
La empleada salvó a un millonario de un ahogamiento, pero jamás imaginó cómo él se lo agradecería. Y antes de comenzar, no olvides comentar desde qué país nos estás viendo. Todo ocurrió una tarde soleada junto a la piscina de una mansión elegante. El silencio del jardín se rompió de golpe cuando un grito desesperado resonó.
El millonario Alejandro se había resbalado y caído al agua, perdiendo el conocimiento en segundos. La empleada doméstica Mariana no dudó ni un instante. Se lanzó hacia él, lo sacó a la orilla y comenzó a darle reanimación mientras su corazón latía con fuerza entre el miedo y la urgencia de salvarle la vida. “Por favor, respire, señor”, exclamaba Mariana, presionando su pecho una y otra vez. “No me deje sola en esto.
” En ese instante llegó corriendo Laura, la novia de Alejandro, quien quedó paralizada al ver la escena. Sus manos temblaban y su voz salió quebrada. “Dios mío, Alejandro, ¿qué está pasando aquí?”, gritó desesperada, llevándose las manos a la cabeza. Pero lo que vio la dejó confundida. Desde su perspectiva, parecía que Mariana estaba demasiado cerca de él, inclinada con una intensidad que a Laura no le gustó en absoluto.
La desesperación de ver a su pareja inconsciente se mezcló con celos irracionales que comenzaron a crecer en su mente. Mariana no le prestó atención. En ese momento, lo único importante era salvarle la vida al hombre que tenía frente a ella. Con firmeza y sin detenerse, continuó el procedimiento hasta que Alejandro tosió bruscamente, expulsando agua de sus pulmones y recuperando la respiración.
“Tranquilo, señor, ya está respirando”, susurró Mariana con alivio, aunque aún con lágrimas en los ojos. Alejandro abrió lentamente los ojos y la primera imagen que vio fue el rostro de la mujer que lo había rescatado. Sus labios apenas lograron pronunciar un murmullo. “Me salvaste”, dijo con una voz débil, pero cargada de gratitud.
Laura, en cambio, explotó. “¿Qué significa esto?”, gritó con furia, acercándose de golpe. “¿Por qué tú estabas encima de él? ¿Qué intentabas hacer realmente?” Mariana la miró sorprendida, aún de rodillas junto al cuerpo empapado del millonario. “Señorita Laura, no piense mal, solo intentaba. No me des explicaciones.
” La interrumpió con desprecio. “Nadie toca a Alejandro de esa manera. El millonario, aún débil, trató de calmar la situación. Laura, por favor. Ella me salvó. Si no fuera por ella, quizá ya no estaría aquí. Pero la novia, cegada por la ira, no quería escuchar razones. Siempre sospeché de ti, Mariana, dijo con voz venenosa.
Te crees muy lista, pero lo único que haces es aprovecharte de tu posición. El ambiente quedó cargado de tensión. Alejandro intentó levantarse con ayuda de Mariana, lo que solo empeoró los celos de Laura. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no de tristeza, sino de rabia contenida. Así es como me pagas mi amor, Alejandro, permitiendo que una empleada se meta entre nosotros.
Mariana, con voz firme respondió, “No confundas las cosas. Yo no busqué nada. Solo cumplí con mi deber como ser humano. Él necesitaba ayuda y yo estaba ahí.” La discusión se elevó cada vez más. Alejandro, recuperando fuerzas, se sentó y tomó la mano de Mariana con sinceridad. Lo que hizo esta mujer no tiene precio. Me dio una segunda oportunidad de vida y yo no voy a permitir que nadie le falte al respeto por ello.
El gesto dejó muda a Laura, pero también sembró un veneno en su corazón, lo que para Alejandro era gratitud. Para ella era una amenaza directa a su relación. Si la historia te está gustando, no olvides darle like, suscribirte y comentar qué te está pareciendo. La mirada de Laura se endureció. se inclinó hacia Alejandro y le susurró con voz fría pero firme, “Si insistes en defenderla de esta forma, será mejor que pienses bien lo que quieres, porque yo no pienso quedarme en una relación donde mi lugar es cuestionado por una empleada.”
El silencio cayó de golpe. Alejandro cerró los ojos a un exhausto mientras Mariana lo miraba sin saber si debía retirarse o seguir a su lado. Laura, con el rostro lleno de celos y resentimiento, se alejó unos pasos esperando una respuesta que podría cambiarlo todo. Y fue en ese momento cuando Alejandro intentó levantarse con decisión que la atención alcanzó un punto que nadie esperaba.
Alejandro se sostuvo con esfuerzo en el borde de la piscina. Su respiración aún era pesada, pero su mirada tenía una determinación que Laura nunca le había visto. Mariana intentó ayudarlo, pero él alzó una mano no para rechazarla, sino para que le diera un momento. Se incorporó lentamente y miró directo a los ojos de su novia.
Laura, ¿escuchas lo que acabas de decir? Su voz salió firme, aunque cansada. Estuve a punto de morir y lo único que puedes pensar es en celos absurdos. Laura frunció el ceño cruzando los brazos con orgullo herido. No son absurdos, Alejandro. Yo soy tu pareja y verte tan cerca de ella. No tienes idea de lo que se siente.
Mariana, con la voz temblorosa pero digna intervino. Señor Alejandro, por favor, no quiero ser motivo de discusiones. Hice lo que cualquiera habría hecho. Si lo desea, me retiro ahora mismo. Pero Alejandro negó con la cabeza con una fuerza que sorprendió a ambas. No, Mariana, tú no vas a ninguna parte. Se volvió hacia Laura. Ella me devolvió la vida.
Y tú, tú prefieres ensuciar ese acto con sospechas y reproches. Laura lo miró con incredulidad, incapaz de aceptar sus palabras. Entonces, la defiendes a ella en lugar de defenderme a mí. Es eso. No se trata de defender a nadie, respondió él con calma contenida. Se trata de reconocer la verdad.
Mariana actuó con valentía, arriesgó todo por mí y yo pienso agradecerle como se merece. Laura dio un paso atrás. como si las palabras de Alejandro la hubieran golpeado en el pecho. Su orgullo temblaba, pero intentó sostenerse. ¿Y cómo piensas agradecerle? ¿Con dinero, con regalos o con algo más? Alejandro suspiró y se acercó lentamente a Mariana.
No sé si el dinero puede pagar una vida, pero al menos quiero asegurarme de que nunca más le falte nada. Mariana, desde este momento no eres solo una empleada en esta casa. Quiero darte la oportunidad de estudiar. de abrir tu propio camino, de tener la vida que mereces. Los ojos de Mariana se llenaron de lágrimas. Nunca había escuchado palabras semejantes dirigidas a ella. “Señor, no sé qué decir.
Yo solo hice lo correcto. Precisamente por eso,” respondió Alejandro tomándole la mano. “Porque hiciste lo correcto cuando nadie más lo hubiera hecho. Laura no pudo soportar más. Esto es ridículo”, exclamó entre soylozos. No puedo quedarme aquí viendo cómo se rompe lo que teníamos. Alejandro la miró con tristeza, pero también con claridad.
Laura, si no puedes comprender lo que es la gratitud y el respeto hacia los demás, quizás no estás preparada para compartir mi vida. Esas palabras fueron como un golpe final. Laura, con lágrimas de furia y dolor, tomó sus cosas apresuradamente y salió del lugar, dejando tras de sí un silencio denso que solo rompía el sonido del agua moviéndose suavemente en la piscina.
Mariana bajó la mirada, aún con la duda de si debía alegrarse o sentirse culpable por lo sucedido. No quería causar problemas entre ustedes”, dijo con voz baja. Alejandro se acercó más con una serenidad nueva en su rostro. “No causaste problemas, Mariana. Solo mostraste quién eras realmente y me abriste los ojos para ver quién estaba a mi lado por conveniencia y quién actúa con un corazón sincero.
El silencio se convirtió en un espacio de reflexión. Alejandro, aún empapado y débil, sonrió con gratitud. Desde hoy mi vida no será la misma. Tú me recordaste lo frágil que es todo y lo valiosa que es la nobleza auténtica. Mariana, con lágrimas recorriendo sus mejillas, asintió sin poder responder. Sabía que su vida también cambiaría para siempre a partir de ese día.
El destino le había puesto una prueba inesperada y en medio del miedo y la injusticia había salido a la luz algo más fuerte, la dignidad, el respeto y la gratitud verdadera. Nunca sabes quién está detrás de la máscara. Las apariencias pueden engañar, pero el respeto y la dignidad siempre deben ser innegociables.
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