Mi corazón se detuvo por un momento. Olivia, mi mejor amiga, siempre tan fuerte, tan alegre, tan llena de vida

Era un sábado cualquiera: estaba sentada en el sofá, con un libro en la mano, disfrutando por fin de un fin de semana tranquilo. La casa estaba en silencio, el café en mi mesa aún humeaba, y el sol entraba suavemente por la ventana, iluminando las páginas del libro que ya estaba por terminar. Cuando de repente, sonó el timbre.

Sorpresas garantizadas. No esperaba a nadie. Me tomé un momento antes de abrir, pensando que tal vez era un paquete o alguna de esas visitas ocasionales que suelen aparecer sin aviso. Pero cuando abrí la puerta, la sorpresa fue aún mayor.

Allí estaba Marc, el marido de Olivia, de pie frente a mí. Su rostro, normalmente relajado y amigable, hoy mostraba una expresión vacilante y dolorida. Tenía las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta, y sus ojos evitaban los míos, como si no pudiera decidir si mirarme o no.

“Hola, Sophie”, murmuró con un tono bajo, casi inaudible, mientras apartaba la mirada. “¿Podrías darme unos minutos?”

Mis ojos se abrieron en sorpresa. No entendía. ¿Marc, en mi puerta, a solas, sin avisar? Siempre había sido tan educado y considerado, nunca había roto las normas de lo que uno espera de una visita. Pero esta vez, algo no estaba bien.

“Claro… pero, ¿qué sucede?”, le respondí, sin saber cómo proceder. Mi mente empezó a divagar, preguntándose si Olivia estaba bien, o si había algún problema con su familia.

“Es complicado”, dijo Marc, pasando una mano por su cabello desordenado. “¿Puedo entrar?”

Asentí, sin saber si debía pedirle que se fuera o si, por el contrario, debía escuchar lo que él tenía que decir. No esperaba una conversación profunda hoy, y mucho menos una que involucrara a Marc, mucho menos en este estado tan extraño.

Una vez dentro, se sentó en el sillón sin decir palabra. La tensión era palpable, como si cada palabra que dijera pudiera cambiar el curso de algo que aún no entendía.

“Sophie, hay algo que necesito que sepas, algo que Olivia aún no sabe”, comenzó a decir, su voz más grave de lo habitual.

El aire entre nosotros se tensó aún más. Mis pensamientos comenzaron a correr, buscando respuestas, pero la ansiedad de lo que podría venir me paralizaba.

“Olivia… no está bien”, susurró. “Y yo… yo he cometido un error.”

Mi corazón se detuvo por un momento. Olivia, mi mejor amiga, siempre tan fuerte, tan alegre, tan llena de vida. ¿Qué podía estar pasando? Y ese “error” que Marc mencionaba, ¿qué significaba? ¿Qué había hecho? ¿Por qué me estaba contando todo esto?

Me quedé en silencio, observando a Marc, esperando que las palabras siguientes aclararan lo que ya sentía como un nudo en el estómago.

“Necesito tu ayuda, Sophie. Antes de que Olivia lo descubra, antes de que todo se venga abajo. Yo… no quiero perderla.”