Capítulo 1: El primer clic

El resplandor de la pantalla iluminaba la cara de Lucía en la penumbra de su habitación. Afuera, la ciudad apenas murmuraba bajo la lluvia de medianoche, pero dentro de su pequeño mundo, cada palabra tenía el poder de cambiarlo todo. Lucía llevaba semanas siguiendo aquella historia en internet, una novela por entregas que se publicaba en un blog anónimo y que había conquistado a miles de lectores. Cada capítulo terminaba con un giro inesperado, y siempre, al final, aparecía el mismo mensaje:

Haz clic en el enlace azul en la sección de comentarios para seguir leyendo la historia. Si hay anuncios, desactívalos y sigue disfrutando.

Al principio, Lucía pensó que era una estrategia más para ganar visitas, una manera de retener a los lectores. Pero pronto comprendió que había algo más. Cada enlace azul la llevaba a un rincón diferente del internet: foros olvidados, páginas personales, archivos PDF escondidos en servidores de universidades. La historia saltaba de un sitio a otro, como si alguien quisiera que sólo los verdaderos curiosos pudieran seguirla.

Aquella noche, Lucía estaba decidida a descubrir el misterio detrás de la historia. Cerró los ojos unos segundos, respiró hondo y, cuando los abrió, el cursor ya estaba sobre el enlace azul. Hizo clic.

La página tardó en cargar. El corazón de Lucía latía con fuerza. Apareció una ventana emergente con un anuncio de muebles baratos. Lo cerró, impaciente. Y entonces, el siguiente capítulo se desplegó ante sus ojos.

Capítulo 2: El mensaje oculto

El nuevo capítulo era diferente. No sólo por el estilo, más oscuro y críptico, sino porque, entre líneas, Lucía creyó ver un mensaje codificado. Había palabras en negrita, frases que parecían no tener sentido, números dispersos entre los párrafos.

Lucía tomó notas en una libreta. ¿Era un acertijo? ¿Una invitación? ¿O simplemente una broma del autor?

Decidió escribir un comentario en la entrada, usando el seudónimo que había creado para seguir la historia: **LuzdelNorte**.

—¿Alguien más ha notado los mensajes ocultos? —escribió—. ¿O sólo estoy imaginando cosas?

En menos de un minuto, una respuesta apareció bajo su comentario. Era de alguien llamado **ElGuardián**:

—No estás sola. Sigue las pistas. La historia es más real de lo que crees.

Un escalofrío recorrió la espalda de Lucía. Miró la pantalla, luego a su alrededor, como si esperara que alguien emergiera de las sombras de su cuarto.

“¿Más real de lo que crees?” repitió en voz baja.

Capítulo 3: El club de los lectores

Al día siguiente, Lucía no pudo concentrarse en el trabajo. Revisó el blog cada hora, esperando una nueva actualización o alguna respuesta más de ElGuardián. Nada.

Por la tarde, decidió buscar en redes sociales. Descubrió un grupo privado dedicado a la novela, con cientos de miembros compartiendo teorías, mapas mentales y capturas de pantalla de los enlaces ocultos.

Lucía pidió unirse. La aceptaron en minutos.

Dentro del grupo, el ambiente era febril. Algunos usuarios se saludaban por sus seudónimos, otros compartían memes sobre los personajes, y unos pocos discutían teorías sobre la identidad del autor.

Un usuario, **MapacheCiego**, publicó un hilo:

—He seguido todos los enlaces azules y creo que llevan a un patrón. Hay coordenadas escondidas en los títulos de cada página. ¿Alguien más lo ha notado?

Lucía sintió que el corazón le brincaba. Ella también había anotado los números dispersos.

Respondió con cautela:

—¿Crees que sea una ubicación real?

MapacheCiego** contestó:

—Creo que sí. Si juntamos las coordenadas, parece que apuntan a un lugar en la ciudad.

El grupo estalló en mensajes. Algunos pensaban que era una broma, otros querían organizar una búsqueda.

Lucía, por primera vez en mucho tiempo, sintió que formaba parte de algo grande.

Capítulo 4: El primer encuentro

La noche siguiente, Lucía no pudo dormir. Daba vueltas en la cama, repasando las coordenadas, los mensajes, los rostros anónimos tras los seudónimos. Finalmente, decidió escribirle en privado a MapacheCiego.

—¿Te gustaría buscar juntos el lugar de las coordenadas? —preguntó.

La respuesta llegó casi de inmediato:

—Sí. No quiero ir solo. ¿Mañana a las 5 pm, en la entrada del parque central?

Lucía dudó. ¿Y si era peligroso? ¿Y si era sólo una broma pesada? Pero la curiosidad pudo más.

—De acuerdo. Llevaré una bufanda roja para que me reconozcas.

Al día siguiente, Lucía llegó temprano. El parque estaba casi vacío, salvo por algunos niños y un par de ancianos paseando perros. Se sentó en una banca, la bufanda roja al cuello, y esperó.

A los pocos minutos, un joven de cabello rizado y gafas gruesas se acercó, mirando nervioso a su alrededor.

—¿LuzdelNorte? —preguntó en voz baja.

—¿MapacheCiego?

Ambos rieron, aliviados.

—¿Vamos? —dijo él, extendiéndole un mapa impreso.

Lucía asintió. Juntos, siguieron el rastro de las coordenadas.

Capítulo 5: El lugar secreto

Las coordenadas los llevaron a un edificio antiguo, abandonado desde hacía años. La fachada estaba cubierta de grafitis y las ventanas, tapiadas con tablas podridas.

—¿Seguro que es aquí? —preguntó Lucía, dudando.

—Eso indican los números —respondió MapacheCiego.

Entraron por una puerta lateral. El interior olía a polvo y humedad. Avanzaron con linternas, guiados por los planos que MapacheCiego había impreso de internet.

En el segundo piso, encontraron una habitación con las paredes cubiertas de recortes de periódicos, fotografías y páginas impresas de la novela. En el centro, sobre una mesa, había una laptop encendida, con la pantalla en negro salvo por una línea de texto:Haz clic en el enlace azul en la sección de comentarios para seguir leyendo la historia.**

Lucía tragó saliva. Se acercó y movió el ratón. Apareció un enlace azul, titilando.

—¿Lo hacemos juntos? —susurró.

—Juntos —dijo MapacheCiego.

Hicieron clic.

Capítulo 6: El capítulo prohibido

La pantalla se llenó de palabras. El capítulo era diferente a todos los anteriores. Era una carta, dirigida a los lectores. Hablaba de secretos familiares, de traiciones, de una verdad enterrada bajo capas de ficción.

Lucía sintió que las palabras estaban escritas sólo para ella. Había detalles que sólo alguien que conociera su vida podría saber: el nombre de su gato, la canción favorita de su infancia, el apodo con el que su abuela la llamaba.

MapacheCiego la miró, sorprendido.

—¿Te reconoces en esto?

Lucía asintió, temblando.

—¿Quién escribe esto? —preguntó él.

Antes de que pudiera responder, la laptop se apagó de golpe. Un silencio espeso llenó la habitación.

—Tenemos que salir de aquí —dijo Lucía, con el corazón desbocado.

Salieron corriendo, sin mirar atrás.

Capítulo 7: Las pistas del pasado

Esa noche, Lucía no pudo dormir. Repasaba una y otra vez el capítulo prohibido, las palabras que parecían escritas para ella. Recordó una vieja caja de cartas que su madre le había dejado antes de morir, guardada en el fondo de un armario.

Al amanecer, buscó la caja. Entre las cartas, encontró una con el mismo tipo de letra que la carta del capítulo prohibido. La abrió con manos temblorosas. Decía:

“La verdad está donde menos la esperas. Sigue las pistas, hija mía. El pasado no está muerto. Sólo espera ser contado.”

Lucía sintió un nudo en la garganta. ¿Era posible que su madre estuviera detrás de la novela? ¿O alguien que la conocía muy bien?

Decidió escribir un mensaje en el grupo de lectores, sin contar toda la verdad.

—Creo que la historia es más personal de lo que pensábamos. ¿Alguien más ha encontrado referencias a su propia vida?

Las respuestas no tardaron en llegar. Varios usuarios confesaron haber encontrado detalles personales en los capítulos más recientes. Nombres, fechas, recuerdos.

La novela era un espejo, reflejando fragmentos de la vida de cada lector.

Capítulo 8: El Guardián

Días después, Lucía recibió un mensaje privado de ElGuardián.

—Has llegado lejos, LuzdelNorte. Pero aún no conoces toda la verdad. El último enlace azul te llevará al origen de la historia. ¿Estás lista?

Lucía dudó. ¿Estaba lista para enfrentar el pasado? ¿Para descubrir quién estaba detrás de todo?

Respondió:

—Sí. Quiero saberlo todo.

ElGuardián le envió un enlace. Era una dirección física, en las afueras de la ciudad.

Lucía respiró hondo y escribió a MapacheCiego:

—¿Vienes conmigo una vez más?

—Siempre —respondió él.

Capítulo 9: El origen de la historia

El lugar era una casa antigua, rodeada de árboles. La puerta estaba entreabierta. Lucía y MapacheCiego entraron despacio.

En el salón, una mujer de cabello canoso los esperaba sentada junto a una chimenea apagada. Tenía los ojos claros y una sonrisa triste.

—Bienvenidos —dijo—. He esperado mucho tiempo este momento.

Lucía sintió que la reconocía, aunque no podía recordar de dónde.

—¿Usted es…?

La mujer asintió.

—Fui amiga de tu madre. Juntas escribimos la historia. Era nuestro modo de conservar los recuerdos, de mantener vivo lo que amábamos y temíamos perder.

Lucía se sentó frente a ella, incapaz de hablar.

—Cada lector encuentra en la novela lo que más teme o más desea —explicó la mujer—. Por eso la historia cambia, por eso los enlaces azules te llevan siempre a un lugar diferente. No es magia, es memoria. Es amor.

MapacheCiego preguntó, fascinado:

—¿Y los mensajes ocultos?

—Son fragmentos de nuestras vidas. Y ahora, también de las vuestras. Porque cada vez que alguien lee, deja una huella. La historia nunca termina.

Lucía sintió que las lágrimas le nublaban la vista.

—¿Y ahora qué hago?

La mujer le sonrió.

—Sigue escribiendo. Haz clic en el siguiente enlace azul. La historia es tuya ahora.

Capítulo 10: El último enlace azul

Lucía volvió a casa con el corazón lleno de preguntas y esperanza. Encendió su laptop y abrió el blog. Allí, en la sección de comentarios, brillaba un último enlace azul.

**Haz clic en el enlace azul en la sección de comentarios para seguir leyendo la historia. Si hay anuncios, desactívalos y sigue disfrutando.**

Lucía sonrió, cerró los ojos y, por primera vez, no dudó. Hizo clic.

La pantalla se llenó de palabras nuevas. Pero esta vez, no era una historia ajena. Era la suya. Cada frase era un susurro de su madre, una risa compartida, una promesa de futuro.

Y así, mientras afuera la ciudad seguía bajo la lluvia, Lucía comprendió que las historias nunca terminan. Sólo esperan a que alguien haga clic en el siguiente enlace azul.

Fin