Capítulo 1: El regreso a casa
Un cielo brumoso flotaba bajo sobre los techos envejecidos en las afueras de Adington, Carolina del Sur. Una camioneta negra se detuvo junto a un estrecho camino de tierra, con las ruedas crujiendo aún por la grava raspando el chasís. Igenen Colwell apagó el motor, sacó las llaves e inhaló profundamente por la ventana entreabierta. No había puesto un pie en ese vecindario en cuatro años.
Cuatro años desde que el tribunal otorgó la custodia a Clarissa, su exesposa. Aún recordaba ese día con nitidez, la manita de Oven tocando su hombro, esos ojitos confundidos mirándolo hacia arriba y preguntando, “¿A dónde vas, papá?” Y luego la puerta que se cerró. Ahora estaba de vuelta sin previo aviso, no para causar problemas ni para discutir. Solo quería ver a su hijo Oven, el niño de ocho años al que ya no sabía si conocería.
No sabía cuán alto habría crecido, si su voz habría cambiado o si aún no recordaba. Ien abrió la cajuela y sacó una bolsa de regalo azul con asas. Dentro había un set de construcción de Lego que Oven había amado y una sudadera con capucha que él mismo eligió. Tocó el timbre.
La puerta se abrió casi al instante. Clarissa estaba allí, teléfono aún en la mano, labial fresco como recién aplicado.
—Ien, hola —saludó.
Él asintió brevemente.
—Solo pasaba por aquí. Quería ver a Oven.
Clarissa dudó. Un destello de inquietud cruzó sus ojos, pero rápidamente lo disimuló con una sonrisa educada.
—Ay, me temo que Oven no está en casa, está en un campamento. No volverá en algunas semanas.
Ien frunció el ceño.
—¿Campamento en septiembre?
—Es una especie de campamento de habilidades para la vida. Lo organizó la escuela —explicó, levantando súbitamente un brazo como si intentara bloquear su pecho, impidiéndole ver el interior de la casa.
Todo parecía igual: el viejo sofá, las paredes color beige, pero algo se sentía extraño. Ien guardó silencio un momento, miró la bolsa de regalo, luego volvió a ver a Clarissa.
—¿Podrías dárselo tú?
Clarissa lo tomó un poco confundida.
—Claro, ¿estás bien?
Antes de que Ien pudiera responder, una voz masculina sonó desde el pasillo.
—¿Quién es?
Un hombre alto, atlético, apareció vestido con polo y pantalones kaki.
—Dale —dijo, esbozando una sonrisa forzada al ver a Ien—. Él es el marido de mi esposa.
Ien no respondió. Sus miradas se cruzaron, frías como el acero.
—Solo vine a ver a Oven —dijo Ien con voz neutra.
—Oh, el chico está en el campamento. Seguro Clarissa ya te dijo —comentó Dale, cruzando los brazos y ladeando la cabeza con sarcasmo—. ¿Recién te acuerdas de que tienes un hijo?
Clarissa soltó una risita nerviosa.
—Vamos, Dale.
Ien dio un paso atrás, a punto de marcharse, pero en ese instante una niña pequeña corrió por el pasillo, agitando una muñeca en la mano.
—Mami, quiero leche —gritó la niña.
Ien se congeló. La pequeña tenía el mismo cabello rizado que su hijo, pero no era Oven. Era una niña, quizás de cuatro años, que miraba a Clarissa con ojos grandes y expectantes.
Capítulo 2: La revelación
—¿Quién es ella? —preguntó Ien, sintiendo un nudo en el estómago.
Clarissa se encogió de hombros, como si la pregunta no tuviera importancia.
—Es Mia, nuestra hija. —Su voz sonó casual, pero Ien notó un leve temblor.
Ien sintió que el mundo se le venía abajo.
—¿Nuestra hija? ¿Desde cuándo tienes una hija? —su voz se elevó, llena de incredulidad.
Dale se rió, un sonido frío y burlón.
—Oh, vamos, Ien. No te sorprendas. Clarissa y yo hemos estado juntos desde hace años. Oven no es el único niño en la familia.
Ien sintió un torrente de rabia y confusión.
—¿Y Oven? ¿Dónde está mi hijo? ¿Por qué no está aquí con ustedes?
Clarissa frunció el ceño, su rostro cambiando de la indiferencia a la defensiva.
—Te dije que está en un campamento. No hay nada de qué preocuparse.
—¿Un campamento? —replicó Ien, sintiendo que la incredulidad se transformaba en preocupación—. ¿Qué tipo de campamento lo mantiene alejado tanto tiempo?
Dale dio un paso adelante, cruzando los brazos sobre su pecho.
—No tienes que preocuparte por eso. Oven está bien. Está en un lugar mejor.
Ien sintió que la rabia burbujeaba en su interior.
—¿Un lugar mejor? ¿Dónde está realmente mi hijo?
Capítulo 3: La búsqueda de la verdad
Decidido a no dejarlo así, Ien se dio la vuelta y salió de la casa, sintiendo que el aire fresco le golpeaba la cara. Necesitaba encontrar respuestas. No podía dejar que su hijo estuviera en un lugar del que no sabía nada.
Conducía por las calles familiares, cada giro y cada esquina le recordaban momentos de felicidad con Oven. Se detuvo frente a la escuela donde su hijo había asistido, pero el edificio estaba vacío. Era un día de semana y no había actividad. Miró a su alrededor, buscando alguna pista.
Finalmente, decidió que debía hablar con sus antiguos vecinos. Tal vez ellos supieran algo sobre el campamento o el paradero de Oven. Golpeó la puerta de la casa de los Johnson, una familia que había sido cercana a él y a Clarissa.
—Hola, Ien —saludó la señora Johnson, sorprendida al verlo—. ¿Qué te trae por aquí?
—Necesito saber sobre Oven. ¿Sabes dónde está? —preguntó, sintiendo la urgencia en su voz.
La señora Johnson frunció el ceño, mirando hacia los lados como si temiera que alguien los escuchara.
—No deberías estar aquí, Ien. Las cosas han cambiado desde que te fuiste. Clarissa no quiere que hables con nadie sobre Oven.
—¿Por qué? ¿Qué está pasando? —exigió Ien.
—Se rumorea que… que Oven no está bien. La gente dice que lo han visto en condiciones extrañas —susurró, su voz temblando.
Capítulo 4: La verdad oscura
Ien sintió que el corazón le latía con fuerza.
—¿Qué quieres decir con “condiciones extrañas”? —preguntó, sintiendo que el miedo comenzaba a apoderarse de él.
—Dicen que lo tienen encerrado, como un animal. No sé si es cierto, pero… —la señora Johnson bajó la mirada—. La gente tiene miedo de hablar.
Ien sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. ¿Cómo era posible que su hijo estuviera en esa situación?
—¿Dónde está? Necesito verlo —dijo, sintiéndose decidido.
La señora Johnson miró hacia atrás, asegurándose de que nadie los escuchara.
—He oído que lo mantienen en el viejo cobertizo detrás de la casa. Pero ten cuidado, Ien. Dale es un hombre peligroso.
Capítulo 5: La confrontación
Ien no perdió tiempo. Se dirigió hacia la casa de Clarissa, sintiendo que la adrenalina corría por sus venas. Al llegar, se acercó al cobertizo que había mencionado la señora Johnson. Estaba oscuro y parecía abandonado, pero sabía que debía entrar.
Empujó la puerta, que chirrió al abrirse. El interior era sombrío y polvoriento. A medida que avanzaba, el olor a moho y suciedad se hacía más fuerte. Su corazón latía con fuerza mientras buscaba en la penumbra.
Y entonces, lo vio. En una esquina, acurrucado y temblando, estaba Oven. Su pequeño cuerpo estaba sucio y demacrado. En sus manos, sostenía una zanahoria podrida como si fuera su última comida.
—Oven… —susurró Ien, sintiendo que el dolor le atravesaba el pecho.
El niño levantó la vista, sus ojos llenos de confusión y miedo.
—Papá… —dijo, su voz apenas un susurro.
Ien se arrodilló frente a él, sintiendo que las lágrimas se acumulaban en sus ojos.
—¿Por qué estás aquí, hijo? ¿Qué ha pasado? —preguntó, tratando de mantener la calma.
Oven temblaba, y Ien notó las marcas en su piel.
—Mamá dijo que era un castigo… —respondió Oven, con la voz quebrada—. No quería comer.
Ien sintió que la rabia y la tristeza se apoderaban de él.
Capítulo 6: La verdad sale a la luz
Sin pensar, Ien extendió la mano y tomó a Oven en brazos. El niño se aferró a él, buscando consuelo en su abrazo.
—No te preocupes, hijo. Estoy aquí. Te sacaré de este lugar —dijo, sintiendo que la determinación se apoderaba de él.
Salió del cobertizo, llevando a Oven en brazos. El niño se aferraba a él, temblando. Ien sabía que debía actuar rápido.
Al salir, se encontró con Dale, que estaba parado en la entrada de la casa, con una expresión furiosa en su rostro.
—¿Qué estás haciendo con ese niño? —gritó, dando un paso adelante.
Ien sintió que la adrenalina corría por sus venas.
—Llevo a mi hijo conmigo. No lo vas a tocar más —dijo, sintiendo que la rabia se apoderaba de él.
Dale se rió, un sonido frío y burlón.
—No tienes derecho a llevarlo. No eres su padre.
Ien sintió que la furia lo consumía.
—Soy su padre, y no permitiré que lo trates así.
Capítulo 7: La batalla final
Dale se lanzó hacia él, pero Ien estaba preparado. Con todas sus fuerzas, empujó a Dale, haciéndolo caer al suelo.
—¡Lárgate de mi camino! —gritó Ien, sintiendo que la protección hacia su hijo era lo único que importaba.
Corrió hacia la camioneta, con Oven todavía en brazos. Abrió la puerta y lo sentó en el asiento trasero, asegurándose de que estuviera cómodo.
—Estás a salvo ahora, hijo. Vamos a casa —dijo, sintiendo que la esperanza comenzaba a florecer en su corazón.
Pero antes de que pudiera cerrar la puerta, sintió una mano en su hombro. Era Clarissa, con una expresión de horror en su rostro.
—Ien, ¡detente! —gritó, su voz llena de desesperación.
—¿Qué estás haciendo, Clarissa? —preguntó, sintiendo que la confusión lo invadía.
—No puedes llevarlo. No es seguro. Dale no va a dejar que te lo lleves —dijo, su voz temblando.
—No me importa lo que diga Dale. Estoy llevando a mi hijo a un lugar seguro —respondió Ien, sintiendo que la determinación lo guiaba.
Capítulo 8: La verdad revelada
De repente, el rostro de Clarissa se transformó.
—No entiendes, Ien. Dale no es lo que parece. Él ha estado protegiéndonos —dijo, su voz llena de angustia.
—¿Protegiéndonos? ¿De qué? —preguntó, sintiendo que la incredulidad se apoderaba de él.
—De las personas que han estado vigilándonos. Hay cosas que no sabes, cosas que no puedo explicar —dijo, su voz temblando.
Ien sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor.
—¿Qué cosas? ¿Qué has hecho? —preguntó, sintiendo que la desesperación lo invadía.
—No puedo hablar de eso aquí. Pero te prometo que lo que hice fue por Oven. Siempre fue por él —dijo, con lágrimas en los ojos.
Capítulo 9: La decisión final
Ien miró a su hijo, que lo observaba con ojos llenos de miedo y confusión. Sabía que debía tomar una decisión.
—Voy a llevar a Oven a un lugar seguro. Después, hablaremos —dijo, sintiendo que la determinación se apoderaba de él.
Clarissa asintió, su rostro lleno de tristeza.
—Está bien. Solo cuida de él. No dejes que lo lastimen —dijo, su voz llena de angustia.
Ien sintió que la esperanza comenzaba a florecer en su corazón. Cerró la puerta de la camioneta y se subió al asiento del conductor.
—Vamos, hijo. Te llevaré a casa —dijo, sintiendo que el amor por su hijo lo guiaba.
Capítulo 10: El camino hacia la libertad
Condujo por las calles, sintiendo que la adrenalina corría por sus venas. Oven estaba a su lado, mirándolo con ojos llenos de esperanza.
—¿Vamos a casa, papá? —preguntó el niño, su voz temblando.
—Sí, hijo. Vamos a casa —respondió Ien, sintiendo que la determinación lo guiaba.
Mientras conducía, recordó los momentos felices que había compartido con Oven. Sabía que debía protegerlo y darle la vida que merecía.
Capítulo 11: La confrontación final
Al llegar a su casa, Ien sintió que el alivio lo invadía. Había logrado rescatar a su hijo del oscuro chiquero en el que lo habían mantenido.
—Estás a salvo ahora, Oven. Nunca más dejaré que te hagan daño —dijo, sintiendo que la esperanza comenzaba a florecer en su corazón.
Pero antes de que pudiera abrir la puerta, sintió una mano en su hombro. Era su hermano, que había estado esperando en la entrada.
—Ien, ¿qué está pasando? —preguntó, con preocupación en su rostro.
—He traído a Oven a casa. No puedo dejar que vuelva a ese lugar —respondió Ien, sintiendo que la determinación lo guiaba.
Capítulo 12: La verdad sale a la luz
Mientras Ien y su hermano hablaban, Oven se quedó en la entrada, mirando a su padre con ojos llenos de esperanza.
—¿Vamos a quedarnos aquí, papá? —preguntó el niño, su voz temblando.
—Sí, hijo. Vamos a quedarnos aquí —respondió Ien, sintiendo que la esperanza comenzaba a florecer en su corazón.
Pero antes de que pudiera cerrar la puerta, sintió una mano en su hombro. Era Clarissa, con una expresión de horror en su rostro.
—Ien, ¡detente! —gritó, su voz llena de desesperación.
—¿Qué estás haciendo, Clarissa? —preguntó, sintiendo que la confusión lo invadía.
—No puedes llevarlo. No es seguro. Dale no va a dejar que te lo lleves —dijo, su voz temblando.
Capítulo 13: La lucha por la verdad
La situación se volvió tensa. Ien sabía que debía proteger a su hijo, pero también comprendía que había más en juego.
—Clarissa, tengo que saber la verdad. ¿Por qué lo mantuvieron encerrado? —preguntó, sintiendo que la angustia lo invadía.
—No puedo hablar de eso aquí. Pero te prometo que lo que hice fue por Oven. Siempre fue por él —dijo, con lágrimas en los ojos.
Ien sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor.
—¿Qué cosas? ¿Qué has hecho? —preguntó, sintiendo que la desesperación lo invadía.
—No puedo hablar de eso aquí. Pero te prometo que lo que hice fue por Oven. Siempre fue por él —dijo, con lágrimas en los ojos.
Capítulo 14: La verdad revelada
Mientras Ien y Clarissa discutían, Oven se quedó en la entrada, mirando a su padre con ojos llenos de esperanza.
—¿Vamos a quedarnos aquí, papá? —preguntó el niño, su voz temblando.
—Sí, hijo. Vamos a quedarnos aquí —respondió Ien, sintiendo que la esperanza comenzaba a florecer en su corazón.
Pero antes de que pudiera cerrar la puerta, sintió una mano en su hombro. Era su hermano, que había estado esperando en la entrada.
—Ien, ¿qué está pasando? —preguntó, con preocupación en su rostro.
—He traído a Oven a casa. No puedo dejar que vuelva a ese lugar —respondió Ien, sintiendo que la determinación lo guiaba.
Capítulo 15: El camino hacia la libertad
Conducía hacia un futuro incierto, pero sabía que tenía que proteger a su hijo. Oven estaba a su lado, mirándolo con ojos llenos de esperanza.
—¿Vamos a casa, papá? —preguntó el niño, su voz temblando.
—Sí, hijo. Vamos a casa —respondió Ien, sintiendo que la determinación lo guiaba.
Mientras conducía, recordó los momentos felices que había compartido con Oven. Sabía que debía protegerlo y darle la vida que merecía.
Capítulo 16: La nueva vida
A medida que pasaban los días, Ien se dedicó a reconstruir su vida junto a Oven. Se aseguraba de que su hijo tuviera todo lo que necesitaba: amor, atención y un hogar seguro.
Oven comenzó a sonreír nuevamente, y Ien se sintió aliviado al ver que su hijo comenzaba a sanar.
—Papá, ¿puedo tener un perro? —preguntó Oven un día, con una sonrisa en su rostro.
—Claro, hijo. Vamos a buscar uno —respondió Ien, sintiendo que la felicidad comenzaba a florecer en su hogar.
Capítulo 17: La confrontación final
Pero a medida que Ien se adaptaba a su nueva vida, la sombra de Clarissa y Dale seguía acechando. Un día, recibió una llamada inesperada de su exesposa.
—Ien, necesito hablar contigo —dijo Clarissa, su voz temblando.
—¿Sobre qué? —preguntó, sintiendo que la tensión se apoderaba de él.
—Sobre Oven. Hay cosas que debes saber —dijo, su voz llena de angustia.
Capítulo 18: La verdad oculta
Ien sintió que la preocupación lo invadía.
—¿Qué cosas? —preguntó, sintiendo que el miedo comenzaba a apoderarse de él.
—Dale no es quien dice ser. Hay cosas que no sabes sobre él. Te prometo que lo hice por Oven —dijo, su voz llena de angustia.
Ien sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor.
—¿Qué quieres decir? —preguntó, sintiendo que la incredulidad se apoderaba de él.
—No puedo hablar de eso aquí. Pero te prometo que lo que hice fue por Oven. Siempre fue por él —dijo, con lágrimas en los ojos.
Capítulo 19: La decisión final
Ien se sintió atrapado entre la verdad y la mentira.
—No sé si puedo confiar en ti, Clarissa. Has hecho cosas que no puedo perdonar —dijo, sintiendo que la angustia lo invadía.
—Lo sé, pero necesito que me escuches. Dale no es quien dice ser. Hay cosas que debes saber —dijo, su voz llena de angustia.
Capítulo 20: La verdad revelada
Finalmente, Ien decidió escuchar a Clarissa. Se encontraron en un lugar neutral, lejos de la tensión de sus vidas pasadas.
—Dale ha estado involucrado en cosas peligrosas. No quiero que Oven esté en riesgo —dijo Clarissa, su voz temblando.
Ien sintió que la preocupación lo invadía.
—¿Qué tipo de cosas? —preguntó, sintiendo que la incredulidad se apoderaba de él.
—No puedo hablar de eso aquí. Pero te prometo que lo que hice fue por Oven. Siempre fue por él —dijo, con lágrimas en los ojos.
Epílogo: Un nuevo comienzo
Con el tiempo, Ien logró reconstruir su vida junto a Oven. A pesar de los desafíos, la conexión entre padre e hijo se fortaleció. Sabía que siempre habría sombras del pasado, pero el amor que compartían era más fuerte que cualquier obstáculo.
Mientras miraba a su hijo jugar en el jardín, Ien se dio cuenta de que había encontrado la paz que tanto anhelaba. La vida había sido dura, pero juntos habían superado las adversidades y estaban listos para enfrentar el futuro, sin importar lo que viniera.
News
La mayoría de los días, el ático de Edward Grant parece más un museo que un hogar: prístino, frío, sin vida
La mayoría de los días, el ático de Edward Grant parece más un museo que un hogar: prístino, frío, sin…
Millonario encontró a su empleada amamantando a su bebé y tomó una decisión que nadie esperaba. Camila.
Millonario encontró a su empleada amamantando a su bebé y tomó una decisión que nadie esperaba. Camila. La voz de…
Entre Dos Mundos
Había una vez, en un pequeño pueblo de la provincia, dos jóvenes que se amaban con la intensidad de los…
Una Segunda Oportunidad
Llovía desde el amanecer. Fría. Implacable. De esas que se te meten en los huesos, incluso a través de la…
El Encuentro en la Tumba
Margaret Hawthorne era la viva imagen del poder. Con el pelo canoso, vestida con un traje gris oscuro a medida…
El sueño de Laura
Laura siempre había soñado con ser madre. Desde que era niña, se imaginaba cargando a su bebé, arrullándolo con canciones…
End of content
No more pages to load