Capítulo 1: El Camino a la Desesperación
— Larisa, queda poco… ¡Vamos, cariño, tú puedes!
Larisa apenas podía mover las piernas. Cada paso era un esfuerzo increíble, como si le colgaran un peso enorme. La luz del sol se filtraba a través de los árboles, pero su mente estaba oscurecida por la fatiga y el miedo.
— Quiero ducharme… —susurró Larisa, sintiendo que las fuerzas finalmente la abandonaban—. Gleb, ya no puedo. ¡De verdad, no puedo!
Su marido la miró con fingida preocupación, pero había cierta extrañeza en sus ojos. ¿Cómo no había notado antes ese brillo gélido? Era como si el hombre que una vez había amado se hubiera desvanecido, dejando solo a un extraño.
— ¡Tú puedes, cariño, tú puedes! Mira, aquí está nuestro objetivo: ¡la casita!
Larisa siguió su mirada. Frente a ellos se alzaba un edificio que parecía una mezcla de un viejo granero y una cabaña de cuento de hadas sobre patas de pollo. La estructura estaba cubierta de hiedra y telarañas, y el aire olía a humedad y descomposición.
— ¿Estás… seguro de que la curandera vive aquí? —La voz le temblaba traicioneramente, llena de cansancio y miedo.
— ¡Claro, querida! ¡Vamos, solo un poquito!
Larisa subió al porche inclinado casi mecánicamente, como en un sueño. Gleb la recostó en un banco de madera y de repente sonrió con satisfacción. Una sonrisa que le llegó al corazón, pero que pronto se tornó amarga.
— Ahora puedes descansar… Un buen rato.
Observó a su alrededor la habitación lúgubre: telarañas, polvo, humedad. Miró a su marido con miedo.
— Gleb… ¡Aquí no vive nadie!
— ¡Es cierto! —rió—. Nadie ha vivido aquí durante unos veinte años. Y, de todos modos, nadie ha buscado por aquí durante mucho tiempo. Si tienes suerte, morirás de muerte natural. Y si no… —hizo una pausa—, te encontrarán los animales salvajes.
— ¡Gleb! ¡¿Qué dices?! ¡Despierta!
Se enderezó, y la máscara de esposo amoroso desapareció para siempre.
— ¡Te pedí que registraras el negocio a mi nombre! ¡Pero fuiste terca como una mula! —espetó—. ¿Acaso entiendes lo que me costó tolerarte? ¿Acostarme contigo? ¡Me das asco!
— ¿Y mi dinero no me da asco? —susurró Larisa, sintiendo cómo el dolor la atravesaba.
— ¡Es MI dinero! —gruñó—. Es mío, solo necesito completar los trámites. Todo el mundo sabe lo loca que estás con todo tipo de diabluras. Les digo a todos que has perdido la cabeza y te has ido al desierto con un charlatán. Intenté persuadirte, pero… —abrió los brazos teatralmente—, ¡eres terca! ¿Te gustó mi plan? ¡Ni siquiera necesito comprar un ataúd!
Su risa parecía el ladrido de un perro. Larisa cerró los ojos: es una pesadilla, solo una pesadilla…
Pero el portazo fue demasiado real.
Intentó levantarse; necesitaba correr, ¡todo era una broma! Pero su cuerpo no le obedecía. Últimamente, se quedaba sin aliento rápidamente, como si alguien le estuviera chupando la energía vital.
“Ahora está claro quién…” cruzó por sus pensamientos.
Ya no tenía fuerzas. Larisa cedió y cayó en un sueño intranquilo, con la mente llena de recuerdos de un pasado que parecía tan lejano.
Capítulo 2: Recuerdos de un Amor Perdido
Se casaron hace cinco años. Gleb apareció de la nada; sin dinero, pero con un encanto que la hizo perder la cabeza. Cansada de la soledad y el trabajo, Larisa se enamoró perdidamente. Sus amigos la advirtieron, pero ella ignoró las señales. Gleb era todo lo que había deseado: carismático, divertido y lleno de promesas.
Sin embargo, las advertencias comenzaron a hacerse realidad. Descubrió la verdad hace un año: Gleb había estado gastando su dinero en otras mujeres y había acumulado deudas. Cada revelación fue un golpe más fuerte que el anterior, y su salud comenzó a deteriorarse. Los médicos lo explicaron como crisis nerviosas, pero Larisa sabía que el verdadero veneno provenía de su traición.
A medida que pasaban los días, su amor se transformó en una prisión. Gleb se volvió cada vez más controlador y posesivo. Larisa, una mujer rica y exitosa, se encontraba atrapada en un matrimonio que se desmoronaba. La vida que había soñado se convirtió en un infierno.
Capítulo 3: La Cabaña Abandonada
Mientras Larisa caía en un sueño profundo, oyó un crujido. Alguien estaba cerca. Se le encogió el corazón: ¿de verdad serían animales?
— ¡No tengas miedo!
Se estremeció:
— ¡¿Quién está ahí?! —preguntó, con voz temblorosa.
Una niña de unos siete u ocho años estaba sentada frente a ella. La niña se sentó a su lado, con una sonrisa traviesa.
— Ya estuve aquí antes. Cuando te trajo, me escondí.
Larisa se incorporó, sintiéndose confundida y asustada.
— ¿Estás viva? ¿Cómo terminaste aquí?
— Vengo yo sola. Cuando discuto con papá, me escondo aquí. ¡Que se preocupe él!
— ¿Te está haciendo daño? —preguntó Larisa, preocupada.
— ¡No! Solo me obliga a ayudar. Y no quiero. ¿Por qué tienen que trabajar los niños? Si no escucho, me obliga a lavar los platos. ¡Toda una montaña! —La niña abrió los brazos, gesticulando.
Larisa sonrió débilmente, recordando su propia infancia.
— Quizás solo esté cansado. Intenta darte una tarea que puedas manejar. Haría todo por mi papá si viviera.
— ¿Murió tu papá? —preguntó la niña, con curiosidad.
— Sí, hace mucho tiempo.
— Todos morirán —declaró la niña con filosofía infantil.
— ¡¿Quieres decir que tu papá también morirá?! —La niña se animó, como si la idea le fascinara.
— La gente muere cuando envejece. Sucede.
La niña pensó un momento, con la frente fruncida.
— Mamá estaba enferma… Fue con los ángeles. Lloro a menudo porque te extraño. ¡Ayudaré a papá para que no muera! —miró a Larisa—. ¿Y a ti también te trajeron aquí para morir?
— Parece que sí… —respondió Larisa, sintiendo cómo la tristeza la invadía.
— ¿Por qué no en el hospital? —preguntó la niña, con inocencia.
Una lágrima resbaló por la mejilla de Larisa.
— Lo decidió él mismo… Para que yo no me curara.
— ¡Sinvergüenza! —La niña se indignó—. ¡Voy a ir tras papá! ¿Sabes cómo es? ¡Cura a todos en el pueblo! ¡Solo que no pudo curar a mamá…! —Le tembló la voz.
— ¿Cómo es eso? —preguntó Larisa, intrigada.
La niña fue a la puerta, se dio la vuelta y susurró:
— ¡Mi papá es un hechicero!
Larisa sonrió involuntariamente, sintiéndose un poco más ligera.
— Cariño, no existen esas cosas…
— ¡Sí que las existen! Tu marido dijo que crees en ellas. Bueno, no estés triste, ¡volveré pronto! —dijo la niña, levantándose.
— ¿Cómo te llamas? —preguntó Larisa, sintiendo una conexión extraña con la pequeña.
— ¡Dasha! —respondió la niña, sonriendo.
— Dashenka, ¿no tienes miedo de quedarte aquí? ¿Y si vienen los animales?
— ¡¿Qué otros animales?! —resopló la niña—. ¡En este bosque solo entran erizos!
Capítulo 4: El Encuentro con Dasha
Larisa se sintió extrañamente reconfortada por la presencia de Dasha. La niña parecía ser un rayo de luz en su mundo sombrío. Mientras la pequeña hablaba, Larisa comenzó a recordar su propia infancia, tiempos más simples, antes de que Gleb entrara en su vida.
— Dasha, ¿por qué te escondes de tu papá? —preguntó Larisa, intentando comprender.
— A veces grita y me hace sentir mala. No quiero ayudarlo si no me deja jugar. ¡No es justo! —exclamó la niña, cruzando los brazos.
Larisa sintió una punzada de compasión. Ella también había sido una niña que había sentido el peso de las expectativas.
— A veces los adultos no entienden lo que necesitamos. Pero tú eres fuerte, Dasha. Puedes hacer lo que te haga feliz —le dijo, intentando darle ánimo.
Dasha la miró con ojos grandes y brillantes.
— ¿Tú también eres fuerte, Larisa? —preguntó, su voz llena de curiosidad.
— Estoy tratando de serlo —respondió Larisa, sintiendo que su corazón se abría un poco más—. Pero a veces, es difícil.
— ¡No te preocupes! —exclamó Dasha—. ¡Voy a ayudarte! ¡Voy a encontrar a mi papá y le diré que te ayude!
Larisa sonrió, sintiéndose un poco más esperanzada.
Capítulo 5: La Promesa de Dasha
Dasha se levantó con determinación.
— ¡Voy a ir a buscar a mi papá! —dijo, con una chispa de emoción en sus ojos—. ¡Él es un hechicero! ¡Puede hacer magia!
Larisa no pudo evitar reírse suavemente.
— Está bien, pequeña. Pero recuerda, la magia no siempre es lo que parece.
Dasha asintió, pero su entusiasmo no disminuyó.
— ¡Voy a volver pronto! —prometió, antes de correr hacia la puerta.
Larisa se quedó sola, sintiendo una mezcla de tristeza y esperanza. La pequeña Dasha había traído un rayo de luz a su oscuridad, y por un momento, se sintió menos sola.
Mientras esperaba, Larisa reflexionó sobre su vida. Había estado atrapada en un ciclo de dolor y desesperación, pero la presencia de Dasha le había recordado que aún había bondad en el mundo. Quizás aún había una salida.
Capítulo 6: La Revelación
Pasaron los minutos, y Larisa se sintió cada vez más inquieta. ¿Qué pasaría si Dasha no regresaba? ¿Y si Gleb volvía a buscarla? La idea de enfrentarlo nuevamente la llenaba de terror.
De repente, escuchó un ruido en la puerta. Su corazón se detuvo. ¿Sería Gleb? Pero al abrir, se encontró con la pequeña Dasha, quien entró corriendo, con el rostro radiante.
— ¡Lo encontré! ¡Lo encontré! —gritó, saltando de alegría.
— ¿A tu papá? —preguntó Larisa, sintiendo una oleada de esperanza.
— ¡Sí! ¡Viene! —exclamó Dasha, dando vueltas en la habitación.
Larisa sintió que la ansiedad se transformaba en emoción. Quizás el padre de Dasha podría ayudarla. Quizás había una forma de salir de esta pesadilla.
Unos minutos después, la puerta se abrió lentamente. Un hombre alto, con una larga barba y ojos profundos, entró en la cabaña. Su presencia era imponente, pero había una calidez en su mirada.
— Hola, pequeña —dijo, sonriendo a Dasha—. ¿Qué has hecho esta vez?
Dasha corrió hacia él, abrazándolo con fuerza.
— ¡Papá, encontré a Larisa! ¡Ella necesita ayuda!
El hombre se volvió hacia Larisa, y en ese momento, ella sintió que el tiempo se detenía. Había algo familiar en su mirada, algo que la hacía sentir segura.
— ¿Qué te sucede, Larisa? —preguntó el hombre, acercándose.
— Mi marido… —comenzó a decir, pero las palabras se le atragantaron. No quería que Dasha escuchara el dolor en su voz.
— Está bien, puedes confiar en mí —dijo el hombre, con una voz tranquila—. Soy un curandero. Dime, ¿qué te ha llevado aquí?
Capítulo 7: La Historia de Larisa
Con la ayuda de Dasha, Larisa comenzó a contar su historia. Habló sobre su matrimonio con Gleb, cómo había sido seducida por su encanto y cómo, con el tiempo, se había dado cuenta de que su amor era una fachada.
El hombre escuchó atentamente, asintiendo con comprensión.
— A veces, el amor puede convertirse en una prisión —dijo—. Pero también puedes encontrar la libertad si decides luchar por ti misma.
Larisa sintió que las lágrimas le caían por las mejillas. Nunca había hablado de su dolor de esta manera. Había estado tan atrapada en su sufrimiento que no se había dado cuenta de que había un camino hacia la sanación.
— ¿Qué puedo hacer? —preguntó, sintiéndose vulnerable.
— Primero, debes recuperar tu fuerza —respondió el hombre—. Luego, juntos, encontraremos una manera de enfrentar a Gleb. No estás sola en esto.
Capítulo 8: La Magia de la Esperanza
Dasha observaba a su padre y a Larisa, sintiendo que algo especial estaba sucediendo. Nunca había visto a su padre tan involucrado en la vida de otra persona.
— ¿Puedes hacer magia, papá? —preguntó, con curiosidad.
El hombre sonrió y se agachó a la altura de su hija.
— La verdadera magia no es solo hacer trucos. Es ayudar a las personas a encontrar su fuerza interior. ¿Ves a Larisa? Ella tiene una gran magia en su interior, solo necesita descubrirla.
Larisa sonrió débilmente, sintiéndose un poco más fuerte con cada palabra.
— ¿Cómo puedo descubrirla? —preguntó, sintiendo que la esperanza comenzaba a florecer en su corazón.
— A veces, solo necesitas creer en ti misma —dijo el hombre—. Y a veces, necesitas un poco de ayuda. Vamos a trabajar juntas para que encuentres tu fuerza.
Capítulo 9: Un Plan de Escape
Los días pasaron en la cabaña, y Larisa comenzó a sentir que su salud mejoraba. Con la ayuda del curandero y la compañía de Dasha, se sentía más fuerte cada día. Juntos, comenzaron a trazar un plan para enfrentar a Gleb.
— Necesitamos asegurarnos de que no pueda hacerte daño —dijo el curandero—. Él no puede seguir controlando tu vida.
Larisa asintió, sintiendo que la determinación crecía en su interior.
— Tengo que enfrentarle —dijo—. No puedo seguir viviendo con miedo.
El curandero sonrió, satisfecho.
— Eso es lo que quería escuchar. Vamos a prepararte para el encuentro.
Capítulo 10: El Encuentro Final
Finalmente, el día del enfrentamiento llegó. Larisa se sintió nerviosa, pero también emocionada. Había pasado tanto tiempo sintiéndose atrapada, y ahora estaba lista para reclamar su vida.
— Recuerda, Larisa —dijo el curandero—. Eres más fuerte de lo que crees. No dejes que te intimide.
Larisa respiró hondo y se dirigió hacia el camino que conducía a la cabaña de Gleb. Cada paso que daba era un recordatorio de lo lejos que había llegado.
Cuando llegó, Gleb estaba sentado en la entrada, con una expresión de sorpresa al verla.
— ¿Qué haces aquí? —preguntó, su voz llena de desprecio.
— Vine a hablar contigo —respondió Larisa, sintiendo que la rabia comenzaba a burbujear en su interior.
— ¿Sobre qué? ¿Sobre cómo me has traicionado? —se burló él.
— No soy la que ha traicionado a nadie. He estado viviendo en una pesadilla, y estoy aquí para poner fin a eso —dijo Larisa, levantando la cabeza con orgullo.
Gleb se rió, pero Larisa notó que había una sombra de duda en sus ojos.
— ¿Y qué piensas hacer? —preguntó, desafiándola.
— Voy a recuperar mi vida. No necesito tu permiso ni tu control —declaró Larisa, sintiéndose más fuerte con cada palabra.
Capítulo 11: La Decisión de Larisa
Gleb se acercó, intentando intimidarla, pero Larisa se mantuvo firme.
— No tienes poder sobre mí —dijo, su voz resonando con determinación—. He encontrado mi fuerza, y no voy a dejar que me la quites.
Gleb frunció el ceño, y por un momento, Larisa vio el miedo en su mirada. La verdad era que él también tenía miedo: miedo de perder el control, miedo de que ella se liberara.
— No tienes idea de lo que estás diciendo —dijo, tratando de recuperar el control.
— No, Gleb. Tú no tienes idea de lo que soy capaz. He pasado por demasiado como para dejar que me asustes otra vez —respondió Larisa, sintiendo que la rabia se convertía en poder.
Capítulo 12: La Lucha por la Libertad
La tensión en el aire era palpable. Gleb avanzó hacia ella, pero Larisa no retrocedió. En ese momento, recordó las palabras del curandero: “Eres más fuerte de lo que crees”.
— ¡Detente! —gritó, levantando la mano—. No voy a dejar que me toques.
Gleb se detuvo, sorprendido por su valentía. En sus ojos, Larisa vio una mezcla de furia y confusión.
— ¿Qué te ha pasado? —preguntó, su voz temblando.
— Me he dado cuenta de que merezco ser feliz. Mereces ser feliz también, pero no juntos —dijo Larisa, sintiendo que la claridad se apoderaba de ella.
Capítulo 13: La Libertad de Larisa
Gleb se quedó en silencio, y por un momento, Larisa pensó que podría haber un atisbo de comprensión en su mirada. Pero rápidamente, volvió a la realidad.
— ¡Eres una loca! —gritó, intentando asustarla—. No puedes dejarme así.
Larisa sintió que la determinación crecía en su interior.
— No te necesito, Gleb. He encontrado a alguien que realmente se preocupa por mí. Alguien que me ha mostrado la verdadera magia de la vida —dijo, sintiéndose más fuerte con cada palabra.
En ese instante, Gleb comprendió que había perdido el control. Larisa era más fuerte de lo que él había imaginado.
Capítulo 14: La Nueva Vida
Después de ese encuentro, Larisa se sintió liberada. Había enfrentado a Gleb y había reclamado su vida. Con la ayuda del curandero y Dasha, comenzó a construir un nuevo futuro.
Días después, se mudó a una pequeña casa cerca del bosque, donde podía vivir en paz. Dasha se convirtió en su amiga y confidente, y juntos exploraron la naturaleza, riendo y disfrutando de la vida.
Larisa también comenzó a ayudar a otras mujeres en su comunidad, compartiendo su historia y enseñándoles a encontrar su propia fuerza. Se convirtió en una figura inspiradora, y su vida comenzó a florecer de maneras que nunca había imaginado.
Capítulo 15: El Regreso del Hechicero
Un día, mientras Larisa estaba en su jardín, el curandero llegó a visitarla.
— He oído que has estado ayudando a otras mujeres —dijo, sonriendo—. Eso es maravilloso.
— Gracias —respondió Larisa, sintiéndose orgullosa—. Quiero hacer una diferencia.
El curandero asintió, y su mirada se volvió seria.
— Hay algo más que debo decirte. A veces, los poderes que tenemos pueden ser más grandes de lo que pensamos. La magia no solo está en los hechizos, sino en las decisiones que tomamos —dijo.
Larisa lo miró, intrigada.
— ¿Qué quieres decir?
— Significa que tienes el poder de cambiar no solo tu vida, sino también la vida de los demás. Tu historia puede ser la chispa que encienda el cambio —dijo el curandero.
Larisa sintió una oleada de emoción. Había encontrado su propósito.
Capítulo 16: Un Nuevo Comienzo
Con el tiempo, Larisa se convirtió en una líder en su comunidad. Organizó talleres y eventos para empoderar a las mujeres, enseñándoles a encontrar su voz y a luchar por sus sueños. Dasha siempre estaba a su lado, y juntas crearon un espacio seguro donde las mujeres podían compartir sus historias.
La vida de Larisa se llenó de amor y amistad. Cada día, se despertaba sintiéndose agradecida por la oportunidad de vivir plenamente. Había aprendido que la vida era un regalo, y que cada momento contaba.
Capítulo 17: La Celebración de la Vida
Un día, mientras organizaban una celebración en la comunidad, Larisa se sintió abrumada por la gratitud. Había pasado por tanto, y ahora estaba rodeada de personas que la apoyaban y la amaban.
— ¡Esto es increíble! —exclamó Dasha, con una sonrisa radiante—. ¡Mira cuántas personas han venido!
Larisa sonrió, sintiendo que su corazón se llenaba de alegría.
— Sí, cariño. Juntos hemos creado algo hermoso —dijo, abrazando a la niña.
La celebración fue un día lleno de risas, música y amor. Larisa se dio cuenta de que había encontrado su lugar en el mundo, y que su vida tenía un propósito.
Capítulo 18: La Conexión con el Pasado
Un día, mientras caminaba por el bosque, Larisa se encontró con un viejo conocido. Era un amigo de su infancia, alguien que había estado presente en los momentos más felices de su vida.
— ¡Larisa! —exclamó, sorprendido—. ¡No puedo creer que seas tú!
Larisa sonrió, sintiéndose nostálgica.
— Ha pasado tanto tiempo. ¿Cómo has estado?
— He estado bien. He estado siguiendo tu historia, y debo decir que me inspira —dijo, con sinceridad.
Larisa sintió una oleada de emoción. Había pasado por tanto, y saber que su historia estaba impactando a otros la llenaba de orgullo.
Capítulo 19: La Fuerza de la Comunidad
Con el tiempo, la comunidad se unió más que nunca. Larisa y Dasha trabajaron juntas para crear un espacio donde las mujeres pudieran sentirse seguras y apoyadas. Organizaron eventos, talleres y actividades para fomentar la creatividad y la autoexpresión.
Larisa se dio cuenta de que había encontrado una familia en su comunidad. Cada mujer que llegaba traía consigo una historia única, y juntas estaban creando un cambio real.
Capítulo 20: Un Futuro Brillante
A medida que pasaban los años, Larisa continuó creciendo y evolucionando. Se convirtió en una defensora de los derechos de las mujeres y trabajó incansablemente para ayudar a quienes lo necesitaban. Su vida se llenó de amor, amistad y significado.
Un día, mientras miraba hacia el horizonte, Larisa sintió una profunda gratitud. Había enfrentado sus miedos y había encontrado su voz. Había aprendido que la verdadera magia reside en la conexión con los demás y en la capacidad de amar y ser amado.
Y así, Larisa vivió su vida con valentía y pasión, sabiendo que había reclamado su destino y que su historia continuaría inspirando a otros por generaciones.