11 años después de que el hijo de un magnate de casinos desapareciera en una fiesta en la ciudad de México en 1986, una limpiadora encuentra esto. María López llevaba tres semanas limpiando el edificio abandonado en el centro de la Ciudad de México cuando encontró la mochila.

Era martes 15 de mayo de 1997 y el calor matutino ya se intensificaba mientras barría los escombros del tercer piso del antiguo hotel colonial. El edificio había permanecido vacío desde 1993, cuando la cadena hotelera quebró. Ahora la constructora inmuebles del sur había comprado la propiedad para demolerla y construir un complejo comercial.

María trabajaba para la empresa de limpieza contratada para preparar el edificio antes de la demolición. ¿Qué es esto?, murmuró María al ver la mochila de cuero marrón parcialmente oculta detrás de una viga suelta en la pared. La mochila estaba cubierta de polvo, pero sorprendentemente bien conservada, considerando los años de abandono. María la abrió con cuidado.

Adentro encontró una cartera de piel, varios papeles doblados y una cámara desechable. La cartera contenía una credencial de estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México a nombre de Francisco Aldama Olvera. Fecha de nacimiento 12 de marzo de 1968. Dios mío, susurró María. Reconoció inmediatamente el apellido Aldama. Toda la Ciudad de México conocía a la familia Aldama.

Dueños del casino Diamante Negro, el establecimiento de juego más exclusivo de la ciudad en los años 80. María examinó los papeles. Había recibos de restaurantes fechados en octubre de 1986, entradas para conciertos y una nota manuscrita que decía: “Nos vemos en la fiesta del sábado. No faltes, Beatriz.” La fecha en la nota era del 26 de octubre de 1986.

La cámara desechable tenía el contador en 24 de 27 fotos. María sabía que no debía tocar más las evidencias, pero la curiosidad la dominó. Había escuchado la historia del hijo de Roberto Aldama muchas veces. Francisco Aldama había desaparecido durante TES, una fiesta universitaria en octubre de 1986. Tenía solo 18 años. María recordaba los titulares de los periódicos de aquella época.

Desaparece hijo de magnate de casinos. Búsqueda intensa por joven aldama. Familia ofrece recompensa millonaria. La búsqueda había durado meses, pero Francisco nunca apareció. La policía había investigado exhaustivamente. Interrogaron a todos los asistentes a la fiesta. Revisaron hospitales, morgues y refugios, incluso contrataron detectives privados.

La teoría oficial era que Francisco había tenido un accidente o había sido víctima de un secuestro que salió mal. María tomó su teléfono celular y marcó el número de su supervisora, Elena Soto. Señora Soto, soy María López. Estoy en el hotel colonial y encontré algo importante. Una mochila con identificación de Francisco Aldama, el hijo del dueño del casino que desapareció hace años. ¿Estás segura, María? No hagas bromas con esto.

Completamente segura. Tengo su credencial de estudiante y otros. Papeles de 1986. Elena guardó silencio por un momento. No toques nada más. Voy para allá inmediatamente y llama a la policía. María marcó el número de emergencias. Buenos días.

Quiero reportar el hallazgo de evidencias relacionadas con una desaparición. Francisco Aldama, desaparecido en 1986. La operadora le pidió que permaneciera en el lugar y no tocara nada. Una patrulla llegaría en 20 minutos. Mientras esperaba, María observó el lugar donde había encontrado la mochila.

La viga estaba suelta como si alguien la hubiera movido intencionalmente para crear un escondite. El hueco detrás de la viga era lo suficientemente grande para ocultar objetos pequeños. María se preguntó cómo había llegado la mochila de Francisco hasta este edificio abandonado. El hotel colonial estaba a 15 km de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde Francisco estudiaba.

¿Por qué estaría aquí? Elena Soto llegó primero, seguida 5 minutos después por una patrulla policial. Los agentes acordonaron el Lis área y tomaron fotografías de la mochila y su contenido antes de embalarlos como evidencia. El agente Ortega, veterano de la corporación examinó cuidadosamente cada objeto.

“Esta credencial está en perfecto estado para haber estado 11 años perdida”, comentó a su compañero. “¿Crees que alguien la puso aquí recientemente?”, preguntó el agente Martínez. “¿Es posible? O tal vez este lugar la protegió del clima. Necesitamos contactar al detective que llevó el caso original.

” María proporcionó sus declaración completa, explicó cómo había encontrado la mochila, a qué hora y confirmó que no había tocado nada más después de ver la identificación de Francisco. ¿Usted conocía la historia de Francisco Aldama?, preguntó el agente Ortega. Sí, todo el mundo en la Ciudad de México la conoce. Fue un caso muy publicitado. El padre ofreció mucho dinero por información. El agente Martínez tomó notas detalladas.

¿Ha visto a alguien sospechoso cerca del edificio en las últimas semanas? No, el anima es police edificio ha estado completamente vacío. Solo entro yo a limpiar y a veces mi supervisora viene a revisar el progreso. Los agentes se comunicaron por radio con la comandancia. El caso de Francisco Aldama sería reabierto inmediatamente.

El detective Javier Montes, quien había llevado la investigación original, aún trabajaba en la corporación y sería asignado nuevamente al caso. “Señora López”, dijo el agente Ortega, “neitaremos que venga a la comandancia más tarde para ampliar su declaración y mantenga esto en confidencia por ahora.” María asintió.

sabía que había encontrado algo importante, algo que podría finalmente resolver el misterio que había obsesionado a la ciudad de México durante 11 años. Después de que la policía se retiró con las evidencias, María continuó su trabajo de limpieza, pero su mente estaba completamente enfocada en el hallazgo.

Se preguntaba si había más evidencias ocultas en el edificio, por qué Francisco habría estado en este hotel, qué había pasado realmente. La noche de su desaparición, el teléfono de María sonó. Era su hija Sofía, que trabajaba como secretaria en un despacho de abogados. Mamá, ¿es cierto lo que están diciendo en las noticias? ¿Encontraste algo sobre el hijo de los Aldama? María se sorprendió.

¿Ya salió en las noticias? Sí, en Radio México dicen que encontraron evidencias del caso Francisco Aldama en un edificio abandonado. María suspiró. La confidencialidad no había durado ni dos horas. Sí, hija, encontré su mochila. Mamá, ten cuidado. Los aldamas son muy poderosos.

Y si alguien lastimó a su hijo, podría ser peligroso. María no había considerado esa posibilidad. Hasta ahora solo había pensado en ayudar a resolver un misterio. Pero su hija tenía razón. Si Francisco había sido asesinado, el asesino seguía libre y podría no querer que la verdad saliera a la luz. No te preocupes, Sofía. La policía ya tiene todo. Yo solo limpié y encontré la mochila por casualidad.

Pero mientras colgaba el teléfono, María no podía sacudirse la sensación de que había desatado algo que había estado dormido durante 11 años, algo que tal vez alguien había querido mantener enterrado para siempre. El detective Javier Montes examinó la mochila de Francisco Aldama en el laboratorio de criminalística de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México.

Habían pasado 11 años desde la última vez que había trabajado en este caso, pero recordaba cada detalle como si hubiera sido ayer. “La mochila está en excelente estado”, comentó la perita Alejandra Sánchez mientras fotografiaba cada objeto. Demasiado bien conservada para haber estado a la intemperie durante 11 años. Montes asintió. Eso es exactamente lo que pensé.

Alguien la guardó en un lugar protegido y la colocó en ese edificio recientemente o nunca estuvo expuesta a los elementos. La cámara desechable fue enviada inmediatamente al laboratorio fotográfico. Las 24 fotos reveladas podrían contener información crucial sobre los últimos días de Francisco.

Mientras esperaban los resultados, Montes revisó el expediente original. Francisco Aldama Olvera había desaparecido la noche del 26 de octubre de 1986 después de asistir a una fiesta de Halloween en casa de Beatriz Fuentes, compañera de la universidad. La fiesta había comenzado a las 9 de la noche.

Los testigos confirmaron que Francisco había llegado a la fiesta aproximadamente a las 10 de la noche. Llevaba un disfraz de vampiro y parecía de buen humor. Había bailado, conversado con varios amigos y tomado algunas cervezas, pero sin excesos. La última persona que vio a Francisco fue Pedro Villalobos, su mejor amigo desde la preparatoria.

Según su declaración original, Francisco le había dicho que iba al baño y que regresaría en 5 minutos. Eso fue aproximadamente a la 1 de la madrugada del 27 de octubre. Francisco nunca regresó. Montes había interrogado a todos los 47 invitados a la fiesta. Nadie vio a Francisco salir de la casa. No hubo peleas, discusiones o comportamientos extraños.

simplemente desapareció. El teléfono del detective sonó. Era Roberto Aldama, el padre de Francisco. Detective Montes, me acaban de informar sobre el hallazgo. ¿Es realmente la mochila de mi hijo? Sí, señora Aldama. La identificación es auténtica y los objetos personales coinciden con las descripciones que nos proporcionó en 1986.

Roberto Aldama guardó silencio por varios segundos. ¿Dónde la encontraron exactamente? En el antiguo hotel colonial en el centro, una empleada de Minote limpieza la descubrió esta mañana. El hotel colonial. Francisco nunca mencionó ese lugar. ¿Por qué estaría ahí? Eso es lo que pretendemos averiguar.

Necesito que venga a la comandancia para revisar las evidencias y actualizar su declaración. Roberto Aldama llegó a la comandancia una hora después. A los 58 años, el magnate de los casinos se veía más envejecido de lo que debería. Los 11 años de incertidumbre habían cobrado su factura.

“He soñado con este momento durante 11 años”, dijo Roberto mientras examinaba cuidadosamente la mochila de su hijo. “Pero también lo he temido.” “¿Por qué lo ha temido?”, preguntó Montes. “Porque siempre supe que si encontrábamos evidencias después de tanto tiempo, significaría que Francisco está muerto.” Montes asintió comprensivamente. “Señor Aldama, necesito preguntarle sobre el hotel colonial.

¿Suo tenía alguna conexión con ese lugar? No, que yo sepa, Francisco era muy abierto conmigo. Me contaba sobre sus amigos, sus actividades en la universidad. Nunca mencionó ese hotel. ¿Qué hay del casino Diamante Negro? ¿Suo trabajaba ahí o tenía acceso al negocio? Roberto negó con la cabeza.

Francisco quería estudiar administración de empresas, pero yo insistía en que terminara sus estudios antes de involucrarse en el casino. Él solo venía ocasionalmente a las fiestas privadas que organizábamos para clientes VIP. Montes tomó notas, quién más tenía acceso a esas fiestas, nuestros clientes más exclusivos, algunos políticos, locales, empresarios.

También invitábamos a personal de confianza, mi socio Enrique Solís, nuestro gerente general Gustavo Morales, el contador Jaime Aguirre. El nombre de Enrique Solíss llamó la atención del detective. Había sido interrogado en 1986, pero brevemente. Como socio minoritario del casino, tenía una cuartada sólida para la noche de la desaparición. Había estado en Guadalajara, en una convención de la industria del entretenimiento.

¿Sigue trabajando con Enrique Solís?, preguntó Chisotop. Montes. Sí. Aunque nuestra relación se enfrió después de la desaparición de Francisco, Enrique quería que vendiéramos el casino y nos enfocáramos en otros negocios. Yo me negué. El casino era el sueño de Francisco para el futuro. El asistente de Montes entró con un sobre Manila. Detective, llegaron las fotografías de la cámara desechable.

Montes abrió el sobre y examinó las 24 fotografías impresas. La mayoría mostraban escenas típicas de la vida universitaria. Francisco con amigos en el Vishent. campus, en restaurantes, en fiestas. Pero las últimas cinco fotos eran diferentes. Una mostraba a Francisco en una oficina elegante, posando junto a un hombre mayor en traje.

La siguiente foto mostraba el mismo hombre entregando un sobre a Francisco. En la tercera foto, Francisco examinaba documentos. Las últimas dos fotos mostraban a Francisco en lo que parecía ser un almacén o bodega señalando cajas apiladas. “¿Reconoce a este hombre?”, preguntó Montes mostrando la foto a Roberto. Roberto, examinó la imagen cuidadosamente.

Su expresión cambió gradualmente de curiosidad a preocupación. Es Enrique Solís, mi socio, pero no entiendo por qué Francisco estaría en su oficina sin decirme y esta bodega. No reconozco el lugar. Montes estudió las fotografías con más detenimiento. La calidad no era excelente, pero se podían ver algunos detalles.

En el fondo de una foto se alcanzaba a leer parte de un letrero. Hotel. Hotel Colonial, murmuró Montes. Las fotos fueron tomadas en el pues. Hotel Colonial. Roberto Aldama palideció. Pero, ¿qué hacía Francisco ahí? ¿Y qué negocio tenía con Enrique que no me dijo? El detective organizó las fotografías cronológicamente basándose en el contador de la cámara.

Las primeras 19 fotos eran de actividades normales durante octubre de 1986. Las últimas cinco, incluyendo las del hotel colonial, parecían haber sido tomadas en los días inmediatamente anteriores a la desaparición. Señor Aldama, necesito que contacte a Enrique Solís y le pida que venga para hacer algunas preguntas de rutina. No le mencione las fotografías. Roberto asintió, aunque se notaba visiblemente perturbado.

Detective, ¿cree que Enrique tuvo algo que ver con la desaparición de mi hijo? Aún no puedo hacer esas conclusiones, pero las fotografías sugieren que Francisco estaba involucrado en algo que usted desconocía. Necesitamos escuchar la versión de Solís. Después de que Roberto se retiró para contactar a su socio, Montes llamó a la perita Sánchez.

Alejandra, necesito que examines minuciosamente estas fotografías. Cualquier detalle que puedas extraer, fechas, ubicaciones, objetos en el fondo, cualquier cosa. Ya identifiqué algo interesante, respondió Sánchez. En la foto donde Francisco examina documentos se puede ver parcialmente un sello oficial, parece ser de alguna dependencia gubernamental. Montes sintió que el caso estaba tomando una dimensión completamente nueva.

Francisco no había desaparecido por accidente o por un secuestro aleatorio. Había estado involucrado en algo lo suficientemente importante, como para que alguien conservara su mochila durante 11 años antes de decidir deshacerse de ella. La pregunta ahora era, ¿por qué alguien había decidido que era momento de que la mochila fuera encontrada? Enrique Solís llegó a la comandancia a las 4 de la tarde del miércoles.

A los 52 años, el socio minoritario del Casino Diamante Negro mantenía la apariencia impecable que lo había caracterizado durante décadas. traje italiano, zapatos de piel, cabello perfectamente peinado. Sin embargo, el detective Montes notó una tensión sutil en su comportamiento. Roberto me dijo que reabrieron el caso de Francisco, comentó Solís mientras tomaba asiento en la sala de interrogatorios.

Es increíble que después de 11 años aparezcan nuevas pistas. Montes colocó las fotografías de la cámara desechable sobre la mesa, pero boca abajo. Señor Solís, antes de mostrarle estas evidencias, necesito que me recuerde qué relación tenía con Francisco Aldama. Una relación cordial. Era el hijo de mi socio. Lo veía ocasionalmente en eventos del casino. Francisco era un joven brillante, muy maduro para su edad.

¿Alguna vez tuvo reuniones privadas con él? Solís dudó por un instante. Reuniones privadas. No, no. que recuerde específicamente. Montes volteó la primera fotografía mostrando a Solís y Francisco en la oficina. Esta foto sugiere lo contrario. El color desapareció del rostro de Solís. Sus ojos se fijaron en la imagen durante varios segundos antes de responder.

Ah, sí, ahora recuerdo. Francisco vino a mi oficina una vez en octubre del 86. Quería hablar sobre el negocio del casino. ¿Qué tipo de conversación? Nada importante preguntaba sobre las operaciones, los proveedores, ese tipo de cosas. Yo pensé que su padre lo había enviado. Montes mostró la segunda fotografía donde Solís entregaba un sobre a Francisco. Y esto, Soliss se movió incómodamente en su silla.

Eso eran documentos que Francisco pidió revisar. Estados financieros, creo. Estados financieros en un sobresellado. Información confidencial. Siempre manejábamos los documentos sensibles de esa manera. El detective mostró las fotografías de la bodega.

¿Puede explicar qué hacía Francisco en este almacén? No reconozco ese lugar, respondió Solís rápidamente. Tal vez sea de otro negocio. Las fotografías fueron tomadas en el hotel colonial. ¿Tenía usted negocios en ese hotel en 1986? Solís guardó silencio por un largo momento. Montes podía ver las ruedas girando en su mente, calculando cuánto revelar. Ocasionalmente usábamos el hotel para reuniones discretas con clientes internacionales.

El casino tenía una suite reservada permanentemente. Roberto Aldama sabía de estas reuniones. Él se encargaba de las operaciones diarias del casino. Yo manejaba las relaciones con proveedores y algunos clientes especiales. Montes tomó notas meticulosamente. ¿Qué tipo de clientes especiales? inversionistas, potenciales, empresarios de otros estados que querían conocer nuestras operaciones. Tenía autorización legal para operar como casino. Todos los permisos estaban en orden.

Solí se tensó visiblemente. Por supuesto, todo estaba perfectamente legal. El detective sabía que había tocado un punto sensible. En 1986, la regulación de los casinos en México era compleja y muchos operaban en áreas grises legales. Señor Solís, ¿dónde estuvo usted? Es la noche del 26 al 27 de octubre de 1986 en Min Guadalajara, en la convención nacional de entretenimiento. Tengo registros del hotel, boletos de avión.

¿Alguien más del casino fue a esa convención? No, fui solo. Roberto se quedó para supervisar las operaciones del fin de semana. Montes hizo una pausa estratégica. ¿Cómo explica que la mochila de Francisco apareciera en el hotel colonial si él desapareció de una fiesta estudiantil a 15 km de distancia? No tengo explicación. Es tan misterioso para mí como para usted.

Después del LOL Simple Interrogatorio, Montes se dirigió al Archivo Central para revisar los expedientes de la investigación original sobre los permisos del Casino Diamante Negro, lo que encontró lo sorprendió. En octubre de 1986, el casino estaba operando con permisos temporales que habían expirado 3 meses antes. La Secretaría de Gobernación había iniciado un proceso de investigación por operación irregular.

Montes llamó a la licenciada Patricia Ruiz, quien en 1986 trabajaba en la oficina de regulación de casinos. Licenciada Ruiz, necesito información sobre el casino Diamante Negro en 1986. ¿Recuerdas si había problemas con sus permisos? Por supuesto que lo recuerdo. Ese caso me causó muchos dolores de cabeza. El casino había estado operando ilegalmente durante meses.

¿Qué pasó con la investigación? Misteriosamente, todos los expedientes desaparecieron de nuestras oficinas en noviembre de 1986. El caso se archivó por falta de evidencias. Los expedientes desaparecieron justo después de que Francisco Aldama desapareció. Exacto. Nunca pudimos probar conexión, pero la coincidencia siempre me pareció sospechosa. Montes sintió que las piezas comenzaban a encajar.

Francisco había descubierto que el casino de su padre operaba ilegalmente. Las fotografías sugerían que había obtenido documentos comprometedores, posiblemente de Enrique Solís. El detective decidió visitar el hotel colonial antes de que fuera demolido.

María López aceptó acompañarlo para mostrarle exactamente dónde había encontrado la mochila. Aquí estaba”, indicó María señalando la viga suelta en el tercer piso. Parecía como si alguien hubiera hecho este escondite a propósito. Montes examinó el lugar con una linterna. Detrás de la viga había espacio suficiente para ocultar objetos más grandes que una mochila.

“María, ¿ha encontrado algo más mientras limpiaba?” “No en este piso, pero no he terminado de limpiar la bodega del sótano. Está llena de cajas viejas del hotel. Muéstreme esa bodega. El sótano del punto hotel estaba oscuro y húmedo. Docenas de cajas polvorientas contenían documentos, vajillas y suministros del hotel. Pero en una esquina montes notó algo diferente. Tres cajas metálicas parecían haber sido colocadas más recientemente.

No tenían el polvo acumulado de las otras cajas y estaban cerradas con candados nuevos. María, estas cajas estaban aquí cuando empezó a limpiar. No las había notado, pero el sótano estaba muy oscuro. Es posible que siempre hayan estado ahí. Montes llamó a la comandancia para solicitar una orden de cateo.

Si las cajas contenían evidencias relacionadas con Francisco Aldama, necesitaría autorización judicial para abrirlas. Mientras esperaban la orden, Montes recibió una llamada de Roberto Aldama. Detective, necesito hablar con usted urgentemente. He encontrado algo en los archivos de Francisco. ¿Qué tipo de cosa? un cuaderno donde escribía sobre irregularidades en el casino. También hay copias de documentos que yo nunca había visto.

Montes sintió una descarga de adrenalina. No toque nada más. Voy inmediatamente a su casa. Mientras se dirigía a casa de los Aldama, el detective reflexionó sobre el caso. Francisco había descubierto algo comprometedor sobre el casino de su padre. Enrique Solís estaba involucrado. Los documentos oficiales habían desaparecido misteriosamente.

La pregunta crucial era, Francisco había sido asesinado para silenciarlo y ¿quién había decidido después de 11 años que era momento de que saliera la verdad? La paz. Respuesta podría estar en esas cajas del sótano del hotel colonial esperando a ser descubiertas. Roberto Aldama recibió al Detective Montes en su estudio privado, un amplio espacio decorado con fotografías familiares y trofeos de sus éxitos empresariales.

Sobre el escritorio de Caova estaban esparcidos documentos y un cuaderno de pasta negra. Encontré esto anoche mientras revisaba las pertenencias de Francisco que guardé en su habitación, explicó Roberto con voz quebrada. No había tenido el isopo de Nent Valor de revisar todo hasta ahora.

Montes examinó cuidadosamente el cuaderno. Las anotaciones estaban escritas con la letra clara de Francisco fechadas entre septiembre y octubre de 1986. Las primeras páginas contenían apuntes universitarios, pero a partir de la página 15 comenzaban observaciones sobre el casino Diamante Negro. “Los permisos están vencidos desde julio. Papá no lo sabe. Es maneja todo en secreto.” Leyó Montes en voz alta.

Es se refiere a Enrique Solís. Tiene que ser él. Enrique siempre usaba esas iniciales para firmar documentos. Montes continuó leyendo. Reunión con funcionarios de Gobernación en el hotel. Es entregó sobres a dos hombres en trajes grises. Parecía dinero. Roberto se dejó caer pesadamente en su silla.

Mi hijo descubrió que Enrique estaba sobornando funcionarios públicos para mantener el casino operando ilegalmente. ¿Usted no sabía nada de esto? Nada. Yo confiaba completamente enrique. Él se encargaba de todos los trámites legales. Me aseguró que teníamos los permisos en orden. Montes examinó las copias de documentos que Roberto había encontrado junto al cuaderno. Eran facturas falsas, contratos con empresas fantasma y registros de pago sospechosos.

Francisco fue muy meticuloso documentando todo, observó el detective. Aquí hay evidencia suficiente para procesar a Solís por corrupción y operación ilegal. En la última entrada del cuaderno fechada el 25 de octubre de 1986, Francisco había escrito: “Mañana confrontaré a ES.

Le daré la oportunidad de explicar todo a papá antes de ir a las autoridades. Espero hacerlo correcto. El día siguiente era la fiesta donde desapareció”, murmuró Roberto. Francisco iba a confrontar a Enrique. Montes llamó inmediatamente a la comandancia. Necesito una orden de aprensión contra Enrique Solís por sospecha de homicidio y una orden de cateo para su domicilio y oficina.

Mientras esperaban las órdenes judiciales, Montes revisó los contactos en el expediente de Francisco. Una entrada llamó su atención. Beatriz Fuentes organizó la fiesta. ¿Sabe sobre es aldama? ¿Qué relación tenía Francisco con Beatriz Fuentes además de ser compañeros universitarios? Beatriz era su novia desde principios de 1986.

una chica muy inteligente, estudiaba derecho. Siempre me pareció que influía positivamente en Francisco. Montes decidió contactar a Beatriz inmediatamente. Si Francisco había confiado sus descubrimientos a alguien, probablemente habría sido a ella, Beatriz Fuentes.

Ahora Beatriz García, trabajaba como abogada en un prestigioso despacho de la Ciudad de México. Aceptó reunirse con Montes misma tarde en su oficina. He pensado en Francisco todos estos años”, confesó Beatriz, una mujer elegante de 29 años con ojos inteligentes. Siempre supe que su desaparición no fue accidental.

¿Por qué estaba tan segura? Francisco me había contado sobre las irregularidades en el casino de su padre. Estaba muy preocupado porque no quería traicionar a Pessi, Roberto, pero tampoco podía permitir que Enrique Solí siguiera cometiendo fraudes. Francisco le mostró evidencias. Sí, me enseñó fotografías y documentos. Yo le aconsejé que hablara primero con su padre antes de ir a las autoridades.

Montes mostró a Beatriz las fotografías de la cámara desechable. Reconoce estas imágenes. Beatriz examinó cuidadosamente cada foto. Sí, Francisco me mostró algunas de estas, especialmente las de la oficina de Solís y la bodega del hotel. ¿Qué le dijo Francisco sobre esa bodega? Que Solís almacenaba ahí documentos comprometedores y dinero en efectivo que usaba para sobornar funcionarios. Francisco logró entrar una noche cuando Solís no estaba.

¿Cómo logró acceso? Tenía una copia de las llaves del hotel. Su padre las guardaba en casa por si necesitaban usar la suite reservada. Montes sintió que el panorama se clarificaba. Beatriz, ¿qué pasó exactamente la noche de la fiesta? Beatriz respiró profundamente antes de responder. Francisco, llegó muy nervioso.

Me dijo que había hablado con Solis esa tarde y que había negado todo. Más tarde, alrededor de las 12:30, recibió una llamada telefónica. ¿Quién llamó? Dijo que era Solís, que quería reunirse con él para aclarar las cosas y que tenía una explicación para todo. Francisco decidió ir. ¿Por qué no lo acompañó? Trató de disuadirlo.

Traté de convencerlo de que no fuera solo, pero Francisco pensó que si lo acompañaba alguien, Solís se negaría a hablar. Prometió regresar en Menti. Dos horas máximo. Montes tomó notas detalladas. A dónde iba a encontrarse con Solis. En el hotel colonial. Solís le dijo que tenía documentos ahí que probaban su inocencia. El detective sintió un escalofrío. Francisco había caminado directamente hacia una trampa.

Beatriz, ¿por qué no le dijo esto a la policía en 1986? Los ojos de Beatriz se llenaron de lágrimas porque tres días después de que Francisco desapareció, recibí una amenaza telefónica. Una voz me dijo que si hablaba sobre él. Casino o Enrique Solís me pasaría lo mismo que a Francisco. Reportó la amenaza.

Tenía 18 años y estaba aterrorizada. Mis padres me enviaron a estudiar a Guadalajara hasta que terminé la carrera. Cuando regresé a la Ciudad de México, ya había pasado tanto tiempo que pensé que no serviría de nada. Montes comprendió por qué la investigación original no había avanzado. Los testigos clave habían sido intimidados al silencio.

Beatriz, necesito que venga conmigo a identificar formalmente a Palpesy, Enrique Solís y que preste declaración completa sobre todo lo que sabe. En la comandancia, Beatriz identificó, sin dudarlo a Enrique Solís en una rueda de reconocimiento fotográfico. También proporcionó una declaración detallada sobre las actividades ilegales del casino y la preocupación de Francisco.

Mientras tanto, la orden de cateo para el domicilio y oficina de Solís fue aprobada. Un equipo de policías se dirigió inmediatamente a ejecutarla. Montes recibió una llamada desde el hotel colonial. Las cajas metálicas del sótano habían sido abiertas bajo supervisión judicial. Detective, necesita venir inmediatamente.

Encontramos documentos, dinero en efectivo y algo más que lo va a impactar. ¿Qué encontraron? La cartera personal de Francisco Aldama con una nota manuscrita dirigida a su padre. Montes se dirigió inmediatamente al hotel. En la nota escrita con la letra temblorosa de Francisco estaban sus últimas palabras. Papá, si estás leyendo esto es porque Enrique me hizo daño.

Los documentos en esta caja prueban todo. Perdón por no habértelo dicho antes. Te amo, Francisco. La trampa se había cerrado finalmente sobre Enrique Solís, pero había tomado 11 años encontrar la verdad que Francisco había tratado desesperadamente de revelar.

El operativo de cateo en la residencia de Enrique Solís comenzó a las 6 de la mañana del jueves. La casa ubicada en el exclusivo fraccionamiento Lomas de Chapultepec reflejaba el éxito aparente del socio del casino. Arquitectura moderna, jardines impecables y un Mercedes-Benz estacionado en el garaje. Solís abrió la puerta en bata de baño simulando sorpresa. Detective Montes, ¿qué significa esto? Un cateo a estas horas. Tenemos una orden judicial. Apártese, por favor.

El equipo de búsqueda se dispersó por la casa mientras Montes interrogaba a Solís en la sala. “Señor Solís, encontramos la nota de Francisco Aldama. Su última comunicación antes de morir. El rostro de Solís permaneció imperturbable, pero sus manos temblaron ligeramente al tomar una taza de café. No sé de qué me habla.

También encontramos los documentos que Francisco recopiló sobre las operaciones ilegales del casino. Facturas falsas, pagos a funcionarios corruptos, registros de dinero no declarado. Eso son invenciones. Francisco era un joven fantasioso. El agente Martínez interrumpió desde el estudio. Detective, encontramos algo importante.

En el estudio privado de Solís oculta detrás de una pintura, había una caja fuerte abierta. Adentro encontraron 200,000 dólar en efectivo, documentos comprometedores y un revólver calibre 38. Este dinero proviene de las operaciones ilegales del casino, afirmó Montes examinando los billetes. ¿Puede explicar su procedencia? Son ahorros personales, dinero legalmente ganado.

¿Y este revólver tiene licencia para aportarlo? Solís guardó silencio. El arma fue embalada inmediatamente para análisis balísticos en la oficina de Solís ubicada en el centro financiero de la ciudad de Sitonise, México. El equipo de investigación encontró evidencias aún más comprometedoras.

Un archivo completo documentaba pagos a funcionarios de la Secretaría de Gobernación, Hacienda y la Policía Local. Enrique Solís manejaba una red de corrupción que incluía al menos ocho funcionarios públicos, informó el agente Ortega a Montes por radio. También encontramos registros de otras actividades ilegales, lavados de dinero y evasión fiscal.

Montes confrontó a Solís con las nuevas evidencias. Su red de emises sobornos está completamente documentada. Francisco descubrió todo esto, ¿verdad? No tengo nada que declarar sin mi abogado presente. Francisco lo confrontó el 25 de octubre de 1986. Usted lo citó en el hotel colonial la noche siguiente con la promesa de darle una explicación, pero su intención era silenciarlo permanentemente.

Solí se mantuvo en silencio, pero el sudor en su frente revelaba su nerviosismo. El teléfono de Montes sonó. Era la perita Sánchez desde el laboratorio. Detective, tengo resultados preliminares del análisis del revólver encontrado en casa de Solís.

¿Qué encontraron? El arma fue disparada hace aproximadamente 10 u 11 años. Según el análisis de residuos en el cañón, también encontramos rastros de sangre seca en la empuñadura. ¿Pueden determinar si es sangre humana? Sí, es sangre humana tipo O positivo. Coincide con el tipo de sangre de Francisco Aldama según su expediente médico.

Montes sintió una mezcla de satisfacción y tristeza. Finalmente tenían evidencia física que conectaba a Solís con la muerte de Francisco. Enrique Solís dijo el detective regresando a la sala. queda arrestado por el homicidio de Francisco Aldama.