Capítulo 1: La llamada desesperada
La semana pasada, llamé a mi mamá para pedirle dinero. La situación en la ciudad universitaria se había vuelto insostenible. Mis ahorros se habían esfumado y la comida escaseaba. Ella no dijo mucho, solo desvió la llamada a mi papá. Él me prometió que me enviaría “algo” durante la semana. Me llené de esperanza. Esa misma noche, lavé todos mis trastes vacíos, convencido de que pronto volvería a comer como rey.
Pasaron dos días. Luego tres. Una semana entera… y nada. Ni un mensaje, ni una llamada, ni un depósito. La desesperación me estaba comiendo. Ayer no aguanté más: tomé el celular y marqué, con la voz quebrada. Casi llorando.
Papá, con voz cansada, me dijo que no había podido enviar nada.
—Mejor ven a casa. Te doy el dinero aquí —dijo.
Sin dudarlo, en menos de una hora ya iba rumbo al pueblo desde la ciudad universitaria. El camino estaba hecho pedazos. Los hoyos en la carretera me hicieron tardar más de lo previsto, pero al fin llegué. Como ya era tarde, decidí pasar la noche y recoger el dinero por la mañana.
Capítulo 2: La llegada al hogar
Pero desde que crucé la puerta, sentí algo raro. Un silencio demasiado profundo. La casa olía a incienso viejo y a medicina. Mi tía, la hermana de mi papá, andaba en la cocina.
—¿Qué pasa? —pregunté, sintiendo un nudo en el estómago.
Me explicó que mi mamá llevaba días en cama. No se podía mover. No comía. No hablaba casi nada.
Subí corriendo a verla.
—¿Mamá? —dije en voz baja, sentándome al borde de su cama. Le puse la mano en la frente. Estaba caliente como el fuego, pero su piel… helada como el hielo.
Abrió los ojos con esfuerzo.
—Tu papá… dinero… te va a dar… ve a comer… y (tosió con dolor) descansa…
Quise hacer mil preguntas, pero algo me detuvo. No era el momento. Me levanté y salí del cuarto, con la intención de regresar más tarde, cuando todos estuvieran dormidos.
Capítulo 3: La noche inquietante
Esa noche, el infierno se desató. Algo me despertó. Una presión en la vejiga. Fui al baño, medio dormido. Pero mientras orinaba, escuché unos ruidos raros. Ruidos que no debían estar ahí. Algo entre susurros, jadeos… ¿lágrimas?
Entonces recordé mi promesa: volver al cuarto de mamá.
Después de sacudir mi “herramienta”, jalé la palanca del excusado, me lavé las manos y caminé, paso a paso, hacia su habitación. Los sonidos se hicieron más fuertes. Y mi corazón… también.
Empujé la puerta lentamente.
Capítulo 4: La visión aterradora
Y lo que vi… me borró la razón. Mi madre estaba sentada en la cama. Pero no parecía humana. Tenía los ojos completamente abiertos, como si algo o alguien la poseyera. Vomitaba billetes. Montones y montones de billetes de mil.
Frente a ella, arrodillado en el suelo, mi papá metía todo ese dinero en una bolsa negra enorme, como si estuviera empacando droga.
Me quedé paralizado. No entendía nada. No podía hablar. No podía gritar.
Regresé a mi cuarto como un zombi. Me senté en el suelo, con la mirada perdida, mientras allá afuera la noche seguía su curso como si nada estuviera ocurriendo.
Capítulo 5: El grito que nunca olvidaré
Y de pronto… un grito. Uno que no salió de mi boca. Uno que venía del cuarto de mis padres. El sonido atravesó mi mente como un rayo. Era un grito desgarrador, lleno de terror y desesperación. Me levanté de un salto, sintiendo que el corazón me palpitaba en la garganta.
Corrí hacia la puerta, pero me detuve en seco. ¿Qué estaba pasando? ¿Era mi madre quien gritaba? ¿O era mi padre? No sabía si debía entrar o quedarme fuera, paralizado por el miedo.
—¡Mamá! —grité, sin poder contenerme.
No hubo respuesta. Solo silencio. Un silencio que retumbaba en mis oídos. La presión en mi pecho se volvió insoportable. Empujé la puerta con fuerza, y esta se abrió de golpe.
Capítulo 6: La verdad revelada
Lo que vi me dejó sin aliento. Mi madre estaba de pie, temblando, con los ojos desorbitados. Mi padre estaba en el suelo, con una expresión de horror en su rostro. En su mano sostenía un billete arrugado, como si fuera un objeto maldito.
—¿Qué está pasando? —pregunté, tratando de entender la escena.
Mi madre se volvió hacia mí, sus ojos llenos de lágrimas.
—¡Hijo! —exclamó, su voz temblando—. No es lo que parece.
—¿Qué no es lo que parece? —grité, sintiendo que la confusión me consumía.
Mi padre, aún en el suelo, se levantó lentamente. Su rostro estaba pálido, como si hubiera visto un fantasma.
—Es solo dinero… no es lo que piensas —dijo, su voz temblando.
Capítulo 7: La confrontación
No podía creer lo que estaba escuchando. Mi madre, que había estado enferma, ahora estaba de pie, vomitando billetes, y mi padre estaba en el suelo, como si hubiera presenciado una escena de pesadilla.
—¿De dónde salió todo ese dinero? —exigí saber, sintiendo que la rabia y el miedo se apoderaban de mí.
Mi madre se acercó a mí, tratando de calmarme.
—Hijo, por favor, escucha… no es lo que piensas. Estaba… estaba en un trance. No sé cómo explicarlo.
—¿Un trance? ¿Estás bromeando? —respondí, sintiendo que el mundo se desmoronaba a mi alrededor.
Capítulo 8: El oscuro secreto
Mi padre se puso de pie, su mirada fija en mí.
—Todo esto tiene una explicación. Tu madre ha estado involucrada en algo que no comprendes. Ha estado recibiendo dinero de… personas que no son de fiar.
Mis ojos se abrieron de par en par.
—¿Dinero de personas que no son de fiar? ¿Qué significa eso? —pregunté, sintiendo que la incredulidad me invadía.
—No puedo hablar de eso aquí. Es peligroso —dijo mi padre, mirando nerviosamente a su alrededor.
Capítulo 9: La decisión
El aire se volvió pesado. No sabía si debía creerles o si estaban tratando de protegerme de una verdad aterradora.
—¿Qué debo hacer? —pregunté, sintiéndome atrapado entre la lealtad a mis padres y el deseo de conocer la verdad.
Mi madre se acercó a mí, sus ojos llenos de desesperación.
—Por favor, hijo, necesito que confíes en nosotros. Esto es más complicado de lo que parece.
—¿Complicado? ¡Estás vomitando dinero! —grité, sintiendo que la rabia me consumía.
Capítulo 10: La huida
En ese momento, decidí que no podía quedarme ahí. La situación se había vuelto demasiado peligrosa.
—Voy a salir de aquí —dije, sintiendo que la adrenalina corría por mis venas.
Mi padre intentó detenerme.
—No, espera. No es seguro. Debemos hablar de esto.
—No quiero saber más. No puedo creer que esto esté pasando —respondí, saliendo de la habitación.
Corrí hacia la puerta principal, sintiendo que el aire fresco de la noche me golpeaba la cara. Necesitaba escapar de esa locura, de esa realidad que no podía comprender.
Capítulo 11: La búsqueda de respuestas
Salí corriendo hacia la calle, tratando de aclarar mis pensamientos. Caminé sin rumbo, sintiendo que el mundo a mi alrededor se desvanecía. ¿Qué había pasado en mi hogar? ¿Qué secretos oscuros estaban escondidos detrás de esa fachada familiar?
Decidí que necesitaba respuestas. Tenía que averiguar de dónde provenía ese dinero y qué estaba pasando realmente con mis padres.
Capítulo 12: La visita al pasado
Recordé que había un viejo amigo de la familia que solía trabajar en la policía. Tal vez él pudiera ayudarme. Caminé hasta su casa, sintiendo que el miedo y la incertidumbre me acompañaban.
Al llegar, toqué la puerta con nerviosismo. Después de unos momentos, la puerta se abrió.
—¿Juan? —pregunté, sintiéndome aliviado de verlo.
—¿Qué haces aquí? —preguntó, sorprendido.
—Necesito hablar contigo. Es urgente —dije, sintiendo que la angustia me invadía.
Capítulo 13: La verdad oculta
Entramos en su casa y le conté todo lo que había sucedido esa noche. Juan escuchó atentamente, su expresión se volvió seria.
—Esto es grave, amigo. Debes tener cuidado. Si tu madre está involucrada con personas peligrosas, podrías estar en riesgo.
—¿Qué debo hacer? —pregunté, sintiendo que el pánico comenzaba a apoderarse de mí.
—Debes mantenerte alejado de ellos por ahora. Investigaré un poco más y te avisaré si encuentro algo —dijo, su tono firme y decidido.
Capítulo 14: La noche oscura
Regresé a casa, sintiendo que la oscuridad me envolvía. No podía dejar de pensar en mis padres. ¿Qué les había pasado? ¿Cómo habían llegado a esa situación? La preocupación me mantenía despierto, mientras la noche avanzaba lentamente.
Decidí que debía confrontarlos de nuevo. Necesitaba respuestas, y estaba dispuesto a enfrentarlos, sin importar lo que tuviera que escuchar.
Capítulo 15: La confrontación final
Al día siguiente, regresé a casa. La atmósfera era tensa, y el silencio era abrumador. Entré en la casa y encontré a mis padres sentados en la sala, con expresiones de preocupación en sus rostros.
—Necesitamos hablar —dije, sintiéndome decidido.
—Hijo, lo que viste anoche… —comenzó mi padre.
—No quiero escuchar más excusas. Necesito saber la verdad. ¿Qué está pasando? —interrumpí, sintiendo que la rabia se apoderaba de mí.
Mi madre se levantó y se acercó a mí.
—Hijo, hemos estado en problemas. No queríamos que te involucraras en esto —dijo, su voz llena de tristeza.
Capítulo 16: El oscuro secreto revelado
—¿Qué tipo de problemas? —pregunté, sintiendo que mi corazón latía con fuerza.
—Estamos endeudados con personas peligrosas. Nos amenazaron y… no sabíamos qué hacer —dijo mi padre, con la voz quebrada.
—¿Y el dinero que vomitaba mamá? —pregunté, sintiendo que la incredulidad me invadía.
—Era una forma de intentar pagar la deuda. No sabemos cómo sucedió, pero… fue un error —dijo mi madre, con lágrimas en los ojos.
Capítulo 17: La decisión difícil
La revelación me dejó aturdido. No podía creer que mis padres se hubieran metido en algo tan oscuro.
—¿Qué vamos a hacer ahora? —pregunté, sintiendo que la desesperación me invadía.
—Debemos encontrar una manera de pagarles. No podemos dejar que nos hagan daño —dijo mi padre, con determinación.
Capítulo 18: La solución desesperada
Decidí que debía ayudarles. No podía permitir que les hicieran daño. Juntos, comenzamos a buscar maneras de conseguir el dinero necesario para saldar la deuda.
—Quizás podríamos vender algunas cosas —sugerí, sintiéndome abrumado por la situación.
—No es suficiente. Necesitamos una cantidad mayor —dijo mi madre, su voz llena de preocupación.
Capítulo 19: La trampa mortal
A medida que pasaban los días, la presión aumentaba. Un día, mientras buscaba en internet, encontré un anuncio que prometía dinero rápido a cambio de trabajo. Era un lugar donde se necesitaban personas para realizar tareas peligrosas, pero estaba desesperado.
—Podría ser una solución —dije, sintiéndome dividido.
Mis padres me miraron con preocupación.
—No, hijo. No puedes hacer eso. Es demasiado arriesgado —dijo mi padre, su voz llena de temor.
Capítulo 20: La decisión final
Pero la desesperación me llevó a tomar la decisión de ir a esa reunión. Necesitaba hacer algo para ayudar a mis padres. Al llegar, me di cuenta de que había tomado un camino oscuro y peligroso.
—¿Estás listo para trabajar? —preguntó un hombre de aspecto intimidante.
Asentí, sintiendo que había cruzado una línea de no retorno.
Epílogo: La vida después de la tormenta
Lo que sucedió después fue un torbellino de eventos que nunca imaginé. La vida de mis padres cambió drásticamente, y yo me vi atrapado en un mundo que no comprendía. Aprendí que los secretos familiares pueden tener consecuencias devastadoras y que a veces la verdad duele más que la mentira.
Con el tiempo, logré salir de ese mundo oscuro, pero las cicatrices permanecieron. La relación con mis padres nunca volvió a ser la misma. Aprendí que el amor y la lealtad son fuertes, pero a veces, la verdad puede romper incluso los lazos más fuertes.
La noche que vi a mi madre vomitar dinero me dejó marcado de por vida. No solo por lo que vi, sino por lo que significaba: un oscuro secreto que cambió nuestra familia para siempre.