es que Diego, Carmen y su hijo finalmente tienen justicia. ¿Qué pasará con los cuerpos? Serán entregados a las familias para sepultura digna. Enrique Vázquez
quiere enterrar a su hermano Carmen y el bebé juntos en Chihuahua capital.
Esa tarde la agente visitó por última vez la tumba improvisada en la sierra donde habían estado enterrados Diego y Carmen durante 11 años. El lugar ahora estaba marcado con una cruz temporal mientras se completaban todos los procedimientos forenses.
Se quedó ahí varios minutos reflexionando sobre el caso que había cambiado su perspectiva sobre la investigación criminal. Había aprendido que la verdad siempre emerge eventualmente, pero a veces requiere personas dispuestas a arriesgar todo para encontrarla. “Descansen en paz”, murmuró antes de
partir definitivamente de la sierra Taraumara. El 15 de mayo de 2016, exactamente 11 años después del asesinato de Diego y Carmen, comenzó el juicio público contra todos los miembros de la organización criminal.
El proceso se realizó en el Tribunal Federal de Chihuahua con medidas extraordinarias de seguridad. La agente Patricia Reyes fue la testigo principal de la fiscalía. Durante tres días completos presentó toda la evidencia recopilada durante la investigación: testimonios, análisis forense, documentos
financieros, interceptaciones telefónicas y las confesiones completas de los acusados.
Señoría, la evidencia demuestra inequívocamente que Diego Vázquez Morales y Carmen Herrera López fueron asesinados a sangre fría el 17 de mayo de 2005 por una organización criminal dedicada al contrabando y lavado de dinero, declaró la agente ante el tribunal. El fiscal federal Eduardo Morales
Serrano complementó el testimonio con detalles específicos sobre cada uno de los 18 acusados y sus roles dentro de la organización.
Su señoría, estos criminales no solo asesinaron a una pareja inocente y a su hijo no nacido, sino que mantuvieron durante 11 años un sistema de corrupción que afectó gravemente a las comunidades de Chihuahua. La defensa trató de argumentar que algunos de los acusados habían sido coaccionados o no
tenían conocimiento completo de las actividades criminales, pero la evidencia era abrumadora.
El testimonio más impactante fue el de Enrique Vázquez, hermano de Diego, quien habló directamente ante el tribunal sobre el sufrimiento de su familia durante 11 años de incertidumbre. Señoría, mi hermano Diego era un hombre bueno que solo quería hacer su trabajo honestamente y formar una familia
con Carmen. No merecían morir por negarse a ser cómplices de criminales.
Enrique mostró fotografías familiares de Diego y Carmen, incluyendo la última imagen tomada antes de partir hacia la sierra. Carmen estaba muy emocionada por ser madre. Habían elegido el nombre Diego Junior para el bebé si era niño y Carmen María si era niña. También testificaron los padres de
Carmen, quienes habían viajado desde Guadalajara para ver el juicio.
Su testimonio fue especialmente desgarrador. Mi hija Carmen era maestra porque quería ayudar a los niños de comunidades pobres, declaró su madre, María López Vázquez. Nunca en la vida habría hecho algo malo. Solo estaba tratando de protegerlos. recursos que pertenecían a sus estudiantes. El juicio
reveló detalles adicionales sobre la extensión de la corrupción.
La organización había infiltrado tres alcaldías municipales, la policía ministerial estatal, dos empresas constructoras importantes, cuatro escuelas públicas rurales, una red de transportistas locales, varios funcionarios de gobierno estatal. Los métodos de lavado de dinero eran sofisticados.
Utilizaban contratos gubernamentales inflados, nóminas fantasma en empresas públicas, compra de propiedades con identidades falsas y transferencias electrónicas a través de una red de cuentas bancarias en México y Estados Unidos. El perito contable federal, licenciado Mario Gutiérrez Solís,
testificó que la organización había desviado al menos 50 millones de pesos de recursos públicos destinados a educación y obras de infraestructura en comunidades rurales.
Señoría, este dinero estaba destinado a mejorar escuelas, caminos y servicios de salud en algunas de las comunidades más pobres de Chihuahua. En lugar de eso, fue utilizado para financiar actividades criminales. El Dr. Roberto Salinas Mendoza, antropólogo forense que había examinado los restos de
Diego, Carmen y su bebé, proporcionó detalles técnicos sobre las causas de muerte que confirmaron completamente los testimonios de los acusados.
Señoría, el análisis forense confirma que Diego Vázquez murió por una herida de bala en el tórax que perforó el corazón y la horta. La muerte fue prácticamente instantánea y Carmen Herrera. Carmen recibió un disparo en el tórax inferior que dañó múltiples órganos vitales. Según la trayectoria de la
bala y la evidencia en los restos óseos, ella sobrevivió varios minutos después del impacto.
¿Qué puede decirnos sobre el feto? Los restos del feto indican aproximadamente 12 semanas de gestación. El desarrollo era completamente normal. era un feto masculino. El testimonio forense fue complementado por el análisis balístico de la pistola encontrada enterrada. El perito en balística,
ingeniero Fernando Castro Núñez, confirmó que esa arma había sido utilizada para disparar las balas que mataron a Diego y Carmen.
Las marcas en las balas recuperadas de los cuerpos coinciden exactamente con las características del cañón de esta pistola. No hay duda de que esta es el arma homicida. Y el tribunal también escuchó testimonios de residentes locales que habían sido intimidados durante años para mantener silencio
sobre actividades sospechosas en la región. Aurelio Mendoza testificó sobre las amenazas que había recibido después de encontrar la mochila de Carmen.
Me dijeron que si seguía hablando, mi familia y yo tendríamos problemas graves, pero la verdad tenía que salir a la luz. Rosa Delgado, la recepcionista del hotel Sierra Madre, confirmó que el capitán Santa María había llegado a preguntar por Diego y Carmen antes de que fueran reportados
oficialmente como desaparecidos.
Recuerdo perfectamente que ese hombre vino el 18 de mayo preguntando por ellos. Cuando le dije que no podía dar información sobre huéspedes, se molestó mucho y me mostró una placa de policía. Tomás Grijalba, el guía local cuyo testimonio había sido desestimado en la investigación original, declaró
sobre lo que había visto en 2005. Yo vi a esa pareja acampando junto al río.
Al día siguiente, todo había desaparecido como si nunca hubieran estado ahí. Cuando traté de decírselo a la policía, me amenazaron con arrestarme por borracho. Durante el proceso también se revelaron detalles sobre otros crímenes cometidos por la organización. El fiscal presentó evidencia de al
menos 12 asesinatos adicionales entre 2003 y 2010, todos encubiertos como accidentes o desapariciones.
Entre las víctimas adicionales se encontraban un periodista local que investigaba corrupción municipal, dos empresarios que se habían negado a participar en esquemas de lavado, un contador que había amenazado con denunciar irregularidades, varios campesinos que habían presenciado movimientos
sospechosos en la sierra. tres miembros de la organización que habían intentado retirarse.
Su señoría, esta organización operó como un cartel CR minal completo durante más de una década, asesinando sistemáticamente a cualquiera que representara una amenaza para sus operaciones”, declaró el fiscal. La defensa intentó argumentar que Santa María había actuado como líder único y que otros
miembros de la organización no tenían conocimiento de los asesinatos, pero los testimonios y evidencia documental demostraron lo contrario.
El abogado defensor del contador, Joaquín Herrera, argumentó, “Mi cliente solo manejaba aspectos financieros legítimos de las empresas. No tenía conocimiento de actividades violentas. Sin embargo, el fiscal presentó documentos que mostraban que Herrera había manejado específicamente pagos
etiquetados como gastos de seguridad y resolución de problemas, eufemismos que la organización utilizaba para pagos a sicarios.
Uno de los momentos más dramáticos del juicio ocurrió cuando Roberto Vega Castro, el sicario que había participado en los asesinatos, decidió declarar públicamente pidiendo perdón a las familias. Señoría, yo sé que no hay perdón para lo que hicimos. Diego y Carmen eran gente buena que no merecía
morir. El remordimiento me ha estado matando durante 11 años. Vega proporcionó detalles adicionales sobre los últimos momentos de la pareja.
Diego le dijo a Carmen que la amaba y que cuidara al bebé. Carmen le respondió que estarían juntos siempre. Fueron las últimas palabras que intercambiaron. El testimonio de Vega causó llanto en la sala del tribunal. especialmente entre los familiares de las víctimas. El juicio también reveló la
extensión internacional de las operaciones.
La organización tenía conexiones con carteles de drogas colombianos, redes de lavado de dinero en Estados Unidos y traficantes de armas en Centroamérica. El agente de la DEA estadounidense, Michael Thompson Watson, testificó por videoconferencia sobre operaciones conjuntas que habían identificado
transferencias bancarias relacionadas con la organización.
Esta red criminal había logrado establecer operaciones sofisticadas de contrabando que generaban millones de dólares anuales y representaban una amenaza significativa para la seguridad de ambos países. El proceso duró tres semanas completas. Durante ese tiempo se presentaron más de 500 documentos
como evidencia, testificaron 42 personas y se analizaron terabytes de información electrónica recuperada de las computadoras de la organización.
El 8 de junio de 2016, el tribunal emitió sus veredictos. Todos los acusados fueron declarados culpables de diversos cargos relacionados con crimen organizado, homicidio, lavado de dinero y corrupción. Las sentencias fueron Rodolfo Santa María Gutiérrez, 60 años de prisión por homicidio múltiple y
liderazgo criminal.
Roberto Vega Castro, 45 años por participación directa en asesinatos. Sergio Méndez Salinas, 40 años por participación en asesinatos y encubrimiento. Joaquín Herrera Domínguez, 35 años por lavado de dinero y financiamiento criminal. Roberto Acosta Herrera, comandante, 20 años por encubrimiento y
obstrucción. Los demás cómplices, sentencias entre 15 y 25 años según su nivel de participación.
El juez presidente, magistrado Felipe Moreno Castañeda, declaró al pronunciar las sentencias, “Los crímenes cometidos por esta organización representan una agresión grave contra el estado de derecho y la sociedad mexicana. Las víctimas eran ciudadanos inocentes que fueron asesinados por negarse a
participar en actividades criminales.
También ordenó el decomiso completo de todos los bienes de la organización, propiedades, vehículos, cuentas bancarias y empresas. El valor total de comisado superaba los 200 millones de pesos. Estos recursos serán destinados a un fondo de reparación para las familias de las víctimas y para
proyectos de desarrollo en las comunidades afectadas por las actividades criminales.
Después del veredicto, Enrique Vázquez declaró a los medios de comunicación, “Por fin, mi hermano Diego, Carmen y su bebé pueden descansar en paz.” La justicia tardó 11 años, pero finalmente llegó. Los padres de Carmen expresaron gratitud hacia todos los investigadores que habían trabajado en el
caso.
Especialmente queremos agradecer a la agente Patricia Reyes, quien arriesgó su vida para encontrar la verdad. La agente Reyes también declaró públicamente, “Este caso demuestra que no importa cuánto tiempo pase o qué tan poderosos sean los criminales, la verdad siempre puede ser descubierta si hay
voluntad de buscarla.
” El juicio generó cambios significativos en los procedimientos de investigación criminal en Chihuahua. Se implementaron nuevos protocolos para casos de desaparición. Se reforzaron los mecanismos de supervisión de investigaciones policiales y se establecieron programas de protección para testigos en
casos de crimen organizado. La Universidad Autónoma de Chihuahua estableció la cátedra Diego Vázquez y Carmen Herrera para estudios sobre derechos humanos y justicia social.
El programa ofrece becas anuales para estudiantes de comunidades rurales financiadas parcialmente con recursos decomisados a la organización criminal. La escuela donde trabajaba Carmen fue renombrada escuela primaria Carmen Herrera López y recibió fondos para construcción de nuevas aulas y
equipamiento educativo moderno en la sierra Taraumara. El lugar donde fueron encontrados los cuerpos fue marcado con un monumento conmemorativo que incluye una placa con los nombres de Diego, Carmen y Diego Junior, el nombre que habrían dado a su hijo.
El caso también inspiró reformas legales a nivel federal. El Congreso Mexicano aprobó nuevas leyes que endurecen las penas por crímenes cometidos por organizaciones que involucren funcionarios públicos y que establecen procedimientos especiales para investigar casos donde hay sospecha de
encubrimiento oficial.
El impacto del caso se extendió más allá del ámbito legal. Varias organizaciones de derechos humanos utilizaron el caso como ejemplo de la importancia de la perseverancia en la búsqueda de justicia, especialmente en casos que involucran desapariciones. La historia de Diego y Carmen se convirtió en
símbolo nacional de las víctimas inocentes del crimen organizado y de la corrupción gubernamental.
Su memoria inspiró a otras familias de desaparecidos a no renunciar a la búsqueda de sus seres queridos. Al finalizar el juicio se había hecho justicia no solo para Diego, Carmen y su hijo, sino también para todas las otras víctimas de la organización criminal y para las comunidades que habían
sufrido durante años las consecuencias de la corrupción y la violencia.
La investigación había demostrado que ningún criminal, sin importar su poder o conexiones, está por encima de la ley cuando hay investigadores dedicados y un sistema judicial comprometido con la verdad. El 17 de mayo de 2016, exactamente 11 años después de los asesinatos, se realizó una ceremonia
conmemorativa en el cementerio municipal de Chihuahua capital, donde finalmente fueron sepultados Diego Vázquez Morales, Carmen Herrera López y su hijo no nacido en una tumba familiar dignamente preparada.
La ceremonia reunió a más de 200 personas, familiares, amigos, compañeros de trabajo, funcionarios gubernamentales y ciudadanos que habían seguido el caso a través de los medios de comunicación. El gobernador del estado, licenciado César Duarte Jaques, asistió personalmente para ofrecer las
disculpas oficiales del gobierno estatal.
En nombre del pueblo de Chihuahua, pedimos perdón a las familias Vázquez y Herrera por las fallas del sistema que permitieron que estos crímenes permanecieran impunes durante 11 años”, declaró el gobernador durante la ceremonia. La agente federal Patricia Reyes fue invitada como oradora principal.
Su discurso se centró en la importancia de nunca rendirse en la búsqueda de la verdad y la justicia.
Diego y Carmen representan a todas las víctimas inocentes del crimen organizado en nuestro país. Su muerte no fue en vano si aprendemos de este caso y fortalecemos nuestras instituciones para proteger mejor a los ciudadanos honestos. Tú y Natá Enrique Vázquez, hermano de Diego, leyó una carta que
había escrito dirigida a su hermano fallecido.
Diego, durante 11 años no supe dónde estabas, pero nunca dejé de buscarte. Ahora finalmente puedes descansar junto a Carmen y su bebé. Tu hijo se habría llamado Diego Junior y habría sido tan bueno y valiente como tú. Los padres de Carmen, don Francisco Herrera Méndez y doña María López Vázquez,
colocaron flores sobre la tumba mientras recordaban los sueños que su hija tenía para su futuro hijo.
Carmen quería enseñarle a su bebé sobre la naturaleza y las tradiciones de Chihuahua. Por eso había planeado ese viaje de campamento como una especie de presentación del bebé a la tierra donde iba a crecer, recordó su madre. La ceremonia incluyó una misa católica oficiada por el arzobispo de
Chihuahua, Monseñor Constancio Miranda Weekman, quien habló sobre el perdón y la justicia como valores fundamentales de la sociedad.
Dios recibe en su gloria a Diego, Carmen y su pequeño hijo. Y nosotros como sociedad debemos honrar su memoria trabajando por un mundo más justo y seguro para todas las familias. Después de la ceremonia religiosa se realizó una presentación cultural con música tradicional Taraumara, interpretada
por músicos de la sierra, rindiendo homenaje a la región donde la pareja había encontrado la muerte, pero también donde se había descubierto la verdad.
Aurelio Mendoza Villareal, el guía Taraumara que había encontrado la mochila de Carmen, ofreció una bendición tradicional en su lengua nativa y después tradujo al español. Que sus espíritus encuentren paz en las montañas eternas y que su historia proteja a futuras generaciones. En los meses
siguientes a la ceremonia se implementaron varios proyectos conmemorativos y de impacto social derivados del caso.
El fondo Diego y Carmen Vázquez Herrera fue establecido con recursos decomisados a la organización criminal para otorgar becas educativas anuales a estudiantes de escasos recursos de Chihuahua. El fondo beneficia especialmente a jóvenes de comunidades rurales que estudian ingeniería civil y
educación, las profesiones de Diego y Carmen.
La Fundación Carmen Herrera López fue creada por los padres de Carmen para promover la transparencia en el manejo de recursos educativos públicos. La fundación capacita a maestros y padres de familia para identificar y reportar irregularidades en la administración escolar. En la sierra Taraumara,
el sendero que conduce al barranco de las tres cruces fue oficialmente designado como ruta de la memoria Diego y Carmen.
Se instalaron placas informativas que narran la historia del caso y promueven valores de honestidad y justicia. La Universidad Autónoma de Chihuahua estableció el premio anual de investigación Diego Vázquez para estudiantes de ingeniería que desarrollen proyectos de infraestructura rural sostenible,
honrando el trabajo que Diego realizaba antes de su muerte. El caso también generó cambios institucionales importantes.
La Procuraduría General de Justicia del Estado implementó el protocolo Vázquez Herrera para investigación de desapariciones, que incluye supervisión federal automática cuando hay indicios de posible encubrimiento local. La Comisión Nacional de Derechos Humanos utilizó el caso como referencia para
desarrollar nuevas recomendaciones sobre búsqueda de personas desaparecidas y protección de testigos en casos de crimen organizado.
6 meses después del juicio, la agente Patricia Reyes recibió el Premio Nacional de Investigación Criminal otorgado por la Secretaría de Seguridad Pública Federal por su trabajo en el caso Vázquez Herrera. Este reconocimiento no es solo mío”, declaró la agente durante la ceremonia de premiación.
Pertenece a todos los investigadores, peritos, testigos y funcionarios que trabajaron incansablemente para encontrar la verdad, especialmente a Aurelio Mendoza, cuya honestidad y valor hicieron posible que este caso fuera resuelto. La agente fue promovida a directora regional de investigaciones
especiales y se le asignó la coordinación de una nueva unidad especializada en casos de desapariciones relacionadas con crimen organizado.
En diciembre de 2016 se publicó el libro 11 años después, La historia de Diego y Carmen, escrito por el periodista investigativo Rubén Villalpando Cárdenas, quien había seguido el caso desde el descubrimiento de la mochila. El libro se convirtió en bestseller nacional y donó todas las regalías al
fondo educativo establecido en memoria de las víctimas.
El libro incluyó entrevistas exclusivas con los familiares, investigadores y algunos de los criminales condenados que aceptaron hablar sobre sus motivaciones y arrepentimiento. Roberto Vega Castro, el sicario que participó en los asesinatos, declaró desde prisión, “Cada día pienso en Diego y
Carmen. Sé que nunca podré reparar el daño que causé, pero espero que mi testimonio ayude a que otros casos similares sean resueltos más rápidamente.
El ex capitán Santa María se negó a ser entrevistado para el libro, pero su abogado declaró que su cliente había expresado remordimiento por los crímenes durante sesiones de terapia psicológica en prisión. En 2017, la historia fue adaptada para una película documental titulada Sierra de silencio,
que ganó varios premios en festivales de cine mexicano e internacional.
La película fue utilizada en programas educativos sobre derechos humanos y lucha contra la corrupción. El caso también inspiró reformas en la capacitación policial. Las academias de policía de todo México incorporaron el estudio del caso Vázquez Herrera como ejemplo de cómo la corrupción y el
encubrimiento pueden perpetuar injusticias graves. En 2018, 3 años después de la resolución del caso, Enrique Vázquez contrajo matrimonio con una maestra de primaria llamada Ana Sofía Guerrero Martínez.
En su boda dedicó el primer brindis a la memoria de su hermano Diego y Carmen. Diego siempre me dijo que encontrara a alguien que me hiciera tan feliz como Carmen lo hacía feliz a él. Ana Sofía es esa persona y sé que Diego y Carmen nos están bendiciendo desde el cielo. La pareja nombró a su primer
hijo, nacido en 2019, Diego Carmen Vázquez Guerrero, en honor a las víctimas.
El niño creció escuchando historias sobre su tío y la tía que nunca conoció, pero cuyo legado de honestidad y valor forma parte de su educación familiar. Los padres de Carmen se mudaron de regreso a Chihuahua en 2020 para estar cerca de la tumba de su hija y participar activamente en las
actividades de la fundación creada en su memoria.
Don Francisco estableció un pequeño negocio de flores cerca del cementerio y dona semanalmente arreglos florales para la tumba de Diego, Carmen y su nieto. En 2021, la casa donde habían vivido Diego y Carmen fue convertida en un centro comunitario que ofrece servicios legales gratuitos a familias
de personas desaparecidas. El centro es administrado por la Organización Civil Familias Unidas por la justicia y ha ayudado a resolver más de 50 casos de desapariciones en Chihuahua.
El caso Vázquez Herrera se convirtió en precedente legal importante. Los tribunales mexicanos lo citan frecuentemente en casos similares donde hay evidencia de encubrimiento oficial o participación de funcionarios públicos en crímenes de crimen organizado. La Corte Interamericana de Derechos
Humanos utilizó el caso como ejemplo positivo de cómo los Estados pueden rectificar injusticias cuando hay voluntad política y investigación profesional adecuada.
En mayo de 2025, en el vigésimo aniversario de los asesinatos, se realizó una ceremonia especial de memoria en el lugar donde fueron encontrados los cuerpos en la sierra Taraumara. Asistieron familiares, funcionarios, investigadores y representantes de organizaciones de derechos humanos de todo
México. La agente Patricia Reyes, ahora directora nacional de investigaciones especiales, fue la oradora principal.
20 años después, el legado de Diego y Carmen continúa inspirando a investigadores, abogados y activistas en toda América Latina. Su historia demuestra que la verdad siempre encuentra una manera de emerger, sin importar cuánto tiempo pase o qué tan poderosos sean quienes traten de ocultarla.
Aurelio Mendoza, ahora de 72 años, regresó al lugar donde había encontrado la mochila de Carmen para ofrecer una última oración por las víctimas. Gracias por permitirme ser el instrumento para que encontraran justicia”, murmuró Enraramuri mientras colocaba flores silvestres en el monumento
conmemorativo. El caso oficial fue cerrado definitivamente, pero su impacto continúa resonando en el sistema de justicia mexicano.
Más de 300 investigadores, abogados y funcionarios han sido capacitados utilizando las lecciones aprendidas del caso Vázquez Herrera. La historia de Diego, Carmen y su hijo no nacido, se había convertido en símbolo nacional de que la justicia, aunque tarde, siempre es posible cuando hay personas
comprometidas con la verdad y la dignidad humana.
Sus nombres están grabados permanentemente en el monumento a las víctimas del crimen organizado en la Ciudad de México, junto con miles de otros mexicanos que perdieron la vida defendiendo la legalidad y la justicia. La tumba en Chihuahua recibe visitantes diariamente, familias que buscan
esperanza, estudiantes que aprenden sobre derechos humanos y funcionarios que renuevan su compromiso con el servicio público honesto.
En la lápida familiar se lee la inscripción elegida por Enrique, Diego Vázquez Morales, Carmen Herrera López y Diego Junior Vázquez Herrera. Unidos en vida, unidos en muerte, unidos en la memoria eterna. Su amor por la justicia cambió al mundo. 11 años de impunidad habían terminado, pero el legado
de verdad, justicia y esperanza que surgió de su tragedia continuará inspirando a futuras generaciones de mexicanos comprometidos con la construcción de un país más justo y seguro para todas las familias. M.
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