Capítulo 1: El Encuentro Inesperado
Julián Castañeda acababa de salir de una reunión en Polanco. Una de esas reuniones típicas que se extendían eternamente, llenas de pretensiones y sonrisas forzadas. Todos pensaban que estaba salvando el mundo, pero en realidad solo quería salir de allí. Se subió a su SUV blindado, dio las instrucciones habituales al conductor y sacó su teléfono para revisar los mensajes mientras avanzaban lentamente por la carretera bastante transitada.
Desanimado, miró por la ventana. Y ahí estaba ella. Valeria. De pie en la acera, frente a una farmacia, sosteniendo una bolsa de compras desgastada, vestida con ropa sencilla y luciendo muy cansada. A su lado, tres niños. Niños que se parecían a él. Los mismos ojos, la misma boca, la misma expresión mientras miraba a su alrededor como si estuviera esperando a alguien. Y esos ojos… eran los ojos de Julián.
Imposible. Imposible. De repente, se inclinó hacia adelante, tratando de ver más de cerca, pero un coche se interpuso y bloqueó su vista.
—¡Detente! —gritó al conductor.
El hombre se detuvo, sorprendido. Julián abrió la puerta, salió y comenzó a buscar entre la multitud a esa mujer que había amado y dejado atrás. Su corazón latía con fuerza. Era ella. Valeria. Y esos niños…
Unos minutos después, la vio cruzar la calle, tomando de la mano a los tres niños, subiendo a un Uber gris. Julián se quedó paralizado. No sabía si perseguirla, gritar o permanecer en silencio. El coche se alejaba. Hasta que desapareció de su vista. Lentamente, volvió a meterse en su coche. Silencioso. Silencioso. El conductor no hizo preguntas. Pero Julián ya no era el mismo. No podía sacar de su mente los rostros de los tres niños. ¿Eran sus hijos?
Se llevó la mano a la frente, cerró los ojos y suspiró. Seis años habían pasado desde que dejó a Valeria. Una mañana, simplemente se fue. Sin despedidas. Sin cartas. Sin un solo mensaje. Entonces estaban bien. Pero él estaba ocupado persiguiendo sus sueños, el trato que lo haría rico. Dejó a la mujer que pensó que lo entendería. Se dijo a sí mismo: “Volveré a ella. Aún hay tiempo.” Pero nunca volvió. Y nunca más se vieron.
Capítulo 2: Recuerdos Aflorando
Cuando llegó a casa en Santa Fe, se quitó el abrigo con rabia y lo arrojó sobre el sofá. Bebió alcohol a pesar de que solo eran las cuatro de la tarde. Caminó de un lado a otro, sintiéndose como si estuviera perdiendo la cordura. Todos los recuerdos inundaron su mente: la risa de Valeria, sus miradas, sus abrazos por la noche cada vez que estaba cansado. Y ahora… los tres niños.
Sacó su teléfono y buscó en las redes sociales. Nada. No había rastro de Valeria. Era como si se hubiera desvanecido del mundo. Y eso fue lo que lo sacudió aún más. Porque aunque había intentado olvidar a Valeria antes, nunca la había olvidado realmente.
Abrió su laptop, inició sesión en una carpeta privada y revisó fotos antiguas. Valeria en la playa. Valeria en el apartamento. Valeria en pijama, riendo con una cucharada de palomitas en la boca. Hasta que llegó a una foto de Valeria abrazándolo por detrás, apoyándose en su cuello. Valeria la había tomado ella misma con su celular. La miró durante mucho tiempo. Sus labios estaban apretados.
Sabía lo que tenía que hacer. Tomó el teléfono y llamó.
—Mateo, necesito encontrar a alguien. Su nombre es Valeria Ortega. No tengo dirección. Lo único que sé es que está en Manila… y tiene tres hijos.
—¿Hay alguien más? —preguntó Mateo.
—Sí. Podrían ser mis hijos.
Silencio en la otra línea.
—Entiendo, señor —respondió Mateo, luego colgó.
Julián miró por la ventana. Miles de luces. Miles de personas. Pero esa noche, solo había una cosa que importaba. No sabía si Valeria estaba enojada con él, si lo odiaba o si lo había olvidado hace mucho tiempo. Pero una cosa estaba clara. No podía vivir con preguntas sin respuesta. Si esos tres niños eran suyos… Todo cambiaría.
Capítulo 3: La Búsqueda Comienza
Al día siguiente, Julián se despertó temprano. Su sueño no estaba en orden. La imagen de la mujer en la calle, con esos niños, era impactante, dolía. Cuando llegó a la oficina, pasó directamente junto a los empleados. No prestó atención. Fue directo a su oficina, cerró la puerta y se sentó frente a la ventana. La ciudad estaba ocupada con la vida normal. Pero él? Un desastre.
Abrió su celular nuevamente. Buscó. Desplazó. Escribió el nombre de Valeria. No había sombra. Era como si la tierra lo hubiera tragado. Y en medio del silencio de su oficina… se escuchó susurrar: “Te encontraré, Valeria. Y esta vez, no me iré sin una respuesta.”
Capítulo 4: El Plan
Los días pasaron y Julián no podía quitarse de la cabeza la imagen de Valeria y los niños. Decidió que no podía esperar más. Necesitaba un plan. Llamó a Mateo de nuevo.
—Mateo, necesito que averigües todo lo que puedas sobre Valeria Ortega. Quiero saber dónde vive, cómo está, todo.
—Entendido, señor. Haré lo que pueda.
Julián colgó y se sintió aliviado. Tenía que hacer algo. No podía dejar que el tiempo siguiera pasando sin saber. Se dedicó a trabajar, pero su mente estaba en otra parte. Cada vez que cerraba los ojos, veía a Valeria y a los tres niños.
Capítulo 5: La Revelación
Una semana después, Mateo lo llamó.
—Señor, he encontrado algo. Valeria vive en un barrio en Manila. Tiene un trabajo en una tienda de ropa y, según mis fuentes, los niños están inscritos en una escuela cercana.
El corazón de Julián latió con fuerza. —¿Estás seguro?
—Sí. Pero hay más. La situación no es fácil. Ella ha estado lidiando con problemas económicos y parece que está sola.
Julián sintió una mezcla de alivio y preocupación. —Necesito ir a Manila. Tengo que hablar con ella.
—Señor, debe tener cuidado. No sabe cómo reaccionará.
—No me importa. Necesito respuestas.
Capítulo 6: El Viaje
Julián tomó un vuelo a Manila al día siguiente. La ansiedad lo consumía. Mientras volaba, pensaba en todo lo que había pasado. Se sentía un extraño, pero sabía que debía enfrentar la verdad.
Al aterrizar, tomó un taxi hacia el barrio donde Valeria vivía. Las calles estaban llenas de vida, pero él solo tenía ojos para su objetivo. Finalmente, llegó a la dirección que Mateo le había proporcionado. Era un edificio sencillo, pero tenía un aire familiar.
Capítulo 7: El Encuentro
Julián respiró hondo antes de tocar el timbre. El sonido resonó en su pecho. Unos momentos después, la puerta se abrió y Valeria apareció. Su corazón se detuvo. Ella lucía diferente, pero aún era la misma mujer que había amado.
—¿Julián? —preguntó ella, sorprendida.
—Valeria… —su voz salió entrecortada.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Necesito hablar contigo. Por favor, déjame entrar.
Ella dudó, pero finalmente se apartó y lo dejó pasar. El interior del apartamento era pequeño, pero acogedor. Los tres niños estaban en una habitación, jugando.
Capítulo 8: La Conversación
—Tienes que decirme. ¿Son ellos… son mis hijos? —preguntó Julián, con la voz temblando.
Valeria lo miró, sus ojos llenos de emociones. —Sí. Son tus hijos, Julián. Nunca dejé de pensar en ti.
—¿Por qué no me lo dijiste? —demandó, sintiendo la frustración aflorar.
—Porque te fuiste sin decir nada. Pensé que no te importaba. No quería arrastrarte a mi vida.
—¿Cómo puedes pensar eso? Siempre quise estar contigo. Me equivoqué al irme. Pero ahora quiero ser parte de sus vidas.
Valeria lo miró, y por un momento, el tiempo se detuvo. Sus corazones latían al mismo ritmo, llenos de recuerdos y anhelos.
Capítulo 9: La Revelación de los Niños
Los niños entraron en la sala, mirando curiosos a Julián. Valeria los presentó.
—Chicos, este es su papá.
Los ojos de Julián se llenaron de lágrimas. Tres niños que eran una parte de él. Se agachó y les sonrió.
—Hola, soy Julián. Su papá.
Los niños lo miraron con sorpresa, pero no había miedo en sus ojos. Uno de ellos, el mayor, se acercó y le extendió la mano.
—Hola, soy Mateo.
—Es un buen nombre —respondió Julián, sintiendo una conexión instantánea.
Capítulo 10: La Conexión
A medida que pasaban las horas, Julián se dio cuenta de lo mucho que había perdido. Valeria le mostró fotos de los niños, historias de sus vidas, momentos que él nunca había compartido. La conexión entre ellos creció, y Julián supo que no podía dejar que esto se desvaneciera nuevamente.
—Quiero estar aquí para ustedes —dijo Julián, mirando a Valeria. —Quiero ser parte de sus vidas.
—No será fácil, Julián. Hay muchas cosas que han pasado. Los niños necesitan tiempo.
—Lo sé. Pero estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario.
Capítulo 11: La Decisión
Después de varios días de conversaciones, Julián tomó una decisión. Quería llevar a Valeria y a los niños a vivir con él en Santa Fe. Sabía que no sería sencillo, pero estaba dispuesto a enfrentarlo.
—Valeria, ¿qué piensas de mudarte a Santa Fe? Puedo ofrecerte una vida mejor.
Ella lo miró con incredulidad. —¿Estás seguro? Es un gran cambio.
—Lo sé, pero quiero que estén conmigo. Quiero ser el padre que nunca fui.
Valeria se quedó en silencio, sopesando sus palabras. Finalmente, asintió. —Está bien. Pero necesitamos tiempo para adaptarnos.
Capítulo 12: La Nueva Vida
Con el tiempo, Julián llevó a Valeria y a los niños a Santa Fe. La adaptación no fue fácil, pero juntos enfrentaron los desafíos. Julián se dedicó a ser un buen padre, aprendiendo a conocer a sus hijos y disfrutando de cada momento.
Valeria, por su parte, comenzó a trabajar en un nuevo empleo y se sintió más segura. La vida empezaba a tomar forma, y aunque había dificultades, el amor que compartían los mantenía unidos.
Capítulo 13: Los Desafíos
Sin embargo, no todo fue perfecto. A medida que los días pasaban, Julián se dio cuenta de que había heridas que necesitaban sanar. Los niños a veces se mostraban reticentes, y Valeria aún guardaba rencor por su partida.
—Necesitamos hablar —dijo Valeria una noche, cuando los niños ya estaban dormidos.
—¿Sobre qué? —preguntó Julián, sintiendo un nudo en el estómago.
—Sobre lo que pasó. No puedo simplemente olvidarlo. Me dejaste sin explicación.
—Lo sé. Y me arrepiento. Pero estoy aquí ahora, y quiero hacer las cosas bien.
Capítulo 14: La Sanación
La conversación fue difícil, pero necesaria. Julián se abrió sobre sus miedos y arrepentimientos, y Valeria compartió su dolor y frustración. Con el tiempo, ambos comenzaron a sanar.
Los niños, al ver la conexión entre sus padres, empezaron a sentirse más seguros. Julián se dedicó a construir una relación con cada uno de ellos, creando recuerdos que durarían toda la vida.
Capítulo 15: La Celebración
Un año después, la familia celebró el primer cumpleaños de Mateo en Santa Fe. Julián organizó una fiesta con amigos y familiares. Valeria lo miró con admiración, sintiéndose orgullosa de lo que habían logrado juntos.
—Mira lo lejos que hemos llegado —dijo ella, sonriendo.
—Sí, y esto es solo el comienzo —respondió Julián, abrazándola.
Capítulo 16: La Reflexión
Mientras miraban a los niños jugar, Julián reflexionó sobre su vida. Había recorrido un largo camino desde aquella mañana en que decidió irse. Ahora, tenía una familia y un propósito.
—No puedo creer que haya pasado tanto tiempo —dijo Julián, sintiendo una mezcla de gratitud y amor.
—Y todo gracias a que encontraste el valor para volver —respondió Valeria, tomando su mano.
Capítulo 17: El Futuro
A medida que pasaban los años, Julián y Valeria continuaron construyendo su vida juntos. Los niños crecieron rodeados de amor y apoyo, y cada día era una nueva aventura.
Julián se convirtió en un defensor de las familias que enfrentaban dificultades, utilizando su experiencia para ayudar a otros. Valeria también se dedicó a su trabajo, convirtiéndose en una voz influyente en la comunidad.
Epílogo: El Legado del Amor
Con el tiempo, los niños se convirtieron en jóvenes brillantes y compasivos. Julián y Valeria se sintieron orgullosos de la familia que habían creado juntos.
Una noche, mientras miraban las estrellas desde su jardín, Julián tomó la mano de Valeria. —“A veces me pregunto cómo sería la vida si no hubiéramos pasado por todo esto.”
Valeria sonrió. —“Lo que importa es que estamos juntos. Y hemos aprendido a valorar lo que realmente importa.”
Julián asintió, sintiendo una profunda gratitud. —“Sí, hemos encontrado la manera de construir algo hermoso a partir del dolor.”
Fin
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